28 de mayo de 2011

El Palacio de Versalles (y III): El Dominio de María Antonieta

P1260056 Ponte en el lugar de la Reina María Antonieta. Vives rodeada de lujo en uno de los palacios más impresionantes de tu época. Tu marido es un tipo un poco raro y creído, pero es el rey Luis XVI, la persona con más poder de toda Francia (por ahora). Y también tienes carácter: no te dejas amedrentar por los gustos de la nobleza que te rodea (y que, en ocasiones, te agobia) y por eso decides hacer algo propio en ese espacio que regaló el rey en 1774 cuando ascendisteis al trono.

P1250997Y lo conviertes en una extensión de tu personalidad, una verdadera bofetada de personalidad, solo que con un encanto y una gracia que lo convierten en la mejor parte de la visita al Dominio de Versailles.

En los últimos años se ha querido dar una vuelta de hoja a Versalles. Sobre todo, teniendo en cuenta el desastroso incidente meteorológico de 1999 (que, precisamente, destrozó gran parte de los jardines que forman parte del Dominio de María Antonieta). Y parte de esa iniciativa se materializó en la espectacular recuperación de las Posesiones de María Antonieta: el Petit Trianon, la Aldea, el Teatro, el Jardín inglés, el Jardín francés…

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Nos acercamos a la puerta de los Suizos, lugar de entrada al Dominio. Y es que nadie podía pasar sin invitación al escondite de lujo de la reina en Versalles.

Y con ello comienza un paseo inolvidable por una serie de espacios asombrosos y restaurados con delicadeza. Palacios aparentes. Jardines inolvidables, mientras algunos simulan malamente cierto salvajismo otros muestran un clasicismo de postal. A ello se le añade la impresionante aldea de la reina. Y con todo ello uno se puede hacer perfecta idea del enorme contraste que debía existir entre el francés medio del siglo XVIII y sus reyes y las razones detrás de la revolución de 1789.

P1260001 Pero volvamos a 1774 y entremos en el Palacio del Petit Trianon. Bueno, quizá mejor un poquito antes: 1668 cuando el rey Sol compra una aldea llamada Trianon, la demuele y la anexiona al Dominio de Versailles. En estos terrenos se situará un Jardín Botánico cuyas plantas más importantes finalizarán en el Jardin des Plantes de Paris por orden de la Marquesa de Pompadour y de Luis XV, quienes deciden construir en su lugar un pequeño palacio (el Petit Trianon). María Antonieta recibe esta zona como regalo de su marido y da una vuelta completa al Petit Trianon, encargando además la creación de unos jardines de estilo inglés y, con ellos, cascadas, grutas, arroyos, céspedes y pintorescos paisajes.

Accedemos al Petit Trianon por la parte cercana a la Capilla, un pequeño patio abierto y la Sala de los Guardias. Allí espera un cochecito de niño que perteneció al primogénito de María Antonieta y Luis XVI, el Delfín así como un cuadro de Johann Georg Weikert que muestra a una María Antonieta niña que baila en los jardines vieneses del Schönbrunn con sus hermanos.

Al lado del vestíbulo se encuentra la Sala de Billar de Luis XV en la que se expone un busto de la reina muy interesante. La guía nos cuenta que la mesa de billar azul del centro de la sala (ver foto superior) es una reconstrucción de la original.

P1260008Esta planta baja está dispuesta alrededor de un vestíbulo principal desde el que sale una escalinata hacía los pisos superiores. Esta planta, además de la Sala de Billar mantiene un calientaplatos y varias salas destinadas al servicio. P1260006La Sala del Calientaplatos está en su estado original y en ella se muestran, además del mismo, vitrinas con platerías, vajillas y porcelanas de varias épocas.

En otra de las vitrinas se exponen herramientas de jardinería… que no se usaban realmente. Luego veremos porqué. Además hay una pequeña muestra de trajes de la época. Nos dirigimos entonces a la escalinata, adornada con una cabeza de Medusa y con una rampa que lleva las iniciales de María Antonieta en varios de sus tramos.

P1260014 El primer piso era el dedicado a la vida de la reina y su cortejo: una antecámara, un comedor principal, un comedor pequeño, un salón de compañía (con algunos instrumentos de música de la época), el llamado Camarín de los Espejos y la Cámara de la propia reina.

