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19 de agosto de 2007

La ciudad del cielo

Dice una de las crónicas guardadas en el Monasterio de Silos que

Al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos.”

El caudillo militar del califato de Córdoba, el gran Al-manssur el Victorioso moría en 1002 en Madinat al Salim por las heridas sufridas en la Batalla de Calatañazor. La ciudad musulmana, heredera de los asentamientos romanos y celtíberos previos, se convirtió por unos días en el centro neurálgico de la península, volviendo a sentir como un espejismo el esplendor del pasado.

Se levanta la antigua Medinaceli sobre una colina, muy en lo alto, muy cerca del cielo que en origen le dio nombre a la ciudad. Si ahora esta vista es impactante… cómo no sería en época romana o en la época del oppidum celtíbero? Los belos (en permanente guerra con los vecinos titos) ocuparon esta zona, dispusieron su capital en la aún no hallada Segeda y habitaron Occilis, la actual Medinaceli. El cónsul romano Claudio Marcelo llegó a Occilis en 152 a.C., momento clave en el que la ciudad se configura como un punto vertebrador del territorio, sirviendo de paso entre Caesaraugusta (Zaragoza) y Augusta Emerita (Mérida) por calzada romana.

El monumento más representativo de Medinaceli es, precisamente, de época romana. Se trata de un fenomenal Arco romano de tres vanos (algo inahbitual en nuestro país) que se encuentra a 1200 metros de altura, en la ciudad antigua, dominando el valle del río Jalón.

Su exposición, a tanta altura y destacando sobre el resto, ha hecho que su estado de conservación sea bajo. A pesar de este deterioro, gracias a las sucesivas restauraciones (acaba de salir de una de ellas) se puede admirar con agrado su espléndida factura.

Además, la perspectiva que ofrecen Arco y valle es majestuosa. Como curiosidad, fruto de las restauraciones también se ha recuperado el contenido posible de las inscripciones del Arco, basándose en las huellas de los enclavamientos de las letras. Ello ha permitido fecharlo en plena época Flavia, pues está dedicado a Domiciano. Como al hijo menor de Vespasiano se le aplicó la Damnatio memoriae, su nombre fue pronto sustituido por el de Trajano en numerosas obras públicas como ésta.

Además, se han hallado pisos de edificaciones romanas parte de cuyos mosaicos se pueden ver en un Palacio céntrico de la ciudad muy bien explicados por personal capacitado. Y es que Medinaceli trata de aprovechar su pasado romano y medieval creando una infraestructura turística que le permita atraer gente. Muestra de ello es el Aula arqueológica que se encuentra en la Plaza Mayor.


Y es que Medinaceli es mencionada en el Cantar del Mio Cid, como muestra del paso del Campeador por estas tierras. Entre esta mención (puede que incluso alguno de los autores del Cantar fuera de aquí) y el hecho de ser un enclave fronterizo disputado por musulmanes y cristianos durante mucho tiempo convierten a Medinaceli en un lugar atractivo desde el punto de vista histórico.

Domiciano, Almanzor, el Cid y las preciosas calles del casco antiguo hacen la visita a Medinaceli un placer.