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19 de septiembre de 2010

Apamea, Bosra y Rusafa / Yacimientos en Siria (I)

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Puedo estar equivocado (seguro) pero me da la impresión de que a pesar de que Jordania tiene las joyas de la corona en los viajes a Oriente Medio, Siria le gana por la mínima a pesar de tener objetivamente menos hitos turísticos y ser un país mucho menos avanzado que Jordania. Siria es un país fascinante que no cansa recorrer y que sorprende en cada visita que realizas.

Además, Siria tiene una larga historia detrás, como todos los países del Cham, del norte de Arabia Saudí.

P1230114Y esa historia se traduce en algunos yacimientos arqueológicos muy interesantes, desde los más antiguos (Ugarit, Mari) hasta las ciudades romanas que en su momento fueron griegas o seleúcidas (Apamea, Bosra, Doura Europos y, por supuesto, Palmira), algunas bizantinas (Rusafa) o medievales (el mismísimo Krak de los caballeros). Pues bien, hemos tenido la suerte de poder visitar algunas de ellas. Ugarit se ha quedado fuera, lástima, nos hubiera hecho mucha ilusión poder ver el lugar donde se halló el primer alfabeto escrito.

Abordemos en esta ocasión tres yacimientos muy especiales. En primer lugar, Apamea, una ciudad romana de la que se conserva el cardo máximo más largo de toda la región. Después, echaremos una ojeada a Bosra,donde se conserva uno de los mejores teatros romanos del mundo y donde, sorprendentemente, el yacimiento está habitado. Por último, pasearemos por Rusafa (o Resafa, Rasafa, Russafa…según le de al traductor), un yacimiento bizantino en medio del desierto.

I. Apamea / Aphamea / Afamea

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Este que se está echando la siesta aquí al lado es el perro de una familia de sirios que regenta un bar al lado de las ruinas de Apamea.

Está tan ancho, durmiendo tan campante entre piezas extraídas del yacimiento como si no fuera con él. Restos de columnas, de basas, de sarcófagos, de estelas, de estatuas. Todas juntas sin ton ni son a mayor honra de la misma familia que ahora se nos acerca y nos ofrece piezas y monedas falsas a un precio imbatible. Como no comulgamos, se retiran en sus motos a la espera de nuevos turistas que caigan más fácilmente.

P1230065Apamea es un yacimiento visitable pero sin infraestructura, con paneles informativos de buena voluntad en el exterior. Se llega a ella tras un recorrido de cereales, olivos y girasoles, un lugar medianamente fértil en el valle del río Orontes.

En realidad, lo que más famosa la hace, el impresionante cardo máximo mejor conservado y más largo de Oriente es su prácticamente única parte visitable. Y aún así merece la pena, a pesar de las pobres condiciones de información y atención al visitante, más allá de sendos kioscos en cada entrada de depauperado aspecto.

El pasado fue otra cosa: Apamea era la capital militar seleúcida (fundada en el siglo IV aC) y contaba con más de cien mil habitantes libres el siglo I dC. Su nombre procede de la mujer del rey Seleuco, al que le apeteció dejar la huella de su familia en el resto de ciudades de su reino: Latakia era su madre. Antíoco, su padre, dio nombre a la capital política del reino, Antioquía.

P1230071 Sucesivos terremotos la dejaron tocada. En 115 (para ser reconstruida por los romanos en época trajana), en 573 (¿a los persas se les puede llamar terremotos?) y en 1157 (cuando Apamea se situó precisamente en el epicentro).

P1230127 Fue en este momento cuando los pocos habitantes que quedaban en la ciudad se trasladaron a la Ciudadela de Qelaa Al Mdiq, en un alto desfiladero  de las cercanías y Apamea desapareció entre las arenas del desierto y la necesidad de piedra de la población.

