28 de noviembre de 2007

Música en el Pórtico de la Gloria

Es una mañana muy fría del mes de noviembre. Los rayos del sol comienzan a iluminar ténuemente la gran fachada barroca de la Catedral de Santiago de Compostela, la que da a la conocida Plaza del Obradoiro. Es un conjunto urbanístico espectacular, muy llamativo y permanece en la retina durante mucho tiempo después de haber dejado la plaza.

Fue, la verdad, un día muy agradable. El trabajo me permitió darme una vuelta por la ciudad de los peregrinos, tomar un pincho de tortilla en el Derby, uno de los cafés más clásicos de Santiago, pude pasear por entre sus soportales y aún tuve tiempo de recorrer algunas de las salas del Museo de la Catedral, dedicado, por supuesto, al gran templo y a su historia.

El Museo está dividido en tres partes: la Cripta, situada bajo el Pórtico de la Gloria, el Claustro y el Palacio de Xelmírez, donde está situado el Museo Arqueológico. Este Museo contiene algunos restos muy interesantes, pero está especialmente dedicado al Maestro Mateo, el escultor y arquitecto del Siglo XII responsable del Pórtico de la Gloria.

En el propio monumento existe una inscripción que lo indica: "en el año de la Encarnación del Señor 1188, en el día 1 de abril, fueron colocados por el Maestro Mateo los dinteles de la puerta mayor de la iglesia de Santiago, que dirigió la obra de dichos portales desde sus cimientos".

El Museo recoge piezas originales de la catedral románica (como un impresionante rosetón) así como una espectacular recreación del coro románico de la Catedral primigenia. Pero el tiempo acuciaba y no pude dedicarle demasiado al Museo. Quizá por ello, lo que más me gustó de la visita fue lo inesperado: la reproducción de instrumentos musicales medievales presente en la Cripta.

El Pórtico de la Gloria es una obra tan valiosa como conocida. Una joya del Románico que fue terminada en 1188. Representa el Juicio Final y muchas de las figuras que incluyen sus abarrotados tres arcos de medio punto tienen que ver con este tema. Como no estoy muy ducho en la materia (ya me gustaría poder describir con detalle las historias que hay detrás del impresionante pórtico), sólo haré hincapié en aquello que me sorprendió más.

En las vitrinas de la Cripta hay reproducciones exactas de los instrumentos musicales que los veinticuatro ancianos del Libro del Apocalipsis están tocando en la arquivolta del Pórtico de la Gloria. Los gestos y poses de los ancianos esculpidos por el Maestro Mateo y su taller son portentosos, así como los propios instrumentos, que fueron esculpidos con tanto detalle que se les ha podido reproducir en madera.

El Libro del Apocalipsis (del verbo 'apokalypto', revelar), es el nombre dado al último libro de la Biblia. En uno de sus pasajes, en el Capítulo 4, aparecen como cortejo de Dios, cuatro seres vivientes "llenos de ojos" (un león, un becerro, un águila y un hombre" y veinticuatro ancianos vestidos con ropas blancas y coronas de oro en sus cabezas.

En un determinado momento, se dice que los veinticuatro ancianos llevan arpas y copas de oro llenas de incienso o perfumes (que son las oraciones de los santos). En una interpretación más amplia, el Maestro Mateo no sólo incluye arpas entre el coro de ancianos del Apocalipsis.

Aprovecha para lucir un buen número de instrumentos musicales que están siendo afinados por los ancianos para dar un concierto en honor a Dios. Estos instrumentos son una perfecta representación de la música en el Siglo XII y fueron tallados con minuciosidad.

En 1990 fueron reconstruidos estos prototipos de madera que ahora se muestran en la Cripta del Pórtico. En la foto de arriba, uno dos instrumentos más importantes, el Organistrum (prolijamente citado en los textos medievales, sus cuerdas se hacían sonar frotándolas con una rueda de madera), en el centro, una de las arpas (también llamadas liras o cítaras) y en la foto de abajo otro instrumento de cuerda. Bien pudiera ser uno de los siguientes:

Fídulas ovales: su cuerpo tiene forma semejante al óvalo. Se ejecutaban con arco.

