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18 de septiembre de 2011

Un paseo por Central Park

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Para mi, el corazón de Nueva York no es el Empire State ni Times Square, por mucho que signifiquen estos nombres y por emocionante que sea su visita. Para mi lo que identifica a Nueva York no son (sólo) los rascacielos o la sensación de grandeza que transmite recorrer la capital del mundo. Para mí Nueva York está asociado a la maravilla de parque público que tiene en su corazón.

P1270777 Central Park tiene el componente histórico del Retiro de Madrid, el tamaño del Tiergarten de Berlín, el nombre del Hyde Park de Londres o la variedad del Jardin des Plantes de Paris.

Pero además de todo ello, tiene algo especial, algo relacionado con la capacidad de los estadounidenses de hacer todo a lo grande y sacar oro de una mina abandonada. Y eso parece que es lo que ocurrió aquí en 1858. En el centro de la ciudad se situaba un solar de grandes proporciones, en el que habitaba una población deprimida chabolista, acompañada de granjas variadas, algún lodazal de una laguna pretérita, canteras, basureros; pobreza.

Y, como todo en esta ciudad, alguien decidió hacer algo a lo grande. Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux se dedicaron a diseñar un parque público en el que se pudieran mezclar gentes de todo tipo y condición, que fuera representativo de la diversidad de la ciudad y heredero de los estilos europeos previos pero favoreciendo la habitabilidad y el entretenimiento antes que la geometría y el paisaje (pero sin olvidarlos).

imageY consiguieron un parque majestuoso, de grandes proporciones y en pleno centro de la ciudad. el topicazo del pulmón verde toma forma en el cuerpo de la gran manzana. De hecho, el parque se sitúa entre las calles 59 y 110, es decir, a lo largo de más de 50 calles del centro de Nueva York. Por eso, cuando decidimos recorrerlo tenemos que pensar en dedicar prácticamente toda una jornada, siempre y cuando queramos cruzarlo de arriba a abajo.

Para guiarnos, qué mejor que visitar http://www.centralparknyc.org/, la web de la entidad privada dedicada al mantenimiento del parque, que durante los años 70 sufrió una degradación sin precedentes. Para tratar de recuperarlo, una serie de ciudadanos con posibles decidieron unirse y tratar de salvar el diseño de Olmsted y Vaux.

Y vaya que lo consiguieron. De la tradicional imagen de peligrosidad asociada a Central Park se ha pasado a la ociosa, a la divertida, a la comprometida con la conservación, a la igualitaria. El parque pasa por un momento fenomenal. Según paseamos vemos a novias posando, a parejas tumbadas en el césped, barcas en los numerosos estanques, paseantes, deportistas, gente que corre (según el sentido que se les recomienda en las correspondientes señales), observadores de aves, vendedores de helados.

Central Park es de los neoyorquinos, que financian de manera particular cada uno de los bancos del parque, bautizado con un nombre. Pero también es de todos aquellos que lo recorremos y buscamos las pistas de su éxito.

P1270688 Nosotros bajamos desde Harlem, desde la 110th, el norte del parque. Aprovechamos a comer enfrente del Harlem Meer, un gran estanque, que comparte espacio con el Charles A. Dana Discovery Center, un centro de visitantes de la propia organización abierto en 1993.

No nos entretenemos esta vez en él, pues hay mucho que recorrer. Al principio todavía se ven en el horizonte las masas de cemento y ladrillo que caracterizan a Nueva York pero llega un momento en que desaparecen, engullidas por el verdor del parque. Y es que en Central Park existen colinas, praderas, pequeños valles umbríos, pasadizos, puentes y lagunas por todo su recorrido.

De hecho, pasamos por debajo de un puente de piedra, el Huddlestone Arch, uno de los lugares más típicos y pintorescos del norte de Central Park. Se trata de un puente de piedra (no unida por cemento alguno, sino únicamente asentado por la unión entre las piedras) por el que en el siglo XIX pasaban carruajes a caballo y posteriormente algún tráfico rodado y que no ha necesitado reparaciones hasta ahora. A través del Arco de Huddlestone se accede a un bosquete umbroso, con un lago como protagonista, un lago (The Loch) que incluye su cascada y sus gentes sentadas a la orilla a una temperatura muy inferior a la que soporta Nueva York en esta jornada de verano.

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Aquí y allá comienzan a aparecer tímidamente algunas aves y animalillos a los que echar un ojo. No son tantos como esperábamos, la verdad. Y eso que hay rutas ornitológicas especializadas en Central Park. Pero vaya, nuestra suerte se limita a, fuera del agua, algunos Estorninos (Sturnus vulgaris), palomas, córvidos y el muy frecuente Petirrojo americano (Turdus migratorius).