El Retrato de María Antonieta con una rosa, de Elisabeth Vigée-Lebrun, pintado en 1783, es una de las obras más conocidas que guarda el Petit Trianon en su primer piso. Nos quedamos, de entre todas las salas, con el pequeño Comedor, en el que se ubica un pequeño retrato de Carle Vanloo quien pintó en 1760 a la Marquesa de Pompadour como una Hermosa Jardinera.

Y justo al lado, encima de una consola que lleva la marca del guardamuebles de la reina, se sitúan un reloj de péndulo y dos huevos de avestruz que formaban parte de la colección de Luis XVI en su momento.

El cuarto del retrete nos facilita la despedida del pequeño palacio, que visto desde fuera ahora que salimos a los jardines se ve espléndidamente con su planta cuadrada y sus fachadas casi de estilo neoclásico.

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Y nos internamos directamente en los jardines de estilo inglés. Lo que quedaba del jardín botánico y zoológico de Luis XV fue definitivamente a parar al Jardin des Plantes de Paris. María Antonieta encargó al arquitecto Richard Mique y al pintor Hubert Robert que crearan un parque “a la inglesa”. En 1777 edificó en una pequeña isla, rodeado de sauces llorones, un templo a la antigua, un Templo del Amor.

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Este templete no es sino una más de las atracciones que se asocian a un jardín inglés. Todo pintoresco y encantador, romántico pero salvaje. Un arroyo sirve de guía para el paseante, que va encontrando a su paso puentes, grutas, prados, alamedas, construcciones varias como este idílico templete del amor.

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Una naturaleza no limitada por invernaderos o jardines, algo único y espectacular en el que sentirse libre.

El templo del amor, construido íntegramente en mármol, está decorado por numerosas esculturas en sus capiteles y frisos, ganando protagonismo el Cupido fabricando su arco con la maza de Hércules de Bouchardon (el original está en el Louvre, ésta es una copia del XVIII de otro importante escultor, Mouchy). La reina escucharía música en un quiosco de música, se escondería en la gruta para observar a los visitantes, recorrería alborozada el interior de su Templo del Amor mientras los variados colores de las flores del jardín inglés llenarían con luz sus ojos.

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Los vientos huracanados del 26 de diciembre de 1999 provocaron un profundo daño en la arboleda del jardín inglés. Algunos de los árboles antiguos, de la misma época que la propia María Antonieta e incluso anteriores, sucumbieron a la meteorología (entre ellos un Tulipero de Virginia muy famoso). La restauración siguió al dedillo el mismo proyecto de la Reina.

P1260049 Otra restauración espléndida, ésta realizada desde el siglo XIX, es la que benefició a la Aldea de la Reina. Otros personajes de la nobleza, como el Príncipe de Condé de Chantilly, ya contaban con una, pero la Reina María Antonieta quiso tener la mejor.

Así que encargó la construcción de un pueblecito en su dominio, de una aldea normanda en la que gozar con sus hijos y la Corte de los placeres del campo. Y contó, para ello, con los dibujos de Hubert Robert y la participación de Richard Mique.

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Estos construyeron hasta 12 chozas, rodeadas de huertos y jardines de flores, todas en torno a un gran lago poblado de carpas y lucios. Presidiendo el Gran Lago se encuentra la Torre de la Pesquería o Torre de Marlborough (la primera construcción en erigirse en la aldea). Su nombre procede de la canción de éxito que se compuso a raíz de la muerte del duque de Marlborough: Mambrú se fue a la guerra. La cantaba Querubín en Las bodas de Fígaro de Beaumarchais y la puso de moda en Palacio la nodriza del Delfín, Madame Poitrine. Desde esta torre, que parece más bien un faro, los visitantes a la aldea salían a dar un paseo en barca o tiraban la caña para pasar un día de pesca.

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Enfrente de la Torre de Marlborough, en la orilla del agua, se sitúa un Molino. Esta Aldea trataba de proporcionar alimento a la Corte de Versalles y de aparentar cierta viveza y esa es la razón de que las casas tuvieran sus huertos y este Molino funcionase moliendo pan con la rueda o realizando labores de lavadero de ropa.  P1260067

El paisaje es absolutamente maravilloso: el molino, el faro, las chozas, los cisnes en el Gran Lago… y aunque esté reconstruido la imagen que debió fomentar María Antonieta pudiera parecerse mucho a ésta.

