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4 de junio de 2011

Maravillas del Muséum National d’Histoire Naturelle de París

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Ésta es la Gran Galería de la Evolución, la respuesta del Museo Nacional de Historia Natural de París (http://www.mnhn.fr/) los nuevos aires expositivos de otros museos del mundo. Pero si el visitante lo que quiere es perderse un rato por ambientes que recuerden más al Museo Egipcio de El Cairo que al Darwin Cocoon del Museo londinense pues también lo tiene fácil.

Es cuestión de cambiar de edificio, volver a pagar la entrada (estos franceses son unos caras, te hacen pagar una y otra vez la entrada aunque sean diferentes módulos del mismo museo) y encontrase cara a cara con la Galería de Anatomía Comparada o la de Paleontología, donde la inmensa colección de esqueletos y órganos nublará la vista hasta de los más interesados.

P1260281Ambos edificios se encuentran en un escenario idílico: el Jardin des Plantes de París, el jardín botánico de la capital francesa, un lugar precioso en el que el arbolado, los invernaderos, las estatuas, los parterres y hasta un pequeño zoo se convierten en un lugar perfecto para pasear. De hecho, tiene más pinta de ser un parque público grande y amplio que un jardín botánico puro y duro.

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Así que recorremos los caminos del Jardin des Plantes en un fenomenal día de primavera.

No nos paramos ni en el laberinto ni en los invernaderos (en otra ocasión) pues nos dirigimos directamente a las salas del Museo de Historia Natural, cuyos horarios son netamente europeos. Primera parada: la Galería de Anatomía y Paleontología, que cierra las 17:00. En la entrada nos reciben reproducciones de dinosaurios y animales extintos, incluyendo un fósil viviente, la Wollemia, P1260277una araucariácea australiana. Sin embargo, reciben más atención las enormes figuras del Mamut o del Estegosaurio que se encuentran a los lados.

El edificio donde se encuentra la Galería de Anatomía se abrió al público en 1898 con motivo de la Exposición Universal de 1900. Y pasear por su interior logra trasladarnos, precisamente, a la sutil frontera entre los siglos XIX y XX: piedra, vigas metálicas, suelo de madera, vitrinas de vidrio por todos lados.

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P1260282 El Museo es en sí mismo parte de la colección: la arquitectura exterior e interior refleja el espíritu de su época y de grandes nombres de científicos franceses: Saint Hilaire, Bonnier, Cuvier, Buffon

Así que asistimos a una exposición museográfica del siglo XIX en pleno siglo XXI. Dice el folleto que te entregan a modo de mapa que “la Galería se visita como una biblioteca de objetos” y no le falta razón. Se muestran del orden de 1000 esqueletos montados, muchos de ellos procedentes de las colecciones que naturalistas franceses de prestigio donaron al museo (como los de la antigua Galería Cuvier), así como de lo que las misiones de expedición por el mundo traían a París. P1260331 Precisamente, nos agrada mucho encontrar entre las vitrinas (en este caso, las del área de Paleontología) algunas piezas de la colección personal de Lamarck.

Paseamos entre los esqueletos, aunque ya tengo decidida mi primera visita. Están todos superpuestos unos y otros en un ambiente absolutamente abarrotado. Y es quizá por esa misma razón por la que el esqueleto de la Vaca Marina de Steller (Hydrodamalis gigas) me sorprende tanto. Es enorme, muy grande y sobresale entre los demás esqueletos por su tamaño y volumen.P1260284

Existen otros esqueletos de animales desaparecidos recientemente por la acción del hombre, desde el tradicional lobo marsupial o el Quagga hasta un asno sirio extinto en el siglo XIX pero es la Vaca Marina de Steller la visita obligada en este caso. También se muestran otras piezas por su valor en la historia: desde el rinoceronte de la colección zoológica que mantenía Luis XV en el Palacio de Versalles hasta los esqueletos de algunos animales momificados en el antiguo Egipto (en particular, un gran toro Apis).

P1260283Por supuesto también se muestran esqueletos de interés científico (en particular, los holotipos, ejemplares que sirven como referencia en la descripción de una especie.

