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9 de noviembre de 2010

Obras maestras de los museos arqueológicos de Siria (Damasco y Aleppo)

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Dice el catálogo, horriblemente traducido al castellano por cierto, del Museo Nacional de Damasco que todo ser humano tiene dos patrias: la suya propia y Siria. Puestos a comprobarlo, recorrimos las salas del Museo Nacional de Damasco y del Museo Arqueológico de Alepo y allí nos encontramos con pistas de ese remoto origen, con piezas únicas y con una curiosa mezcla entre oriente y occidente al presentarlas… pero mereció la pena aunque, a fuer de ser sinceros, sólo pudimos ver con detalle el Museo de Aleppo…

P1210901Museo Nacional de Damasco

Una de las cosas más llamativas del Museo Nacional es que algunos de los objetos más impresionantes están en sus jardines. De hecho, está prohibido hacer fotos en el interior (si no untas a los conserjes, claro) por lo que mucha gente aprovecha para recorrer el jardín y fotografiar las cosas que más llaman la atención.

Por supuesto, prácticamente ninguna de ellas tiene un cartel identificativo y, entiendo, Damasco no debe ser una ciudad en la que la lluvia sea un gran problema por lo que supongo que será cuestión de tiempo el que la exposición de piezas mejore.

Y una de las mayores piezas que aguanta la meteorología es el León del Templo de Allat (si es que es el original) de Palmira, hallado en los años 70 en la impresionante ciudad de Zenobia y que anda de aquí para allá cuando, con un poquito de atención, podrían convertirlo en un símbolo del yacimiento. Fue construido en el siglo I dC en honor a la Diosa Allat (la Atenea de los palmireños de aquella época) y su tamaño es enorme.

Al Museo se entra por Shoukri Al Kouwatli St. y lo primero que ves son multitud de sarcófagos, estatuaria, capiteles, columnas, lápidas y llamativas puertas de piedra entre arbustos y bonitos estanques. Y precisamente nos quedamos con las puertas de piedra, muy populares en esta zona en época clásica y bizantina y de las que existen numerosos ejemplos en los jardines del Museo Nacional de Damasco.

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Y en este precioso entorno  de jardines y esculturas aparece la fachada del Museo, uno de los puntos fuertes de la visita. Esta fachada fue trasladada aquí desde el lado oeste del Qasar El Heir El Gharbi, un antiguo palacio de época Omeya del siglo VIII dC a medio camino entre Damasco y Palmira.

P1210919 La fachada oeste de este palacio tiene formas geométricas y decoraciones florales de todo tipo (muchas de ellas, con un fuerte contenido simbólico, como los cuadrados –símbolo de los cuatro elementos-, los círculos –símbolo del ciclo de la vida-, octógonos, hexágonos…).

Sus constructores trataron de representar en sus puertas ejemplos de arte de diferente origen: romano, bizantino, clásico, incluso egipcio (algunas de sus columnas tratan de recoger la esencia de las columnas lotiformes del Templo de Karnak, en Luxor). P1210920E incluso se permitieron el lujo de incorporar una figura humana al conjunto… y parece que les dejaron.

En fin, una entrada digna de un gran museo, la de este palacio (uno de los 36 que los Omeyas construyeron a lo largo de Siria). Y una vez dentro, se acabaron las fotos y comenzó el calor, la falta de información, la exposición tradicional de objetos y los guardianes tratando de sacarte unas liras sirias para cualquier cosa. El Museo tiene su encanto, esto es innegable, y alberga algunas cosas realmente hermosas.

Por ejemplo, una Tumba Subterránea de Palmira o una Sinagoga de Dura Europos, pero dadas las condiciones de la visita me limitaré a llamar la atención sobre las 3 ó 4 piezas que más nos gustaron. Y, para comenzar, qué menos que la más famosa de todas ellas, el primer alfabeto conocido.

Es muy pequeño, del tamaño de un dedo, y se inscribió en una pequeña tableta de arcilla hace 3400 años en Ugarit. Hay otras tablillas en la misma sala –y en las dedicadas a los hallazgos de las ciudades sirias de la antigüedad (Ugarit, Ebla o Mari: la antigua Mesopotamia casi en pleno)-: alguna incluso sobre mármol, otra recoge la primer partitura musical conocida. Pero la más importante sigue siendo la del primer alfabeto conocido.

