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23 de febrero de 2008

La Villa de Materno Cinegio

En Carranque (Toledo), una imagen de Océano, el dios de las aguas de cualquier tipo, te mira profunda y casi diría que cordialmente desde un salto temporal de más de 1500 años.

Océano, rodeado de fauna acuática y cuya barba simula las olas del mar, pertenece a un mosaico sito en la Villa de Materno, un personaje que ha sido identificado como Materno Cinegio, lugarteniente y general asociado a Teodosio El Grande, el último emperador bajo el que el Imperio Romano se mantuvo unido.

La Villa de Materno forma parte de un yacimiento arqueológico de primer orden, el de Carranque, cercano al límite provincial entre Toledo y Madrid. hay que fecilitarse por el cuidado con el que muchas Comunidades Autónomas están atendiendo a sus yacimientos más emblemáticos. En el caso de Castilla La Mancha, tiene unos cuantos. En Carranque demuestran que lo han sabido hacer bien, pues hay un centro de interpretación más que bueno, las visitas se pueden hacer con guía y el sendero está bien señalizado.

Pero además, sorprenden por gratas decisiones como la de replantar con álamos autóctonos (Populus alba ó Populus nigra) los plantones del chopo Y-214, híbrido de chopo americano y chopo español, cuyo crecimiento frente al río ya había llegado a su tope.

El río al me me refiero es el Guadarrama, cuya cercanía facilitó el asentamiento de las infraestructuras reconocibles en el Yacimiento de Carranque. Son tres: los restos de una basílica, un presunto ninfeo y la propia Villa de Materno. El Centro de Interpretación, video de presentación incluido, facilita toda la información que el visitante necesita, además de mostrar algunos de los restos hallados en las inmediaciones.



Sin duda, llama la atención el llamativo modo de ubicar cada pieza de las expuestas en imágenes de ambientación de la época. Y entre esas piezas, una clave: una pata de una mesa, pero construida en pórfido rojo, un material realmente excepcional y que nos dice mucho del propietario de la zona.

¿Quienes fueron Materno Cinegio y Teodosio el Grande?

Teodosio fue defensor del cristianismo dogmático; persiguió a los arrianos y desalentó la práctica de la vieja religión pagana romana, a veces de forma violenta: en el 390 ordenó la masacre de 7.000 ciudadanos insurrectos de Tesalónica (Grecia), tras la cual posiblemente estaría Materno Cinegio, cuya esposa Acantia pertenecía a la rama mas radical de los cristianos que formaban la camarilla y que acompañaron a Teodosio desde España. (según dearqueologia.com).

Otras épocas, en cualquier caso. En aquel momento, Materno Cinegio era un personaje relevante y como tal merecedor de la construcción de un interesante complejo que incluía, al menos, una gran villa rural (Villae) cerca de un Basílica que pronto pasaría de lugar donde se impartía justicia a lugar de culto y enterramiento.

De esa Basílica también quedan restos, si bien muchos de ellos desaparecieron, aunque suene asombroso, en pleno siglo XX, cuando fue dinamitada y servir de fuente de piedra para los lugareños.

En medio de ambos edificios se sitúa el presuno ninfeo. Pero en el Yacimiento también se han encontrado otras infraestructuras de la época que no son visitables, como algunos molinos cerca del río Guadarrama.

En cualquier caso, las áreas visitables merecen mucho la pena. Lo primero que se encuentra el visitante es la llamada Basílica. Sólo conserva parte del muro exterior de la cabecera, pero es espectacular. Su decoración es muy rica y permite observar las partes construidas por los romanos, los visigodos y los árabes, pudiendonos fijar en las diferencias entre todos ellos.


El espacio consagrado al culto estaba cubierto por una gran cúpula y a él se accedía porun corredor rodeado de columnas, algunas de las cuales han sido halladas en las excavaciones. Algunas de ellas éstán dispuestas al lado de la propia Basílica, pero al menos a dos las han vuelto a erigir.

Había en total, incluyendo las del patio, 32 columnas que se tallaron de una pieza en algunas de las canteras personales del Emperador Teodosio en Turquía o Grecia.

De hecho, las columnas están marcadas. En su parte superior aparecen las marcas de cantero, entre las que destaca la marca DNTH que se traduce como D(omini) N(ostri) Th(eodosi).

