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27 de septiembre de 2010

Palmira / Yacimientos en Siria (II)

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Si hay un nombre que evoca todo el poder de la historia en Siria, ese nombre es el de Palmira. Más, me atrevería a decir, Palmira es uno de esos nombres que, junto a Babilonia, Troya, Roma o Constantinopla han quedado grabados a fuego en el recuerdo de decenas de generaciones, que significan más de lo que ya de por sí lo hicieron en vida (aunque algunas de ellas sigan tan vivas como Estambul o Roma).

Pero es que, además, Palmira no es sólo un nombre, es un lugar maravilloso, perdido en medio del árido desierto, al lado de un oasis de palmeras y uno de esos lugares que no se te irá nunca de la retina. ¿En qué gran yacimiento puedes dormir y pasear ya sea medianoche o el amanecer? En Palmira, el destino sirio por excelencia.

P1220423 Y elegimos para dormir el Cham Zenobia Palace, un hotel que recupera el encanto de las excavaciones del siglo XIX, con un servicio cuidado y unas habitaciones pequeñas pero que evocan con su decoración el estilo de vida de aquellos que descubrieron Palmira después de permanecer siglos olvidada… al fin y al cabo la mismísima Agatha Christie se alojó aquí (en la habitación 102 para ser más exactos).

Pero sobre todo, el Zenobia Palace te permite dar un par de pasos y situarte en medio del yacimiento, entre las columnas, los templos, las piedras, la arena. Desde su terraza la vista es poco menos que espectacular. Y aunque sólo fuera por la posibilidad (que aprovechamos, desde luego) de pasear por las ruinas palmireñas iluminadas por la noche o bajo la suave luz del amanecer, ya merecería la pena alojarse en el Cham Zenobia Palace.

P1220398 Así que recorramos el camino que lleva desde el hotel al centro de la propia Palmira para más tarde salir al exterior y encontrar las impresionantes tumbas de los habitantes de Palmira. Las ruinas de Palmira son plenamente accesibles, el visitante interesado puede recorrerlas a placer en cualquier momento. Una pequeña carretera que conecta Palmira con Damasco la cruza por un lado y es por ahí por donde entran coches, autobuses, motos y burros.

P1220348Nosotros preferimos ir por la arena. Nos acercamos al primer punto de interés, el Templo de Baal Shamin (arriba, al amanecer) de bella factura y al que el cierre con una verja seguro que beneficia muchísimo. Un árbol crece en su interior dándole un aspecto todavía más encantador.

Es del año 131 y en tiempos de Bizancio fue transformado en una iglesia. Al atardecer una familia de beduinos se acercó al Templo a pasar las horas, como suelen hacer muchos sirios a esta hora.

P1220481Baal Shamin, dios de los cielos, señor del cálamo y el perfume, el Misericordioso, dios de la lluvia y de la fertilidad y vete tú a saber de qué más cosas tuvo el derecho de tener este precioso templo, al que rodean siete columnas y un frontón triangular. En una de las columnas hay una inscripción en arameo palmiriense pero no la pudimos localizar (se trata de una mención a su construcción).

Si continuamos hacia el sur, por entre la arena y los restos caídos de la ciudad, pronto divisamos la gran vía columnada.

Se trata del Cardo máximo, que no es recto como en la mayor parte de las ciudades romanas; en el caso de Palmira se dobla pues conecta el Templo más importante de la ciudad, el de Bel, con el gran Arco monumental de la foto inicial para doblar a la izquierda que continuar desde el Arco hasta donde llegamos justo ahora, a las Termas (y posteriormente a un Tetrapylon, que se ve al fondo de la foto inferior y más allá). La gran vía columnada recorre 1250 metros en total.

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Casi todas las columnas cuentan con soportes para estatuas de personalidades famosas de la ciudad, siempre decididas por acuerdo del senado y una asamblea popular: se trataba de dar inmortalidad a los ciudadanos más importantes de Palmira. En cada pedestal se grabó el nombre de la persona a la que estaba dedicada la estatua.

P1220456 El suelo de los laterales estaba pavimentado, mientras que en el centro la tierra soportaba el tránsito de los carros y los animales de carga. Las columnas soportaban un techado que daba sombra a los pasillos con tiendas, comercios o oficinas de atención a los usuarios. Debía ser una calle concurrida, la más importante de la ciudad y por eso cerca de ella se encontraban muchos de los edificios más importantes de la ciudad: el teatro, las termas, los templos, el Arco triunfal… hacia él nos dirigimos, pero primero hacemos un pequeño alto en las Termas, dedicadas (según el origen de la documentación) a dos de las personalidades más influyentes en la historia de Palmira.

P1220448 Los libros de autores occidentales las denominan las Termas de Diocleciano. Los autores de origen oriental las denominan las Termas de Zenobia. Los dos nombres que más influyeron en la historia de esta gran ciudad y de todo el territorio que la rodeaba.

