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31 de octubre de 2010

11 cosas que hacer en Aleppo

P1220982 Si Damasco es una gran ciudad, Aleppo, la segunda gran urbe de Siria, es más ciudad que la capital: continúa manteniendo el encanto de los zocos, de la mezquita, de los barrios con encanto… Pero tiene algo más: mucha, muchísima más vida; más viveza, más gente en la calle, más vida nocturna, más alegría y un gran número de cosas por ver y hacer, empezando, claro, por…

1. Visitar la Ciudadela

P1220690Aquí empezó la vida en Aleppo. La Ciudadela se sitúa sobre un antiguo Tell, lo que ya da pistas de lo mucho que lleva siendo poblada la ciudad. Halap es el nombre en árabe de Aleppo y significa “ordeñar”. Curiosamente, un viajero del siglo XIX llamó a la ciudadela la “taza de café de Aleppo”. Y debe llevar mucho tiempo habitada esta taza de café, pues en la Ciudadela se hallan restos de muchas épocas: arameos, amonitas, seleúcidas, griegos, romanos y un largo etcétera.

P1220768La Ciudadela ha sufrido a lo largo de sus historia numerosos ataques, de los cruzados, los mongoles (Gengis Khan primero y Tamerlan después), los mamelucos en 1516 o los otomanos más tarde. Aún así la entrada es espectacular, una de las cuatro entradas con las que contaba la fortaleza que, además, presumía de varias torres defensivas. Se suele utilizar como ejemplo al hablar de la más bella arquitectura árabe islámica.

P1220714Pasado el arco levadizo (que en su momento fue de madera), levantado sobre un antiguo foso, enseguida nos llama la atención que la entrada al propio edificio no está en línea recta ascendiendo la escalera sino que ésta dobla a la derecha, en forma de codo, para así evitar los arietes que en otro tiempo se utilizaron para acceder a su interior.

P1220715La puerta está decorada con un buen número de herraduras, prácticamente todas hacia abajo (70) y sólo una hacia arriba. Poco después aparece otra puerta, la llamada de los leones (símbolo de los ayubitas) en la que según quien los mire se ve uno sonriente y otro triste.

La típica historieta vendida como sabiduría de la vida (es decir, en guerra todos pierden) en la que realmente los dos leones son iguales. Por cierto, atravesarlos supone cruzar la quinta de las puertas que dan acceso a la Ciudadela, a la parte civil de la ciudadela.

Salimos ahora al exterior, nos rodean restos de unas termas en excavación (a la izquierda) y un aljibe con dos niveles (el nivel dos se utilizaba sólo en caso de emergencia) a la derecha. Al final, una mezquita del siglo XII.

De esta manera, el pueblo que se refugiaba en su interior en momentos de guerra, tenía a mano baños públicos, cisternas de agua, templos, almacenes de víveres y por supuesto viviendas y edificios. La Gran Mezquita de la Ciudadela está dedicada a Abraham quien, según la leyenda musulmana ordeñó aquí su vaca rojiza (y de ahí lo de Halap… Aleppo, ordeñar). La leyenda cristiana dice que en la iglesia bizantina por debajo de la mezquita se haya enterrada la cabeza de Juan Bautista, que se trajo desde el Templo de Baalbeck en 456 dC. También sirvió de madrasa.

P1220735 Al final de esta gran avenida, justo después de una excavación arqueológica en la que unos alemanes tratan de sacar a flote antiguos restos hititas, se accede a otra gran mezquita desde la cual se puede ver una muy buena vista del norte de la ciudad…

P1220752P1220754 Nos acercamos ahora al Palacio Real, cuya entrada repite el esquema blanquinegro típicamente árabe de mármol y basalto.

Y a partir de ahí, paseamos por salas de palacio entre las que destacan la antesala del trono (en cuya parte superior se ubicaban unas esculturas con burda forma de guardia para engañar a los posibles enemigos).

P1220761Pero sobre todo, como es natural, la Sala del Trono con suelos de mosaico, techos de damasquinado, una lámpara portentosa y un lujo palpable que el gobernador veía desde una esquina oscura para que no le vieran aquellos que estaban bajo su jurisdicción (de hecho, los veía llegar tras los barrotes de una ventana externa al Salón).

