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31 de octubre de 2010

11 cosas que hacer en Aleppo

P1220982 Si Damasco es una gran ciudad, Aleppo, la segunda gran urbe de Siria, es más ciudad que la capital: continúa manteniendo el encanto de los zocos, de la mezquita, de los barrios con encanto… Pero tiene algo más: mucha, muchísima más vida; más viveza, más gente en la calle, más vida nocturna, más alegría y un gran número de cosas por ver y hacer, empezando, claro, por…

1. Visitar la Ciudadela

P1220690Aquí empezó la vida en Aleppo. La Ciudadela se sitúa sobre un antiguo Tell, lo que ya da pistas de lo mucho que lleva siendo poblada la ciudad. Halap es el nombre en árabe de Aleppo y significa “ordeñar”. Curiosamente, un viajero del siglo XIX llamó a la ciudadela la “taza de café de Aleppo”. Y debe llevar mucho tiempo habitada esta taza de café, pues en la Ciudadela se hallan restos de muchas épocas: arameos, amonitas, seleúcidas, griegos, romanos y un largo etcétera.

P1220768La Ciudadela ha sufrido a lo largo de sus historia numerosos ataques, de los cruzados, los mongoles (Gengis Khan primero y Tamerlan después), los mamelucos en 1516 o los otomanos más tarde. Aún así la entrada es espectacular, una de las cuatro entradas con las que contaba la fortaleza que, además, presumía de varias torres defensivas. Se suele utilizar como ejemplo al hablar de la más bella arquitectura árabe islámica.

P1220714Pasado el arco levadizo (que en su momento fue de madera), levantado sobre un antiguo foso, enseguida nos llama la atención que la entrada al propio edificio no está en línea recta ascendiendo la escalera sino que ésta dobla a la derecha, en forma de codo, para así evitar los arietes que en otro tiempo se utilizaron para acceder a su interior.

P1220715La puerta está decorada con un buen número de herraduras, prácticamente todas hacia abajo (70) y sólo una hacia arriba. Poco después aparece otra puerta, la llamada de los leones (símbolo de los ayubitas) en la que según quien los mire se ve uno sonriente y otro triste.

La típica historieta vendida como sabiduría de la vida (es decir, en guerra todos pierden) en la que realmente los dos leones son iguales. Por cierto, atravesarlos supone cruzar la quinta de las puertas que dan acceso a la Ciudadela, a la parte civil de la ciudadela.

Salimos ahora al exterior, nos rodean restos de unas termas en excavación (a la izquierda) y un aljibe con dos niveles (el nivel dos se utilizaba sólo en caso de emergencia) a la derecha. Al final, una mezquita del siglo XII.

De esta manera, el pueblo que se refugiaba en su interior en momentos de guerra, tenía a mano baños públicos, cisternas de agua, templos, almacenes de víveres y por supuesto viviendas y edificios. La Gran Mezquita de la Ciudadela está dedicada a Abraham quien, según la leyenda musulmana ordeñó aquí su vaca rojiza (y de ahí lo de Halap… Aleppo, ordeñar). La leyenda cristiana dice que en la iglesia bizantina por debajo de la mezquita se haya enterrada la cabeza de Juan Bautista, que se trajo desde el Templo de Baalbeck en 456 dC. También sirvió de madrasa.

P1220735 Al final de esta gran avenida, justo después de una excavación arqueológica en la que unos alemanes tratan de sacar a flote antiguos restos hititas, se accede a otra gran mezquita desde la cual se puede ver una muy buena vista del norte de la ciudad…

P1220752P1220754 Nos acercamos ahora al Palacio Real, cuya entrada repite el esquema blanquinegro típicamente árabe de mármol y basalto.

Y a partir de ahí, paseamos por salas de palacio entre las que destacan la antesala del trono (en cuya parte superior se ubicaban unas esculturas con burda forma de guardia para engañar a los posibles enemigos).

P1220761Pero sobre todo, como es natural, la Sala del Trono con suelos de mosaico, techos de damasquinado, una lámpara portentosa y un lujo palpable que el gobernador veía desde una esquina oscura para que no le vieran aquellos que estaban bajo su jurisdicción (de hecho, los veía llegar tras los barrotes de una ventana externa al Salón).

2. Perderse en los zocos

P1230012 Pero estos zocos no son como los de Damasco ni como los de Estambul. Tienen otro sabor, otra presencia… mucho más real, que se siente, se huele, se palpa. Son zocos mucho más cerrados, un pelín más claustrofóbicos pero más atrayentes, si cabe. Igual de largos y laberínticos que los demás, pero con más posibilidades de vivir escenas sacadas de la mejor literatura árabe. Desde la furgonetilla que, marcha atrás, recorre los angostos túneles abarrotados de compradores hasta los grupos de mujeres cubiertas de negro desde los dedos de los pies hasta el último pelo de la cabeza –ojos incluidos- en un horripilante ejercicio de autoflagelación o de flagelación impuesta (no sé que en qué porcentaje, supongo que infinitamente mayor en el segundo caso).

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Pero más allá de esto, recorrer el Zoco es toda una aventura, son más de 8 kilómetros de intrincadas callejuelas cubiertas, puestos de fruta, de jabones, de telas, de ropa, de carne. Corderos colgados en el exterior, vendedores empujando enormes carros con bollería, zumos de frutas ya exprimidas a la espera de quien los compre y beba, alegres y bigotudos vendedores, especias, dulces, frutas pesadas con romanas; cientos de personas afanándose por pasar en diferentes direcciones. Asombrosa la amabilidad de los sirios: uno de los vendedores, sin haber comprado nada, acercó en coche a unas conocidas al hotel sin esperar contrapartida alguna.