Palmira, como le sucedía a Russafa, formaba parte de la Strata de Diocleciano, la línea divisoria con el Imperio Parto, con puestos de defensa en ciudades a lo largo de la misma. De hecho, en Palmira se mantiene aún el llamado Campamento de Diocleciano, un edificio enorme construido en 273 construido sobre las ruinas del Palacio Real de la Reina Zenobia.

Ella es la más famosa habitante de Palmira y razón por la que muchos de nosotros peregrinemos hasta la mitad del desierto para ver sus ruinas.

Palmira ya era una ciudad casi plenamente romana, de hecho ya era denominada Palmira adriana, llegando a ser una colonia con una monarquía regente aliada de Roma. En el siglo III, el rey Adina vence a los persas sasánidas (quienes habían sucedido a los partos) siendo recompensado por Roma con el mando de las tropas imperiales de la región y, según la leyenda, por su mujer, la reina Zenobia, con la muerte en 266.

P1220418 Zenobia se autoproclama Augusta, acuña su propia moneda y arrebata a una debilitada Roma gran parte de Siria, Egipto y Anatolia. Pero el Emperador Aurealiano no lo permite y en sucesivas batallas acaba con las intenciones de la reina Zenobia, capturándola a orillas del Éufrates mientras Zenobia trataba de acercarse a sus antaño enemigos, los persas. Zenobia acabó siendo expuesta en el triunfo del emperador y pasó sus últimos años en Roma mientras Palmira volvía a ser una ciudad más que terminaría desapareciendo tras los terremotos de los siglos VI y XI.

DSCN2151 Salimos de las termas (que cuentan con los habituales Frigidarium, Tepidarium de 2 metros de profundidad y Caldarium con material reflectante) y entramos en la vía columnada hacia el Arco Monumental.

Tres entradas abovedadas con arcos decorados con relieves vegetales y geométricos frente a los cuales todo el mundo se hace las fotos correspondientes. Desde aquí se continuaba la vía columnada hasta llegar al impresionante Templo de Bel, sólo que esta parte de la vía no se ha conservado.

P1220326 El Templo de Bel es absolutamente espectacular, es un complejo enorme al que hay que acceder sacando una entrada, es una de las pocas áreas no visitables libremente en Palmira. Realmente, merece la pena. Estaba dedicado al Dios Bal, el dios más poderoso de Palmira, que formaba parte de una trinidad (qué tipico) junto con los dioses Yarhabul (dios del Sol) y Aylabul (dios de la Luna). Bal (pronunciado Bel) estaba asociado a los cielos y a la tierra y sería el equivalente a Zeus o Júpiter.

P1220289 El Templo se situaba por encima del nivel del resto de Palmira y constituía la entrada a la ciudad. Se construyó sobre los restos de otros templos previos y, según una inscripción, fue fundado el 6 de abril del año 32 dC.

En el templo, anualmente, se llevaba a cabo la sagrada fiesta del dios que incluía una procesión de peregrinaje con animales, que entraban por una rampa que ascendía hasta el altar de sacrificios. En la actualidad todavía se puede ver el túnel que cubría la parte de la rampa que accedía al Templo. Un banquete era el final de la fiesta, aprovechando supongo los restos de los animales sacrificados.

P1220277El templo es muy amplio, y tiene una evidente influencia babilónica en su construcción. Numerosas columnas de orden corintio (que en su momento estaban coronadas con capiteles de bronce macizo e incrustaciones de oro) flanqueaban la gran plaza (o Témenos), si bien sólo se conservan medianamente las de la cara Este. En el centro se sitúa el Santuario, elevado respecto del resto y es emocionante poder entrar a través de su inmensa puerta (decorada con relieves vegetales y con los típicos huevos símbolo de fertilidad y poder).

P1220296 En el interior nos esperan dos altares y algunas cosas curiosas. El Santuario del Templo de Bel, del que quedan algunos relieves con los propios dioses, fue transformado en iglesia bizantina en el siglo IV (de lo que queda un altar y algunos frescos), pasando a ser mezquita por los musulmanes en el siglo VII (de lo que queda un mirhab) y convirtiéndose en fortaleza árabe hasta la Edad Media.

P1220302 Por ello su visita es tan interesante. En primer lugar,los capiteles: únicos en el mundo, son denominados capiteles palmireños y son una variación del corintio.

Y en segundo lugar, los altares. El altar con el Mirhab (apenas un hueco en la pared) está a la derecha y frente a él se pueden ver bien restos de clavos de plomo que se insertaron en su momento para minimizar los problemas de los terremotos. Debieron funcionar, pues este Templo no cayó con el resto de la ciudad.

