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9 de mayo de 2010

Observando fauna en el Parque Nacional de Monfragüe

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Éste es el conocido Salto del Gitano, uno de los emblemas del Parque Nacional de Monfragüe. Pasar por allí siempre garantiza ver dos cosas: buitres leonados sobrevolando el gran farallón rocoso y un buen número de aficionados a las aves dirigiendo sus telescopios hacia el mismo.

Y lo cierto es que es fundamental realizar este tipo de visitas con guía. Poder ver diferentes especies en un paisaje donde tu mirada no las puede captar no es algo únicamente asociado a la selva. En el bosque mediterráneo de Monfragüe también sucede.

Estuvimos allí temprano. El cartel que indica el mirador informa que allí anidan 80 parejas de buitre leonado, 3 de cigüeña negra, 1 de alimoche, 1 de halcón peregrino, 1 de águila real y una de búho real. A todas luces, ciencia ficción (salvo los buitres leonados, de los que poco a poco se iban dejando ver algunos con los primeros y tibios rayos de sol del amanecer). Allí estábamos nosotros, los primeros aficionados y algún buitre despistado….

La enorme formación rocosa es impactante y se comprende fácilmente la razón por la que conserva tan bien estas poblaciones: está alejada de todo y de todos por el inmenso río Tajo y por la dificultad asociada a su propia condición (es francamente inaccesible). El caso es que estuvimos allí pronto y no vimos casi nada pero volvimos apenas media hora después, con guía (Jesús Porras de www.monfrague.org) y la cosa cambió radicalmente. A pesar de que estamos acostumbrados a ver fauna, ir con alguien que conoce la zona es fundamental.

P1190521 Nada más llegar, nos llama la atención un Roquero Solitario (Monticola solitarius), un precioso macho adulto con una tonalidad azul que gana cuando el sol le ilumina directamente. Y aquí está, en un cantil rocoso como era de esperar, ya lo dice la guía: de hábitos roqueros y solitarios, nunca un nombre se adaptó mejor a las costumbres de este pájaro del tamaño de un mirlo que aprovecha la mañana para buscar alimento.

P1190519 Muy cerca de él se posó un bonito Escribano Montesino (Emberiza cia), cuyo cuerpecillo pardo rojizo y gris ceniza contrastaba con las flores amarillas del Cambroño típico de Monfragüe, el Adenocarpus hispanicus sub argyrophyllus). Este escribano lucía una coloración limpia y contrastada que le delataba como un macho de su especie. El escribano montesino es típico también de terrenos accidentados y pedregosos (también en matorral) y es un pajarito sedentario en la península ibérica.

P1190495 Centramos entonces nuestra mirada y atención en los buitres leonados (Gyps fulvus). Es la época de cría y gracias a los potentes telescopios podemos llegar a ver los blancos plumones de los pollos de buitre, a quienes sus padres atienden bien regurgitando la comida recién tomada o protegiéndoles de la luz directa del sol.  En lo altoP1190502 del risco, los buitres esperan a que el sol de la mañana caliente el aire. Como son planeadores natos, esperan a que las corrientes térmicas se formen y así puedan pasar el día volando sin gastar apenas energía.

Acaba de terminar el periodo de celo, que se puede prolongar hasta abril. Un único huevo adorna el nido (huevo que se pone a partir de enero) y los dos progenitores cuidan del pollo. La colonia de Monfragüe está bien surtida, como también lo está la de Buitre Negro (Aegypius monachus), más de 250 parejas reproductoras de buitre negro hacen a éste Parque Nacional la referencia a tener en cuenta. También le vemos por el telescopio. Está tan lejos que es imposible sacarlos medianamente bien con nuestra cámara. Pero ahí está, empollando su huevo en un nido situado en lo alto de una encina. Ésta es una de las diferencias fundamentales con el leonado: ni es colonial ni anida en cantiles, viven en pareja y en pleno bosque mediterráneo. Dejamos a los buitres negros para alucinar viendo cómodamente a la otra gran estrella del Parque Nacional: la Cigüeña Negra (Ciconia nigra).