P1270682Se trata de un ave del tamaño de un zorzal con el pecho colorado y la cabeza negra, muy característica y fácil de ver en los parques de Nueva York (y ampliamente repartida a lo largo de toda Norteamérica).

Se trata del pajarillo que pone la puesta más temprana durante la primavera, es omnívora y de ella se alimenta buena parte de la fauna predadora del ecosistema. Además, se le considera el Ave del Estado en Michigan, Wisconsin o Connecticut (qué ideal sería que aquí se inventasen este tipo de adscripciones). Pero si el petirrojo americano es frecuente, lo de la Ardilla Gris ya ni te cuento. No se sabe realmente el número de ardillas que hay en Central Park y en el resto de parques de Nueva York, pero deben ser muchísimas. Muchos de los que no estamos acostumbrados a verlas tendemos a darles de comer cuando, como es de prever, está más que prohibido pues su superpoblación puede llegar a ser un problema.P1270704

Pero hay cosas que no se pueden evitar. Y ver con encanto a las Ardillas grises (Sciurus carolinensis) de Central Park lo es. Esta especie de ardilla ha colonizado, a través de la globalización provocada por el hombre, los parques de Inglaterra, Irlanda o Italia, poniendo en peligro las poblaciones de nuestra ardilla roja. Pero aquí, donde de exótica tiene poco, se ha convertido en un emblema pero también en un problema. Más allá de todo esto, nosotros disfrutamos con las ardillas de Central Park.

P1270699 Otros disfrutan de otras cosas. Es muy frecuente ver a gente correr, hacer ejercicio, calentar, hacer flexiones y estrambóticos movimientos de entrenamiento por entre las veredas y caminos del parque.

También hay quien practica un deporte profesional y aquí y allá hay canchas de tenis y espacios para la práctica de deportes. Y entre ellos no podía faltar el más clásico de todos los deportes americanos, el beisbol. Y allí que estaban los rojos y los azules al más puro estilo romano (hubiera sido así si hubieran sido azules y verdes, pero en fin) jugando con los bates en la arena.

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Mi atención sin embargo estaba sin embargo en alguno de los miles de árboles del parque. Es un placer poder ver en directo a las numerosas especies de robles americanos, muchas de ellas comúnmente utilizadas en jardinería. Es el caso del Roble Escarlata (Quercus coccinea) que cuando llega el otoño colorea de rojo animosamente cualquier paisaje (como supongo que pasa en Central Park). Aunque existe un jardín botánico en el interior del parque (el Conservatory Garden), lamentablemente no tuvimos tiempo de visitarlo.

Y en esto que llegamos a una de las vistas más conocidas de Central Park, la del mayor de los lagos del parque, la del Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir. Se trata de un lago de grandes proporciones, ocupa 43 hectáreas y la pista que lo circunda, muy utilizada por los deportistas (de hecho a Jacqueline Kennedy le encantaba correr por aquí) tiene una longitud de 2.5 km. En origen se construyó como reserva de agua potable para la población, pero hace tiempo que se abandonó esta iniciativa.

Y luego están las vistas:

P1270725Las torres gemelas de los Apartamentos de San Remo son la referencia. Se trata de un edificio construido justo en plena depresión, entre 1929 y 1931 y antes de que se frenara la construcción en altura de la época. Ahora son apartamentos muy cotizados pues su figura se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad. Dustin Hoffman o Diane Keaton han residido aquí (aunque dicen que los vecinos se negaron a aceptar a Madonna).

P1270735P1270720Alrededor del gran surtidor que aparece a un lado del Resercoir es fácil ver algunas especies de aves acuáticas típicas de estos ambientes. Patos, cormoranes, garzas…

En nuesP1270721tro caso contamos con la presencia de una Garza Grande (Ardea alba) con su pico amarillo y sus patas negras; un probable Cormorán de doble cresta (Phalacrocorax auritus) con su garganta anaranjada, una Barnacla canadiense (Branta canadensis), el más común de los gansos norteamericanos y varios patos, algunos de los cuales se descubren como nuestros conocidos azulones o ánades reales (Anas platyrhynchos).

P1270743A partir de aquí entramos en la zona sur de Central Park, la que va de las calles 59 a 79 y que es la más conocida pues reúne varios de los puntos fuertes de la visita. Muy cerca del Reservoir se halla una curiosidad y algo majestuoso. La curiosidad puede que sea más valiosa que cualquier otra cosa en Central Park.