Durante el periodo de dominación árabe se añadieron algunas inscripciones en esa lengua en alguna de las columnas. Las inscipciones islámicas posiblemente sean eulogias coránicas y son muy fáciles de detectar (a diferencia de la marca de los canteros).La Basílica también esconde alguna cosa curiosa, como las huellas de un perro y de una Caligae romana de suela tachonada de un romano del mismo momento en que este edificio se construyó.

Un poco más adelante se encuentra el Ninfeo, un edificio de difícil interpretación, pues pudiera tratarse de un depósito de agua monumentalizado imitando a un ninfeo (un templo dedicado a las ninfas) o bien un pequeño mausoleo.

Y por fin, a unos metros de distancia, se localiza la Villa de Materno Cinegio. Sorprende que está construida aprovechando el desnivel de forma que se facilita el descendimiento del agua. Es una Villa grande, de 1200 metros cuadrados, con numerosas habitaciones y salas y mosaicos espléndidos, como el de Océano del inicio.

Todo ello forma parte de la llamada "Pars urbana", es decir, la parte construida y dedicada a la vivienda de la propiedad, de la Villa del campo. Alrededor de esta zona noble se localizaban las bodegas, almacenes, cuadras, etc, que en Carranque aún están por excavar.

Se accedía al Pórtico por dos torreones laterales. Sus salas principales eran el Comedor o Triclinium, el Oecus o Sala de recepciones y el Cubiculum de Materno, todos ellos pavimentados por preciosos mosaicos.

De hecho, el Cubiculum se ha relacionado con el dueño, con Materno Cinegio por una cartela de mosaico en latín aparecida en el umbral y que dice:

Del Taller de Mas...no. Lo pintó Hirinio. Que uses esta habitación con prosperidad, Materno.

A los lados hay numerosos mosaicos con mitos como el de Acteón y el baño de Diana o el rapto de Hilas. Pero uno de los mosaicos que más sorprende es ubicado en el Oecus o Salón de Recepción. El mosaico representa un escena de caza: la muerte de Adonis. Marte , dios de la guerra, celoso de la relación entre Adonis y su amante, Venus, envió un jabalí para que le diera muerte.

En el mosaico se ve a Adonis luchando con el jabalí mientras Venus muestra a Marte el combate. Adonis no las tiene todas consigo: a us pies hay una lanza rota, símbolo de su muerte. Además, los maestros pintores y mosaicistas le pintan y eligen teselas blancas y pálidas que representen esa misma muerte.

Curiosamente, en este mosaico aparecen dos perros con sus nombres: Leander y Tityrus, así como una liebre y un perdiz.

Los mosaicos de la Villa de Materno son excepcionales. El minúsculo tamaño de las teselas lo revela inmediatamente.

Existen otros mosaicos interesantes,algunos con decoraciones tridimensionales casi sacado de la década de los setenta... del siglo XX. Pero es, por supuesto, el mosaico de la fuente de Océano el que más admiraciones recoge.

La fina lámina de agua realzaba el mosaico. Océano, dios de las aguas que manan de él como barbas aparece con pinzas y antenas de cangrejo, rodeado de peces y animales fantásticos. Las vidrieras azules que debían rodear la fontana contribuirían a constituir esta Villa de Materno Cinegio en una de las más fastuosas de una época en la que el Imperio Romano se desacía geográfica y socialmente y en la que la Edad Media comenzaba a hacerse un hueco.

En aquella época oscura de feudalismo incipiente, una de las manos derechas del Emperador Teodosio El Grande, Materno Cinegio, ordenó construir un emplazamiento a su mayor honor y privilegio. Para privilegio, el nuestro, al poder visitarlo tantos siglos después.

17 de febrero de 2008

El puente colgante de Portugalete

Esta plataforma (o su versión más antigua) llevan mucho tiempo trasladando gente y vehículos a traves de la Ría de Bilbao, entre las poblaciones de Getxo y Portugalete.

Aunque no lo parezca en las fotos, los días son luminosos, únicamente ensombrecidos por la Huelga General declarada por unos pocos. Los mismos que se manifiestan delante del Ayuntamiento de Portugalete gritando "Independentzia". Mientras tanto, la vida continúa en Euskadi, algunos con miedo, otros con suficiencia.