No hay más que ver el Teatro de las afueras de la ciudad. No sólo está arruinado sino que sirve tanto de vertedero como de cantera, todavía hoy. P1230056Debió ser enorme y, para mayor pasmo, es el único edificio que queda en la ciudad de época seleúcida.

Muy cerca de él se halla una de las entradas al yacimiento pero nosotros optamos por la contraria, por aquella cercana a la Puerta de Antioquía, precisamente.

En la Puerta de Antioquía comienza el increíble Cardo Máximo romano, construido después del terremoto del siglo I. P1230074Tiene 1850 metros de longitud y eso que sólo está excavada una parte. Lo verdaderamente sorprendente es que se hayan podido poner en pie tantas y tantas columnas en buenas condiciones.

De hecho, el recorrido por el yacimiento de Apamea es en realidad un recorrido por su avenida más importante.

P1230085 En el inicio, a la izquierda de la Puerta de Antioquía, una excavación belga ha sacado a la luz unas termas recientemente. De hecho no aparecen en las guías y están en pleno proceso de restauración. Los obreros sirios se afanaban a trabajar bajo la mirada estoica de varios agamas que tomaban el sol indolentemente. En las termas es fácil reconocer los tradicionales Caldarium y Tepidarium, sobre todo por la instalación típica de suelos calientes.

P1230098 Volviendo al camino principal, nos encontramos de vez en cuando unas columnas en medio de la avenida. No tienen soporte para estatuas (como la mayoría de las columnas que nos rodean) y sin embargo, en muchos sitios las denominan columnas votivas. Nuestro guía opina que más bien son columnas de distancia, que indicaban que habías recorrido unos 600 metros entre una y otra.

P1230106 Apamea era una ciudad bastante importante. Siete Km de murallas la protegían, pero no bastaron para que aquí se luchase otro tipo de guerra diferente a la militar. Apamea era un lugar reconocido para el estudio de la filosofía, en particular la neoplatónica. Un gran mosaico de Sócrates es la estrella del cercano Caravansaray que acoge los mosaicos de Apamea.

Ésta fue uno de los reductos paganos que permanecieron en un Imperio cada vez más cristiano.EL famoso obispo Anastasio dijo algo así como “Si no acabamos con los paganos de Apamea, no ganamos” y así lo hicieron, muchos paganos murieron aquí.

Un acueducto debía traer el agua desde más de 80 Km a la ciudad, en la que aparecen de vez en cuando restos de tuberías y alcantarillas griegas (más toscas) y romanas.

A mitad de camino nos encontramos a la derecha con los restos de una mezquita del siglo VII, evidencia del mantenimiento de la ciudad aún en la Edad Media. Un poquito más adelante, pero a la izquierda, aparece la reconocible fachada de un Templo, que algunos autores asignan a la Diosa Tiké de Asia Menor.

P1230112Esculpidos en sus capiteles algunos motivos de índole sexual, lo cual hace dudar acerca de la divinidad a la que está adscrito el templo, si es que realmente es un templo (aunque tampoco me imagino un burdel de estas características en Apamea).

P1230125 Llegamos a la intersección entre el Cardo Máximo y el Decumano. Aquí se levantaba el tradicional Tetrapylon del que sólo queda una columna (ver foto inicial). Aparecen entonces los restos del Templo de Baco, con unas características columnas estriadas y algunas tallas en piedra muy llamativas (como la de este sacerdote).

P1230133Por cierto, un poquito más adelante aparece un deterioradísimo Templo de Zeus que también está en plena fase de restauración.

Restos de columnas aquí y allá, la base de otra columna de distancia, junto a los sempiternos beduinos en moto vendiéndote la ídem completan el yacimiento y, mientras nos fijamos en lápidas que ejercen de baldosines del suelo, marchamos hacia el bar del P1230134principio con los mismos estafadores y el mismo perro y sintiendo unas ganas horribles de coger un resto romano real y llevarlo a casa.