Se trata de un Obelisco regalado por Egipto a los Estados Unidos en 1877 por su ayuda en la construcción del Canal de Suez. Y terminó aquí, en medio de Central Park, lo que me recuerda el inefable uso de nuestro Templo de Debod. Ellos le llaman el Obelisco de Cleopatra, pero poco tiene que ver con ella. Está datado en 1500 aC, es decir, allá por la época del Imperio Nuevo, en época de Tutmosis III para cuyo tercer jubileo se erigió.

La historia del Obelisco es interesante. En origen se erigió junto a un gemelo en Heliópolis, la capital del nomo XIII egipcio cercana al actual Cairo. Decayó a mediados del primer milenio antes de nuestra era y muchos de sus monumentos fueron trasladados a las florecientes Alejandría (éste lo hizo en 18 dC) y Roma. Del resto, ya se sabe, como cantera.

El caso es que nuestros obeliscos permanecieron en Alejandría hasta el siglo XIX momento en el que se separaron: tú a Londres y yo a Nueva York. Y aquí está, en medio de Central Park, desde el 22 de junio de 1881. En su base se ocultó una cápsula del tiempo con un censo estadounidense de 1870, una biblia, un diccionario Webster, las obras completas de Shakespeare, una guía de Egipto y un facsímil de la Declaración de Independencia (además de una capsulita del organizador de todo el tinglado, que se llevó a la tumba el secreto de su contenido).

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Nos alejamos del Obelisco paseando por The Ramble, 15 Hectáreas arboladas, con senderos, arroyos, puentes y cierto sabor natural en donde los ornitólogos realizan sus guías para avistar las más de 230 especies de aves que se han detectado aquí (estuvimos a punto de utilizar los servicios de un guía como www.birdingbob.com pero fue imposible; a cambio tuvimos que utilizar la práctica y breve guía de Waterford Press New York City Birds). Muchas paran en este espacio (que fue definido por uno de sus creadores, Olmsted, como “un jardín salvaje”) en sus rutas de migración.

Lástima no poder dedicar tiempo a The Ramble, La Rambla, a la que por cierto se suele considerar un icono gay, pues aquí es donde se encontraban las parejas de homosexuales en tiempos donde no estaban bien vistos. Para llegar a The Ramble, por cierto, iniciamos el camino en uno de los 30 puentes que se ubican en Central Park. Este, de hierro, es el Reservoir Bridge.

P1270748P1270752Un poquito antes de The Ramble se sitúa el lugar majestuoso que comentaba anteriormente. Se trata de la reconstrucción de un castillo en miniatura obra de Calvert Vaux, el Belvedere Castle.

La verdad es que es divertido. Central Park es como un pequeño parque de atracciones y aquí está este castillo de inspiración victoriana para demostrarlo. Y como atracción, resulta aceptable.

Aquí se ubican varias cosas relacionadas con la ciencia, una estación meteorológica (desde la que se toman los datos de temperatura y clima utilizados para informar a los neoyorquinos) y una institución, el Central Park Learning Center, en la que se pueden observar instrumentos de medición científicos, esqueletos y obras relacionadas con la naturaleza, incluyendo la posibilidad de que te den un kit de exploración con prismáticos, mapas y hasta un cuaderno de campo.

P1270746Pero lo mejor del Belvedere Castle son los paisajes de su entorno y las vistas que se tienen desde su terraza. Al fin y al cabo, Belvedere no significa otra cosa que “Bella Vista”. Como todo en Central Park,los años 70 le hicieron mucho daño y tuvo que restaurarse a fondo a principios de los 80 para ser finalmente reabierto al público y convertirse en visita obligada del parque.

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La siguiente parada está muy cerca, hay que bajar desde la colina donde se ubica el Belvedere Castle hasta encontrar el Shakespeare Garden, el Jardín de Shakespeare.

La adscripción al bardo de Stratforf Upon Avon es reciente, de 1916. Antes se le consideraba el Jardín del Corazón cerca del Central Park Study Center, pero con motivo del 300 aniversario de la muerte del autor se renombró. En este pequeño jardín se han plantado flores y especies mencionadas en sus obras y aquí y allá hay pequeñas placas de bronce que recuerdan tanto los pasajes de las mismas como las plantas en sí.

P1270754Romero y pensamientos asociados a la Ofelia de Hamlet, el cardo mencionado en las peleas de Beatriz y Benedicto en Mucho ruido y pocas nueces y tantas otras obras: “Of nature's gifts thou may'st with lilies boast, and with the half-blown rose” dice por ejemplo en el acto tercero de “El Rey Juan”, The life and dead of King John, de 1596.