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Más de 15.000 tiendas y un buen número de entradas: sabes por dónde entras, nunca por dónde vas a salir. Algo te llevarás, casi seguro. Nosotros caímos, claro.

3. Vestirse de adefesio (mono) en la Gran Mezquita de los Omeyas

P1220817 La Gran Mezquita de los Omeyas es uno de los edificios más importantes y bellos de Aleppo, como era de esperar. Y no decepciona: su patio es columnado y amplio; sus suelos embaldosados de basalto negro y piedra amarilla recrean formas geométricas que contrastan con las dos fuentes para la ablución y con el alminar de la Mezquita, que llama la atención ya desde el exterior.

El alminar presenta un diseño puramente medieval (se construyó en 1095), es cuadrado, con seis pisos que alcanzan los 46 metros de altura.  Relieves de columnas, arcadas, ventanas y capiteles más algunas sentencias en lengua cúfica (recientemente hallada una que dice En nombre de Alá el Comprensivo y Misericordioso) aparecen en todas sus caras.

Nos quedamos mirando al alminar mientras sentimos en nuestros pies descalzos el calor casi doloroso de las baldosas calentadas al sol de media mañana. Y no vamos vestidos de normal, bueno, los hombres sí; las mujeres han de cubrirse totalmente. Al menos, los monos que les proporcionan son un poco más pasables estéticamente que los de Damasco, incluso más alegres. Son blancos e incluyen algunas florecillas y motivos semejantes.

P1220814 Aún así, es difícil de entender la misoginia de esta sociedad, por otro lado fascinante. Paseamos por el patio de la mezquita, centro religioso, centro de formación, centro público de opinión y discusión, de reunión del pueblo, de oración. El Alminar, antiguo como la forma de pensar de muchos de nuestros compañeros de visita, da sombra a un edificio realmente bonito aunque muy restaurado, que abre varias puertas al exterior, incluyendo dos a los zocos para facilitar el intercambio entre la vida real y la espiritual. Resulta que no son la misma.

4. Buscar Pinus haleppensis en Aleppo

Sí señor, aunque parezca mentira me encantaría ver eucaliptos en Australia o Ailantos en China, sólo por el placer de ver en sus lugares de origen a las especies arbóreas que provocan pesadillas en las mentes de muchos profesionales y aficionados a esto del medio ambiente.

Y por fin, en Aleppo, pude ver de primera mano un auténtico Pino de Alepo (Pinus halepensis), un árbol resistente a la aridez, de tan buen resultado en crecimiento rápido y producción de madera y resina que se ha llevado allá donde ha sido necesario.

P1220731Como árbol, como pino, me parece interesante y apasionante, y encontrarlo en medio de la Ciudadela de Aleppo, todo un privilegio.

Encontrarlo en los montes de Galicia, en las estribaciones de las sierras del centro peninsular, en cualquier restauración forestal bien o malintencionada me provoca una desazón imposible de ocultar.

5. Pasear por el Barrio Armenio

Al gadydah es el nombre del barrio armenio de Aleppo. En realidad significa “barrio nuevo” y lo fue, pero en época otomana e incluso anterior. Probablemente se crease para albergar a los comerciantes cristianos maronitas y armenios que se instalaron en la ciudad a la sombra de la Serenísima República de Venecia. O bien se localizaron en ámbitos más céntricos tras los destrozos de las invasiones mongolas…

P1220881 Sea como sea, porque no parece nada claro, el Barrio Armenio de Aleppo es un lugar pintoresco y agradable para pasear. Son las casas las que llaman enseguida la atención. También hay iglesias desperdigadas aquí y allá, pero muchas de las casas tienen una disposición muy llamativa. Paseando por sus callejuelas encuentras de vez en cuando pasadizos abovedados sobre los que se ubican habitaciones. Coquetos patios con fuentes aparecen aquí y allá. Además, estas casas suelen disponer de sótanos que ejercen la labor de vivienda subterránea fresca en verano y calentita en invierno.

Y muchas de éstas casas no son sino recuerdos de los grandes comerciantes cristianos que hicieron su agosto a lo largo de la historia como embajadores del capitalismo occidental en medio del mundo islámico. Estas casas estaban muchas veces profusamente decoradas. El mejor ejemplo de todo ello no está en Aleppo, como podría esperarse. Lo vimos en diciembre de 2009 en Berlín, en el mismísimo Museo de Pérgamo (http://isla-muir.blogspot.com/2010/02/en-el-museo-de-pergamo-y-iii-la-puerta.html) donde se ubica la encantadora decoración que cubría las paredes del comerciante occidental en la Casa Beit Wakil donde, pobres, muestran un catálogo con lo que allí había (y probablemente vendieron por avaricia mezclada con ignorancia).

P1220889 6. Visitar el Museo Arqueológico

Tres hieráticas estatuas en basalto negro montando dos leones y un toro reciben al visitante del Museo Arqueológico de Aleppo, si cabe, mucho más impresionante que el de Damasco.

El palacio que acogía la tumba del último príncipe de Bait Bakhani en Guazana, actual Tell Halaf, tenía a la entrada estas espectaculares figuras. Dentro nos esperan muchas, muchísimas cosas interesantes.

P1220916 Es preciso reconocer que la mayor parte del presupuesto del museo se ha dedicado a la representación del Islam antiguo, concediendo menos importancia a los hallazgos de Ugarit, de Ebla, de Mari, de las civilizaciones sumeria, asiria, hitita, griega, romana, bizantina..