De hecho hay para elegir: lápidas, estatuas sentadas, capiteles,columnas, basas. Finalmente elegimos una Mirinda de naranja y tan contentos. Aún con todo, sentimos que Apamea no nos ha defraudado, más bien al contrario.

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 II. Bosra

(Pronúnciese Busra). El teatro romano del siglo II dC, excelentemente conservado, es el monumento mejor conservado de la capital septentrional nabatea de esta zona del Oriente, transformada después en la capital romana (Nueva Trajana) de la provincia imperial correspondiente. El resto del yacimiento de Bosra recuerda un poco a la sensación que debieron vivir los arqueólogos y arqueoladrones del siglo XIX al recorrer antiguas ciudades venidas abajo pero habitadas aún por árabes de la zona.

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Y es que, aunque el Teatro Romano es uno de los puntos fuertes de la visita a Siria (aparece hasta en los billetes de 50 liras sirias), el resto del yacimiento es el lugar donde sobreviven una buena parte de familias de sirios, algunas en edificios antiguos adaptados, otras directamente entre las ruinas, las menos en edificios construidos expresamente entre los muros de la ciudad romana.

P1210787 Cuando entras al Teatro realmente parece que estás entrando en una fortificación, lo que no es ninguna tontería. El miedo a las cruzadas, primero, provocó que los musulmanes que vivían en Bosra construyeran murallas de defensa alrededor del Teatro. Pero además, el mismo nombre de Bosra significa “fortaleza”, es decir, que ya desde un inicio era una ubicación bien defendida. En la entrada, además de un foso (qué raro se ven estas cosas típicas de castillos en un teatro) numerosos mosaicos y estatuas dan paso a los conocidos pasillos subterráneos que daban directamente al escenario o a las gradas.

P1210805 Enseguida nos damos cuenta de lo que diferencia a este teatro de otros de la zona: está a pie de suelo, no aprovechando ninguna pendiente. Además, está hecho de basalto negro, muy abundante en la zona (el sur de Siria). Entre diez y quince mil espectadores podían ocupar sus asientos en este teatro, que además contaría tanto con gradas de madera como con una estructura (de madera también) que permitiría cubrir con una tela la parte superior para proteger del sol a los aficionados.

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El graderío está dividido en tres partes separadas por pasillos a los que se abren puertas para la entrada y salida de espectadores. Un buen número de escaleras comunican todas las partes. Los vomitorios (o puertas de escape) permitían salir a todos los espectadores una vez finalizada la obra en pocos minutos.

El foso de los músicos conserva su pavimento original y se utilizaba no sólo para la “orquesta” sino también para realizar ritos en las fiestas de la época pagana. El escenario, que se conserva espléndidamente, tiene 45.5 metros de ancho y 8 de profundidad. Su suelo era de madera y los apuntadores de la época se situaban debajo de él. Columnas con capiteles y bases de mármol (y fustes de caliza), tres pisos con sus correspondientes espacios para estatuaria conformaban un escenario brillante y contundente que, visto desde la distancia, no desdice en una fortaleza.

P1210821Salimos del teatro para encontrarnos cara a cara con el yacimiento de Bosra, a la izquierda del mismo. A primera vista no difiere de cualquier otro hasta que poco a poco te das cuenta que estás pasando por calles habitadas y que los niños no te van a dejar pasar sin comprarles algo. No llega a la persecución de otros países árabes, desde luego, pero puede hacerse incómodo.

Entramos por las termas meridionales. Había más termas en Bosra, pero están ocupadas por casas de la gente de la zona. Éstas están moderadamente bien conservadas, desde hace tiempo arqueólogos sirios están levantando el edificio, en el que se encuentran los tradicionales Apodyterium, Frgidarium, Caldarium y Tepidarium e incluso un área de descanso en la zona oriental donde se levantaban las 19 columnas de estilo dórico de la foto de arriba.

P1210829El agua procedía de más de 35 km a través de un acueducto. Por cierto que el Caldarium contaba con un material refractario que conservaba mejor la temperatura del agua. Saliendo de las termas vemos a lo lejos el Arco del Triunfo.