P1190520Si no lo vemos, no lo creemos. Está ahí, incubando tranquilamente, tan cerca del río que casi se cae en él. Debe tener 4 ó 5 huevos, no sabemos si es el macho o la hembra (no hay dimorfismo sexual y ambos incuban la puesta). Pero desde aquí se advierten las iridiscentes tonalidades de su plumaje, verdes y morados brillantes que contrastan con los más apagados negro y blanco que caracterizan a este preciosa cigüeña, más pequeña que la blanca, generalmente solitaria y migratoria (éstas debieron llegar allá por febrero, pues es raro que sean invernantes).

P1190569 Más tarde tenemos la oportunidad de divisar otro nido de Cigüeña Negra. Ya ha avanzado el día y hace calor. La cigüeña abre el pico, jadeante. Un indicador evidente de su situación. Su nido vuelve a estar en un cantil, cercano a los encinares pero, como en el primer caso, cercano al río donde puede pescar sin problemas ranas, culebrillas, ratas de agua o peces.

Esta cigüeña negra, en concreto, fue apartada de su nido por buitres leonados y tuvo que buscarse otro lugar para anidar. Cosas de ser migratoria. Ver una cigüeña negra es muy, muy emocionante, al menos para quien sabe lo que está viendo. Aquello de “No se puede amar algo sin conocerlo” se aplica perfectamente a este ave fiel que buscar efugio entre los encinares mejor conservados de la península para sobrevivir.

P1190504 Volviendo al Salto del Gitano (donde no pudimos ver alimoches, mala suerte), los halcones peregrinos (Falco peregrinus) también rondaron por allí, pero la velocidad de su vuelo hizo imposible hacerles alguna foto. Y sin embargo, aún nos esperaba lo mejor. Un rastro en el agua del Tajo, algo se mueve, avanza rápidamente. Es grande, no se trata de una rata de agua ni nada por el estilo. Al dirigir el telescopio hacia ella asistimos a un auténtico documental de naturaleza. Es una nutria (Lutra lutra) que ha pescado una gran carpa en el río. Se dirige a la orilla. Está lejos, la cámara no la puede captar bien pero lo que se ve a través del telescopio no se nos olvidará nunca.

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Es una nutria en su medio natural, sin sentirse observada, comiendo tranquilamente el pez que acaba de coger (antes vimos el agua moverse, pensamos en carpas desovando: cuán equivocados estábamos). Es grande y esbelta, nos sorprende la longitud de su cola. Incluso a tanta distancia se ve lo lustroso de su pelaje. Es verdaderamente emocionante: cigüeña negra más nutria ¿qué más podemos esperar? Monfragüe está bien conservado, no se me ocurren mejores indicadores de la calidad de sus aguas (la nutria) o del estado de sus encinares (la cigüeña negra). Las nutrias macho tienen un territorio de pesca de casi 15 kilómetros de río. Qué suerte hemos tenido.

P1190562 Cuando acaba con la carpa desaparece… hasta que encontramos dónde ha ido, a su guarida, un túnel entre la vegetación riparia que le llevará a una oquedad, una madriguera abandonada… y con ella dejamos el Salt del Gitano y nos desplazamos por el parque en busca de más cosas que ver. La primavera está en su mejor momento y numerosas aves nos sobrevuelan. Con mucha dificultad logramos ver Vencejos reales (Apus melba), los más grandes de toda la familia Apodidae. Son rápidos y vuelan a gran altura, muy superior a la de aviones, golondrinas y golondrinas daúricas. Gritan a su paso mientras nos acercamos al puente que les sirve de lugar de anidamiento.

P1190574 Más tarde tenemos la oportunidad de ver los nidales de otra de las aves relacionadas con los vencejos y más complicadas de ver. Miramos curiosos los nidos de Aviones zapadores (Riparia riparia). Están excavados en el talud, no son nidos de barro como los que hacen los demás hirundídidos, sino agujeros en terrenos fáciles para las garras de estos pequeños y gregarios aviones pardos que nos sobrevuelan mientras les observamos. Son rápidos. No salen en la foto.

Entonces aparecen las más bellas aves de las que viven en nuestro país. Se detectan primero por sus gorgojeantes silbidos y reclamos. Atraído por sus alegres sonidos les ves volar rápido, en rutas zigzageantes, con sus alas extendidas en punta. Y de repente te das cuenta de que no son negros como parecen por la luz del sol, entrevés el amarillo, el verde, el azul, el pardo rojizo. Son abejarucos (Merops apiaster) y la mañana se llena de (más) alegría.