En este caso se muestran los del Equidna de Pico Largo, la Ballena Austral o la Ballena jorobada descritos todos ellos en el siglo XIX y la última, en particular, en 1823 por el mismísimo George Cuvier. Hay también esqueletos de especies llamativas o emblemáticas como el Okapi, el celacanto o el narval.

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¿Y porqué tal Parada de esqueletos? Por la importancia que tuvo la anatomía comparada en el siglo XVIII. El estudio comparativo de la forma y estructura de los órganos animales (por cierto, respecto de los órganos, ya se muestra un número muy elevado de ellos en las vitrinas laterales) fue uno de los P1260335hitos de la ciencia francesa del siglo de oro, dedicándose muchos de sus científicos a fijar los criterios taxonómicos que permitieran presentar una clasificación coherente de los grupos zoológicos. Y de ahí la necesidad de realizar tales comparativas.

Si subimos por las escaleras que parten del vestíbulo principal o de las centrales podemos acceder al primer piso, la planta dedicada a la Paleontología y que cuenta con la más que habitual copia de esqueleto de Diplodocus como representante de todos los fósiles expuestos, que son muchos.

P1260297 De nuevo aparece George Cuvier como el científico francés más mencionado en este ala del Museo de Historia Natural de París. La paleontología de los vertebrados fue desarrollada por él a principios del siglo XIX, cuando estudió los fósiles de las canteras de yesos del cercano Montmartre y los comparó con los huesos de los vecinos del piso inferior.

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600 millones de años nos contemplan y lo hacen a través de los vacíos ojos de un buen número de especies fósiles. Más de 2,7 millones de fósiles de todo el mundo conforman la colección de este museo, dicen que la más grande del mundo.

Las colecciones fósiles de vertebrados de Cuvier y compañía se complementarios a mediados del XIX con la colección de fósiles de invertebrados de Alcide de Orbigny, lo que contribuyó a darle el prestigio que disfrutas la colección hoy en día. Entre los fósiles más notables, me quedo con un par de la Era Secundaria y con algunos ejemplos del Cuaternario. P1260300En primer lugar, el impresionante Sarcosuchus imperator. Aparece en un buen número de documentales sobre dinosaurios y en persona es tan impresionante como su recreación digital. Vivió hace 110 millones de años en el Cretácico inferior y este magnífico ejemplar fue hallado en el desierto de Ténere en Nigeria.

P1260324Como su nombre indica, Sarcosuchus es el “Emperador” de los cocodrilos. Los 10 metros que podía llegar a medir más las 4 toneladas de peso que debía ocupar lo hacían verdaderamente sorprendente.

La especial forma de la punta del cráneo llama la atención: posiblemente se trate de una nariz termosensible y capaz de detectar olores en cualquier lado. Lagartos, tortugas y dinosaurios herbívoros debían estar entre las presas más habituales de sus más de 100 dientes.

P1260303 El otro protagonista que nos gustó de la Era Secudaria es el Mosasaurio de Maastrich (Mosasaurus hoffmani). Es del Cretácico Superior, de hace 68 millones de años. Fue hallado en 1780 en Maastrich y fue precisamente Cuvier quien vio detrás de aquellas imponentes mandíbulas de más de un metro la pista de un lagarto. Y aquí que está el Mosasaurio, que podía llegar a tener más de 12 metros de largo, posando para la misma posterioridad que Cuvier, ambos alineados en un único objetivo: darse a conocer.

P1260313Plesiosaurios, Ictiosurios, Iguanodontes… algún cast y algún esqueleto original acompañan al Mosasaurio y al Sarcosuchus. Pero es en el Cuaternario donde nos sorprende algún gigantesco Megatherium americano, los grandes perezosos de la Patagonia están bien representados.