La plataforma del Puente Colgante de hierro, llamado también Puente Vizcaya, sigue cruzando la Ría. Unas barquitas cruzan a modo de taxi la Ría, a un coste muy reducido, apenas 0,30 euros. El coste de la plataforma es más elevado... y más aún si se te ocurre ascender a lo alto para deleitarse con una vista única de la Ría del Nervión.

Es 1888 y la moda iniciada por Eiffel en París marca la tendencia de las grandes infraestructuras. El 10 de abril de 1890 comienzan las obras del que con el tiempo se llegará a convertir en el puente transbordador más antiguo del mundo.

Ahora está restaurado, habiendo sufrido numerosas actuaciones que han permitido, incluso, recorrer su parte superior. Allí, además de expositores informativos, la pasarela de tablones permite ver, entre tablón y tablón, la Ría, allá abajo, a 50 metros de altura y la plataforma en la que viajan coches y personas.

El proyecto fue obra de Alberto de Palacio, inugurándose oficialmente en 1893. A lo largo de su historia ha sufrido avatares tan importantes como su destrucción parcial en la guerra civil.

160 metros de anchura tiene la Ría de Bilbao. En su momento, el tráfico de naves era enorme y muchas de ellas tenían palos para el velamen de tal altura que impedía la realización de un puente de estilo tradicional.

El puente de hierro se ve desde una distancia importante. La desembocadura de la Ría está cerca y desde allí el Puente marca el horizonte. La desembocadura está ya en Santurce, desde donde se puede llegar andando hasta Portugalete.

Getxo y Portugalete son vecinos, pero muy diferentes entre sí. Portugalete, como Santurtzi, está en la margen izquierda del Nervión, la zona tradicionalmente relacionada con el mundo obrero, con los esforzados trabajadores de los Altos Hornos de Vizcaya, de las industrias que poblaron la Ría hasta el mismísimo Bilbao a lo largo de los siglos XIX y XX.

Getxo, sin embargo, pertenece a la margen derecha, donde dice el tópico (o la realidad) que es donde se sitúa la franja de habitantes de mejor posición económica. Sea como fuere, al lado del Puente Colgante se sitúa en Portugalete el Museo de la Industria, Rialia, donde uno cae por fín en el inmenso y costoso trabajo que aquellas gentes llevaron a cabo. Eso, y los altibajos económicos y políticos que marcaron el éxito y ulterior fracaso de este engranaje socioeconómico.

Numerosos barcos siguen recorriendo la Ría camino del Puerto de Bilbao. En nuestro caso, observamos algunos cargueros, en particular de carbón. A pesar de que los tiempos pasan y de que la economía se basa más quizá en el sector servicios (dado que la zona es 100% urbana y no quedan prácticamente restos de agricultura o ganadería... pero casi tampoco de pesca), sorprende aún el elevado tráfico portuario observado desde la Pasarela.

La gente sigue cruzando por el puente. Se forman atascos muy a menudo, sobre todo para el tráfico rodado. Getxo y Portugalete están comunicados... pero sólo parcialmente. No es fácil pasar de un sitio a otro, o al menos no es rápido. Y sin embargo, se siguen mirando.

Se miran nos a otros y, supongo, se sienten unidos por una infraestructura colosal, llamativa y de un decidido encanto, un Puente Colgante que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en julio de 2006.

Siete veces dice la leyenda que cruzó la infanta Isabel de Borbón en la inauguración oficial del Puente en agosto de 1893 de tanto que le gustó.

He de confesar que llevo años detrás de visitarlo, después de ver su publicidad a la entrada del Aeropuerto de Bilbao tantas veces.

Ahora lo he conseguido,y creo sinceramente que merece la pena, aunque sólo sea por fijarse en el horizonte de la apertura al Océano Atlántico desde la Ría del Nervión, marcada por un pasado industrial que todavía se percibe en la zona.

9 de febrero de 2008

Senatus PopulusQue Romanus

La vista del Foro Romano desde la Plaza del Campidoglio, desde el interior de los Museos Capitolinos para ser más exacto, es sobrecogedora, emocionante, inolvidable. Tanto, que parece que no soy el único que opina así.


En la exposición SPQR de la Fundación Canal, también lo piensan. Lo que para algunos es un montón de piedras, para otros es el mejor escaparate de la antiguedad, la más emocionante de las aventuras o el más interesante de los lugares de visita de Roma.