En aquel tiempo había dos clases de escritura, la cuneiforme y la jeroglífica. Este primer alfabeto, de la lengua ugarítica, vio simplificar las reglas del juego hablado y escrito, reduciendo el número de sílabas que se utilizaban en los otros dos sistemas, haciendo la lengua de Ugarit más asequible para la escritura. Una lengua de no más de 30 letras y muy rica en fonética (por ejemplo, con tres formas de la A: aa, au y ai).

No me extiendo en este tema, pues me puedo pillar los dedos, pero se trata de un momento único en la historia, cuando los ciudadanos de Ugarit (como pudieran ser aquellos en los que se basaron al realizar esta cabeza tallada en marfil y oro de la izquierda) pudieron tener acceso a una forma más ordenada de expresarse.

P1210921 Recorremos rápidamente la sala de Ugarit. También la de Ebla. No tenemos prácticamente información y nuestra sensación es un pelín decepcionante. Sí nos parece mucho más interesante la sala dedicada al Reino de Mari. Allí nos espera Iku-Shamagan, el Rey más antiguo de Mari, que dedicó su estatua a Innana Zaza, la estatua sumeria de un rey orante más alta de las halladas hasta el momento. Es del tamaño de un hombre bajo y se considera la mayor estatua de todo el Dinástico Arcaico sumerio con sus 1,14 m de altura.

Estatuas como ésta, fechadas alrededor de 2500 aC, suponían regalos u ofrendas de devotos que esperaban conseguir algo de los dioses. Sus ojos estaban labrados habitualmente en piedra; en ocasiones eran ocupados con piedras de lapislázuli (también, se supone, los agujeros de sus barbas). Muchos de ellos mantenían un mismo arquetipo, con cabezas afeitadas, manos al pecho y largas faldas de lana de oveja.

P1210922 Casi todos los orantes, mujeres y hombres, tienen a la espalda una inscripción votiva de dedicación. Iku-Shamagan no podía ser menos y, por 50 liras sirias, pude echar un par de fotillos al rey y a la inscripción de su espalda. El primero y más antiguo de los reyes de Mari, en el tercer milenio antes de Cristo (o bien alguien en su nombre) dedica su estatua con fines religiosos al Templo de la diosa Innana Zaza.

 Relief depicting Princess Zenobia (d.p.272) and a female companionAvanzamos en el tiempo para tener oportunidad de ver algunos de los objetos más interesantes de época romana y bizantina. Palmira nos deja esta estela de (dependiendo quien lo cuente) la reina Zenobia de Palmira y la diosa de la fortuna Tiké o bien son las diosas Ishtar y Tiké. En el Museo se hacía referencia a la reina más famosa de Siria pero es Ishtar (o Ashtar) quien aparece identificada como mayor protagonista de esta efectista estela.

Aphlad, el dios protector del pueblo de Anath del Éufrates, hallado en el yacimiento de Dura Europos es el protagonista de la otra estela que atrajo nuestra atención.

Un sacerdote con un gorro cónico está frente a un altar ofreciendo incienso y alguna bebida al dios Aphlad, que se sitúa imponente con su cetro y su vestimenta (originalmente adornada con estrellas) sobre el altar de figuras animales. En realidad, esta tabla es también una ofrenda votiva, de un tal Adadyabus, realizada a Aphlad en busca de su salud, la de sus hijos y la de los miembros de su casa en época griega.

Museo Arqueológico de Aleppo

P1220885 Esto es otra cosa, sí señor. Bien es verdad que pudimos dedicar prácticamente una tarde entera al Museo de Aleppo, que no había demasiada gente viéndolo con nosotros (en Damasco éramos muchos) y que la información está un poco mejor organizada. En definitiva, que nos gustó bastante más que el primero.

P1220899 Y además porque nada más entrar nos encontramos carteles en castellano¡ Y es que el cercano yacimiento de Tell Halula está siendo excavado desde hace años por una Misión arqueológica española, dirigida por la Universitat Autònoma de Barcelona. Se trata de un yacimiento neolítico en el margen derecho del río Éufrates y aquí, en el Museo de Aleppo, están los resultados, en vitrinas con información en español que, desde luego, sorprende ver.