P1190577Los observamos a placer cuando se posan en los cables del tendido eléctrico. Mientras sus compañeros recorren el cielo en busca de abejas y avispas para comer, algunos abejarucos se dejan ver y disfrutar. Es como un plato exquisito, es un momento inolvidable. No son difíciles de ver, pero qué grandes momentos proporcionan.

P1190580 También hacen nidos en los taludes (aunque no tenemos la oportunidad de verlos). Acaban de llegar desde sus cuarteles de invierno. Es un migrador trnasahariano que pasa la primavera y el verano con nosotros, para felicidad de mucha gente (salvo los apicultores, que les odian por motivos obvios). Mientras observamos los abejarucos, distinguimos en lo alto del cielo a una pareja de Aguilillas calzadas (Hieraetus pennatus). Aunque algunas invernan con nosotros, son mayoritariamente migratorias y aquí están, haciéndonos disfrutar. Se trata del morfo claro de la especie, el más habitual (creo que nunca he visto a la calzada oscura).

P1190591 Durante todo el recorrido no hemos dejado de ver aves rapaces sobrevolándonos. Aguilillas calzadas, águilas culebreras, algún alimoche a lo lejos pero sobre todo milanos, muchos milanos. Tanto Milanos negros (Milvis migrans) como Milanos reales (Milvus milvus). Éste de aquí al lado, con su cola ahorquillada, es un Milano Real, el que no migra y se queda todo el año con nosotros. Sus colores contrastados y la profunda horquilla de su cola le delatan. Estilizado, sus reclamos largos y sonoros son muy característicos.

Pero lo mejor de las rapaces estaba por aparecer.El guía da un frenazo y dirige su telescopio hacia una de las grandes torretas de electricidad (qué mal rollo). Nos dice que salgamos muy despacio, que como vea mucho movimiento se larga. No se va. Nos quedamos muy quietos y el precioso pájaro nos observa desde su torre con sus grandes y profundos ojos amarillos. Vemos realmente a través del telescopio esos ojos amarillos, no es un recurso literario.

P1190594Es una impresionante Águila Culebrera (Circaetus gallicus) o Culebrera europea como la llaman ahora. Dice Jesús que acaba de comer, está tranquila, Mueve su cuello de una forma muy característica, sin que parezca que mueva la cabeza. Hay una población estable de Culebreras en Monfragüe durante la primavera y el verano, dado que es un ave migratoria que pasa el estío con nosotros. Pasamos un buen rato observándola. Nuestra alegría es enorme.

P1190534 En el camino hemos visto algunos otros animalillos, algunos sapos comunes (Bufo bufo) que corretean por las umbrías e incluso una pareja de pacientes escarabajos peloteros (del Género Copris, posiblemente) con su correspondiente bolita de excremento.

Uno la llevaba, el otro trataba de quitársela y ahorrar el esfuerzo de hacerla para poner luego su huevo en el interior. El esfuerzo parecía cómico, pero debe ser digno de Atlas.

P1190588 De vuelta hacia el Parque tenemos la oportunidad de ver algunas otras aves. Algunas son muy comunes, como las Cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) o las Cogujadas Comunes (Galerida cristata), siempre correteando por los arcenes y con su característico copete levantado. Regordeta, piquilarga, muy común y encantadora. Así se podría resumir lo que representan las cogujadas para mí. Y para resumir el espectáculo sonoro y volador de los aviones y golondrinas al llegar a Villarreal de San Carlos no se me ocurre otro calificativo que alegre.

P1190478Curiosamente allí nos encontramos con un visitante inesperado: un Chorlitejo chico (Charadrius dubius) esbelto y con un anillo orbital amarillo en el ojo que le delata. ¿Qué hace aquí cuando uno esperaría verle más bien a la orilla del mar? Pues supongo que entre que también pasa el verano con nosotros y que busca acomodo en ríos y cuencas fluviales de vez en cuando, éste Chorlitejo debió pensar lo mismo que nosotros…

P1190481 ¿Porqué no pasar unos días auténticamente maravillosos en el Parque Nacional de Monfragüe?