Aunque en USA ya ha salido el nº 501 de la serie madre de todo el Universo Mutante, a mí no me ha dado tiempo de terminar el repaso de todas las historias que han ido sucediendo en ella, tratando de no ampliar la entrada con los sucesos del sinnúmero de series que fueron naciendo en el calor del éxito que llegó a tener Uncanny a finales de los setenta y toda la década de los 80.
En todo ese tránsito hay un nombre protagonista, el de Chris Claremont, el guionista que, ayudado por algunos de los mejores dibujantes de cómics de Marvel convirtió una serie cerrada en la más leída durante años en todo el mundo.
Esta entrada recoge su última etapa de esplendor, hasta el año 1991 en que debió recoger los bártulos y marchar.
(La ilustración es de una de las versiones para el nº 500 de Uncanny X-Men firmada por el recientemente fallecido Michael Turner).
Mediados de los 80 hasta 1991: Marc Silvestri, Alan Davis, Rick Leonardi y Jim Lee
La Masacre Mutante, que da comienzo en Uncanny #211, es el primer crossover entre series del universo mutante. Éste ya se ha convertido en el más vendido y en el que marca la referencia del resto de series de Marvel, por lo que además de Nuevos Mutantes y de Factor-X hay otras series que se unen al serial como Mighty Thor o Power Pack, si bien están guionizadas por personas cercanas a Claremont como son Louise Simonson, guionista de X-Factor, New Mutants o Power Pack y su marido Walter Simonson, que firma la mejor etapa de Thor que ha tenido la colección.
Durante la masacre mutante, Claremont realiza un cambio radical en la formación de la patrulla-X, dejando tocados tras su batalla con unos nuevos enemigos, los Merodeadores, a personajes clave de la serie como Rondador Nocturno, Coloso o Kitty Pryde, manteniendo y aumentando el protagonismo de Tormenta, Lobezno o Pícara e introduciendo a otros miembros del grupo, que se unen en uno de sus peores momentos: Mariposa Mental y Longshot entre los menos conocidos. Dazzler y Kaos entre los tradicionales (dejando a la pobre Polaris poseída por la merodeadora Malicia).
La saga es dura, la población morlock de los túneles de Manhattan sufre una reducción de efectivos, una masacre, enorme. La serie torna oscura, las alegrías y juegos desaparecen, las aventuras se vuelven más trágicas. Madelyne Pryor, separada de su marido y su hijo, sufre también las consecuencias, como tantos otros amigos y conocidos del grupo de mutantes. Esto le da la idea a Ororo de que desaparecer del mapa públicamente no estaría de más.
Lobezno comienza a tener sus luchas tradicionales con Dientes de Sable. Mariposa Mental se muestra como un personaje fuerte. Lobezno es líder por vez primera.
Y mientras tanto hay un baile de dibujantes que mejoran la serie. Claremont convence al excepcional dibujante inglés Alan Davis para que dibuje un Annual, primero, y algunos números de la serie. Pero además, se unen otros grandes nombres como Barry Windsor Smith. El que se lleva el gato al agua finalmente es Marc Silvestri, recién llegado de una serie limitada que une a los X-Men con los Vengadores (de calidad inferior a la impresionante limited con los 4 Fantásticos de la misma época dibujada por un John Bogdanove en estado de gracia).
La época de Marc Silvestri es un clásico. Todo conduce a una situación complicada en la que una Tormenta engañada trata de acabar con la vida de su amante Forja en un momento en el que éste trata de salvar el mundo de la amenaza del Adversario. Con la Fuerza de la Libertad como invitados (el grupo de Mística son ahora agentes del gobierno), se suceden escenas épicas y emocionantes, enmarcadas en el siguiente crossover de la franquicia, la Caída de los Mutantes, con Coloso de vuelta a tiempo para que la Diosa Roma recupere del éter donde habitan los espíritus de los hombres-X tras su heroico sacrificio para vencer al Adversario de Forja.
Ahora, Tormenta puede cumplir su plan: para el mundo, los X-Men han muerto y ellos pueden hacer lo que quieran para luchar por lo que creen correcto.
Para ello, marchan a Australia, una época recordada con gusto por los aficionados, pero lastrada por algunas situaciones difíciles de sobrellevar y aceptar. Rondador y Kitty forman junto con el Capitán Britania, Meggan y Rachel Summers el grupo inglés Excalibur, creyendo a sus compañeros muertos. Coloso echa de menos a su hermana, que se quedó a cargo de Magneto en los Nuevos Mutantes.
Silvestri dibuja aventuras divertidas y otras escalofriantes. El dibujante Rick Leonardi le cubre de forma competente cuando falla. Es la época de la vuelta del Nido, de los cosechadores, de la presentación de Genosha, de Lobezno perdiéndose cada vez más por Madripur (se inaugura así su serie en solitario...)
Es entonces cuando llega una de esas sagas que realmente marcaron un antes y un después en la franquicia mutante: Inferno.
Mr. Siniestro, líder de los Merodeadores junto con los demonios del limbo de Illyana Rasputin marcan el tono de la saga, no sólo crepuscular sino decididamente trágico. Nos despedimos de Madelyne (transformada en Reina Duende), nos reencontramos con Factor-X, Illyana vuelve a ser una niña. La Mansión-X queda destruida. Nuestros chicos quedan en Australia, pero ya nada es igual.