P1220940 Max van Oppenheim es quizá la figura más sobresaliente del Museo de Aleppo. Al fin y al cabo, se trata de uno de los grandes historiadores y arqueólogos alemanes que terminó construyendo su propio museo en el Berlín de los años 30 por falta de ayuda estatal (por cierto, fue destruido en la segunda guerra mundial).

En aquella época los arqueólogos extranjeros se solían quedar con alguna parte de lo hallado (que se lo digan, por ejemplo, a Ludwig Borchard, el descubridor de Nefetiti) y Oppenheim no fue menos. En el yacimiento de Tell Halaf halló algunas de las grandes figuras más sorprendentes de las que he podido ver.

P1220889 De hecho, algunas de las esculturas son copias de las originales que se destruyeron en el museo alemán (y que están tratando de reconstruir en el Museo de Pérgamo). Entre ellas, algunas de la impresionante entrada del Museo.

El yacimiento de Tell Halaf pertenece al primer milenio aC (900 aC). Los arameos establecieron allí su estado (Bait Bakhni) haciendo de Guzana su capital. Y en Tell Halaf es donde se encontraron los restos de Guzana, entre ellos el Templo residencia del rey. Y la entrada a ese templo es la que está reconstruida en la entrada del Museo con tres estatuas humanas sobre dos leones y un toro. Las estatuas soportan un gran arquitrabe.

P1220951 Dentro del museo se encuentran las estatuas del Templo del Rey de Guzana y la verdad es que son asombrosas, estatuas de hombres y mujeres, de pie o sedentes, en basalto negro, enormes, hieráticas… pero también grandes tablas incluso más llamativas.

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Esfinges, seres mitológicos varios y numerosas tablas (como la superior, con los dioses sujetando el sol) que cubrían las paredes de las salas del palacio. Las figuras denominadas escorpiones (cabeza humana, cuerpo de ave, cola de escorpión) son las que dan nombre a la gran sala de Tell Halaf.

P1220943 La diosa de la foto superior a la derecha, por cierto, lleva una inscripción que dice: “Palacio de Cavara, hijo de Khadaino, esta obra que ni mis antepasado pudieron hacer, a cualquier persona que quiera tachar mi nombre y poner el suyo, el castigo será el de quemar siete de sus hijos enfrente del dios Hadad, así como siete de sus hijas a hacer la prostitución ante la diosa Astarté, este escrito lo realizó mi esclavo Elo”. Un aviso de hace 3000 años que sacó en los años 20 Oppenheimer de un Tell sirio y que ahora se exponen en Aleppo.

P1220893 Pero volvamos al comienzo del museo, donde hay mucho que ver. La primera sala está dedicada a la prehistoria y es aquí donde se ubican las vitrinas de Tell Halula, pero también otras cosas interesantes. Por ejemplo, los restos de un esqueleto completo de un niño Neanderthal de dos años hallado en Dederiyeh. Se hallaron el 23 de agosto de 1993 pero aquel chavalín debió morir en el Paleolítico Medio, entre 40.000 y 200.000 años. Ya hora está aquí, reconstruido además.

P1220900P1220892Por supuesto merecen también atención las figuras de Tell Kashkashuk, figuras de Diosas Madre de la fertilidad típicas de la época protohistórica mesopotámica.

Muchas de estas figurillas hay en el Museo de Aleppo, igual que idolillos oculares, carentes de rasgos anatómicos excepto sus ojos, grandes y abiertos. En este caso se trata de exvotos con una intención evidente mágico-religiosa, probablemente amuletos de alabastro hallados en Tell Brak. Las Diosas Madre, sin embargo, tendrían una faceta más importante: símbolo de la fertilidad, la vida, la perpetuidad.

P1220912 Por cierto, que poco después aparecen en una vitrina una gran cantidad (y variedad) de figuras de animales como leones, osos, ranas, aves, corderos y hasta erizos.

También son de Tell Brak, y de principios del tercer milenio antes de nuestra era, y hallados en uno de tantos yacimientos ubicados en Tells que aparecen por toda Siria. Por cierto, quien los halló fue Max Mallowan, el marido arqueólogo de Ágatha Christie.

