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27 de diciembre de 2009

Berlín desde el Fernsehturm

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Los amigos Marx y Engels miran paternalmente al este de Berlín. Allí han puesto sus esperanzas, es posible que en este lugar se cree una nueva sociedad del bienestar, una innovadora forma de vivir en la que todos seamos iguales y las diferencias sociales y económicas no existan. Pero la cosa no les sale bien (bueno, no a ellos, a los que pusieron en marcha sus teorías), y lo que termina creándose es un estadillo totalitario cuyos límites son algunos barrios de una de las ciudades más importantes del mundo, Berlín.

La gente que vive en este sitio, el Berlín Este, empieza a darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce y comienza a trasladarse en masa al Berlín Oeste donde las semillas del capitalismo han sido cuidadosamente plantadas por americanos, franceses e ingleses, que se repartieron la ciudad cual botín después de la segunda guerra mundial.

Como esto no puede seguir así, los poderes públicos, siempre buscando la solución menos dolorosa, crean un muro de separación. Sencillo y práctico. Mejor que no nos vean y que no les veamos. Y mejor que los nuestros no salgan y los suyos no entren, vamos, hombre.

Sin embargo parece que a los otros les va bien y a los nuestros, no tanto. Hay que hacer algo para sobresalir, hay que hacer algo para que, pese a que el muro no les deja ver nuestro paraíso, ellos puedan valorar lo que somos y a donde podemos llegar. Construiremos una torre, una torre muy alta, la más alta de Europa, que se pueda ver desde cualquier punto de la ciudad. Esa torre alargada servirá de barrera mental, ocultaremos nuestro fracaso elevándonos hasta donde nadie pueda alcanzarnos.

P1170992 Han pasado muchos años desde entonces. La Torre de la Televisión, el Fernsehturm, sigue dominando la ciudad desde cualquier punto. Allá donde vayas en Berlín puedes volverte, confiado, pues a tu espalda sigue estando la Torre como símbolo de una ciudad maravillosa donde para ascender a uno de los símbolos de un pasado aterrador hay que pagar 10 euros y esperar a que te avisen con SMS para poder subir hasta los doscientos y pico metros del total de 365 con los que cuenta la Torre.

Allí, hay un restaurante giratorio, una tienda de recuerdos y mucha gente viendo Berlín. Sin duda es irónico, el símbolo del bienestar comunista inaugurado en 1969 convertido en símbolo de la versión turística del capitalismo moderno. Para narrar su historia me dejo llevar por el Centro Alemán de Información (www.alemaniaparati.diplo.de/)

P1180056El 3 de octubre de 1969 la inauguración de la torre de televisión después de 48 meses de obras -una mezcla, en aquella época, de destreza ingenieril y megalomanía socialista- servía de marco para las celebraciones por los dos decenios de vida de la (ahora extinta) RDA. Entonces nadie presagió que la tecnología le ganaría la carrera a la política.

El emplazamiento fue arduamente discutido hasta que Walter Ulbricht, -jefe de Estado de la RDA- y la comisión constructora se decidieron por levantar la torre en el centro de la Alexanderplatz. Después seguirían las discusiones, pero por la autoría arquitectónica de la estructura, que, sucintamente, se debe a un trabajo colectivo.

Lo que no fue tema de discusión era que su forma debía recordar a los satélites soviéticos Sputnik, es decir, hacer alusión a la carrera espacial en la que llevarían la delantera el bloque socialista. De hecho, se llegó a pensar que la esfera irradiara luces rojas. Y también, de este periodo data su primer mote: la torre de «San Walter» en alusión al sr. Ulbricht.

Su costo, eso sí, no fue ningún orgullo: 200 millones de marcos alemanes (de la RDA), seis veces el presupuesto inicial que se había calculado, en parte porque muchas de sus piezas provinieron del extranjero (las ventanas térmicas de Bélgica, los aparatos climáticos de Suecia etc.).