La Torre de Marlborough (o de Mambrú) se comunicaba por el interior mediante una pequeña galería con la Lechería. Existían dos lecherías, la Lechería de Preparación, en la que se obtenía y se desnataba la leche o se batía la mantequilla (que está destruida, como tantas otras cosas en el Dominio) y la Lechería de Degustación. P1260070 En ésta, la Reina probaba los productos lácteos obtenidos de primera mano. La mesa de mármol blanco de la lechería, reconstruida en época de Napoleón, aún se encuentra en su interior.

La Reina no sólo probaba la leche o la mantequilla en la Aldea. También frutas y hortalizas. Tenía varias familias trabajando en las chozas de la Aldea (otras eran de su uso exclusivo) y allí se sembraba y recogía en los huertos y lo obtenido podía ir a la cocina de palacio. En la actualidad, estos jardines están cubiertos de flores y verduras que le dan un aspecto todavía más encantador a la Aldea. También descubrimos vides en otra parte…

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Por supuesto, la leche y las verduras y hortalizas no eran las únicas fuentes de alimento en la Aldea. Existía una granja en la que se criaban animales traídos de Suiza por indicación de María Antonieta: vacas, toros, terneros, cabras…

P1260075Ahora se le unen cerdos, gallinas, caballos, patos, palomas y un largo etcétera que hacen de la visita a la granja uno de los mejores momentos del día.

La Granja está permanentemente atendida, en este caso por la asociación Assistance aux animaux, que mantiene tanto a los animales como a los propios edificios

P1260078En el Gran Lago también es visible la impresionante Casa de la Reina, la única con tejas como tejado y que estaba delicadamente amueblada en su interior. Se comunicaba en las cercanías con un billar, un Camarín, un Granero que servía de sala de baile y otros muchos caprichos reales. Desde su balconada, la Reina podía controlar todo lo que sucedía en su Aldea. P1260068

Salimos de la Aldea de vuelta al Petit Trianon. Nos esperan unas cuantas sorpresas más, pero antes de llegar a ellas quedamos encantados del paseo por el jardín ingles, por los ambientes que se crean, por los árboles enormes que lo cubren (algunos de ellos con muérdago), con los colores de las muchas flores que lo tapizan y con lo conseguida que es la restauración y reproducción del plan de María Antonieta.

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Damos con la Orangerie de Jussieu. Bernard de Jussieu fue un valorado botánico francés del siglo XVIII encargado de disponer el Jardín Botánico que Luis XV había encargado. Se hicieron construir grandes invernaderos y se plantaron especies exóticas para su aclimatación… Como ya se ha comentado, este jardín desapareció con motivo del capricho de María Antonieta por tener un Jardín Inglés por lo que la gran Secuoya de la foto y el edificio de la Orangerie (que está cerrado) son los últimos restos de aquel sueño que terminó en el Jardin des Plantes de Paris.

P1260085Seguimos la verja que cierra la Orangerie y encontramos un edificio sobrio en el exterior, con dos columnas jónicas y un frontón queP1260083 invitan a pasar a conocer el Teatro de la Reina. Pues sí, aunque Versalles contara con una ópera enorme y espectacular a nuestra María Antonieta se le antojó tener su propio teatro en el que no sólo asistir a los últimos estrenos sino participar ella misma como actriz en ellos. Cuando vivía en Viena, la futura reina recibió clases de teatro en francés (para perfeccionar el idioma) y desde aquel momento le ganó la afición y pidió al arquitecto Miqué la construcción de este bonito teatro que se inauguró en 1780.

Aquí se dieron numerosas representaciones. En algunas participó directamente la reina, en otras estuvo de espectadora privilegiada. Algunas se hicieron en honor de personalidades, como el Emperador José II o el Zarevich, el hijo de Catalina la Grande. El 15 de septiembre de 1785 la Reina hizo su última actuación: en el mismísimo Barbero de Sevilla.

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La visita al Dominio de María Antonieta finaliza al llegar de nuevo al Petit Trianon. Pero lo hacemos por el lado contrario al que accedimos y por ello podemos observar a placer lo que queda del Jardín de estilo francés que mandó construir Luis XV. Un jardín que se caracteriza por las líneas geométricas y simétricas que contrasta con esas mismas intenciones en el naciente estilo neoclásico del Petit Trianon.