En la exposición SPQR han aprovechado este hecho para disponer en una de las salas un par de gigantescas fotografías del Foro Romano (además de alguna otra, de Éfeso, si no recuerdo mal). Es entonces el momento de recordar cada uno de los puntos de interés del Foro. Están bien señalados en la exposición, pero es emocionante ver cómo los recordamos prácticamente todos (y sin errores) ante una mera visión de la foto.


Pero esta exposición es algo más que unas fotos enormes del yacimiento arqueológico por excelencia. SPQR significa Senatus PopulusQue Romanus, el Senado y el Pueblo Romano, acrónimo símbolo de una época y que aún aparece en multitud de ubicaciones en la ciudad milenaria, incluso en las alcantarillas). La exposición es un agradable recorrido por la historia de Roma, desde sus inicios, la monarquía, la república, el imperio y la caída, prestando especial atención a la presencia de los conquistadores en la Hispania pre-rromana.


Existen piezas de indudable calidad y que provocan asombro. Bueno, la verdad es que también provoca asombro la peculiar forma que han establecido para hacer el recorrido, bastante liosa. Pero hay que reconocer que han hecho un esfuerzo importante por hacer cosas diferentes a las habituales.


Respecto a piezas, han debido llegar a acuerdos sobre todo con el Museo Massimo alle Terme, de Roma, muy cercano a las Termas de Diocleciano. A su vez, el Museo de Ostia Anticca, cercano a uno de los yacimientos más emblemáticos y alucinantes del mundo romano (el antiguo puerto de Roma en Ostia), también ha cedido numerosas piezas. Algunos museos españoles dejan también su huella, por ejemplo, el Arqueológico de Sevilla que presta una monumental cabeza del Emperador Augusto. Es ésta de aquí al lado.


Precisamente está ubicada al incio de uno de los mejores momentos de la exposición, el llamado "Bosque de los emperadores" en el que se ha reunido una importante colección de bustos de emperadores romanos, algunos realmente impactantes.


El augusto colosal de Sevilla es, desde luego, imponente. Pero también llaman la atención los bustos de emperadores menos conocidos (como Probo) o las distintas facetas de algunos de los más habituales, como Septimio Severo o Trajano. Curiosamente, uno de los emperadores menos conocidos pero más emblemático es el que pone la cara a la exposición.


Se trata de Caracalla, un emperador al que se recuerda por tres cosas. Las magníficas Termas ubicadas a la salida de Roma por la Vía Appia; su decisión de facilitar la ciudadanía a todos los pobladores del Imperio (como medida desesperada de salvación ante un Imperio en franca decadencia) y su crueldad y comportamiento deleznable.


Este modo de ser, recuerdo de los tiranos de la familia Claudia de los inicios del Imperio, se repite de vez en cuando en Emperadores que no están muy en su sano juicio o bien que manifiestan comportamientos dictatoriales dignos de horror.


También pudiera ser que los historiadores de la época dieran a conocer sólo lo peor de estos personajes (Nerón, Cómodo, Domiciano...) por intereses relacionados con el momento en que vivían.

Y qué gran momento era ese. La época romana es una de las más fascinantes de la historia. La exposición recoge un gran número de los símbolos que representaban aquella sociedad. Y las recoge de manera original, utilizando los antiguos peplum, las películas de romanos de los años 50, para trasladar en primer lugar la veracidad de algunos de sus contenidos y para hacer más efectiva la comprensión de lo que se está viendo.

Además de original, llega a ser hilarante, sobre todo por algunos de los comentarios recogidos en los vídeos. Además se cuenta con una representación en holograma de una lucha de gladiadores Munera gladiatoria) en la que el público se coloca de forma que parece un anfiteatro romano tal cual.

Y por supuesto, existen piezas asombrosas. Una de las que más llamó nuestra atención fue los restos de un antiguo mapa en piedra de la mismísma ciudad de Roma, uno de los primeros conocidos, con piezas del antiguo anfiteatro Flavio y alrededores.

Por supuesto, también la copia de la Loba capitolina de los Museos Capitolinos, a la que se le añadieron los gemelos Rómulo y Remo muy a posteriori. Recuerdo también numerosos relieves en piedra de actividades económicas hallados en el yacimiento de Ostia Antica (posiblemente cerca del Foro de las Corporaciones).

En cualquier caso, es cierto que la distribución de las piezas (en las que abundan especialmente los bustos) puede llegar a ser confusa dado el apretado espacio en el que se encuentran expuestas.