El Tele-Café, a doscientos metros de altura, se convirtió pronto en uno de los restaurantes más deseados por los ciudadanos de ese lado del muro, en donde por 2.55 marcos se podía degustar una sopa de tortuga, acompañada de una Club-Cola (1.65 marcos de entonces). Al menos si la torre se derrumbaba uno caería en el lado occidental -y sin necesidad de trepar ningún muro-, decían los más chistosos.”

En subir no se tarda nada, el ascensor va mostrando los metros de altura y agradables guías te comentan cosas en un alemán que, al menos nosotros, no entendemos. El piso del metro 203 está animado, hay mucha gente mirando desde los ventanales. Berlín está a tu disposición.

P1180396Justo al lado de la Torre se encuentra el llamado Ayuntamiento Rojo (Rothes Rathaus), cuya silueta de color ladrillo antecede al comienzo de dos joyas del antiguo Berlín Este, a su derecha, Nikolai Viertel, un artificial pueblo medieval en medio de las áridas calles berlinesas.

P1180334Artificial porque se creó en 1987, momento en el que el Berlín comunista trató de traer el turismo extranjero recreando las calles cercanas a la única Iglesia medieval que sigue en pie, la de San Nicolás.

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Y a la izquierda del Ayuntamiento Rojo la mismísima “Alex”, como llaman los berlineses a Alexander Platz. En el centro, el reloj universal de Erich John, de 1969, fuente de la amistad de todos los pueblos. Alrededor, una enorme cantidad de gente pasea, ríe, corre.

P1180402 Los tranvías amarillos pasan por medio de la plaza, allá donde los berlineses del Este se manifestaron días antes de la caída del muro en contra del comunismo.

P1180067 El Zar Alejandro I dio nombre a la plaza en 1805 si bien la guerra y la austeridad del Berlín Oriental dieron al traste con la belleza de la plaza que, en cualquier caso, mantiene un encanto difícil de explicar.

Alexanderplatz se encuentra en el Distrito de Mitte, el centro de la ciudad (que es lo que significa Mitte). Después de la segunda guerra mundial este barrio, que es el que actualmente atrae al mayo número de visitantes de la ciudad, quedó en el lado Oeste y con él, la gran parte de los edificios y lugares emblemáticos del actual Berlín, Alexanderplatz incluida.

De hecho, la Isla de los Museos, Berliner Dom, la Puerta de Brandenburgo, GendarmenMarkt, la Universidad, Postdammer Platz o el mismo Reichstag quedaron en esta parte del muro (del que quedan aquí y allá restos, cuando no han sido aprovechados para ser vendidas a trocitos en cualquier tienda de recuerdos de la ciudad).

P1180386En esta foto de aquí al lado, la gran calle de la izquierda, Under der Linden (Bajo los Tilos) une la catedral de Berlín (Berliner Dom) al principio con la mismísima Puerta de Brandenburgo al final, con la que se inicia el gran Parque de Tiergarten.

En medio de la fotografía, el río Spree cruza el Distrito de Mitte.

Estos son los puntos fuertes de la visita a Berlín, desde luego. Tiergarten es un parque enorme por el que, la menos en el crudo invierno que hemos vivido, no sirve de mucho para pasear, pero se a ciencia cierta que la primavera y el verano atraen a tantos berlineses a sus caminos que se convierte en el lugar al que hay que ir.

P1170740 En medio de Tiergarten, la Columna de la Victoria, la Niké en lo alto de Siegessäule, la columna que conmemora la victoria prusiana sobre diferentes enemigos en el XIX (Dinamarca, Austria, Francia…).

P1170695 A los lados de Tiergarten sobrevuelan dos cúpulas, a cual más extraordinaria. La primera, la cúpula de cristal de Norman Foster, imponente y solemne del Reichstag, el Parlamento alemán, de 1894 y destruido en la guerra para ser recuperado recientemente y convertido en el Parlamento más visitado del mundo. La visita a la cúpula es extraordinariamente interesante, audioguía gratuita incluida.