2. Perderse en los zocos

P1230012 Pero estos zocos no son como los de Damasco ni como los de Estambul. Tienen otro sabor, otra presencia… mucho más real, que se siente, se huele, se palpa. Son zocos mucho más cerrados, un pelín más claustrofóbicos pero más atrayentes, si cabe. Igual de largos y laberínticos que los demás, pero con más posibilidades de vivir escenas sacadas de la mejor literatura árabe. Desde la furgonetilla que, marcha atrás, recorre los angostos túneles abarrotados de compradores hasta los grupos de mujeres cubiertas de negro desde los dedos de los pies hasta el último pelo de la cabeza –ojos incluidos- en un horripilante ejercicio de autoflagelación o de flagelación impuesta (no sé que en qué porcentaje, supongo que infinitamente mayor en el segundo caso).

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Pero más allá de esto, recorrer el Zoco es toda una aventura, son más de 8 kilómetros de intrincadas callejuelas cubiertas, puestos de fruta, de jabones, de telas, de ropa, de carne. Corderos colgados en el exterior, vendedores empujando enormes carros con bollería, zumos de frutas ya exprimidas a la espera de quien los compre y beba, alegres y bigotudos vendedores, especias, dulces, frutas pesadas con romanas; cientos de personas afanándose por pasar en diferentes direcciones. Asombrosa la amabilidad de los sirios: uno de los vendedores, sin haber comprado nada, acercó en coche a unas conocidas al hotel sin esperar contrapartida alguna.

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Más de 15.000 tiendas y un buen número de entradas: sabes por dónde entras, nunca por dónde vas a salir. Algo te llevarás, casi seguro. Nosotros caímos, claro.

3. Vestirse de adefesio (mono) en la Gran Mezquita de los Omeyas

P1220817 La Gran Mezquita de los Omeyas es uno de los edificios más importantes y bellos de Aleppo, como era de esperar. Y no decepciona: su patio es columnado y amplio; sus suelos embaldosados de basalto negro y piedra amarilla recrean formas geométricas que contrastan con las dos fuentes para la ablución y con el alminar de la Mezquita, que llama la atención ya desde el exterior.

El alminar presenta un diseño puramente medieval (se construyó en 1095), es cuadrado, con seis pisos que alcanzan los 46 metros de altura.  Relieves de columnas, arcadas, ventanas y capiteles más algunas sentencias en lengua cúfica (recientemente hallada una que dice En nombre de Alá el Comprensivo y Misericordioso) aparecen en todas sus caras.

Nos quedamos mirando al alminar mientras sentimos en nuestros pies descalzos el calor casi doloroso de las baldosas calentadas al sol de media mañana. Y no vamos vestidos de normal, bueno, los hombres sí; las mujeres han de cubrirse totalmente. Al menos, los monos que les proporcionan son un poco más pasables estéticamente que los de Damasco, incluso más alegres. Son blancos e incluyen algunas florecillas y motivos semejantes.

P1220814 Aún así, es difícil de entender la misoginia de esta sociedad, por otro lado fascinante. Paseamos por el patio de la mezquita, centro religioso, centro de formación, centro público de opinión y discusión, de reunión del pueblo, de oración. El Alminar, antiguo como la forma de pensar de muchos de nuestros compañeros de visita, da sombra a un edificio realmente bonito aunque muy restaurado, que abre varias puertas al exterior, incluyendo dos a los zocos para facilitar el intercambio entre la vida real y la espiritual. Resulta que no son la misma.

4. Buscar Pinus haleppensis en Aleppo

Sí señor, aunque parezca mentira me encantaría ver eucaliptos en Australia o Ailantos en China, sólo por el placer de ver en sus lugares de origen a las especies arbóreas que provocan pesadillas en las mentes de muchos profesionales y aficionados a esto del medio ambiente.

Y por fin, en Aleppo, pude ver de primera mano un auténtico Pino de Alepo (Pinus halepensis), un árbol resistente a la aridez, de tan buen resultado en crecimiento rápido y producción de madera y resina que se ha llevado allá donde ha sido necesario.

P1220731Como árbol, como pino, me parece interesante y apasionante, y encontrarlo en medio de la Ciudadela de Aleppo, todo un privilegio.

Encontrarlo en los montes de Galicia, en las estribaciones de las sierras del centro peninsular, en cualquier restauración forestal bien o malintencionada me provoca una desazón imposible de ocultar.