El Jardín, por cierto, se encuentra justo al lado de la reconstrucción de una típica casa de campo sueca, la Swedish Cottage, al más puro estilo Jardín de María Antonieta versallesco. Continuamos andando por la parte oeste de Central Park, entre praderas, arboledas y lagos en los que se entretienen remando plácidamente los habitantes de Nueva York en esta preciosa tarde de verano. Nuestro objetivo está cerca, pero puede hacerse difícil de encontrar. ¡Y eso que es el más visitado de todo el parque!

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Se trata de Strawberry Fields, el homenaje a una de las personalidades más influyentes del siglo XX, John Lennon. El beatle vivía muy cerquita de aquí, en el famoso Edificio Dakota (que se puede ver simplemente cruzando la calle hacia la West 72nd). Este emblemático edificio fue construido en 1884 a instancias del presidente de la empresa fabricante de las máquinas de coser Singer, E. Clarck, como los primeros apartamentos de lujo de la ciudad.

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Y aquí vivió Judy Garland, Lauren Bacall, Leonard Bernstein así como John Lennon y Yoko Ono. Precisamente aquí fue donde fue asesinado éste, el 8 de diciembre de 1980. Y a tiros.

Uno de los mayores compositores, cantantes y activistas por la paz del siglo XX fue muerto a balazos a las puertas del Edificio Dakota. Apenas unos meses después, se bautizó este pequeño terreno del Central Park, el favorito de John y Yoko, como Strawberry Fields, recogiendo el nombre de una canción de los Beatles: "Strawberry Fields Forever".

Un jardín con forma de lágrima y un precioso mosaico regalo de la ciudad de Nápoles quedan como homenaje permanente a Lennon. Y la sencilla palabra que todo visitante pronuncia al verlo se alinea con la belleza de las flores que de una manera u otra siempre permanecen sobre él: Imagine.

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Un mundo sin conflictos ni guerras imaginado en una canción y en un pequeño jardín para cuyo mantenimiento Yoko Ono (que continúa viviendo en los Dakota) dona 1 millón de dólares cada año. Éste, por cierto, es el sitio ideal para coger uno de los carros bicicleta que tantas veces se ofrecen en las calles de Nueva York. Al más puro estilo tuk tuk puedes recorrer grandes avenidas o vericuetos de Central Park utilizando la energía natural procedente de los músculos de los tipos que los conducen.

P1270770Elegimos ahora cruzar Central Park de lado a lado, de Oeste a Este, pasar por Bethesda Terrace (con su llamativa fuente) y finalizar en la zona del Conservatory Water, donde se halla la estatua más famosa del parque. De nuevo el camino nos alegra la tarde, con unas vistas espectaculares del lago que se ubica en la zona central.

Así, hasta llegar a Bethesda Terrace. Se trata de un lugar muy concurrido que trata de asociar la visión de una naturaleza ordenada y digan de ser disfrutada por todos, con la arquitectura tradicional de los grandes jardines europeos. Estas terrazas, con preciosas vistas del parque, están unidas por señoriales escaleras y según Olmsted y Vaux se construyó para ser"un lugar donde la gente pueda disfrutar de la naturaleza, celebrando reuniones sociales, un sitio para ver y ser visto mientras te mezclas con personas de ideas afines”.

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Y en el medio, la famosa Fuente Bethesda, coronada por el conocido Ángel de las Aguas, una escultura neoclásica en bronce con un lirio en una mano y otra abierta, simbolizando la llegada de agua a la ciudad de Nueva York en 1842 con la apertura del primer suministro de agua potable a la ciudad a través del Croton Aqueduct. Esta es una de las esculturas más conocidas del parque, pero la que siempre tiene a gente alrededor haciéndose fotos es la de Alicia en el País de las Maravillas.

P1270774Cualquier guía que se precie menciona que es la favorita de los niños y esto es una soberana tontería. Más bien es la favorita de los padres, que llevan allí a sus niños para que correteen, para que asciendan y baje, pulan su superficie de bronce y se lleven un bonito recuerdo de este parque.

Esta escultura fue encargada por el filántropo George T. Delacorte (inmortalizado él mismo en la figura del sombrerero loco) en memoria de su mujer. Muy cerca se levanta otra estatua dedicada a Hans Christian Andersen leyendo El patito feo con el personaje a sus pies.

Y aquí al lado, el Conservatory Water, un pequeño brazo de agua en el que los aficionados ponen a navegar sus barcos a motor mientras un famoso Ratonero de cola roja sobrevuela el agua en busca de comida. Es Pale Male, que tiene un nido en la 5ª Avenida, pero no estaba por allí la jornada de junio que dedicamos a recorrer Central Park, el más gigantesco y divertido parque urbano de cuantos he tenido la oportunidad de visitar (http://www.centralpark.com).

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