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9 de febrero de 2008

Senatus PopulusQue Romanus

La vista del Foro Romano desde la Plaza del Campidoglio, desde el interior de los Museos Capitolinos para ser más exacto, es sobrecogedora, emocionante, inolvidable. Tanto, que parece que no soy el único que opina así.


En la exposición SPQR de la Fundación Canal, también lo piensan. Lo que para algunos es un montón de piedras, para otros es el mejor escaparate de la antiguedad, la más emocionante de las aventuras o el más interesante de los lugares de visita de Roma.


En la exposición SPQR han aprovechado este hecho para disponer en una de las salas un par de gigantescas fotografías del Foro Romano (además de alguna otra, de Éfeso, si no recuerdo mal). Es entonces el momento de recordar cada uno de los puntos de interés del Foro. Están bien señalados en la exposición, pero es emocionante ver cómo los recordamos prácticamente todos (y sin errores) ante una mera visión de la foto.


Pero esta exposición es algo más que unas fotos enormes del yacimiento arqueológico por excelencia. SPQR significa Senatus PopulusQue Romanus, el Senado y el Pueblo Romano, acrónimo símbolo de una época y que aún aparece en multitud de ubicaciones en la ciudad milenaria, incluso en las alcantarillas). La exposición es un agradable recorrido por la historia de Roma, desde sus inicios, la monarquía, la república, el imperio y la caída, prestando especial atención a la presencia de los conquistadores en la Hispania pre-rromana.


Existen piezas de indudable calidad y que provocan asombro. Bueno, la verdad es que también provoca asombro la peculiar forma que han establecido para hacer el recorrido, bastante liosa. Pero hay que reconocer que han hecho un esfuerzo importante por hacer cosas diferentes a las habituales.


Respecto a piezas, han debido llegar a acuerdos sobre todo con el Museo Massimo alle Terme, de Roma, muy cercano a las Termas de Diocleciano. A su vez, el Museo de Ostia Anticca, cercano a uno de los yacimientos más emblemáticos y alucinantes del mundo romano (el antiguo puerto de Roma en Ostia), también ha cedido numerosas piezas. Algunos museos españoles dejan también su huella, por ejemplo, el Arqueológico de Sevilla que presta una monumental cabeza del Emperador Augusto. Es ésta de aquí al lado.


Precisamente está ubicada al incio de uno de los mejores momentos de la exposición, el llamado "Bosque de los emperadores" en el que se ha reunido una importante colección de bustos de emperadores romanos, algunos realmente impactantes.


El augusto colosal de Sevilla es, desde luego, imponente. Pero también llaman la atención los bustos de emperadores menos conocidos (como Probo) o las distintas facetas de algunos de los más habituales, como Septimio Severo o Trajano. Curiosamente, uno de los emperadores menos conocidos pero más emblemático es el que pone la cara a la exposición.


Se trata de Caracalla, un emperador al que se recuerda por tres cosas. Las magníficas Termas ubicadas a la salida de Roma por la Vía Appia; su decisión de facilitar la ciudadanía a todos los pobladores del Imperio (como medida desesperada de salvación ante un Imperio en franca decadencia) y su crueldad y comportamiento deleznable.


Este modo de ser, recuerdo de los tiranos de la familia Claudia de los inicios del Imperio, se repite de vez en cuando en Emperadores que no están muy en su sano juicio o bien que manifiestan comportamientos dictatoriales dignos de horror.


También pudiera ser que los historiadores de la época dieran a conocer sólo lo peor de estos personajes (Nerón, Cómodo, Domiciano...) por intereses relacionados con el momento en que vivían.

Y qué gran momento era ese. La época romana es una de las más fascinantes de la historia. La exposición recoge un gran número de los símbolos que representaban aquella sociedad. Y las recoge de manera original, utilizando los antiguos peplum, las películas de romanos de los años 50, para trasladar en primer lugar la veracidad de algunos de sus contenidos y para hacer más efectiva la comprensión de lo que se está viendo.

Además de original, llega a ser hilarante, sobre todo por algunos de los comentarios recogidos en los vídeos. Además se cuenta con una representación en holograma de una lucha de gladiadores Munera gladiatoria) en la que el público se coloca de forma que parece un anfiteatro romano tal cual.

Y por supuesto, existen piezas asombrosas. Una de las que más llamó nuestra atención fue los restos de un antiguo mapa en piedra de la mismísma ciudad de Roma, uno de los primeros conocidos, con piezas del antiguo anfiteatro Flavio y alrededores.

Por supuesto, también la copia de la Loba capitolina de los Museos Capitolinos, a la que se le añadieron los gemelos Rómulo y Remo muy a posteriori. Recuerdo también numerosos relieves en piedra de actividades económicas hallados en el yacimiento de Ostia Antica (posiblemente cerca del Foro de las Corporaciones).

En cualquier caso, es cierto que la distribución de las piezas (en las que abundan especialmente los bustos) puede llegar a ser confusa dado el apretado espacio en el que se encuentran expuestas.

Desde luego no es el caso de la policromada y colosal Minerva que aparece a la entrada de la exposición, evidencia de la asimilación de Dioses externos a la mitología propia de la que hacían gala los romanos (y que les servía como método indirecto de romanización).

Interesantes son también las figuras halladas recientemente en Segóbriga, expuestas por primera vez aquí, o las joyas romanas, dispuestas ante imágenes en las que serían sus ubicaciones originales. Una forma muy certera de enseñar.

En definitiva, una gran exposición, complemento perfecto para el interesado en la época romana y feliz reencuentro con este mundo antiguo para el emocionado visitante de Roma, Ostia, Pompeya o Herculano.

Por cierto, la tienda al salir es una de las mejor abastecidas que hemos encontrado sobre este tipo de cosas. Si bien los precios son abusivos: una reproducción en bronce de, por ejemplo, una tésera hospitalaria de Uxama en forma de jabalí triplicaba el precio ofrecido por el artista original en su puesto de artesanía.

Sin duda, es una exposición digna heredera de las de Faraón o Los Guerreros de Xi'an.