De todo hay en este bonito museo destacando los reyes de Mari, su León de bronce, la Estatua de la Diosa del Manantial, los frescos asirios o las impresionantes figuras basálticas de la civilización de Tell Halaf como las que abren el Museo. Pasamos una tarde muy entretenida en él, es un Museo no demasiado visitado que merece la pena recorrer.

7. Buscar el Hotel de Agatha Christie

P1220970 El hotel Baron (precisamente en Baron Street) fue inaugurado en 1911 por la familia Mazlomian. Pues bien, este hotel, escondido entre las grandes y pobladas calles de Aleppo es donde Agatha Christie escribió el que es considerado uno de sus mejores libros, su “Crimen en el Orient Express” y, como a ella, también sirvió de residencia puntual a personalidades como Lawrence de Arabia, De Gaulle, Roosvelt o el mismísimo Mustafá Kemal Atatürk.

Así que allá nos fuimos, a llevarnos la imagen de este hotel imperecedero (pero sin poder ver las habitaciones de estos personajes, ahora transformadas en suites).

8. Comprar jabón

P1220989 Desde por lo menos la Edad Media, Aleppo se ha convertido en una importante productora de jabón natural. Entiendo que las labores artesanales en su fabricación han dado paso a la producción intensiva industrial, pero en Aleppo aseguran que los ingredientes siguen siendo naturales y, además, de la región: aceite de oliva (que hidrata y suaviza), aceite de laurel (antiséptico y aromático), agua y soda. Bien es cierto que la soda, tradicionalmente obtenida de Salsola kali, ahora es artificial.

Y todo es porque los turistas como nosotros necesitamos llevarnos, qué menos que una pastilla de jabón o un lote de éstas (en nuestro caso, una coqueta caja de tres a cinco euros). Se supone que las pastillas han estado nueve meses secándose antes de poder disfrutarlas…

9. Llegarse hasta San Simeón y las ciudades muertas

P1220840 Cerca de Aleppo existen un buen número de yacimientos arqueológicos de interés. Algunas de las más importantes son las llamadas Ciudades Muertas, que no son sino poblaciones bizantinas muy prósperas en los siglos V y VI debido a la industria del aceite pero abandonadas después, Sergila y Al Bara, al oeste de Aleppo, son las más conocidas (y con las que más ganas de ver nos quedamos).

P1220846 Nosotros fuimos al norte, a ver las impresionantes ruinas del Monasterio de San Simeón, el Estilita. Este señor, allá por 390 dC decidió que estar en un monasterio no era suficiente para alcanzar el clímax espiritual y con el fin de alejarse del mundanal ruido (y de las mujeres, otro misógino de cuidado) decidió escalar a lo más alto de una columna de piedra y permanecer allí aislado noche y día.

Aislado, lo que se dice aislado, poco estuvo: atrajo a miles de peregrinos para escuchas sus sermones y, a su muerte, el emperador Zenón ordenó construir el Monasterio Basílica alrededor de la columna y por cuyas ruinas tuvimos el lujo de pasear.

Muchos monjes estilitas siguieron la idea de Simeón a lo largo del tiempo. Menos mal que la moda terminó.. el caso es que el Monasterio es asombrosamente interesante. A la entrada, un buen número de restos aguarda a que alguien los identifique y se cuide de ellos mientras sirven de asientos de la cafetería cercana.

P1220845Los restos del pilar sobre el que Simeón estuvo cuatro décadas sermoneando se sitúan en el centro de lo que en su momento fue la Basílica, un edificio moderadamente bien conservado en forma de cruz bizantina y que facilita unas vistas maravillosas de la región.

Junto a la iglesia, se sitúan los restos del monasterio y más adelante, los de una necrópolis cristiana y una antigua iglesia en la que se pueden ver restos de una pila bautismal. Se vuelve paseando entre cipreses, coscojas y esparragueras, en un paisaje de ruinas dignas encantador.

Curioso buscar entre sus restos las imágenes de cruces de diferentes cultos: se pueden hallar cruces cirílicas, griegas, de Malta, bizantinas y las tradicionales latinas.

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 10. Buscar la Torre del Reloj

P1230032 La Torre del Reloj es simboliza el límite entre la ciudad antigua y la moderna. Se llama Plaza de Bab Alfarag y estaba ubicada frente a una de las puertas de entrada a la ciudad, hoy desaparecida. El reloj no es antiguo, por supuesto, es de 1898, pero marca tanto el horario árabe con el occidental.

Buscar la Torre del Reloj se convierte en una odisea cuando te pierdes entre las calles de Aleppo, sorteando un tráfico insidioso y perdiendo la mirada aquí y allá, pues las imágenes que circulan ante tus ojos son inolvidables. El paso de los barrios antiguos a los modernos es progresivo pero muy llamativo.

11. Mirar a la gente y a las casas… ¡y evitar que no te atropellen¡

P1220823Pasear por Aleppo tiene un gran inconveniente: hay que cruzar la calle de vez en cuando.Para nosotros, confiados occidentales dependientes del semáforo y los pasos de cebra no se nos pasa por la cabeza cruzar por un mar de coches en marcha. Y sin embargo, hay que hacerlo. Se trata de echarle morro al asunto, cruzar esperando (con seguridad) que los coches van a ralentizar su marcha según te vayas acercando a ellos. Y sucede¡ Paran poco a poco mientras tú, estresado, corres hacia la otra acera creyendo que has pasado un foso de cocodrilos¡

P1220794 Pero esto no es más que una mera anécdota pues recorrer las calles de Aleppo se disfruta enormemente. Las gentes no son sólo amables, sino que te llama la atención doquier miras sus formas de vestir, de andar, de comportarse. Las calles tienen casas antiguas pero dignas, balcones de madera ajados pero lustrosos… las cosas son baratas y reciclables.

