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6 de septiembre de 2007

Visita al MUJA

Ésta es la reproducción de un esqueleto de un Terópodo, posiblemente Deinonychus, ubicado en la Sala del Jurásico de, precisamente, el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA).

El significado de terópodo es "pié de bestia", lo que cuadra de forma bastante explícita con los dinosaurios carnívoros a los que define. Este grupo de saurisquios apareció a finales del Triásico y se extinguió en su mayoría en el Cretácico. Sobrevivió un pequeño grupo: las aves actuales.


Se trata de dinosaurios de una agilidad extraordinaria, dotados de fuertes garras en manos y pies y que debieron representar la cumbre de la cadena ecológica de la Era Secundaria, al menos en el ámbito terrestre. Presentan adaptaciones interesantes para tal fin:

- Las comentadas garras en pies y manos, fuertes y afiladas. (La garra más grande es la del Megaraptor o Garra Gigante, de 30 cm de largo).

- Una cola rígida que les servía para contrarestar el peso de la parte anterior del cuerpo,ejerciendo casi de timón para equilibrar el movimiento.

- Visión frontal, una especilización específica para cazar de forma más efectiva.

- Cuello con una notable curvatura en "S", para situar la cabeza por encima de los hombros y mejorar la visibilidad sobre las presas.

- El segundo dedo del pie no tocaba el suelo (es, precisamente, el portador de la garra inferior), el primero nunca. Aspectos que, entre otros como el íleo largo, posibilitan que sus zancadas fueran muy grandes.

- Articulación intramandibular que les permitía, como a las actuales serpientes, abrir ampliamente la boca.

Estos detalles, mucho mejor explicados, se exponen en el propio MUJA delante de la réplica de Deinonychus. El Museo del Jurásico Asturiano no es sólo una espléndida colección de reproducciones de piezas paleontológicas famosas o llamativas. Tampoco es una atracción especialmente dedicada a los niños. Ni un museo dedicado a la exposición rigurosa de colecciones. Y sin embargo es todo ello.

Es un Museo espectacular. Está situado en Colunga (Asturias) aprovechando el "tirón" de la abundancia de yacimientos del Jurásico que se hallan en su costa. Yacimientos especialmente de icnitas fósiles, pero también de interesantes piezas que se shan encontrado y se siguen encontrando por los paleontólogos dedicados a ello.

Sorprende, para empezar, la forma y estructura del propio museo. Es la planta de una huella tridáctila, típica de terópodos y ornitópodos, tan frecuente en los yacimientos cercanos. Esta huella está dividida en Eras, mostrando en cada una de ellas algunas caracterísiticas de los dinosaurios y los hábitats en los que éstos vivieron.

Antes de la entrada, hay numerosas reproducciones de dinosaurios de algunos grupos. Un Diploducus (Sauropodomorfo), un Allosaurus (Terópodo), un Camptosaurus (Ornitópodo) y un Dacentrurus (un Tireóforo, en la foto). Las reproducciones son espectaculares y aparte de aprovecharse para hacer fotos también sirven de introducción para lo que se va a ver en el interior del museo.

Y es que en el interior, aunque no falta algún dinosaurio "completo", la mayor parte de la exposición se basa en réplicas de esqueletos de los mismos. Por eso los dinosaurios de la parte exterior dan una imagen más cercana a lo que el aficionado medio espera.

El interior del museo es impresionante. Una construcción en madera que, aprovechando los claroscuros de la iluminación provoca una sensación de entrada en algo único, hecho para sorprender. Y la verdad es que no defrauda.

La planta con forma de huella tridáctila divide cada dedo en una Era. Después de una breve introducción al premesozoico (con estromatolitos incluidos), comienza el asombro con la Sala del Triásico, periodo en el que aparecieron los dinosaurios hace 250 millones de años.

La disposición de las salas suele ser similar. La reproducción de una escena, individuo o situación a gran escala, con elementos réplicas de esqueletos y una imagen de fondo con el probable escenario real. Alrededor, otras piezas y los detalles de cada Era o apartado.

En el caso del Triásico, una reproducción del yacimiento alemán de Trossingen en el que numerosos Plateosaurus, un prosaurópodo antiguo y bien conocido, quedaron atrapados en una trampa de barro. En derredor, muestras acerca de la biológia de los dinosaurios y la tipología de fósiles que se pueden hallar de los mismos (icnitas, coprolitos, gastrolitos, etc.). Además, utilizando una réplica de un Lystrosaurus, se muestra cómo el hallazgo de fósiles contribuyó a la explicación de la teoría de la deriva continental.