Desde luego no es el caso de la policromada y colosal Minerva que aparece a la entrada de la exposición, evidencia de la asimilación de Dioses externos a la mitología propia de la que hacían gala los romanos (y que les servía como método indirecto de romanización).

Interesantes son también las figuras halladas recientemente en Segóbriga, expuestas por primera vez aquí, o las joyas romanas, dispuestas ante imágenes en las que serían sus ubicaciones originales. Una forma muy certera de enseñar.

En definitiva, una gran exposición, complemento perfecto para el interesado en la época romana y feliz reencuentro con este mundo antiguo para el emocionado visitante de Roma, Ostia, Pompeya o Herculano.

Por cierto, la tienda al salir es una de las mejor abastecidas que hemos encontrado sobre este tipo de cosas. Si bien los precios son abusivos: una reproducción en bronce de, por ejemplo, una tésera hospitalaria de Uxama en forma de jabalí triplicaba el precio ofrecido por el artista original en su puesto de artesanía.

Sin duda, es una exposición digna heredera de las de Faraón o Los Guerreros de Xi'an.

4 de febrero de 2008

A la zamorana

La muy noble y muy leal ciudad de Zamora. No tiene asociado, desde luego, el carácter de destino tursítico de otras localidades castellano-leonesas, como Salamanca o Segovia y sin embargo nos apeteció pasarnos por alli a ver algunas de las cosas más bonitas que guarda la ciudad.

Si, también aprovechamos para hacer compras pues realmente las rebajas no son un mero cuento en Zamora, al menos comparado con las de Madrid. Pero luego nos quedó mucho tiempo para recorrer una de las ciudades que más tesoros románicos guarda en su término, además de un museo arqueológico que podría ser la envidia de muchos museos más grandes o conocidos.

Zamora cuenta también con unos paisajes preciosos, muchos de ellos enmarcados por el curso del río Duero que cruza la ciudad y le insufla ese espíritu que sólo un gran río puede conceder. El Duero ofrece muchas posibilidades a Zamora.

No sólo se mantienen las Aceñas de Olivares, un conjunto de molinos situados en la parte Oeste de la ciudad, en la orilla del Duero desde al menos 1082 y que llegaron a ser siete. A mediados del siglo XII fueron donadas al Cabildo por el rey Alfonso VII y a finales del siglo XX se convirtieron en un Centro de Interpretación que desgraciadamente no pudimos visitar (y es que los horarios de visita en Zamora son un misterio).

Pero el Duero también guarda tesoros naturales incluso a su paso por una gran urbe. En mitad del cauce algunos ánades reales y zampullines compartían plaza con un Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo) que secaba sus alas extendidas como las anhingas americanas, de las que es pariente más bien cercano.

Zamora es una ciudad para pasear. Cerca del río o por sus calles, atestadas a primera y a última hora y vacías a mediodía. Numerosos edificios antiguos comparten espacio con las iglesias románicas, cuestas de pendientes imposibles y ventanales de colores apagados.

La ciudad cuenta con varias rutas, destacando por supuesto la de las Iglesias románicas. Hay muchas, es denominada la Ciudad-Museo del Románico.

Según la web del Ayuntamiento, el casco antiguo alberga una veintena de iglesias de este estilo arquitectónico, de las que aproximadamente la mitad conservan su estructura primitiva casi íntegramente. Hemos hecho una brevísima selección y nos hemos quedado con tres de ellas (catedral aparte).

La primera es la Iglesia de San Cipriano,que no es de las más bonitas y que encima se nota mucho que está restaurada. Es la de la foto de arriba. Una sóla nave con triple cabecera. Pero lo más interesante son los releves que aparecen en su pared Sur.

Allí, embutidas en la piedra, se conservan figuras esculpidas en el templo primitivo como una sirena, el herrero Bermudo trabajando un yunque, un San Pedro con bonetey llaves, un crismón o un monstruo con numerosas cabezas (salvo la sirena, todas ellas en la foto). Restos de ajedrezado en los aleros de la iglesia románica completan el conjunto.

Esta iglesia está al lado de la nueva Biblioteca y en un alto donde se observa el nuevo Museo y una perspectiva preciosa de la ciudad, a la que contribuyen los numerosos nidos de cigueña blanca ya ocupados por las zancudas que se preparan para la época de cría.

