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7 de abril de 2012

Maravillas del Naturhistorisches Museum de Viena (y II)

 DSC_0077Aunque el Naturhistorisches cuenta con impresionantes esqueletos montados de los tradicionales dinosaurios de gran porte quiero quedarme, para comenzar este breve recorrido paleontológico, por la asombrosa tortuga gigante de la foto inicial y sus dos compañeros subacuáticos. Nos encontramos en la Sala X, la dedicada a los grandes dinosaurios y otros reptiles.

P1020782Para llegar aquí hemos recorrido un buen número de salas apasionantes que revisan la historia de la vida a través de sus fósiles. Luego volveré sobre ello, pero quizá merezca la pena detenerse ante la sala más impactante de todo el museo, la X. Los grandes reptiles del agua, el cielo y la tierra están aquí reunidos a la espera de que les prestemos atención.

Y, justo en la entrada de la sala nos espera la mayor tortuga de las que han habitado nuestro planeta. Se trata de Archelon ischyros, una tortuga de tamaño ciclópeo que habitó la Tierra allá por 74 millones de años atrás, en el Cretácico Superior.

P1020781Este soberbio ejemplar –de más de 4 metros de largo, el más completo y de mayor tamaño del mundo- fue hallado en Dakota del Sur y, según nos cuentan en la guía, los técnicos del Naturhistorisches dedicaron años de trabajo a reconstruir desde piezas sueltas el esqueleto completo.

Quizá lo más sorprendente de esta tortuga es que parte de su caparazón se transformó en una dura protección que envolvía a los huesos del quelonio. Por cierto, sorprendente el éxito permanente de las tortugas: aparecieron durante el Triásico, hace 200 millones de años y lo hicieron ya con el caparazón con que las reconocemos aún. Todo un éxito evolutivo.

Nuestra tortuga está bien acompañada por algunos de los reptiles acuáticos más interesantes de la historia de la vida. A su derecha se expone un espectacular Mosasaurio (Platecarpus ictericus), un reptil carnívoro que habitó los mares del Cretácico Superior junto con Archelon. Este ejemplar es también americano, procede de Kansas y fosilizó hace 88 millones de años (por cierto, se denominan mosasaurios por el río holandés Maas –en latín Mosa- donde fue hallado el primer mosasaurio en 1770).

Estos reptiles debían ser magníficos, superando los 12 metros de longitud y se caracterizaban por su agresividad: se han evidenciado cicatrices de heridas provocadas por los propios mosasaurios en las mandíbulas y huesos de numerosos fósiles de la especie. Además, cazarían pterosaurios, tortugas, calamares, peces y cualquier otra cosa que se pusiera por delante. Podrían ser vivíparos como sus antecesores, los ictiosaurios: se han hallado fósiles de embriones en grandes mosasaurios.

P1020780A la izquierda de Archelon se expone un fenomenal esqueleto de Plesiosaurio de cuello corto(Dolichorhynchops osborni) y procede de la misma época y del mismo yacimiento que el mosasaurio. De hecho, tiene todo el sentido presentar a estas tres especies del Mseozoico compartiendo espacio. Mosasaurios y plesiosaurios se convirtieron en los grandes depredadores del mar del Cretácico. Los plesiosaurios de cuello corto, con un comportamiento similar al de los pingüinos actuales, debieron ser los nadadores más rápidos de aquel tiempo (a diferencia de sus congéneres de cuellos largos y cabezas pequeñas). Sus aletas se convertían en fenomenales motores para la natación.

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Enfrente de Archelon y los depredadores nos encontramos con sendos fósiles de los cazadores reptilianos de la época inmediatamente anterior a la de mosasaurios y plesiosaurios: la era de los ictiosaurios. Y aquí se incluye uno de esos fósiles que hacen afición, el de un Ictisiosaurio hembra en estado de gestación. El pequeño ictiosaurio que parece salir del vientre materno no es sino un feto que debió ser expulsado por los gases del cuerpo momentos después de la muerte de este pez-reptil (que es lo que significa el original griego ictiosaurio).

P1020784Este fósil es del Jurásico, de 180 millones de años atrás y corresponde a una hembra de Stenopterygius quadricissus hallada en un yacimiento bituminoso en Holzmaden (Alemania). Se expone otro ejemplar, del mismo yacimiento y de la misma especie al lado. Con él han realizado una interesante y divulgativa animación en la que nuestro ictiosaurio recorre los mares del Jurásico para salir después por la vitrina que contiene su fósil.