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Los habitantes de Bosra lo llaman Bab al-Qandil y su historia se remonta al siglo III dC cuando, según una inscripción que se conserva en la cara norte (la única cara en pie), el general Julio Juliano, de la primera legión pártica y a las órdenes del emperador Felipe el Árabe, celebró una victoria (no se sabe contra quien, quizá los propios vecinos partos).

P1210836Muy cerca se levanta el Templo de las Sirenas, del siglo II dC) cuyas columnas de estilo corintio (arriba) son espectaculares.

Y poco después está Al-Kaliba, el Templo de la Hija del rey. Como siempre el nombrecito parte de la típica historia popular según la que un rey ordenó hacer el más impresionante palacio para que su única hija estuviera siempre fuera de peligro en su interior. Con la primera cesta de comida que le proporcionaron a la pobre muchacha viajaba un alacrán escondido entre las uvas que picó, y mató, a la pobre princesa.

En realidad es un templo religioso del siglo III dC del que se desconoce el dios al que está adscrito. Kaliba, por cierto, es una denominación dada por los arqueólogos a un tipo específico de templo oriental.

Dejando el Mercado Central a un lado (un edificio techado y amplio, con columnas formando un patio en el que los comerciantes podían vender sin calores en verano) se llega a la Mezquita Al-Umary, una de las obras más antiguas del Islam en Siria y bastante bien conservada. P1210837Una de las cosas que más llaman su atención es el alminar, del siglo XII, que es cuadrado y recuerda poderosamente a la torre de una iglesia cristiana de la misma época.

Es una de las tres únicas mezquitas del mundo que conserva el estilo islámico antiguo (las otras están en Medina y en Egipto), por eso es campo de trabajo fundamental para los arqueólogos sirios. Inscripciones griegas, nabateas, romanas y árabes se han descubierto en sus columnas y muros. Su nombre, por cierto, es un homenaje al Califa Umar ibn Al-Jattab, en cuya época se comenzó a construir.

P1210841 Y es éste el momento en el que entramos en el casco antiguo de Bosra, el que está habitado, con gentes viviendo en sus calles con la colada puesta a secar en las ventanas. Un gran puesto de cosas varias se sitúa al lado del Convento del Monje Buhayra, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, posiblemente del siglo IV C y que le debe el nombre a un monje nestoriano que le dijo al tío de un niño que viajaba con una caravana que hacía parada en Bosra que cuidase mucho de aquel chavalín puesto que llegaría a ser un personaje importante. Al niño se le conocería en el futuro como un tal Mahoma.

El puesto que hay al lado merece atención. Es el ejemplo típico del caos árabe y lo divertido que puede ser regatear, buscar entre piezas y objetos de todo tipo y tratar de hacerse entender.

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Entre las piezas a la venta, numerosos bustos del emperador romano Felipe el Árabe quien nació bien en Bosra o bien en la cercana Shahba en 204 dC. Este interesante personaje protagonizó el primer milenario de la historia de Roma en 243 antes de perder la batalla del poder con Decio en 249.

P1210848 La Catedral de Bosra, la Catedral de los Santos Sergio, León y Baco, de 512 dC, está justo al lado de este puesto y se considera un edificio importante pues probablemente serviría de anteproyecto físicamente construido de la maravillosa Santa Sofía de Constantinopla. De ahí que su cúpula, prácticamente desaparecida, sea considerada la primera en una construcción religiosa cristiana.

P1210850 De hecho, esa cúpula se vino abajo y de ello aprendieron los arquitectos de Santa Sofía o de la catedral de Rávena, a quien Justiniano debió encargar sendas iglesias en las que resolver el problema constructivo de la de Bosra.