Pero sin lugar a dudas, yo me quedo con la vitrina dedicada a los carnívoros contemporáneos del hombre en su vida en las Cavernas. Y ahí están varios ejemplares de Oso Cavernario (Ursus spalaeus), de León de las cavernas, de Hiena de las Cavernas y de lobo. Todos ellos compartiendo espacio en la vitrina y vida junto al hombre del Paleolítico. Casi todos los esqueletos proceden de la colección del Barón Edmón de Rosthchild que parece que era muy aficionado a este tema. Fueron hallados todos ellos en Francia a caballo entre los siglos XIX y XX.

P1260320 Algunos ejemplares de Aepyornis, la gran ave del Cuaternario sirven para presentar otro fósil muy llamativo,el de Thalassocnus natans. Se trataba de un herbívoro semiacuático (como los actuales hipopótamos) del Mioceno peruano, hace 6 millones de años, y está preparado en actitud de nadar (aunque pueda no parecerlo).

Los fósiles de invertebrados, por los que tuve que pasar de largo, están en la parte superior de este ala dedicada a la paleontología. Y con una visita a la tienda nos despedimos de las Galerías clásicas para visitar rápidamente el edificio dedicado a la Gran Galería de la Evolución. P1260355 Ésta es la estrella indiscutible del Museo de Historia Natural de París y está en un edificio situado jardínes abajo del de la Galería de Anatomía, pasando de largo por los dedicados a las colecciones mineralógicas.

El nuevo edificio alberga la Gran Parada de animales disecados. De hecho, los ejemplares de esta Gran Galería de la Evolución proceden de las enormes colecciones históricas de las galerías de zoología del antiguo museo del siglo XIX… sólo que expuestas en el siglo XXI. Mayor espectacularidad, más amplitud, menos abarrotamiento, información actualizada y llamadas de atención constantes acerca del valor de la vida. Así es esta parte del Museo.

La diversidad de los seres vivos tanto en el medio marino como en el terrestre ocupa dos pisos enteros del museo. En este caso se tira no sólo de animales naturalizados sino también de numerosas copias y reproducciones de gran calidad.

De las llanuras abisales a la Sabana Africana y de los arrecifes coralinos a las selvas tropicales de América, se trasladan a París ambientes y faunas, fotografías, escenas y mucha información.

 

Esta escenografía se complementa con algunos esqueletos (alguno de ballena de cierto porte) y se comienza ya a tomar nota de la importancia de conceptos científicos asociados a la evolución de las especies así como a conceptos sociales asociados a la importancia de mantener criterios sostenibles en la interacción del hombre con el medio.

P1260356De ahí que aparezcan señalados proyectos tan interesantes como la reintroducción del Oryx de Arabia en Omán y Arabia Saudí, una vez extinguidos todos los ejemplares salvajes en 1972. En ese momento se recogieron los últimos de todos ellos, se facilitó la reproducción en zoos y se reintegraron a sus medios, que ya les echaban de menos. Pero si hay una sala verdaderamente llamativa es la dedicada a las Especies amenazadas y Especies Extinguidas. Primero hay que decir que se ve prácticamente a oscuras. Es cierto que algunos ejemplares deben ser tan longevos o tan delicados que la luz se torna en agradable oscuridad, que, por otro lado, le concede una sensación que no tendría en otro caso.

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Además del tradicional dodo de Mauricio, el Quagga o el Tilacino hallamos algunos ejemplares de importancia histórica, últimos mensajes al mundo de especies como –abajo a la derecha- el antílope Hipotrago Azul africano (Hippotragus leucophaeus), el Ciervo de Schomburck o el Emú Negro australiano.

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Galápagos de islas deshabitadas, celacantos y numerosas especies en peligro de extinción a lo largo del mundo (como nuestro Quebrantahuesos) comparten espacio con estos tesoros apolillados.

Una manera digna de finalizar nuestra visita por este área novedosa expositivamente del Museo de Historia Natural de París. El hombre como domesticador, como transformador del paisaje, como causante de extinciones. Pero también como científico, como conservador, como estudioso, como aficionado. De hecho, al salir a la preciosa tarde primaveral parisina ya nos esperan con sus eternas miradas de piedra Cuvier o Buffon en el Jardin des Plantes para asegurarnos que siempre van a estar allí.

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