En Holzmanden han sido hallados numerosos fósiles de ictiosaurio y muchos de ellos, de hembras preñadas con hasta 11 pequeños ictiosaurios. El viviparismo, es decir, no poner huevos y “parir” los pequeños mínimamente desarrollados parece que fue la opción de esta familia de organismos y, aún con las dificultades y elevada mortalidad (demasiados fósiles gestantes) parece que no les P1020798P1020770 fue mal. Por lo menos hasta que la competencia de tiburones, mosasaurios y plesiosaurios terminaron con ellos hace 100 millones de años.

Y del medio acuático al aéreo. En un más que ocurrente “¿Por qué damos de comer a los dinosaurios en invierno?” parte de la sala X se dedica a mostrarnos tanto a los pteranodones que surcaron los aires 70 millones de añosa antes que lo hiciera cualquier ave como a los primeros dinosaurios emplumados, antepasados directos de dichas aves.

La reconstrucción de un Pteranodon a escala natural y con 7 metros de envergadura sobrevuela la sala y una copia de uno de los mejores esqueletos de la especie Pteranodon ingens nos muestra lo impresionantes que tenían que ser estos animales de huesos vaciados y de alas membranosas unidas a través de sus dedos y pies. P1020796

En la sala sí que se muestran fósiles como los de Rhamphorhynchus intermedius y Pterodactylus kochi (arriba y abajo, respectivamente, ambos de procedencia alemana y de hace 150 millones de años).

El primero era un pterosaurio de cola larga y se encuentra entre los más antiguos y primitivos de los pterosaurios. Esa especie de estructura romboidal al final de la cola debía servir de timón estabilizador. Con sus poderosas mandíbulas y con la rapidez que le debían dar sus 40 cm de envergadura debía ser un pescador de primera (se han hallado restos de peces en algunos fósiles de Rhamphorhynchus).

P1020796Sin embargo Pterodactylus kochi pertenece a un grupo, los pterodáctilos, que aparecieron a finales del Jurásico y se caracterizaban por lo contrario, cuellos y cabezas largos y cola pequeña. En este caso se trata un pterosaurio de pequeña envergadura, pero algunas especies de este grupo llegaron a tener hasta 12 metros de una punta a otra de las alas, que ya es decir.

En la misma sala nos encontramos otro grupo de dinosaurios alados, pero en este caso ya con plumas cubriendo el cuerpo. Desde luego que destaca la reconstrucción emplumada de Deinonychus antirrhopus del bajo Cretácico (hace 110 millones de años). Sus “garras terribles” debían convertirlo en uno de los predadores más eficaces de aquella era.

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Se cree que las plumas han podido surgir en diferentes momentos y con diferentes utilidades a lo largo de la historia de la vida, principalmente para termorregular en animales de sangre fría. Probablemente su uso hacia el vuelo fuera meramente secundario. Y es por ello más llamativo el esqueleto humilde que acompaña al Deinonychus; se trata de Psittacosaurus mongolensis, un pequeño ceratópsido (como el conocido Triceratops) del último Cretácico, hace 100 millones de años y de procedencia mongola, que debía contar con una fila de plumas sobre la parte superior de la cola, plumas que debían parecerse a las actuales cerdas de algunas especies.

P1020790Hablando de ceratópsidos: un encantador Protoceratops de hace 85 millones de años protagoniza una vitrina dedicada a los huevos de dinosaurio. Y es que se han hallado, particularmente en Mongolia, un buen número de nidos muy bien conservado de esta especie y sus huevos suelen estar expuestos en museos y colecciones.

Pero quizá lo que más llama la atención de la vitrina son los enormes huevos de Tarbosaurus, huevos de aproximadamente 30 cm de largo. Tarbosaurus era uno de los más grandes depredadores del Cretácico, hace unos 70 millones de años. P1020799Tarbosaurus era un pariente cercano del Tyranosuaurus, así como de Allosaurus de quien también se presenta un modelo animatrónico entre copias de grandes esqueletos de saurios.