Queda en pie más bien poco, el altar, los muros exteriores… pero como nos dejaron pasar a su interior (debe ser el único edificio de todo el yacimiento cerrado con una reja) pudimos entrever los frescos coloreados del siglo VI dC que aún se mantienen en el ábside. En las narraciones del siglo XIX se cuenta que éstos todavía se veían bien y que tanto techos como paredes y puertas estaban bellamente decorados.

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Un poco más adelante se encuentra la única edificación que queda en Siria en estilo nabateo. La llaman la puerta del templo nabateo por esta obvia razón. Y aunque parece enorme, queda aún bastante por excavar para dejar al templo totalmente libre del peso y el paso del tiempo (se piensa que el nivel inferior está a 6 metros).

De hecho, sus restos están dispersos a lo largo de más de 100 metros hacia el sector oriental de Bosra apareciendo en el suelo restos de puertas, bases de pilares y antiguos ladrillos, todo como si estuviera preparado para el comienzo de la obra.

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Nos encontramos ahora con el llamado Palacio de Trajano o Palacio en términos generales, pues pudo ser la sede del gobernador de la provincia Siria romana. Es un edificio rectangular, una ruina digna de la que se conserva bien una de las fachadas, con sus nichos rectangulares y cuadrados para albergar estatuaria. Es posible acceder a su interior para visitar algunas habitaciones en las que quedan restos de decoración, pero nosotros preferimos ir justo enfrente, subir unas cortas escaleras y terminar la visita a Bosra con la siguiente imagen:

P1210862Es la Cisterna o Aljibe de los Peregrinos (o Cisterna Al-Hayy), construida en época ayyubí para abastecer de agua a las caravanas de peregrinos que pasaban por Bosra de camino a Ammán y a La Meca (además, aquí permanecían unos días esperando a los peregrinos más retrasados).

Es enorme, 155 metros de largo por 122 de ancho y 8a 12 metros de profundidad y cuenta con una plataforma cuadrada en el centro para que descansen los nadadores. Esta plataforma da pie a otra teoría: esta cisterna se remonta a época romana, pues en los templos romanos de Asia Menor las piscinas sagradas siempre tenían esta estructura.

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Así que nos despedimos de Bosra viendo a los chavales discutir por quien ofrece qué, por quien monta en la moto, por quien atiende a los turistas.

Y a las mujeres de Bosra caminando tranquilamente por entre sus muros históricos adornados con sábanas y mantas, muros que a veces incluyen vallas en su parte superior, con puestos de comida y tiendas en lo que en su momento fueron los templos de una ciudad que llegó a ser capital de un reino.

III. Russafa / Rusafa

P1220539El yacimiento de Rusafa está en medio del desierto, a todas luces un lugar inhóspito y desolado. No siempre fue así, en su momento era considerado un lugar fértil y un lugar estratégico desde el punto de vista militar y comercial.

Para acceder a Rusafa hay que recorrer muchos kilómetros de arenas amarillas, de vegetación rala o nula, con manadas de dromedarios pastando lo (poco) que hay. Y al llegar, justo al lado de una cafetería regularmente abastecida y con baños necesarios pero poco recomendables, te encuentras con el yacimiento, bajo la insolación permanente de un sol abrasador, con el abandonado aspecto de una ciudad hace tiempo extinguida.

P1220514 Ahora se entra por la puerta que da al Norte, que está muy bien conservada pese a que fue un terremoto en el siglo XI el que acabó con la ciudad. Las columnas de estilo corintio otorgan un aspecto honorable a lo que en su momento fue una importante base militar.

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De hecho, Russafa no era sino una avanzada estratégica de época romana y bizantina que ejercía de frontera con el imperio persa. El auge de la ciudad se sitúa en los siglos IV (en época de Diocleciano) y VI dC, momento éste en el que fue restaurada ya en época de Justiniano.