P1180329 La otra gran cúpula es la de Postdammer Platz, el corazón del Berlín de los años 20, que quedó arrasado en la guerra y del que sólo quedan los restos del GrandHotel Esplanade de 1911 que se exponen en el impresionante Sony Center, una inmensa carpa en la que las luces y el agua juegan un papel fundamental para asombrar al personal.

Restos del muro se pueden observar aquí, una de las zonas más pobres del Berlín Oriental y más espectaculares del Berlín de 2009.

Entre las dos cúpulas, paseando bajo el frío de diciembre, accedemos al Monumento al Holocausto, 2700 estelas de piedra de diferentes alturas que diseñadas por Peter Eisenman provocan una sensación desasosegante en quien recorre los caminos entre las grises losas.

P1180081 Y muy cerca, el otro símbolo de la ciudad, la Puerta de Brandenburgo, de 1788 y coronada por una cuadriga que ya ha hecho algún que otro viaje al extranjero (Napoleón se la llevó a París cuando conquistó Berlín).

La Puerta se ha convertido en el símbolo de la reunificación y cruzar sus enormes columnas al estilo ateniense supone un privilegio que mucha gente no es capaz de valorar. Es la única que queda de las varias puertas similares que se construyeron en Berlín en la época.

P1170669 Pero recuerdo que todo esto comenzó en lo alto de la Fernsehturm. Desde allí volvemos a la más importante de las calles berlinesas, Under der Linden, paseo de tilos ya plantados en el siglo XVIII que a su vez se cruza con otras calles igualmente interesantes de Berlín, como Friedrichstrasse, tradicional calle de compras que va a parar al mismísimo P1180103Check Point Charlie. Se trata del tradicional lugar donde se realizaba el cruce entre los sectores americano y soviético “YOU ARE LEAVING THE AMERCIAN SECTOR” ha pasado de ser un aviso a convertirse en postal, pegatina o cartel en otra de esas ironías que tan frecuentemente  se dan en Berlín. ¿Porqué no hacerse una foto con los oficiales americanos que hacen el paripé hoy en día en el puesto? ¿O porqué no dejarte sellar el pasaporte por el soldado ruso correspondiente?

Es lo que hay, mezclando churras con merinas y haciendo de la visita a Berlín algo inolvidable. Como lo es la visita a la encantadora GendarmenMarkt una bellísima plaza con las catedrales francesa y alemana luchando en pos de la mirada del visitante. Se ve bien desde la Fernsehturm.

P1180395 Volvemos hasta Under der Linden para dar con nuestros pies en el resto de iconos del Berlín actual: la catedral y la Isla de los Museos. La Catedral protestante levanta su neobarroca fachada en el comienzo de la Isla de los Museos. P1180363Construida en 1905 quedó muy dañada en la guerra y aunque a mucha gente su estilo le parezca cargado y asfixiante creo sinceramente que le da un aire especial a esta zona de Berlín, la más céntrica.

Y, como decía, la Berliner Dom sirve de invitación de entrada para la famosa Isla de los Museos, a la que dedicaré sucesivas entradas pues la cantidad de maravillas por minuto que guarda en el interior de sus vetustos edificios no es comparable con nada que hayamos visto hasta la fecha.

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Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, Museuminsel, la Isla de los Museos, es un sitio maravilloso. En él se reúnen los clásicos Museos de Pérgamo (con el Altar de Pérgamo o la Puerta de Ishtar), Altes Museum (con el busto de César en bronce), Bode Museum (con piezas bizantinas), Altes Nationalgallery y recientemente re-inaugurado el Neues Museum con el célebre busto de Nefertiti como reclamo.

A ello nos dedicamos varios días. El contraste entre las zonas berlinesas que se pueden vislumbrar desde la Fernsehturm es muy llamativo, el apagado Berlín Este contra el novecentesco Mitte, mientras tranvías, trenes, metros y bicicletas hacen caso a los ampleman de los semáforos. La verdad es que la visita a Berlín es para contarla.