P1220307 Mucho más interesante es el altar de la pared izquierda. Allí está representada la Tríada divina, con Bel figurando como un águila que gobierna sobre el sol y la luna, sus compañeros dioses. Y justo por debajo de la misma, una bóveda celeste con un Zodíaco de 12 símbolos ejerciendo de techo en el altar. Está muy deteriorado pero se pueden distinguir algunas figuras pertenecientes a los símbolos tradicionales así como representaciones de siete planetas. Justo enfrente, cerca del Nirhab, se ha hallado una escalera de caracol con la que los astrónomos ascenderían al techo para poder escrutar el cielo.

P1220306 En el exterior nos esperan algunos relieves interesantísimos procedentes del friso original. En uno de ellos seguimos el ritual de agacharnos (mejor, tumbarnos) en el suelo para poder ver la parte inferior del mismo y encontrar detallados relieves (en concreto, motivos animales –como un caballo- y frutas y decoraciones vegetales). 

P1220315Esas mismas frutas y riquezas de alimentos son las protagonistas del friso más llamativo del conjunto, si bien hay otros dedicados al Dios Bel (con un camello asociado al Dios) u otro dedicado al ciclo de la vida (con el nacimiento identificado gracias a los famosos testículos ovoides y a la muerte a través de una flecha).

Volvemos sobre nuestros pasos dejando atrás el Templo de Bel, que tiene como fondo los preciosos palmerales de la ciudad de Palmira, a los que debe su nombre. También la llaman Tadmor, el nombre en árabe de la ciudad, que significa “la enterrada en la arena” o “la milagrosa”.

P1220270 La parte de la Vía Columnada que une el Templo de Bel con el Arco Monumental ha desaparecido y la carretera que circunda las ruinas es la que ocupa su espacio. Volvemos andando por el arco, por entre las columnas y enfrente de las Termas se sitúa otro edificio emblemático de la ciudad, grande, bien conservado y al que también hay que acceder previo pago.

P1220464Se trata del Teatro, un teatro para unos 4000 espectadores y que fue felizmente desenterrado en 1966 (en Palmira aún está activa una misión arqueológica italiana).

El teatro data del siglo II dC y reúne las características habituales de los teatros romanos. De hecho, no sólo servía para lo que su nombre indica, sino también como escenario para luchas de fieras y otras celebraciones populares. 13 filas de graderío se sitúan enfrente de un escenario de 48 metros de ancho, muy restaurado, pero que permite ver la grandiosidad que debía tener el edificio.P1220470

Recorremos las escaleras que suben y bajan al escenario, buscamos sin suerte las esculturas de musas que debían albergar las hornacinas presentes entre sus columnas. Salimos, pues, del Teatro y nos dirigimos a otros edificios públicos importantes de Palmira, por ejemplo, el Senado y el Ágora.

P1220443 A la izquierda del teatro se sitúan los restos desperdigados del Templo del Dios Nebo (a la izquierda) que hacía las veces de Oráculo y estaba orientado hacia el Cardo Máximo. El Dios Nebo (o Nabu) era el hijo de Bal y representaba a la sabiduría y era el custodio de la casa de los dioses.

Mientras tanto, en la parte de atrás del Teatro se encontraba el Ágora, un espacio cerrado muy grande donde se halló enterrada la tasa aduanera más antigua del mundo. El Ágora no sólo era el mercado más grande de la ciudad, sino también el lugar donde se realizaban los consejos municipales y los grandes intercambios comerciales.

P1220373 Emperadores, jefes de tribu, sacerdotes, militares, personal de la administración… no eras nadie en Palmira si tu estatua no estaba ubicada en el Ágora.

No es que se hallan encontrado muchas de ellas, pero los testimonios escritos lo han dejado bastante claro. Un dintel con un aviso de aplicación de ciertas leyes financieras, escrito en griego y en arameo, se puede ver nada más pasar la puerta del Ágora. Al fin y al cabo, aquí se subastaba la comida y las mercancías y se daba a poyo a las numerosas caravanas que llegaban a la ciudad.

P1220462Es un placer recorrer las calles de Palmira a tu ritmo, sin prisas, deteniéndote en cada columna o en cada montaña de arena roja.

Los restos del Senado, muy cerca del Ágora, son muy pobres. Más que Senado es una sala semicircular donde se reunían los jefes de tribu de Palmira, demasiado pequeño para una ciudad de la entidad de ésta. Así que lo dejamos atrás y nos vamos a otra edificación muy característica de la ciudad, la única realizada en granito procedente de Asuán (el resto de la ciudad, como en toda Siria, está hecho de piedra caliza).

P1220368 Se trata del Tetrapylon, el centro neurálgico de la ciudad, el cruce entre el Cardo Máximo y el Decumano: un robusto zócalo de piedra con cuadro pedestales cuadrados en las esquinas. Y sobre ellos, las cuatro columnas de granito sobre las que se situaba, sobre otro pedestal superior, una gran estatua.