Mientras unos aguadores sirven sus bebidas otros se afanan en vender bollos, aquel trabaja con el pico y la pala en la calle mientras un buen número de aleppinos se concentra en las puertas de la Ciudadela para tomar algo cuando anochece.

P1220783 Aleppo es una ciudad única, de mil y una caras, febril y a la vez tranquila, de poderosa estética, de llamativos barrios y localizaciones. Por ejemplo, sus caravasares.

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Nos encantó el Caravasar Al Wazir (el caravasar del Visir), un lugar hechizante cercano a la gran mezquita, en el centro de Aleppo, con una hermosa entrada, con dos pisos, grandes arcos y un ambiente que desde 1682 en que se construyó parece no haber cambiado prácticamente nada.

Como sucede en muchas partes de Aleppo que sin embargo perdió mucha de su importancia al ser cedida Antioquía (puerto natural de Siria) a Turquía como consecuencia del Tratado de Versalles de 1924 y tras la apertura del Canal de Suez. Y a pesar de eso, hay tanta vida detrás de las paredes de Aleppo

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19 de octubre de 2010

El Éufrates

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De acuerdo en que se trataba de la gran presa del Lago Al-Assad, pero al fin y al cabo se trata de las aguas embalsadas del río Éufrates y nadie me podrá negar la ilusión que hace poder bañarse en uno de los ríos en los que se inició la civilización occidental.

El Tigris y el Éufrates son nombres casi míticos para muchos como yo. Representan un verdadero antes y después de lo que somos y por eso, cuando decidimos recorrer muchos kilómetros de desierto para poder ver las azulísimas aguas del río Éufrates, nos sobrecogió una emoción sincera.

El camino fue largo pero apasionante. Los poblados de color pardo terroso se sucedían e intercalaban entre manchas de desierto con una cobertura vegetal muy baja. En los pueblos por los que pasamos, numerosos niños saludaban al paso de nuestro bus; pero no sólo niños, también personas mayores, mujeres e incluso algunos hombres.

Casi todos los pueblos mostraban alguna obra en proceso, en algún otro estaban en pleno mercadillo de fruta. Es un placer recordar a los chavales saludando al paso de nuestro bus, pero quizá más lo es recordar a los dromedarios pastando tranquilamente en los yermos campos del desierto sirio.

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Toda una manada de dromedarios pastan en la lejanía, mientras esta pareja disfruta… ¿Cómo lo diría utilizando un manido lugar común?: esta pareja disfruta de un merecido descanso bajo el sol abrasador del desierto. A su lado, otro compadre pasta tranquilo mientras la manada ve pasar el tiempo tan tranquilamente como nosotros les vemos a ellos.

P1220587 Es una parada deliciosa, como lo es también la del Éufrates. Uno de los objetivos es comer frente al Lago Al-Assad y además del consabido pollo (esta vez sin arroz) tenemos la oportunidad de probar la tilapia del Éufrates. Bueno, creo que es Tilapia, al menos coincide el tamaño y aspecto, pero no me extrañaría que nos hubieran servido carpas de gran tamaño… (pero hubieran tenido muchas más raspas, supongo).

P1220582El caso es que la experiencia merece la pena. Estamos en el típico chiringuito de playa solo que ubicado en medio de ninguna parte para nosotros, en la costa del Lago Al-Assad para los sirios. Quienes nos sirven son chavales, aquí son los niños los que cargan con la mayor parte del trabajo mientras los mayores les indican qué hacer.

Éste chavalillo nos sirve las tilapias mientras disfrutamos de un menú encantador de hortalizas y verduras de la zona, mientras miramos embelesados el profundo azul de las aguas embalsadas del Éufrates en este Lago. Lago que, precisamente, fue construido en 1973 para evitar problemas de abastecimiento de agua a Siria y del que se utiliza una parte importante para la agricultura.

P1220574 Y mientras tanto disfrutamos plácidamente de la vista del lago. Hay árboles de reforestación creciendo en las orillas del lago, mayoritariamente pinos. Las orillas son de arena mezclada con piedra, el fondo del lago es también de guijarros.P1220645 casi totalmente cubiertos de algas. No parece existir demasiada vida animal en sus orillas más allá de algunas gaviotas y charranes sobrevolando el cielo.

Decidimos coger una barca de la zona para que nos de una pequeña vuelta por el embalse, por las aguas del Éufrates. La lleva un patrón un poco especial, un sirio de libro acompañado de su hijo, como no podía ser de otra forma.

Intenta hablar con nosotros a lo largo del trayecto. Ya nos hemos encontrado antes en esta misma situación pero en países diferentes (Irlanda, Egipto, Turquía…). Lamentablemente no podemos entenderle, ni siquiera con gestos. Pero hacen su trabajo bien, nos guían por el Lago Al-Assad dándonos la oportunidad de oro de observar más de cerca lo que éste encierra.

Desde el punto de vista vegetal, cubren sus orillas espadañas y carrizos mientras crecen en las cercanías pinos y eucaliptos. Parece que el hombre nunca aprende de los errores que comete.

P1220612 Numerosas gaviotas se avistan desde el barco. También algún ave de mayor tamaño que no puedo identificar, lo mismo que con los láridos, me siento incapaz de identificarlos.

Aún así disfrutamos al verlas sumergiéndose en busca de alimento, nadando en la superficie del lago, posadas en sus orillas. En esas mismas orillas que las familias de sirios ocupan y en las que se bañan, desde las acampadas que hacen libremente, desde los coches que llegan a sus límites.

