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11 de octubre de 2007

Osos (entre barrotes) en el Hosquillo

Conocí el Parque Cinegético de "El Hosquillo", como tantos, a través de la inolvidable voz de Rodríguez de la Fuente en una de sus películas (como le gustaba calificarlas) más flojas de la inmejorable serie documental "El Hombre y la Tierra".

En "El Hosquillo", Félix pretendía trasladarnos, en plena década de los 70, a una instalación moderna y con futuro dedicada a la cría de especies de interés cinegético y algunas, como el Oso Pardo (Ursus arctos), en peligro de extinción. Y sin embargo parece que la reserva permanece anclada aún en aquella época, a pesar de los innegables avances que, especialmente en el ámbito de la sensibilización medioambiental, se han llevado a cabo.

Acceder al Hosquillo no es fácil. Hay que reservar con mucho tiempo de adelanto llamando a un teléfono de la Consejería de Medio Ambiente de Castilla La Mancha que a su vez te envía a casa las entradas personalizadas. El acceso está regulado para grupos de 50 personas.

50 personas que, eso sí, recorren el parque, en su mayor parte, en sus propios coches. Un fila de 17 ó 18 coches recorre las estrechas carreteras del parque. Hay muchas familias con niños, indicativo de lo que se puede ver en la Reserva Cinegética. Los guías son gente joven y muy preparada. Acostumbrados al trato con niños, adecúan su explicación a un nivel comprensible para ellos. Cuando se les pregunta, demuestran sus conocimientos, siempre expresados en función del perfil del público.

Nos cuentan la historia de la Reserva, tratando de leer entre líneas. El Hosquillo es un lugar muy especial. Se trata de una reserva de difícil acceso (debido a la orografía del terreno) en el corazón de la Serranía de Cuenca. Es un gran valle de 900 Ha. cerrado por enormes farallones rocosos en cuyo interior se conserva un precioso pinar de Pinus nigra y Pinus silvestris. La dificultad de acceso a este valle propició el que se convirtiera allá por los años 60 en un Parque Cinegético. Se cerraron con enormes vallas sus límites impidiendo la salida a los animales que allí se criaban.

La Reserva cuenta con un "Museo del Hosquillo" tras el que fácilmente se detecta un antiguo museo de trofeos de caza transformado en aras de la concienciación ecológica actual. La colección de animales naturalizados es impresionante. Y no sólo Osos Pardos, sino también linces ibéricos, cabras monteses hispánicas, ciervos, gamos, tejones...

Al menos tienen un uso más adecuado que la mera exposición de trofeos. Ahora los guías, que incluso se atreven a declarar su falta de interés por la caza deportiva, aprovechan para contar las anécdotas más jugosas de la vida de cada especie. Osos que comen piedras para evitar defecar durante la hibernación, muflones que mueren con sus cuernas trabadas en las de un gamo macho, etc.


El público se asombra del tamaño de las hembras de las cabras monteses y el de los machos de los Osos Pardos, de la coloración de los gamos y de los cervatillos, de la ronca de los gamos, la berrea de los ciervos y el ladro de los corzos... en fin, que todos estos animales disecados tienen un fin más que digno.

Del Museo de la Caza se pasa a un Centro de Interpretación convencional pero bastante atractivo. Si bien es un poco absurdo, ya que al ser la visita únicamente guiada no permite verlo íntegramente. Y de allí se pasa a hacer una pequeña visita a la fauna del Hosquillo y a darse cuenta de lo que realmente es ésta Reserva.

Una Reserva Cinegética, claro está. Los más numerosos son los ciervos, gamos y muflones. Sin embargo no conseguimos ver casi ninguno de ellos y sí alguno de los otros pobladores del Parque. La función del Hosquillo es fundamentalmente la repoblación con ungulados de cotos de caza, reservas cinegéticas, etc.

Pero aún así, y ya desde los años 60, se han criado en el Parque otras especies. Una manada de lobos ibéricos (Canis lupus) habita en una zona de la Reserva y tuvimos la oportunidad de entrever a algunos individuos de la manada. Los lobos llaman mucho la atención, pero sin duda los reyes de la función son los Osos Pardos.

No es difícil encontrar en internet noticias descorazonadoras sobre osos muertos en extrañas circunstancias en el Hosquillo. Los mismos guías contestan sin reparos a las preguntas de los visitantes sobre osos muertos recientemente (sin aceptar actos incontrolados, por supuesto). El caso es que los osos pardos de la población del Hosquillo, procedentes de circos y zoológicos privados, tuvieron una función inicial orientada a la repoblación de áreas oseras con oseznos nacidos en El Hosquillo. Nada de eso parece haber ocurrido nunca, a pesar de lo que Rodríguez de la Fuente pensara durante la filmación de su película.

Es cierto que la superficie dedicada a los pocos osos que allí perviven (no superan los 4 ó 5) es enorme comparada con la de otros Parques similares como el de Cabárceno. Pero la visión del enorme Oso Pardo macho llamado "Musgo" mordiendo los barrotes de la verja que separa su área de campeo con la de los 50 visitantes que le hacen fotos (entre ellos,nosotros, para qué vamos a engañarnos), es un poco triste.

"Musgo" estaba acompañado de un par de hembras ("Silvia" y "Sabina" si mal no recuerdo). Su tamaño era enorme. El de las hembras un poco menor. Los visitantes quedaron encantados con la espectacularidad del plantígrado así como de su tranquila mirada y movimientos. Los guías trataban de contar más cosas de la vida de estos animales compaginándolo con la observación de una buitrera cercana.

Tuvimos algo de mala suerte, pues no aparecieron por allí ninguna de las águilas reales, águilas perdiceras ni halcones peregrinos que pueblan el precioso valle que conforma el Hosquillo. Marchamos, pues, con nuestros coches por entre los pinares, entre los que aparecían sin pudor algunos ciervos y gamos que, posiblemente, en el futuro pasarían a engrosar las filas de un Coto de Caza.