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La Reina María Antonieta fue la única persona que impuso, más allá de Luis XIV y Luis XV, su estilo en Versalles. Un estilo propio muy influenciado por las costumbres de la misma nobleza de la que ella misma provenía.

Su Dominio ejerce un hechizo especial: aquí escapaba del boato y la rectitud de la corte francesa para hallar tranquilidad y sosiego. Pero lo que encontraba era, precisamente, una versión edulcorada de ese mismo estilo de vida, aquel que llevaría a María Antonieta, a su marido Luis XVI y al Delfín a la muerte en la guillotina. Atrás quedarían los lujosos sueños de una Reina cuya figura genera un interés inusitado en la época. Paseando por su maravilloso Dominio, no es de extrañar.

19 de mayo de 2011

El Palacio de Versalles (II): Los jardines

P1260098Este texto no es sino una alabanza a la belleza única e inapelable de los Jardines del Palacio de Versalles. De hecho, creo que en muchos casos se oye más hablar de los propios jardines que de las suntuosas salas palaciegas de Luis XIV. Y no sin razón.

P1260152 Es cierto que lo visitamos en un precioso día de primavera, lo que condiciona nuestro parecer. Conozco opiniones contrarias, en particular, de visitantes a los que se afeó el día cuando accedieron a Versalles. Y la verdad es que lo siento.

Al fin y al fin y al cabo estos jardines suelen utilizarse como ejemplo en muchos cursos de jardinería y paisajismo; más aún cuando en diciembre de 1999 los jardines fueron devastados por vientos que hacía años que no se conocían por Francia. Después del desastre, que supuso la desaparición de numerosos ejemplares históricos, los jardineros de Versalles tuvieron que retrotraerse a los planos de André Le Nôtre, quien estuvo a cargo en 1661 de la planificación de los jardines.

DSCN2338 ¿Y qué es lo que logró Le Nôtre? Pues el modelo por excelencia de lo que se denomina “Jardín francés”, un jardín regular poblado de parterres, bosquetes, estatuas y fuentes en un ambiente absolutamente ordenado pero no por ello aburrido, con alguna atracción casi en cada esquina compitiendo por la atención de los visitantes junto con las flores, los arbustos, los setos y el arbolado. Pero es que más allá del jardín regular se encuentra el Gran Parque y el Gran Canal. Todo es amplio y grandioso dejando espacio para lo modesto, siempre de acuerdo con un gran plan paisajístico.

DSCN2332Ya desde los ventanales del Palacio se pueden observar grandes masas de agua que Le Nôtre dispuso en los jardines para solaz de la vista de los habitantes de Palacio. Desde la mismísima Galería de los Espejos se puede ver el gran “parterre” de agua y, a lo lejos, las azules aguas del Gran Canal y los verdes de bosquetes y jardines. Los dos grandes estanques del Parterre de Agua están hechos para engrandecer la portada oeste del Palacio de Versalles, de marcado estilo italiano, en cuya superficie se refleja.

P1260154 Los ríos de Francia están representados en las estatuas de bronce que yacen a los pies de estos parterres, una de las fotos más repetidas de Versalles. Arriba el Marne, al lado el viejo Sena. En total, se contaban en los jardines en el momento de su creación un total de 372 estatuas y 55 fuentes (muchas de ellas diseñadas por Charles Le Brun, el Primer Pintor del Rey Luis XIV, quien por cierto aprobaba personalmente todos los proyectos).

Y es desde aquí desde donde se puede ver la llamada “Gran perspectiva”, que atraviesa bosquetes, parterres y canales dando una impresión puramente geométrica pero a la vez muy viva y real. En el medio, se sitúa, por delante de la llamada Fuente de Latona, el Gran Canal y la Alfombra verde. Los cientos de visitantes, como nosotros, comienzan a repartirse por los muchos kilómetros cuadrados que ocupan los jardines.