5. Pasear por el Barrio Armenio

Al gadydah es el nombre del barrio armenio de Aleppo. En realidad significa “barrio nuevo” y lo fue, pero en época otomana e incluso anterior. Probablemente se crease para albergar a los comerciantes cristianos maronitas y armenios que se instalaron en la ciudad a la sombra de la Serenísima República de Venecia. O bien se localizaron en ámbitos más céntricos tras los destrozos de las invasiones mongolas…

P1220881 Sea como sea, porque no parece nada claro, el Barrio Armenio de Aleppo es un lugar pintoresco y agradable para pasear. Son las casas las que llaman enseguida la atención. También hay iglesias desperdigadas aquí y allá, pero muchas de las casas tienen una disposición muy llamativa. Paseando por sus callejuelas encuentras de vez en cuando pasadizos abovedados sobre los que se ubican habitaciones. Coquetos patios con fuentes aparecen aquí y allá. Además, estas casas suelen disponer de sótanos que ejercen la labor de vivienda subterránea fresca en verano y calentita en invierno.

Y muchas de éstas casas no son sino recuerdos de los grandes comerciantes cristianos que hicieron su agosto a lo largo de la historia como embajadores del capitalismo occidental en medio del mundo islámico. Estas casas estaban muchas veces profusamente decoradas. El mejor ejemplo de todo ello no está en Aleppo, como podría esperarse. Lo vimos en diciembre de 2009 en Berlín, en el mismísimo Museo de Pérgamo (http://isla-muir.blogspot.com/2010/02/en-el-museo-de-pergamo-y-iii-la-puerta.html) donde se ubica la encantadora decoración que cubría las paredes del comerciante occidental en la Casa Beit Wakil donde, pobres, muestran un catálogo con lo que allí había (y probablemente vendieron por avaricia mezclada con ignorancia).

P1220889 6. Visitar el Museo Arqueológico

Tres hieráticas estatuas en basalto negro montando dos leones y un toro reciben al visitante del Museo Arqueológico de Aleppo, si cabe, mucho más impresionante que el de Damasco.

El palacio que acogía la tumba del último príncipe de Bait Bakhani en Guazana, actual Tell Halaf, tenía a la entrada estas espectaculares figuras. Dentro nos esperan muchas, muchísimas cosas interesantes.

P1220916 Es preciso reconocer que la mayor parte del presupuesto del museo se ha dedicado a la representación del Islam antiguo, concediendo menos importancia a los hallazgos de Ugarit, de Ebla, de Mari, de las civilizaciones sumeria, asiria, hitita, griega, romana, bizantina..

De todo hay en este bonito museo destacando los reyes de Mari, su León de bronce, la Estatua de la Diosa del Manantial, los frescos asirios o las impresionantes figuras basálticas de la civilización de Tell Halaf como las que abren el Museo. Pasamos una tarde muy entretenida en él, es un Museo no demasiado visitado que merece la pena recorrer.

7. Buscar el Hotel de Agatha Christie

P1220970 El hotel Baron (precisamente en Baron Street) fue inaugurado en 1911 por la familia Mazlomian. Pues bien, este hotel, escondido entre las grandes y pobladas calles de Aleppo es donde Agatha Christie escribió el que es considerado uno de sus mejores libros, su “Crimen en el Orient Express” y, como a ella, también sirvió de residencia puntual a personalidades como Lawrence de Arabia, De Gaulle, Roosvelt o el mismísimo Mustafá Kemal Atatürk.

Así que allá nos fuimos, a llevarnos la imagen de este hotel imperecedero (pero sin poder ver las habitaciones de estos personajes, ahora transformadas en suites).

8. Comprar jabón

P1220989 Desde por lo menos la Edad Media, Aleppo se ha convertido en una importante productora de jabón natural. Entiendo que las labores artesanales en su fabricación han dado paso a la producción intensiva industrial, pero en Aleppo aseguran que los ingredientes siguen siendo naturales y, además, de la región: aceite de oliva (que hidrata y suaviza), aceite de laurel (antiséptico y aromático), agua y soda. Bien es cierto que la soda, tradicionalmente obtenida de Salsola kali, ahora es artificial.

Y todo es porque los turistas como nosotros necesitamos llevarnos, qué menos que una pastilla de jabón o un lote de éstas (en nuestro caso, una coqueta caja de tres a cinco euros). Se supone que las pastillas han estado nueve meses secándose antes de poder disfrutarlas…

9. Llegarse hasta San Simeón y las ciudades muertas

P1220840 Cerca de Aleppo existen un buen número de yacimientos arqueológicos de interés. Algunas de las más importantes son las llamadas Ciudades Muertas, que no son sino poblaciones bizantinas muy prósperas en los siglos V y VI debido a la industria del aceite pero abandonadas después, Sergila y Al Bara, al oeste de Aleppo, son las más conocidas (y con las que más ganas de ver nos quedamos).