Destaca, por supuesto, el cast del Diplodocus carnegie que no puede faltar en ningún museo que se precie, pero se echan de menos esqueletos reales u originales como se pueden disfrutar en otros grandes museos europeos y americanos.

Aún así, la visión de la Sala X es perfecta para que niños y mayores dejen volar la imaginación y bichos tan emblemáticos como los dinosaurios provoquen su inquietud e interés.

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P1020791La colección de fósiles del Naturhistorisches es asombrosa. Sus salas recorren la historia de la vida con una ambientación decididamente decimonónica, si bien tratan de enmendarlo con algún modelo aquí y una reconstrucción allá que alegran la vista. Admito que es gracioso ver salir del cristal de la vitrina el animalillo que estás viendo fosilizado (como el famoso Ichthyostega del Carbonifero de la foto).

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Todo comienza en la parte dedicada a la geología y los meteoritos, en la que no me voy a centrar por falta de tiempo (véanse por ejemplo las preciosas esmeraldas colombianas de la foto de arriba). El caso es que entramos en las salas de paleontología, que son unas cuantas, y nos fijamos en algunos de los fósiles chulos que se pueden encontrar aquí. Por ejemplo, los fósiles de huellas en el sustrato:

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La colección de fósiles de Trilobites del Naturhistorisches es envidiable, enorme. Y, entre todos ellos no pude evitar fijarme en las “cruzianas”, las huellas que dejaban estos invertebrados en el fondo del mar cuando lo recorrían en busca de alimento. Los Trilobites se encuentran entre los organismos de más éxito del Paleozoico y sus formas de adaptación son múltiples, incluidas aquellas que desarrollaron espinas para evitar sumergirse en el lodo por el que circulaban. ¡Incluso algunos serían capaces de nadar¡ El caso es que el Museo cuenta con una completa colección de Trilobites que debe ser la envidia de Richard Fortey.

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No son los Trilobites los únicos que dejaban huellas: también los escorpiones de mar dejaron las suyas. Hay varios fósiles de Eurypterus, los probablemente mal llamados escorpiones (más cercanos a los cangrejos cacerola que a ellos) que vivieron en el Paleozoico y se convirtieron en los depredadores más grandes de su era, hasta 2 metros de porte. El caso es que el museo muestra una copia del recorrido de uno de estos escorpiones. El Silúrico debió ser toda una fiesta de la vida…

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Avanzamos hasta el Carbonífero para conocer a gente interesante. Por ejemplo, la mayor araña que ha existido nunca y que se hace acompañar por una reproducción a escala de la misma. Megaracne servinei era una enorme araña de hasta 50 cm que habitó los bosques húmedos del Carbónifero tropical en lo que hoy en día es Argentina y su tamaño se asocia a la gran cantidad de oxígeno con el que contaba nuestra atmósfera hace 320 millones de años, en un momento de espectacular desarrollo vegetal.

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Un pequeño bosque de Lepidodendron y Sigillarias, que incluye algún fósil original acompaña en estas salas a un enorme cast de la cabeza del pez placodermo Dunkleostus terelli (el original creo que está en el Naturkünde de Berlín) y a numerosos fósiles de los primeros vertebrados que se atrevieron, ya en el Pérmico, a recorrer la tierra firme.

P1020694Entre ellos, además del Ichthyostega que salía de la vitrina, nos encontramos como Protorosaurus speneri, una de las primeras formas de saurios halladas en el mundo.

Al fin y al cabo Protorosaurus no significa sino “Primer lagarto” y se le considera el antepasado de los reptiles que poblarían nuestro planeta en adelante. Podría llegar a medir hasta 2 metros y su cuello y patas podrían ser bastante largos dependiendo de la especie que comentemos. El museo cuenta también con numerosos ejemplares de los primeros anfibios,algunos de ellos P1020697acompañados de nuevo por curiosas reproducciones en resina de los mismos para ayudarnos a entender qué estamos viendo.

Es el caso de este Microbrachis pelicani de aquí al lado. En otros casos, los fósiles se acompañan de dibujos en los que se representan los animales que identifican. En esta ocasión, se trata de los restos de un fitosaurio, una especie de saurópsido relacionada lejanamente con los cocodrilos y de cuya especie Mystriosuchus planirostris se muestra el fósil de la izquierda.