Russafa formaba parte de la llamada Strata Diocletiana, es decir, según wikipedia: “(…) una calzada romana fortificada que corría a lo largo del borde del desierto oriental, el limes Arabicus, del Imperio romano. Tal y como sugiere su nombre, fue construida bajo el gobierno del emperador Diocleciano (r. 284-305) como parte de una campaña de construcción de fortificaciones. Comenzaba en la ribera sur del río Éufrates y se extendía hacia el oeste, pasando por el este de Palmira y Damasco y bajando al noreste de Arabia.”.

P1220559 Contaba con una muralla bastante frágil pues estaba construida con el material que abunda en Russafa, una especie de yeso cristalizado o mármol con un altoporcentaje de yeso y mezclado con caliza (qué rabia no ser geólogo en estas ocasiones). El sol hace brillar estos cristales por doquier en Rusafa.

Los edificios más importantes del yacimiento son unos aljibes y dos catedrales. Una expedición alemana está trabajando todavía en sacar a flote todos los secretos de una ciudad en estado de ruina avanzada y abandonada desde su toma por los mamelucos. En cualquier caso, estos edificios mejor conservados se asignan claramente a la ciudad bizantina reconstruida por Justiniano.

P1220532 Primera parada: la Basílica de San Sergio. En el siglo IV los dos famosos soldados romanos mártires del cristianismo, Sergio y Baco, fueron ajusticiados, precisamente, aquí en Rusafa. De ahí que durante mucho tiempo a esta ciudad se la conociera como Sergiopolis. Esta Basílica es una de las iglesias más antiguas del mundo y conserva tanto el ábside como dos sacristías. Las columnas caídas en su derredor consiguen un efecto dramático pero atractivo a un tiempo.

P1220544 Continuamos bajo el sol y sobre la arena del desierto. Nos dirigimos, sin embargo, hacia un par de edificaciones más bien fresquitas.

Se trata de dos cisternas romanas, restauradas también en el siglo VI dC; las más grandes de Siria. Miramos por entre las rejas de la puerta que impide el paso a su interior y nos quedamos anonadados ante sus dimensiones (enormes), ante sus gruesos pilares y bóvedas y ante las escaleras ubicadas en varios pilares para acceder a los diferentes niveles del agua según su cantidad.

P1220548 ¿Por qué son tan grandes? En realidad no hacía falta tanta agua para abastecer a los relativamente pocos habitantes de Russafa. La respuesta está en el carácter de la ciudad: es una base militar en plena frontera con el Imperio Persa. El agua era necesaria para las tropas que venían a combatir, a defender o a hacer acto de presencia.

P1220561 De hecho, desde las cisternas se pueden ver las tristes (ahora) murallas de Russafa, con una curiosa galería adosada a la misma y con múltiples escaleras que unían el piso inferior y el superior.

Más adelante se levanta una segunda basílica y hacia ella nos dirigimos. Se trata de la Catedral de Russafa y en su interior se guarda una estructura interesante, una Bema.

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La catedral data del año 313 dC y cuenta con púlpito muy típico de las iglesias orientales de esta época en Siria: la Bema, una estructura en forma de herradura de caballo desde la que se impartía clase a los alumnos, pues en estas basílicas no sólo se atendían los ritos religiosos sino que ejercían la labor de escuelas de la época.

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P1220521Nos despedimos de Russafa tomando una Mirinda de naranja (de nuevo, le cogimos afición) en la cafetería de enfrente del yacimiento. Allí nos atienden amablemente y una niña nos indica la ubicación de los servicios mientras se esconde,tímida, cuando no tiene otra cosa que hacer.

Son los habitantes actuales de una Siria que contó en su momento con ciudades espléndidas y representativas de la época seleúcida, helénica, nabatea, romana, bizantina o musulmana pero que, muy probablemente sean muy parecidos a aquellos que les precedieron, de ahí que el contraste sea menor, pues cuesta menos imaginar la belleza de Aphamea, Bosra o Russafa reconstruidas y pobladas con gentes tan fascinantes como las de la pobre cafetería de la mirinda de naranja.

Pero aún nos queda lo mejor: Palmira.