P1220627 Los niños ríen, se bañan los adultos… pero totalmente vestidos, eso sí.

Son esas cosas las que diferencian realmente a nuestras sociedades, no la forma de disfrutar de una tarde de baño sino vetustas costumbres que denigran a las mujeres y conducen el seguimiento de una religión a un reduccionismo tan absurdo que termina siendo terrible. Más allá de estas consideraciones, continuamos nuestro recorrido por el Lago Al-Assad, mantenido y cerrado por la Presa de Tabqa, una de las infraestructuras hidráulicas más impresionantes de Siria.

P1220601Tenemos la oportunidad de tomar un baño, nos sorprende lo limpias y azules que son sus aguas, lo fresco que resulta bañarse en el río Éufrates. La ilusión la comparten muchos compañeros de viaje y muchas gentes del lugar. Paseamos por sus orillas, persigo alguna libélula mientras se esconde entre los carrrizales.

P1220658Las adelfas ocupan gran parte de la cubierta vegetal de las orillas. Algunos pececillos recorren la superficie del agua.

Me acerco ilusionado a un gran árbol para ver si es alguna especie local, ¿quizá uno de las pocas especies de Quercus de la zona?. Un eucalipto enorme termina con mis ilusiones pero esta desazón no empaña la sensación de satisfacción de ver el Éufrates y confiar en su lenta y progresiva recuperación para con la cubierta original, aunque no sé si la dejarán.

Nos despide la inmensa y asombrosa figura del Castillo cruzado de Quelaa Jaber, construido en la época de Saladino sobre un antiguo castro seleúcida, con una imagen asombrosamente evocadora y en el que se ubicará en el futuro un museo. El padre de Nur-ed-Din murió frente a sus puertas, la historia, como en tantos sitios en Siria, se escribió en estas paredes que ahora rodean las aguas del Éufrates.

P1220599El Éufrates lleva muchos siglos dando vida, de una forma u otra, a esta zona de Oriente Medio. Y, a pesar del pantano, los eucaliptos, el pedregal de sus fondos y las gentes lavando los platos de comida en sus orillas, el Éufrates que recuerdo es un río gigantesco que, de repente, se ve interrumpido por una presa mayor que él, que cercena su espíritu natural, histórico y cultural.

Pero ese espíritu permanece en algunas partes del río, en sus gentes, en sus azules aguas, en nuestro recuerdo.

12 de octubre de 2010

11 cosas que hacer en Damasco

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1. Pasear por la Damasco de Rafik Schami

La capital de Siria está reflejada de una manera tan emocional, tan cercana, tan viva en los libros de Rafik Schami (en particular, en esa maravilla que es El lado oscuro del amor) que su visita tiene que ir necesariamente de la mano del autor sirio-alemán.

P1230442En cada uno de sus libros son los olores, sabores y sonidos de Damasco los que afloran en cada capítulo, añadiendo gentes e historias que transforman la Damasco real en un escenario de cuento.

Schami recorre en particular el barrio cristiano de Bab Tuma y ahí nos dirigimos con interés, con ganas de captar ese espíritu de libro… que se queda entre las páginas del mismo. Bab Tuma no es sino el nombre de una de las antiguas puertas de Damasco. Pero hay más.

De hecho, es la Puerta de Bab Sherqi (o Puerta del Este) el inicio de la tradicional Calle Recta, la avenida cristiana en Damasco, con curiosos comercios en cada lado, edificios de terrazas de madera, gentes que pasean lentamente y vehículos a cual más asombroso. La Calle Recta (hoy calle Bab Sherqi) es el antiguo Decumano romano y esto se nota enseguida: es la única gran vía recta en el barrio cristiano, que recuerda poderosamente a los barrios árabes por lo intrincado de sus callejuelas.

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Tanto en la calle recta como en las que de ella salen, aparecen escenas dignas de los libros de Schami: ancianas vendiendo fruta en la calle, chavales pelando higos chumbos para ofrecerlos a los viandantes, vírgenes en muchas esquinas (protegidas en pequeñas hornacinas), carteles en árabe aviejados, damascenos sentados descansando a la puerta de sus variadas tiendas (ya tengan éstas forma de coche, de ultramarinos o de chatarrería).

P1220104 Y así parecen ver pasar la vida. Aunque Damasco es una ciudad animada, en las calles del barrio cristiano todo parece ir más lento, desde el viejecillo que te vende puertas antiguas o llamadores con forma de mano de Fátima hasta el que vende alfombras tomándose un té.

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Muchas de las puertas han quedado integradas en las calles, incluida la propia Puerta de Santo Tomás, la Puerta de Bab Tuma, que da nombre al barrio cristiano. En su interior se pueden encontrar unas cuantas iglesias y monasterios de diferentes comunidades: maronitas, ortodoxos, armenios… Muchas iglesias recuerdan más a mezquitas que a las tradicionales de occidente.

P1220112 Entre todas ellas, destacan dos capillas por su interés (más o menos) histórico: la Capilla de San Ananías (aquí, a la izquierda) construida sobre la Iglesia de la Cruz, que a su vez se construyó encima de la casa de aquel que bautizó a San Pablo y le devolvió la vista y la Capilla del propio San Pablo, construida allá donde éste escapó en una cesta de sus perseguidores una vez convertido.

P1220115 La Capilla de San Ananías ha quedado, con el paso del tiempo, por debajo del nivel del suelo de la ciudad y por eso se accede a ella a través de unas escaleras empinadas. Abajo, una curiosas viñetas cuentan la historia de la conversión de San Pablo para aquellos, como yo, ignorantes de tal historia.