P1020727Este lagarto semiacuático y depredador vivió ya en el Mesozoico, a comienzos del Triásico, y aquel que los descubrió inicialmente interpretó que debían ser herbívoros. De ahí el curioso nombre de Fiosaurios para animales de evidentes rasgos piscívoros. Su hocico, largo, delgado y cubierto de dientes cónicos le ayudaría a cazar en el agua sus presas, pero no creo que fuera muy útil fuera de ella.

Pero volvamos al Pérmico, pues en la sala adquiere protagonismo Bradysaurus baini un tranquilo animal que debía constituir la gran fauna herbívora de este periodo. Bradysaurus era el típico Paraeiasuaro rechoncho y robusto que, según describe acertadamente la wikipedia: “Tenía el dorso protegido por placas óseas alojadas en la piel. Las patas, gruesas y poderosas, se proyectaban hacia los lados en una disposición típicamente reptiliana, con la columna vertebral enormemente engrosada.

P1020742También el cráneo era sólido y pesado, y presentaba numerosas púas y protuberancias verrugosas. Los dientes eran pequeños y en forma de hoja, con los bordes aserrados para desgarrar las duras fibras vegetales que el animal comía. El paladar también estaba provisto de dientes, para deshacer mejor estas fibras vegetales” (ver, por ejemplo en.wikipedia.org/wiki/Bradysaurus)

Los Bradysaurus aparecen en todo documental sobre las eras anteriores a los dinosaurios que se precien. Sus andares debieron ser pausados, como su comportamiento, pero me temo que de elucubraciones está el mundo lleno.

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Otro fósil curioso: la serpiente más antigua conocida por el momento. Aquí ya damos un salto hacia el Cretácico y nos encontramos cara a cara con Pachyophis woodwardi, una serpiente marina que vivió hace 100 millones de años. Las delgadas costillas le debieron permitir moverse cómodamente entre las corrientes marinas. Inicialmente se pensó que se trataba de un saurio, pero creo que ahora la cosa está clara.

P1020756Asombrosos sin lugar a dudas son los fósiles de peces de Monte Bolca, cerca de Verona. Con ellos pasamos ya a nuestra época, el Cenozoico, desde hace 65 millones de años al presente. Hace 50 millones de años el Mar de Tethys cubría una gran parte de lo que hoy en día es Europa. En ese mar vivieron una gran variedad de especies de peces y muchas de ellas dejaron su huella en unos fósiles de excelente calidad y conservación. Estos peces vivieron en azules lagunas de barreras coralinas y ahora los podemos ver congelados en arcilla.

P1020751Entre ellos, los enormes Eoplatax papillo y Mene rhomba.

De la misma forma llama mi atención el prosimio Godinotia neglecta, un fósil de la llamada fauna del Messel (en Darmstadt, Alemania). Se trata de un yacimiento igualmente portentoso en el que quedó perfectamente identificada la fauna y la flora que habitó allá hace 49 millones de años.Estos animales se hundieron en lo más profundo de un lago, donde la carencia de oxígeno y condiciones de vida complejas hicieron que los carroñeros no actuaran. Se fosilizaron no sólo los huesos, sino también restos de piel e incluso contenido de los estómagos de los animales muertos. En este yacimiento se han encontrado algunos de los parientes del caballo más importantes para delimitar su evolución.P1020763Más reciente es el esqueleto de Prodeinotherium bavaricum, de hace apenas 16,5 millones de años. Se trata de un ejemplo de los extintos deinoterios, los más curiosos entre los fósiles de elefantes. P1020747Sus colmillos son muy llamativos: crecen hacia atrás y desde la mandíbula inferior a diferencia de los actuales elefantes. Probablemente los utilizasen para arrancar plantas acuáticas o raíces de árboles, pero no está claro.

Estos deinoterios se extendieron desde África por toda Europa y por eso suelen aparecer en nuestra yacimientos, al menos, hasta hace 3 millones de años que es cuando se extinguieron.

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Nuestro breve recorrido acaba aquí pues es tan ingente la colección del Naturhistorisches que nos llevaría días recopilar toda la información para pasarla a esta entrada. Por ello, y aunque se queden en el tintero otros fósiles maravillosos, no puedo sino cortar aquí y apenas recomendar su visita, empezando por su página web: http://www.nhm-wien.ac.at. Que aproveche.