En esta misma sala, más adelante, aparecen dos de las obras maestras por las que es conocido el Museo Arqueológico de Aleppo. De nuevo, es el reino de Mari quien da alas a nuestra imaginación, por ejemplo, con la Diosa del Manantial (o Diosa del Vaso Manante), una de las esculturas más llamativas del Museo (que incluso venden como figurita recuerdo del mismo).

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2000 – 1500 aC:la Babilonia de Hammurabi está en su máximo esplendor. Es el llamado en historia del arte periodo paleobabilónico y en el reino de Mari vamos a encontrar ejemplos evidentes de es te periodo. Hasta que el mismo Hammurabi destruyó la ciudad de Mari (actual Tell Hariri), ésta había vivido años de éxito por su estratégica ubicación a orillas del Éufrates.

Uno de sus más grandes Palacios, el del rey Zimri-Lin (cuyo suegro fue Rey de Siria) tenía frescos de gran belleza tanto sagrados como profanos. En su Sala del Trono los colores de las paredes formaban figuras imaginativas y simbólicas.

La única que se conserva en Siria es la que se ubica en el Museo de Aleppo, en la que se ve un sacerdote  con gorro y ropa bordada llevando un toro al sacrificio. Los demás frescos están en el Louvre.

Pues bien, entre estos frescos destaca la imagen del símbolo de la fertilidad, la Diosa del Vaso Manante que se convirtió, también en aquella época, en una de las representaciones más utilizadas en Mesopotamia.

P1220921La escultura de época paleobabilónica del Museo de Aleppo responde a esta necesidad. Es de piedra caliza y se calcula que fue realizada en 1750 aC.

P1220902 Fue hallada en dos partes separadas y felizmente reconstruida para que hoy en día podamos admirar los cuernos que rodean su cabeza (símbolo de divinidad en el Oriente antiguo), su pelo recogido, su gran collar, las pulseras de sus manos y el cántaro de agua que representa la vida que esta Diosa da.

También en la Sala del Trono, tumbado bajo una escalera, se halló la estatua de Ishtup Elum, en diorita y de un metro de altura. Lleva un gorro cónico, una bufanda bordada y en la parte de atrás, como es tradicional, lleva una inscripción cuneiforme primitiva. Es de época del sucesor de Zimri-Lim, llamado Yakhdoum Lim.

P1220918  Para conocer la realidad de la vida de las gentes de Mari, qué mejor que echar una ojeada a las más de 20.000 tablillas que se han encontrado en Tell Hariri. Mis favoritas son, como siempre, las de mensajes cortos e imperecederos. P1220914En esta tablilla de la izquierda, la princesa Shimatum le comunica a su padre, el gran rey Zimri-Lim que “He dado a luz gemelos, un niño y una niña. Sé feliz, mi Señor”.

Por cierto, en las cocinas del Palacio se encontraron varios moldes para hacer pan con formas decorativas de lo más variado: leones, peces, toros, perros, pájaros; escenas compuestas con dos cabras y un árbol, un hombre paseando con un perro y un ciervo…

La verdad es que son muy llamativas, pero más lo es el imponente León de Bronce del Templo de Dagan (se encontraron dos, el otro está en el Louvre). Como todos los protectores orientales, se ponían en las entradas para proteger los palacios de los malos espíritus.

P1220903Dejamos atrás las salas dedicadas al Reino de Mari en el Museo Arqueológico de Aleppo, con su amplia colección de estatuas orantes y oferentes (como el que ofrece un cordero a la derecha del todo, muy antiguo) y hasta una descabezada estatua de Shamash, el dios del sol y la justicia de Mari. Próxima parada: Ugarit.

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Ugarit está más cerca de Aleppo que Mari, el yacimiento se suele asociar a la ciudad de Latakia. Varios templos, un palacio real, 18.000 tablillas (como la del primer alfabeto de la lengua ugarítica) e interesantes objetos en exposición. Las gentes de Ugarit se dedicaban a la agricultura, al ganado y al comercio (el mar, al fin y al cabo, estaba cerca) y hay muestras de todo ello.

P1220928 P1220930Por ejemplo, el hacha de bronce con hilos de oro incrustados que representan un cerdo y dos leones de la derecha o la copa de oro de la izquierda, con escenas animales. Productos típicamente asociados al comercio, como lo son las grandes y variadas vasijas y jarras halladas en el yacimiento.