Salimos de nuevo hacia el Barrio Cristiano, donde las casas de grises fachadas, los balcones de madera y los damascenos vendiendo hojas de parra nos acogen de nuevo. Qué fácil es perderse por Bab Tuma. El final de la Calle Recta, por cierto, es un Zoco (el Midhat Pasha), animado y menos turístico que el mayor de los Zocos de Damasco, el Hamidie.

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 2. Recorrer el Zoco Hamidie

Como en muchas ciudades árabes, la ciudad antigua de Damasco es en sí misma un zoco a cielo abierto (sólo que techado en ocasiones). El Zoco más importante de la ciudad es el Zoco Hamidie (llamado así en honor al Sultán turco Abdel Hamid, bajo cuyo mandato se construyó en el XIX) y por la misma razón es el menos “real” de todos ellos.

P1210942 Damasco no es Estambul, eso está claro: muy pocos vendedores se dirigen a ti en castellano, francés o italiano. No hay carteles en otros idiomas y para pagar, hay que utilizar la lira siria. No es un zoco destinado preferentemente al turismo (porque Siria aún no está tan dirigida al mismo como otros países árabes), pero sí es el más abierto y un poquito más occidental.

P1210969 Bien, la mayor parte de las mujeres van cubiertas hasta extremos realmente ofensivos. Pero si dejamos esto a un lado (a veces cuesta), recorrer el zoco se convierte en algo divertido y casi emocionante.

El zoco en realidad está abarrotado, hay un gran ambiente en sus calles anchas y en sus callejuelas. Los aguadores y vendedores de té chocan entre sí los cuencos metálicos donde sirven sus productos para llamar la atención. Corros de mujeres cubiertas y de negro recorren las tiendas de ropa. Los brillos de los objetos de metal artesanales llaman la atención desde los escaparates. Cabezas de maniquí proponen pañuelos para las damascenas.

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Unas chicas venden pañuelos palestinos para recoger dinero para la causa. Las perfumerías (con colonias no precisamente de marca) hacen su agosto. Las heladerías son las que más afluencia de gente tienen… en fin, un escenario caótico y vital, típico de cualquier ciudad árabe pero multiplicado por estar donde estamos: la capital de Siria.

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Pero si interesante es el Zoco Hamidie, más aún lo son los zocos que surgen de él. Mucho más centrados en productos concretos (especias, calzado, comida, joyas, telas…) en un ambiente todavía más local que el Zoco principal.

P1230364 Y con alguna que otra sorpresa, como la que provoca la visita a un escondido Caravansaray, el Khan Assad Basha, una caravanera elegante y asombrosa que se abre en medio del zoco que va de la Calle Recta al Zoco Hamidie, un lugar prodigioso y armónico (ver foto inicial).

Es cierto que es frecuente encontrar en Damasco el combinado de colores negro y blanco en los materiales de construcción pero es que en este Caravasar las columnas, arcos y cúpulas abusan de este recurso de una manera excepcional, creando un ambiente exótico y encantador.

La fuente de la parte inferior contribuye a esta sensación. La posibilidad de ascender a los pisos superiores, de ver el zoco desde los ventanales enrejados, de abrir puertas a estancias donde antaño se comerció y negoció…

Una visita necesaria en Damasco, la de este Caravasar construido en 1752 por el pachá Al Azem.

Este Pachá, por cierto, es bien conocido en Damasco por otro de los edificios que llevan su nombre…

P12109983. Visitar el Palacio Azem

Aunque ahora mismo es el Museo de Tradiciones Populares, este gran espacio en medio del barrio antiguo de Damasco es un antiguo palacio del siglo XVIII (1749)levantado por el pachá Assad al Azem. La verdad es que es francamente bonito y lo tienen muy cuidado.

P1210988 Jardines, fuentes y edificios emblemáticos por los que pasear y remolonear tomando una mirinda de naranja comprada en un quiosco que hay en el interior.

En las salas hay un poco de todo, objetos antiguos y maniquíes representan escenas tradicionales sirias, labores, trabajos, escenas populares, religiosas… el café, el hammam, la preparación de la novia para la boda, el trabajo del cuero, la peregrinación a la Meca y otras tantas.

P1210993 En todo caso, los escenarios reconstruidos nada tienen que ver con la distribución original de salas y habitaciones del Palacio (equivalentes a los de una tradicional casa damascena).

Las habitaciones forman dos grupos alrededor de sendos patios. En el primer caso, el Haramlek, se trataba de un área muy grande dedicada a las mujeres mientras que el Salamlek servía para recibir a los hombres que venían de visita. Los baños (Hammam) y las habitaciones de los sirvientes (Khadamlek) completan el recorrido.

4. Vestirse de adefesio para visitar la Mezquita de los Omeyas

Muy cerca de los zocos se encuentra el mayor atractivo de Damasco, su impresionante y bellísima mezquita. Ahora bien, como hay que ser muy respetuosos con las creencias de los demás, pues nada, hay que cubrirse. No es que vayamos con bermudas y chanclas, vamos normales. Pero a los hombres se les pide que se cubran si los pantalones cortos están por encima de la rodilla y a las mujeres se les pide que se cubran y que se cubran. Casi totalmente, de hecho. Un pañuelo azul para el pelo y una gabardina gris horripilante para el resto del cuerpo.

P1220025 La Mezquita fue fundada en 705 dC por el Califa El Walid y por lo tanto en su construcción, diseño y decoración participaron numerosos artesanos bizantinos. De ahí la presencia recurrente de preciosos mosaicos en pan de oro y vistosos colores representando árboles, casas, escenarios… exceptuando, claro, las figuras humanas o los animales.