P1250978 La Fuente de Latona es una de las más espectaculares de los Jardines de Versalles. Relata una historia de las Metamorfosis de Ovidio (que, por cierto, es fuente de inspiración para otras fuentes de Versalles). En este caso, la madre de Apolo y Diana, Latona es ridiculizada por los campesinos de Licia. Furiosa, pide venganza a Júpiter, rey de los Dioses, y éste los transforma en ranas y lagartos.

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Nos encontramos aquí por primera vez con una mención al Dios Apolo, al Dios del Sol. Luis XIV, el autoproclamado rey Sol, se identificaba con el dios griego. Las excursiones del rey al château de Versalles se equiparaban entonces al viaje nocturno de Apolo al fondo del mar para descansar y renovarse. Los jardines entonces se transformaban en metáforas de cómo el rey Apolo era capaz de doblegar a la naturaleza, convirtiendo pantanos y bosques en bellos y geométricos jardines.

P1260113 La Fuente de Latona mira ahora hacia el Gran Canal (tras una modificación de su diseño original, sobre una roca y mirando hacia el Palacio) frente a frente, a lo lejos, con la fuente más famosa de los jardines, la de su hijo, la Fuente de Apolo. Se trata de la fuente más espectacular del conjunto y representa a Apolo en su carro saliendo de las aguas. Fue fundido en la manufactura real de los Gobelinos entre 1668 y 1670 y dorado para su instalación en Versalles.

P1260097Apolo surge del mar: es el momento del alba de un reinado prometedor. El diseño es de Le Brun, que rodea al Dios con los cuatro caballos del carro, con cuatro tritones y cuatro monstruos marinos. La realización final del conjunto le corresponde a un artista romano, Jean Baptiste Tubi.

P1250996 La verdad es que estamos teniendo un día maravilloso y aprovechamos para internarnos entre los bosquetes y parterres a los lados de la llamada alfombra o tapiz verde, que une las fuentes de Apolo y Latona. Los jardines están surcados por avenidas rectilíneas geométricamente establecidas. Estas avenidas están diferenciadas por alineaciones de álamos blancos, carpes, chopos, arces, tilos y otros árboles de un verdor intenso cortados, según interese, como meros setos o como alamedas que dan sombra.

P1260101Y en muchos casos, un aviso solicita cuidado: Diseñados como verdaderos salones al aire libre, los bosquecillos del Jardín abrigan joyas del arte de la decoración de los siglos XVII y XVIII. Le agradecemos cuidar de estos lugares delicados y no tocar los grupos escultóricos, las fuentes y las plantas.

El caso es que recorrer estos jardines es un placer, pues siempre se encuentra algo interesante en el camino. Y hay muchísimo que ver escondido entre las arboledas. De hecho, el Plano del Dominio de Versalles que te dan con la entrada se convierte en el mejor de los aliados, mostrándote donde está cada fuente, cada salón, cada parterre, cada baño e incluso cada kiosko para poder hacer una parada para comer. P1250989Y entre los salones se suelen encontrar pequeñas fuentes doradas: las fuentes de las estaciones, recordando que el Dios Sol no sólo reina en el día sino que rige el cambio de las estaciones.

P1250986 Por eso encontramos la Fuente de Baco (o el Otoño), Saturno (o el Invierno), Flora (o la Primavera) y Ceres (o el Verano). Pero si estas fuentes son llamativas, que lo son, te quedas asombrado por algunas otras que encuentras en el camino.

Cada uno de los bosquetes o salones encierra una sorpresa en forma de fuente o de espectáculo acuático. Los Jardines de Versalles mezclan el verde y el azul con los dorados de las fuentes de una forma magistral. Tenemos además la inmensa suerte de ver muchas de ellas en funcionamiento, por un tiempo muy limitado, un par de horas escasas en las que conviene recorrer los jardines para encontrar auténticos espectáculos como el del Bosquete de Encelade (aquí, abajo, en la foto). Encélade, el Jefe de los Gigantes, se levanta contra Júpiter. Escala montaña tras montaña para enfrentarse al rey de los Dioses, pero éste le fulmina y le hace desaparecer, aplastado entre la rocas..

P1260105El gigante grita por última vez antes de verse sepultado por las rocas y ese grito se transforma, gracias a la genialidad de Le Brun y el escultor Gaspard Barsy, en un potente chorro de agua que ha sido recientemente restaurado junto con el resto de elementos del conjunto de este bosquete, como el enrejado con plantas trepadoras.