P1220937 El llamado Cubo de Missini (a la derecha de la foto), muy alto, se realizó en 1390 aC e implica las modas que llevaban a comprar objetos de Egipto, del Egeo y de mucho más allá.

Por eso se muestran en esta sala ejemplos de vasijas de alabastro así como pesos de plomo y bronce importados de Egipto (una de las vasijas con el nombre impreso de Ramsés II), piezas de marfil griegas, figuras de terracota de influencia micénica (humanas y animales) y un largo etcétera. P1220938 Algunas de estas piezas se fabricaron en el mismo Ugarit, que sentía la influencia de los mercados de países lejanos.

Las salas inmediatamente posteriores a la de Ugarit son las de Tell Ahalf comentadas al principio, las de Oppenheimer.

Después hacen su aparición los asirios.

DSC00659 Dos gigantescas estatuas de dioses oferentes, une enorme estela de Assarhaddon, frescos (el más curioso, el Fresco de los dos príncipes hallado en Tell Ahmar), relieves de paredes de palacios… Siria es un lugar privilegiado para el estudio del Imperio Asirio pero para nuestra pena no pudimos pararnos demasiado en la sala dedicada a esta civilización.

DSC00660 Por lo menos sí tuvimos oportunidad de admirar las delicadas piezas de marfil de las que el Museo de Aleppo se enorgullece de poseer. Estas piezas esculpidas en marfil se utilizaban para decorar muebles, camas, mesas, sillas… y aún hoy hay discusiones sobre sus fabricantes. Unos optan directamente por los fenicios, otros por los propios asirios, otros por los arameos. En cualquier caso, se detecta en ellos una importante influencia egipcia.

P1220953 Dos animales mitológicos con cuerpo de león y cabeza de carnero (qué egipcio suena todo esto), otros animales mitológicos, vacas con terneros, motivos religiosos… relieves en marfil que se ubicaban en los muebles de la gente más pudiente de la época.

P1220955 Más civilizaciones: los hititas. El único templo hitita completo hallado en Siria es el del yacimiento de Ain Dara, al noroeste de Aleppo. Es del siglo X aC (antes que los pueblos del mar desbarataran a este pueblo) y es muy parecido al de Tell Halaf.

Tanto, que enseguida nos atraen con su mirada y sus poses la figuras de dioses realizadas en basalto que cubrían las paredes de la sala interior del Palacio de Ain Dara.

P1220957 Ebla también tiene alguna cosa interesante, sobre todo su estatua de toro salvaje en oro o el pelo postizo para la cabeza de una estatua hallados en el Placio Real de Ebla, en Tell Mardikh. Pero el Museo nos cierra pronto y debemos, al menos, recorrer algo de piso superior, que está dedicado al mundo clásico y al Islam antiguo.

DSC00662Hay cosas interesantes de época romana. Guardo el recuerdo de una imponente águila de piedra e interesantes mosaicos. pero lo vimos a la carrera. Eso sí, nos quedamos con la sensación de que el área dedicada al Islam estaba en mejores condiciones que el resto, es decir, había una inversión económica detrás.

DSC00665Pasear por las salas del islam (también, porqué no reconocerlo, por las de la época clásica) te hace sentir como cuando recorres un museo actual, moderno. Desde luego, el Museo de Aleppo dista mucho del de Damasco, es bastante mejor y, al menos en lo que respecta al piso superior, es mucho más accesible para cualquier visitante con un mínimo interés.

P1220968 Nos esperaba, por último, el patio principal, donde se ha reconstruido un inmenso mosaico romano y una tumba colectiva, además de sendas y gigantescas estelas del Dios hitita Hadad.

La verdad es que el Museo Arqueológico de Aleppo nos deja un sabor de boca excelente, no sólopor la tranquilidad al recorrerlo, la calidad de sus obras, la información proporcionada, sino por la sensación de haber asistido al paso reiterado por un imaginario escenario de un buen número de civilizaciones diferentes, todas ellas aprovechando la privilegiada situación geoestratégica de Siria, entre Mesopotamia, Egipto, Anatolia y el Mar Egeo. Un ir y venir de pueblos que recogieron y transmitieron influencias culturales, artísticas y sociales de las que dejaron huella en los museos arqueológicos sirios (y en los occidentales que pillaron cacho antes, claro).

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