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En el gran patio, descalzos, pulula un gran número de personas. La mayor parte, obviamente, son árabes. Ellas, cubiertas, ellos un poquito más frescos. Los niños corretean y mucha gente se sienta a la sombra de los techados y las columnas para, por qué no, dejar pasear la vista por el espléndido complejo.

P1220040 Éste cuenta con tres cúpulas: la de la fuente de las abluciones, en medio (en la foto de más arriba),la cúpula de los relojes al este y la cúpula del Tesoro, la más interesante, al oeste (en la foto de la derecha). Entre ellos, sendos postes con los llamados Candelabros de Bayram (se ve uno en la foto de arriba). Y a su vez la Mezquita cuenta con tres alminares, uno otomano, otro mameluco y un tercero del siglo IX, el más antiguo conservado.

El interior, aunque llamativo, ya no nos sorprende tanto, pues se trata de la típica sala hipóstila de las mezquitas con las mujeres a un lado y los hombres al otro, con los suelos totalmente cubiertos de cálidas alfombras y con su correspondientes mihrab (hay varios) y mimbar.

P1220052 Eso sí, es bastante alargada y al oeste del transepto nos espera un invitado inesperado. Una capilla de tonos dorados con cristales verdes en la que se supone que reposa la cabeza de San Juan Bautista, profeta venerado tanto por el islam como por los cristianos.

Damasco vivió una época de esplendor durante la dinastía de los Omeyas, de lo que es muestra suficiente esta preciosa Mezquita. Por cierto que, aún dentro de la misma tenemos tiempo para encontrarnos, frente a frente, con el héroe histórico más importante de la historia del mundo árabe (al menos, de la Edad Media).

5. Presentar nuestros respetos a Salah El Din

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Este edificio de aquí al lado es el Mausoleo de Saladino, el personaje más conocido en occidente de la época de las Cruzadas. A decir verdad, este mausoleo, en origen, era una medersa mandada construir por el propio Saladino.

Hay mucha gente en su interior por lo que el acceso está bastante controlado. La sala es pequeña sus esquinas están cubiertas con azulejos otomanos.

P1220009Hay dos tumbas en su interior. Una es la original de Saladino, del siglo XII. La otra, de mármol blanco, es un regalo del Kaiser Guillermo II que será muy espectacular pero la verdad es que no pega demasiado.

Un retrato de Yusuf Salah el Din el Ayubi se dispone encima de su cenotafio dando alguna idea sobre la dimensión histórica de este personaje. Saladino representa, junto al emir Nur Ed Din (su jefe), el ideal árabe de la unión entre los pueblos, por eso es tan importante. A lo largo de su vida, de sus luchas, negociaciones y batallas, Saladino logró unir pueblos antaño irreconciliables y más interesados en las guerras internas que en sacar a los cruzados de los territorios árabes.

Comenzó por Egipto, siguió por Siria… logró lo que antes los demás no pudieron. A su muerte, todo volvió a su estado inicial, pero ello no empaña la labor de un hombre en el que historia y leyenda se unen conscientemente.

P1230416 A la salida del Zoco Hamidie se erigió esta espectacular estatua en bronce de Saladino, muy cercana a la Ciudadela.

6. La Damasco antigua

Damasco aparece mencionada en las tablillas del reino de Mari, de 2500 aC. Tutmosis III la conquistó en 1468 aC. Fue capital del reino arameo y posteriormente de la dinastía helénica Selyúcida. Parte del Imperio Romano, capital de los Omeyas durante la conquista árabe, centro principal del poder de Saladino. Y aquí y allá aparecen restos de muchos de esos hitos históricos.

P1230411Por ejemplo, la Ciudadela. Casi todos los edificios antiguos de época se sitúan en el recinto de la muralla, que todavía existe. Más allá espera el Damasco moderno y bullicioso.

La Ciudadela es el centro neurálgico de la Damasco antigua. Se construyó sobre un castro romano quedando definitivamente configurada bajo la dinastía de los Ayubíes en el siglo XI, primero y, más adelante, por el sultán Baybars (el conquistador del Crac de los Caballeros) después de la destrucción que generaron los mongoles en una de sus incursiones. Actualmente está cerrada al público, no así el jardín botánico, al lado de una de sus paredes.

P1230340Por el barrio antiguo de Damasco es fácil encontrar algún resto romano. Por ejemplo, el pequeño arco de triunfo que marcaba la intersección entre el decumano (la Calle Recta) y el Cardo máximo (hoy desaparecido). Pero, sobre todo, los restos romanos más visibles son los restos del Templo de Júpiter, repartidos entre la actual Mezquita de los Omeyas, la entrada al Zoco Hamidie y la plaza que les une. Apenas un arco, varias columnas y restos de un dintel hablan de la magnificencia del templo que debió estar ubicado én este lugar. Aquí y allá, en la mezquita, en el mausoleo de Saladino… aparecen restos de columnas, de basas, de capiteles… informando de un tiempo que ya pasó pero que sigue presente en la actual Damasco.

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7. Cara a cara con el rey de Mari y con el primer alfabeto del mundo en el Museo Nacional de Damasco

P1210921 En el Museo Nacional de Damasco no dejan hacer fotos.. sino sobornas a los guías de cada sala, claro está. Es un museo viejecito, típico del siglo XIX, al estilo del Museo Egipcio de El Cairo, con sus vitrinas de madera y cristal.