Comienza un periodo, denominado "Disolución y renacimiento" en que, además de presentarse a Júbilo, nuestros héroes van poco a poco desapareciendo por el llamado Lugar Peligroso (una especie de espejo que Roma les cede para imprevistos pero del que no podrán salir igual que entraron).
Pícara se lleva a Molde Maestro por dicho lugar en un episodio dramático. Tormenta parece morir. Longshot se va. Lobezno no aparece. Kaos rescata a Polaris en la Tierra Salvaje pero para volver sin posibilidades de futuro. Deciden pasar por el Lugar Peligroso, ver qué les depara la vida sin consciencia de lo que fueron en su momento. La patrulla-x ha desaparecido.
O eso parece. Banshee y Forja no terminan de creérselo y los buscan activamente.
Pero mientras, en Australia las cosas no van bien. Lobezno ha vuelto sólo para no encontrar a sus compañeros, quienes sí están son Donald Pierce y los cosechadores (antiguos hombres del Club Fuego Infernal modificados tras la escabechina que Lobezno les provocó).
Su venganza es de las que hacen época y Marc Silvestri se marca unos números excepcionales con una portada, la del Uncanny #251 impactante. La franquicia-x está cambiando. Los Nuevos Mutantes viven ahora con factor-x mientras Excalibur va a su rollo sin interactuar con el resto de personajes de su mismo universo.
El dibujante de los Nuevos Mutantes es horripilante. Rob Liefeld, que también dibuja algún episodio suelto de Uncanny marca el inicio de los 90 para mayor pesadilla de los aficionados tradicionales. Su éxito es incomprensible, pero es éxito. Aprovechando la circunstancia crea a un personaje, Cable, que marcará esta década horrorosa que comience cuando Claremont diga adiós.
Mientras, nuestros hombres-x andan muy perdidos. Una Tormenta recuperada pero como una niña va a la búsqueda de sus compañeros (el porqué es una niña es una historia tan mala que prefiero obviarla). En el camino se encuentra a Gambito (Uncanny #266), éste sí, un personaje nuevo, futuro hombre-x, bien planteado y que logra interesar rápidamente a la audiencia. Su personalidad no está, al menos, basada en pistolones XXXL y uso de violencia gratuita al por mayor, como Cable.
Otro suceso, en apariencia poco trascendente sucede en la serie: en el asalto de los cosechadores a la Isla Muir, defendida por Banshee, Forja, Polaris, Amanda Sefton y otros secundarios de lujo, muere Destino, la amante de Mística. El futuro deparará unas cuantas versiones de diarios escritos por la precognitiva antes de morir que serán objeto de búsqueda de los hombres-x y sus enemigos.
Mientras tanto, poco a poco Marc Silvestri va dejando paso a otro dibujante que, éste sí, va a representar una verdadera revolución en Uncanny... en Marvel y en todo el universo de cómics americano. Se trata de Jim Lee.
Un dibujante de origen asiático que realiza algunos capítulos sueltos (una gran saga de Lobezno y Mariposa Mental, ya convertida en la ninja que se conoce aún hoy, contra el enemigo habitual de Iron Man, el Mandarín, parte del multicrossover editorial Actos de Venganza; el episodio que comparten Lobezno, el Capitán América y la Viuda Negra juntos por vez primera o la impresionante intervención en el gran crossover mutante Proyecto Exterminio) y que pronto se convierte en titular de la serie.
Con Proyecto Exterminio, pero también con la magnífica saga de annuals de ese año, Días del Futuro Presente, se recuperan prácticamente todos los personajes perdidos bien a través del Lugar Peligroso o bien a través de los tiempos en los que la serie está mostrando cierta desorientación, con episodios protagonizados por personajes continuados por otros diferentes y sin tener un grupo claro al que referirse como Patrulla-X.
Todo ello comienza a resolverse a partir de Uncanny #275, que cuenta con una portada espectacular de Jim Lee y a partir de la cual Chris Claremont parece tener claro ya hacia donde debe dirigir sus pasos en la narración de la historia de los X-MEN.
Comienza a esbozarlo antes, claro. Lee se da un festín a dibujar detalles, figuras y paisajes. Demuestra que sabe lo que hace, que le ha cogido el tranquillo a la serie y a los personajes, se está convirtiendo en la referencia, está aportando argumentos al guionista principal, al mismísimo Chris Claremont. Se está haciendo con la serie.
Números como Uncanny #274 ó 275 son para guardar en la estantería y enseñarlos como obra maestra del noveno arte.
Claremont tiene claro dónde seguir, pero no le van a dejar, desgraciadamente. Su última saga incluye una visita al Mundo Trono Shi'ar para devolver a la serie al Profesor Xavier, una nueva intervención de Magneto para hacerle más humano (aunque ya se haya decidido volver a los tiempos en los que era villano) y la reunión de todos los interesados en la Isla Muir.
Y aquí se acaba todo. El último número guionizado al menos en parte por Claremont en el Uncanny #279, con la vuelta de Coloso mangoneado por el Rey Sombra, villano de la Saga con la que se cierra un buen número de años al pie del cañón, de ésta y de otras muchas series, habiendo creado un universo propio que soportó la industria de los cómics en los años 90 y parte de la actualidad.
Para despedirse, le dejaron guionizar los tres primeros números de la segunda cabecera con el nombre de X-MEN, la que no lleva título, creando una historia crepuscular y emocionante en la que se despiden Claremont y Magneto en un tour de force épico.
Para ambos no sería la última vez.