Las cigueñas tienen suerte en Zamora. Sus nidos ocupan los tejados de muchas iglesias y palacios antiguos. Incluso en las plazas más importantes (como aquella que homenajea al caudillo lusiano Viriato) las cigueñas campan a sus anchas.

Otra Iglesia en la que merece la pena pararse un rato es la Iglesia de Santa María Magdalena. Según las guías de la ciudad, es una iglesia construida entre los siglos XII y XIII, de estilo románico tardío.

Se trata de un templo de una sola nave, de esbeltas proporciones, tramo recto y ábside semicircular. Destaca su ábside y sobre todo la portada de su fachada meridional que se halla bajo un rosetón y está formada por cinco arquivoltas.

Esta es la definición detallada de la guía. La información que aparecía en el panel informativo era todavía más compleja. Y entonces aparece una señora mayor (ya de edad, dirían mis abuelos) y nos sorprende preguntándonos si habíamos visto al obispo en la tercera arquivolta.

Y allí estaba. La decoración es muy llamativa y, al estilo de la rana de Salamanca, escondida se hallaba la figura ladeada de un obispo. En la tercera arquivolta. Por fin conseguimos saber con claridad qué leches era una arquivolta. Desde luego, no se me ocurriría poner un cartel explicativo sobre las encinas contando especificaciones de fisiología vegetal.

Cuánta información de nivel avanzado complica la asunción de información mínima de interés para los no profesionales. Agradecimos el gesto a la anciana, no así un otra pareja que salió huyendo por si les pasaba algo debía ser.


Otra iglesia encantadora, situada muy cerca del río Duero, es una iglesita del siglo XII denominada Iglesia de Santigo de los Caballeros. Y es que tiene historia que contar.

Bueno, si, es una Iglesia de planta rectangular, de reducidas dimensiones y ábside semicircular cubierto con bóveda de horno, con una ventana saetera en el centro (ésa es la que más llama nuestra atención).

Pero sobre todo es famosa porque se cree que aquí fue armado el mismísimo Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Dice el romance antiguo;

—¡Afuera, afuera, Rodrigo, - el soberbio castellano! Acordársete debría - de aquel buen tiempo pasado que te armaron caballero - en el altar de Santiago, cuando el rey fue tu padrino, - tú, Rodrigo, el ahijado; mi padre te dio las armas, - mi madre te dio el caballo, yo te calcé espuela de oro - porque fueses más honrado; pensando casar contigo, - ¡no lo quiso mi pecado!, casástete con Jimena, - hija del conde Lozano; con ella hubiste dineros, - conmigo hubieras estados; dejaste hija de rey - por tomar la de un vasallo.

Es curioso como habiendo leído (devorado) "El Cid" de José Luis Corral, no logre recordar si este dato aparece en tan excepcional novela. En cualquier caso, sea real o sea leyenda, esta iglesia apartada del núcleo principal y cercana a la muralla tiene un encanto muy especial. E imaginar y soñar es bien barato.

Otras dos sorpresas nos deparaba todavía la ciudad. La primera, dentro de la Catedral. Ésta es pequeña pero espectacular. Es también románica y del siglo XII; se sitúa en el extremo del casco antiguo de la ciudad. Tiene tres naves, una robusta torre (véase la foto del inicio) y una cúpula de estilo bizantino muy característica.

La sobria ornamentación de la cara Sur, dice el folleto, muestra analogías con el Maestro Mateo, el constructor original de la Catedral de Santiago de Compostela.

Pues bien, recorriendo sus salas nos encontramos con algo verdaderamente sorprendente. Nos encontrábamos en la Capilla de San Juan, donde se encuentra un espectactular y gótico enterramiento, la cripta del Doctor Juan de Grado. Enfrente, un arcosolio (un arco que alberga un sepulcro abierto en la pared).

Pues bien, en su interior se hallaron en unas excavaciones un conjunto de figuras (posiblemente del siglo XV) dispuestas a formar parte de alguna fachada pero que se quedaron guardadas aquí, a cobijo, evitando los efectos de la erosión, la contaminación, la lluvia o el hielo.

Son delicadas y merecen una mejor exposición. Especialmente resaltables son las de los evangelistas, realizadas con una maestría digna de figurar en las guías de la catedral (pero no es así, curiosamente).

Otra sorpresa nos depara el Museo de Zamora. El concepto museístico es innovador y aunque no llega a la excelencia del MARQ, es digno de visita y atención.