La sala se complementa con idealizaciones del aspecto de los dinosaurios que imaginaron los primeros investigadores del XIX (destaca la del Iguanodon, claro) y una comparativa entre Herrerasaurus -que dan lugar a los dinosaurios y en último caso a las aves actuales- y Prestosuchus -otra línea que daría lugar a los cocodrilos-.

La Sala del Jurásico, la época de esplendor de este tipo de animales entre 200 y 140 millones de años, comienza con un impresionante panel de las huellas de la Playa de la Griega, en Colunga, tal y como un Saurópodo del Jurásico debió dejarlas. Un Saurópodo, posiblemente un Camarasaurus, cuya réplica esquelética protagoniza este segundo pié de la huella, al menos desde el piso inferior, ya que el superior es el dedicado propiamente a la clasificación y relaciones de parentesco entre los linajes de dinosaurios.

En esta sala se dedican paneles y reproducciones de piezas famosas a cada grupo de dinosaurios, explicando los rasgos más característicos de cada familia. A esta sala pertenecen las deficiones y las fotos del inicio de esta entrada, las de Deinonychus. Además, se expone un enorme Brachiosaurus, para explicar los aspectos anatómicos fundamentales de los Saurópodos así como réplicas de cráneos de Triceratops (entre los Marginocéfalos) o Anquilosaurus (para los Tireóforos).

Réplicas de fósiles marinos del yacimiento de Holzmalden (impresionantes el crinoideo y el ictiosaurio) dan paso a la Sala del Cretácico.

De camino, hay un apartado dedicado al comportamiento de los dinosaurios. El del cuidado de los pollos es particularmente interesante, como el de comunicación mediante sonidos y colores o pigmentaciones. La recreación de patrones pigmentarios asociados a posibles mensajes comportamentales en Chasmosaurus, si bien es un ejercicio de imaginación parece tener trazas de verosimilitud.

En la Sala del Cretácico, la recreación de una escena de cortejo de Tyrannosaurus sorprende sustancialmente. El MUJA es el único museo europeo en mostrar un ejemplo de comportamiento sexual tan impresionante e inesperado.



Esta Sala se ve acompañada por espacios expositivos dedicados al tránsito hacia las aves actuales de algunos Terópodos y otros a aquellos grupos animales que desaparecieron hace 65 millones de años con el fin del Cretácico y la Era Secundaria o Mesozoico.

Las teorias más aceptadas siguen siendo las del meteorito complementadas con las de la ingente y localizada cantidad de erupciones volcánicas. Existen otras, algunas realmente chocantes, que se exponen incluso con hilaridad.


Existe una sala dedicada al postmesozoico, Terciario y Cuaternario, con menciones al Hombre de Atapuerca e incluso con la reproducción de un cráneo de Oso Cavernario. El protagonismo de esta sala se lo lleva, sin embargo, un pequeño precursor del caballo encontrado en Llamaquique, es Cantabrotherium truyolsi.

En la planta baja del Museo se ubica el apartado dedicado al Jurásico asturiano. Tiene dos partes bien diferenciadas. La primera está dedicada a las Formaciones geológicas a distinguir en la propia costa asturiana en función de la época del Jurásico a la que se refieren (GIjón, Rodiles, etc). Aquí se presentan numerosas piezas de interés geológico relacionadas con cada época además de algunos fósiles representativos de las mismas.

La segunda parte es la más interesante, al menos para nosotros. La mejor colección de fósiles del Jurásico en España lo tiene el MUJA, cuyo origen son los impresionantes yacimientos de la costa cercana. Existen numerosos fósiles, pero la estrella es la colección de icnitas fósiles.

Destaca una de Saurópodo en la que se ha fosilizado incluso la huella de la piel del animal. Pero la que más nos impactó fue el fósil de huellas de pterosaurios, los reptiles voladores que no dinosaurios, que conquistaron los cielos jurásicos.

Se trata de un bloque de arenisca en cuya base se conservan contramoldes de huellas de manos y pies de pterosaurios, algunas de las cuales han conservado impresiones de la piel, de las membranas interdigitales e incluso huellas de los picos y dientes.

Las huellas de las manos son tridáctilas y las de los pies, de cuatro dedos. Este bloque permitió proponer una teoría acerca de las posibilidades de natación o, al menos flotación, de estos reptiles alados al quedar estas huellas fósiles imprimadas en el fango de una laguna donde podrían estar solazandose o pescando.

En definitiva, la visita al MUJA no es sólo recomendable para niños, sino también para el aficionado e incluso el profesional dedicado a la paleontología. Todos ellos encontrarán la razón de la visita a lo largo de la misma.