P1260120 P1260100 El bosquete de Encélade es quizá el que más encanto y atractivo tiene, pero hay otros muchos. Algunos modestos, como la Fuente del Delfín o la del Obelisco (foto de la izquierda), otros misteriosos, como el Bosquete de la Reina (a la derecha)… todos se realizaron para divertir, para entretener, para pasear. No olvidemos que la mayor parte de la nobleza y de la corte del rey Luis XIV estaban obligados a vivir en el Dominio de Versalles por lo que los Jardines se convertían en el centro de la vida cortesana (sobre todo por las tardes en las que el rey decidía quedarse “en casa”).

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Entre los Salones con más fama se encuentran El bosquete de los Baños de Apolo (izquierda), posterior a la época de Luis XIV con un grupo de ninfas asistiendo a Apolo en el interior de la llamada Cueva de Thetis o la Sala de Baile (derecha), que ha conservado el aspecto de la época del rey Sol. A éste le gustaban tanto sus jardines que llegó a escribir su propia guía de los mismos: “Manera de mostrar los jardines de Versalles”, incluyendo pinturas de las fuentes más famosas.

La Sala de Baile es una obra de Le Nôtre muy llamativa, con agua cayendo por bancadas entre vegetales,conchas, animales… aquí tenían lugar conciertos, bailes, representaciones musicales…

P1260131Contrasta con el Bosquete de la Columnata, que no es obra de La Nôtre sino del arquitecto Jules Hardouin-Mansart con un espectacular peristilo de 32 columnas que acoge una llamativa escultura de Girardon, El rapto de Proserpina por Plutón. Mármol en contraste con el verde de los jardines.

Nos da tiempo a visitar otros bosquetes, como los Jardines del Rey, donde tiene lugar un típico espectáculo de agua con música o el Bosque de las Tres Fuentes, con tres ídem repartiendo juego. Pero sin duda, nos quedamos absolutamente maravillados con la Fuente del Dragón.

P1260147Representa otro episodio de la Leyenda de Apolo, aquel en el que la serpiente Pitón muere atravesada por una flecha de Apolo. La fuente es realmente impresionante, querubines armados con arcos y flechas montados en cisnes y delfines de feas caras rodean al dragón, cuyo chorro de agua llega a elevarse hasta 27 metros de altura.

P1260150 A su espalda se sitúa la Fuente de Neptuno, mucho más grande pero menos espectacular (bueno, quizá es porque no la vimos en funcionamiento, pues sus 99 chorros tienen que ser realmente asombrosos). Tiene tres grupos principales: Neptuno y Anfititre, Proteo y el Dios Océano, pero quizá es por no estar dorados por lo que no llamaron nuestra atención.

Estas fuentes se sitúan en el lado norte del Palacio. Los Jardines del lado Sur son, si cabe, más bellos, y más aún en primavera cuando las flores le proporcionan tales tonalidades que se entiende el amor que Luis XIV debía tener por sus jardines.

DSCN2336Los setos de boj están recortados de forma que desde los ventanales de las habitaciones de la reina se vieran arabescos y dibujos realizados con vida. Como la que le dan los tulipanes y peonías que explotaban de color en la primavera de Versalles.

DSCN2342 Muy cerca de este jardín se sitúa el Estanque de los Suizos (fueron los guardas suizos quienes lo agrandaron, después de construirse un estanque que sustituyera a una ciénaga) así como la Orangerie, un naranjal no permanente cuyas naranjas sólo podía disfrutar el rey.

Nos dirigimos de nuevo al Gran Canal. Es una enorme y majestuosa mancha de agua en el verdor de Versalles. Tiene 1670 metros de largo y se utilizaba como escenario para fiestas náuticas y para el entretenimiento de la Corte. Luis XIV llevaba barcos en miniatura al Canal e incluso el Dogo de la Serenísima República de Venecia le regaló al rey dos góndolas… con sus respectivos gondoleros.

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En este momento sirve de acomodo para todos los visitantes que allí estamos, que hacemos una parada en el recorrido para observar encandilados a tanta gente feliz pasando el día en Versalles.

Y sin embargo, lo mejor estaba aún por llegar: nos esperaba el Petit Trianon y el Dominio de María Antonieta. Y esto sí que es espectacular¡