P1220381 Se nota mucho que ha sido reconstruido y creo que sólo una de las 16 columnas es original. Pero desde luego, da el pego.

Desde el ágora, y en realidad desde cualquier lugar del yacimiento, es perfectamente visible el Castillo de Fahkar Ed Din, castillo levantado a finales del siglo XII en lo alto dela montaña para sustituir la ajada fortaleza árabe que constituía el Templo de Bel.

El actual es más bien del siglo XVI cuando un sultán libanés (Fakhar Ed Din en persona) se rebeló contra los otomanos desde aquí, pero por lo que nos contaron valen más las vistas que proporciona que lo que guarda en su interior.

Así que nos dirigimos a los otros puntos fuertes del yacimiento de Palmira: las tumbas. Hay dos tipos de tumbas en las cercanías de la ciudad: las Tumbas Torre y las Tumbas Subterráneas, interesantísimas en ambos casos.

P1220229 El paisaje en el exterior de Palmira es mucho más seco y desolado. Los beduinos se acercan en camellos, motos y burros para vender ranas de madera, pañuelos y baratijas. Nosotros, sin embargo, estamos más interesados en las imponentes Tumbas Torre, siendo la Tumba de Yblabal (del año 103 dC) la más asombrosa de todas.

P1220224 Hay que decir, en honor a la verdad, que los alrededores de Palmira están repletos de Tumbas Torre en mejor o peor estado. La Tumba de Yblabal es, desde luego, la mejor conservada y la que da una mejor idea de para lo que servían y cuál era su uso, pero bien podíamos haber entrado en cualquier otra (que estuviera en pie, eso sí).

Las tumbas palmirenses eran como palacios, tanto unas como otras, los palmireños creían en la vida eterna más allá de la muerte (de hecho, muchos se momificaban) y construían sus tumbas como sus aposentos reales para vivir esa eternidad.

Cada familia tenía su propia tumba decorada con frescos, relieves, dinteles, esculturas… e incluso algunas tumbas cuentan con un pozo de agua para riego de plantas y ritos de purificación.

Las tumbas torre, grandes y majestuosas, se construyeron en el primer siglo y tienen varios pisos pues los palmireños, prácticos ellos, pensaron que sería bueno aprovechar espacios y en cada una de ellas se enterraron cientos de cuerpos. Las tumbas se sitúan en sentido vertical, unas encima de las otras, y con una lápida que incluía el busto del fallecido como tapa del nicho. Unas escaleras decoradas con relieves y frescos conectaban unos pisos con otros.

P1220247La familia principal construía la Tumba Torre y se quedaba con el mejor espacio, vendiendo el resto (de hecho se han encontrado tablillas de trueque entre parcelas de tierra y nichos en tumbas torre). Por cierto, Yblabal está representado arriba, rodeado de su hijo, su mujer y su cuñado. Separando las sepulturas hay columnas estriadas con capitel.

P1220266 Necesidad y practicidad se unen en estas tumbas torre que dan un aspecto sobrecogedor al desierto que las rodea. Su interior, fresco, es muy curioso, mezclando estatuas descabezadas con nichos vacios y bustos de mármol que te miran fijos desde 2000 años atrás.

Los mismos que te miran desde las estatuas de estilo mixto romano oriental de las Tumbas Subterráneas de Palmira. La más conocida de todas ellas es la Tumba de los Tres Hermanos.

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No se pueden sacar fotos en su interior, eso que nos perdemos, pero hay cientos de ellas por todos los alrededores de Palmira y en todos los casos, bellamente decoradas.

Se hicieron entre los siglos I y III dC, se cavaban a una profundidad de unos 5 metros y siempre en forma de T.

P1220262 Se accede a ellas bajando una escalera y cruzando una gran puerta. Sobre la misma, en el dintel y al igual que en las tumbas torre, se halla la piedra fundacional de la construcción con el nombre del fundador y la fecha de edificación.

La tumba tiene varias alas con nichos a los lados que se tapaban con una estatua de cuerpo completo del difunto. Relieves y frescos con escenas de vida de Palmira, con mitos y leyendas.

La Tumba de los tres hermanos, fechada en 160 dC, cuenta con pinturas algo desgastadas de Ulises convenciendo a Aquiles para que fuera a la guerra de Troya. Más de 400 enterramientos distribuidos de seis en seis aparecieron en esta tumba subterránea, además de los tres sarcófagos de los propietarios de la tumba, a la que dan nombre.

Dejamos atrás Palmira con una sensación que pocas veces hemos tenido: la de haber recorrido sin prisas ni presión un yacimiento único en el mundo. Sí, en Pompeya, Herculano u Ostia tienes esa misma sensación, pero es que Palmira conjuga leyenda con la desolación de un desierto del que era protagonista indiscutible.

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