Hay piezas interesantes (no puedo evitar centrarme en el periodo ibérico y romano). Desde un brazo de bronce de una estatua militar de Septimio Severo a la recopilación de numerosas joyas y torques de tesorillos ibéricos y celtas que se han hallado en la provincia.

Nos recomendaron vívamente este Museo durante la visita a Egipto y salimos encantados. Está situado en el Palacio del Cordón (y parte de su infraestructura interior aparece resaltada en el Museo) y se completa con la cercana Iglesia de Santa Lucía, que alberga los fondos de la Institución a modo de almacén. Forman un conjunto realmente sobresaliente.

Con el tiempo muy apurado (pero que incluso nos permitió echar una ojeada a una exposición temporal sobre un artista zamorano excepcional, Castilviejo), hubimos de ver muchas salas a una velocidad mayor que la que hubiéramos deseado. Tendremos que volver, sin lugar a dudas.

Un par de apuntes, para finalizar. Uno gastronómico. Como es natural, elegimos comer en un típico restaurante zamorano y aprovechamos para pedir viandas de la tierra.

Todo a la zamorana, pedimos. Setas a la zamorana. Mollejas a la Zamorana. Y arroz a la zamorana. Todo buenísimo, excepcional presentación también.

En todos los casos, especialidades muy solicitadas en los restaurantes de Zamora. Y en todos los casos se trata de platos de origen campesino, cuyos ingredientes principales son productos cárnicos procedentes de la matanza del cerdo. Tienen un aroma y un color rojo característicos: se usa, abusivamente, el pimentón. Desde luego, una comida para recordar.

Y no quiero olvidar incluir otro romance, bien merecidamente, en esta entrada de Isla Muir dedicada a Zamora. Se trata de la historia del Portillo de la Traición, muy cercano a la Catedral y a la Iglesia de San Isidoro, y lugar en el que, de acuerdo con el romancero, aquí tuvo lugar un hecho decisivo en la mítica historia del Cerco de Zamora (Zamora no se tomó en una hora, dice el dicho popular).

En resumen, Fernando I , rey de Castilla, murió en 1065 y dejó repartido su reino entre sus hijos: Galicia para Don García, Castilla para Sancho II, León para Alfonso VI, Toro para Doña Elvira y Zamora como Reino de Doña Urraca.

Según la tradición, el Reino correspondía al hijo mayor, en este caso Don Sancho, quien naturalmente se negó a aceptar el testamento, y arrebató Galicia a Don García, haciéndole prisionero; Alfonso tuvo que huir a Toledo bajo la protección del rey moro Mamum.

Después de tomar Toro, puso cerco a Zamora, "la bien cercada", y su muralla resistió el asedio durante más de 7 meses. Las condiciones de vida se hacían muy difíciles y el hambre empezaba a hacer estragos. Ocurrió entonces que Bellido Dolfos, un gallego (probablemente) que se encontraba en Zamora, salió de la ciudad y se declaró vasallo de Don Sancho, quien le tomó bajo su protección.

Un día, con el pretexto de enseñar al Rey Don Sancho una puerta por donde entrar en Zamora y romper su cerco, se alejó con él del campamento sin más compañía. El Rey sintió una repentina necesidad y apeándose del caballo entregó su daga a Bellido Dolfos, momento que este aprovechó para hundírsela en el pecho y emprender una veloz galopada hacia el portillo que aún hoy día se denomina “de la traición”.

El Cid, que presenció la escapada desde lejos, montó precipitadamente a caballo, sin tiempo para calzarse las espuelas, pero no pudo alcanzarle. El Rey Sancho II murió poco después en el campamento, acusando de su muerte a Bellido, y los castellanos, ya sin Rey, levantaron el cerco a Zamora. El Rey Alfonso VI regresó de Toledo y después de prestar juramento ante el Cid Campeador de "no haber tenido arte ni parte en el asesinato de su hermano" tomó posesión del reino. En extremo rencoroso y vengativo, desterró al Cid Campeador. Antes había mandado atar a Bellido Dolfos a las colas de 4 caballos muriendo de esta manera descuartizado.

El Romance del Rey Sancho lo deja claro:

-¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.Gritos dan en el real: -¡A don Sancho han mal herido!Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,por las calle de Zamora va dando voces y gritos:-Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.