Entiendo que no se le puede pedir más, al fin y al cabo Siria no es un país rico y el presupuesto dedicado a este tipo de asuntos debe ser necesariamente reducido. Lo cual no quiere decir que deban hacer un esfuerzo en acondicionar el Museo: acondicionar en términos de temperatura, ¡qué calor pasamos¡.

La parte exterior es muy espectacular. Mantiene un gran número de piezas (algunas de gran valor) al aire libre: sarcófagos, estatuaria, puertas, columnas, tumbas… todos ellos mezclados y casi sin información (en esto también se parece a un museo del siglo XIX).

La puerta del museo se trajo desde las cercanías de Palmira, procedente de un palacio de época Omeya (siglo VIII) cuya portada ahora es la entrada de los visitantes. Una vez dentro esperan un buen número de cosas de interés así como tesoros únicos, como la estatua del rey de Mari de aquí al lado (foto previo pago de 50 liras sirias) o el primer alfabeto del mundo, en una tablilla hallada en el yacimiento de Ugarit.

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8. De compras y tés por Shari al-Quaimariyah

P1230347El barrio antiguo de Damasco es una zona para pasear sin prisas, para tomarse algo en una terraza, para fumar en un narguile o para comprar cualquiera de las preciosas cosas que los damascenos ponen a la venta (muchas de ellas todavía no influenciadas demasiado por el turismo).

¿Cosas para comprar? Sin duda me quedaría con cerámica y metal. Las tiendas, regentadas por gente muy amable, cordial y acogedora, ponen a la venta cerámica artesanal, marquetería de madera, antigüedades más o menos valiosas (me quedé con ganas de quedarme con un llamador con forma de mano de Fátima, como ya dije), pero también frutas, verduras, carne, cosas para el hogar…

P1230406 Todo ello en un ambiente divertido con grupos de personas comprando zumo de moras a un vendedor callejero, a chavales sentados en el suelo vendiendo parras rellenas, a tiendas de DVD totalmente actuales enfrente de comercios en los que el artesano está trabajando el cobre para crear obras únicas.

Pero también hay tiempo para tomar algo (a mi me va la mirinda de naranja, no lo puedo evitar) y qué mejor sitio que el Café más antiguo de Oriente, donde paramos muchos turistas y donde te sirven bien. Pero también cualquier otro cercano, dado que en la parte sur de la Mezquita de los Omeyas, donde comienza la calle Shari al-Quaimariyah, se concentran algunas de las tiendas y establecimientos más encantadores de Damasco.

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9. ¡Comer!

P1220072 Hay muchas opciones para comer en Damasco. A nosotros nos fue muy bien (repetimos incluso) el restaurante Umayyad Palace Restaurant, recomendado por Lonely Planet incluso, en el que puedes comer los tradicionales platos árabes, los primeros variados para untar o acompañar, los segundos consistentes, el pan de pita, la innumerable variedad de postres, la sandía… con un entorno verdaderamente singular, abarrotado de objetos, muchos de ellos únicos, antigüedades y cosas variadas con las que entretener la vista mientras te terminas tu riquísima comida árabe.

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Ensaladas, humus, cremas de garbanzos, de berenjenas, de yogur, de ajo… los entremeses, los mezzes, son verdaderamente deliciosos. Tanto los que se untan como los que se combinan con múltiples cosas. Eso sí, los segundos tendrán, sí o sí, pollo o arroz. A veces cordero. Pero es que la gastronomía árabe es así.

10. Coger el transporte público…

Puede ser un suicidio. El transporte público, cuentan, es bastante malillo, poco frecuente, atestado de gente y con vehículos no demasiado buenos.

P1210929 El taxi es la opción natural, por su bajo, bajísimo, precio y por la comodidad del puerta a puerta. Los taxistas van a tratar de engañarte, eso seguro. Lo mejor es acordar con ellos una cantidad inicial u obligarles a utilizar el taxímetro.

Nosotros discutimos con uno para que lo hiciera, llegando otros taxistas a cobrar más del doble a otros turistas para el mismo recorrido. Aún así, es rápido y sobre todo divertido. Hay cientos de taxis amarillos por todas partes y desde luego puedes elegir, desde los más destartalados hasta los más modernos.

P1230316 Y el tráfico, a veces totalmente colapsado, te ofrece imágenes únicas casi sacadas de Sudamérica, como los característicos autobuses de transporte público, hiperdecorados.

Y no sólo de día: de noche parecen burdeles andantes con luces de todos los colores anunciando su presencia. Por la noche, por cierto, es muy llamativo ver a los damascenos salir a las afueras de la ciudad y sentarse en familia encima de una alfombra a tomar el fresco en cualquier cuneta de cualquier calle o avenida….

11. La Damasco moderna

P1230458 El arquitecto español Fernando de Aranda diseñó la entonces moderna Estación de Ferrocarril de Hidjaz, donde finalizaba el recorrido del Taurus Express, el tren que llegaba directo de Estambul (y el que cogían Ágatha Christie y Max Mallowan para acercarse a Siria).

Ahora está cerrada pero es un buen inicio para recorrer la Damasco moderna, la bulliciosa y uniforme ciudad, capital de Siria, que se levanta hacia el monte Qasiun, una ciudad que cubre una enorme cantidad de terreno de homogéneas casas blancas.

P1230463 El Monte Qasiun domina Damasco desde sus 1200 metros de altura, escondiendo en su cima un centro de telecomunicaciones.

Noche y día el aspecto de la Damasco moderna, tan amplia, tan extendida, tan sorprendente, encandila a los visitantes como nosotros, encantados con Saladino, con la Mezquita de los Omeyas, con la Calle Recta y con unas gentes amables, cordiales, entregadas. Como la Damasco que describe Rafik Schami.

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