P1220846 Nosotros fuimos al norte, a ver las impresionantes ruinas del Monasterio de San Simeón, el Estilita. Este señor, allá por 390 dC decidió que estar en un monasterio no era suficiente para alcanzar el clímax espiritual y con el fin de alejarse del mundanal ruido (y de las mujeres, otro misógino de cuidado) decidió escalar a lo más alto de una columna de piedra y permanecer allí aislado noche y día.

Aislado, lo que se dice aislado, poco estuvo: atrajo a miles de peregrinos para escuchas sus sermones y, a su muerte, el emperador Zenón ordenó construir el Monasterio Basílica alrededor de la columna y por cuyas ruinas tuvimos el lujo de pasear.

Muchos monjes estilitas siguieron la idea de Simeón a lo largo del tiempo. Menos mal que la moda terminó.. el caso es que el Monasterio es asombrosamente interesante. A la entrada, un buen número de restos aguarda a que alguien los identifique y se cuide de ellos mientras sirven de asientos de la cafetería cercana.

P1220845Los restos del pilar sobre el que Simeón estuvo cuatro décadas sermoneando se sitúan en el centro de lo que en su momento fue la Basílica, un edificio moderadamente bien conservado en forma de cruz bizantina y que facilita unas vistas maravillosas de la región.

Junto a la iglesia, se sitúan los restos del monasterio y más adelante, los de una necrópolis cristiana y una antigua iglesia en la que se pueden ver restos de una pila bautismal. Se vuelve paseando entre cipreses, coscojas y esparragueras, en un paisaje de ruinas dignas encantador.

Curioso buscar entre sus restos las imágenes de cruces de diferentes cultos: se pueden hallar cruces cirílicas, griegas, de Malta, bizantinas y las tradicionales latinas.

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 10. Buscar la Torre del Reloj

P1230032 La Torre del Reloj es simboliza el límite entre la ciudad antigua y la moderna. Se llama Plaza de Bab Alfarag y estaba ubicada frente a una de las puertas de entrada a la ciudad, hoy desaparecida. El reloj no es antiguo, por supuesto, es de 1898, pero marca tanto el horario árabe con el occidental.

Buscar la Torre del Reloj se convierte en una odisea cuando te pierdes entre las calles de Aleppo, sorteando un tráfico insidioso y perdiendo la mirada aquí y allá, pues las imágenes que circulan ante tus ojos son inolvidables. El paso de los barrios antiguos a los modernos es progresivo pero muy llamativo.

11. Mirar a la gente y a las casas… ¡y evitar que no te atropellen¡

P1220823Pasear por Aleppo tiene un gran inconveniente: hay que cruzar la calle de vez en cuando.Para nosotros, confiados occidentales dependientes del semáforo y los pasos de cebra no se nos pasa por la cabeza cruzar por un mar de coches en marcha. Y sin embargo, hay que hacerlo. Se trata de echarle morro al asunto, cruzar esperando (con seguridad) que los coches van a ralentizar su marcha según te vayas acercando a ellos. Y sucede¡ Paran poco a poco mientras tú, estresado, corres hacia la otra acera creyendo que has pasado un foso de cocodrilos¡

P1220794 Pero esto no es más que una mera anécdota pues recorrer las calles de Aleppo se disfruta enormemente. Las gentes no son sólo amables, sino que te llama la atención doquier miras sus formas de vestir, de andar, de comportarse. Las calles tienen casas antiguas pero dignas, balcones de madera ajados pero lustrosos… las cosas son baratas y reciclables.

Mientras unos aguadores sirven sus bebidas otros se afanan en vender bollos, aquel trabaja con el pico y la pala en la calle mientras un buen número de aleppinos se concentra en las puertas de la Ciudadela para tomar algo cuando anochece.

P1220783 Aleppo es una ciudad única, de mil y una caras, febril y a la vez tranquila, de poderosa estética, de llamativos barrios y localizaciones. Por ejemplo, sus caravasares.

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Nos encantó el Caravasar Al Wazir (el caravasar del Visir), un lugar hechizante cercano a la gran mezquita, en el centro de Aleppo, con una hermosa entrada, con dos pisos, grandes arcos y un ambiente que desde 1682 en que se construyó parece no haber cambiado prácticamente nada.

Como sucede en muchas partes de Aleppo que sin embargo perdió mucha de su importancia al ser cedida Antioquía (puerto natural de Siria) a Turquía como consecuencia del Tratado de Versalles de 1924 y tras la apertura del Canal de Suez. Y a pesar de eso, hay tanta vida detrás de las paredes de Aleppo

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