Fídulas en ocho: como los anteriores, también precisaban del arco para hacerlos sonar. Reciben este nombre al estar formados por dos estructuras semicirculares unidas; su aspecto recuerda la forma de este número.

Salterios: de forma triangular, los músicos precisaban tocarlos en posición vertical, pulsando las cuerdas con los dedos.

Cítaras: de forma trapezoidal, los músicos, en esta ocasión sentados, pulsaban las cuerdas con un pequeño apéndice en forma de púa, denominado plectro.

Laúdes: con este nombre se designan unos pequeños instrumentos con mástil y caja en forma de media pera, con cuerdas pulsadas por plectros.

(Información extraída de la Biblioteca Cervantes).

16 de noviembre de 2007

Recordando Pompeya y Herculano (I)

Sobrecogedora. La visita a Pompeya es absolutamente sobrecogedora. Allí estas tú, paseando por la Vía de la Abundancia, tomando asiento en el anfiteatro, honrando a Isis en el templo o simulando consumir algo en cualquiera de los muchos thermopolium con los que cuenta la antigua ciudad sepultada.

Estos días se presenta en Madrid una exposición sobre Pompeya y Herculano titulada "A la sombra del Vesubio". Es una exposición pequeña pero con encanto y con algunas piezas muy interesantes. La visita que hicimos nos recordó el largo día que dedicamos unos meses atrás a explorar mapa en ristre las ruinas de Pompeii, tan cautivadoras que no las hemos olvidado.

Y es que estar allí es diferente. Están las casas particulares, los templos, los gimnasios, los circos, las tabernas y los burdeles. Están las fuentes, el adoquinado, las aceras, los pasos de piedra superiores que permitían salvar las riadas de agua de lluvia. Tanto por ver y solo un día para sacarle jugo.

La visita comienza con la Vía della Abundancia, una de las calles principales de la ciudad, la que la cruzaba de este a oeste. A partir de ahí, el espectador interesado no puede dejar de sentirse emocionado ante cada cosa que ve. Y como son tantas, me he sentido tentado de hacer una selección de aquellas que más nos gustaron... lástima, pues existen muchas otras cosas que se quedarán en el tintero¡


Sin embargo, la visita a Pompeya no puede sentirse como completa si no se recorren las salas del Museo Arqueológico de Nápoles, donde se encuentran la mayor parte de piezas halladas en la zona. Además, las visitas a Herculano, a Oplontis o al mismo cráter del Vesubio (que son las visitas que hicimos al fin y al cabo) son casi imprescindibles, o al menos eso me parece a mi.

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Propaganda electoral. HOLCONIUM PRISCUM IINVIRUM IURE DICUNDO DIGNUM REI PUBLICAE ORO VOS FACIATIS: Os ruego que elijais a Holconio Prisco, hombre digno de la republica, como Duunviro Iure Dicundo. Un anuncio electoral permanece casi indeleble en las paredes de una casa pompeyana. Los duunviros, dos, detentaban el poder político y judicial de la ciudad. Cualquier ciudadano libre desde su nacimiento y con suficientes ingresos para pagar obras y espectáculos podía ser duunviro o edil (equivalente a concejal).


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Templo de Apolo. Las estatuas de Apolo y Diana, como arqueros, y una columna con reloj de sol asombran a los visitantes de este templo cercano al Foro. Los originales, claro, están en el Arqueológico de Nápoles. En su origen, era el principal lugar de culto de la ciudad.

Hay otros templos repartidos por la ciudad. Uno de los más conocidos y mejor conservados es el Templo de la Diosa Egipcia Isis, cuyo constructor es uno de los protagonistas de la novela de Robert Harris "Pompeya".

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El teatro piccolo. Dos telamones se sitúan en los extremos de la cavea, la zona donde se sentaba el público.

En Pompeya hay un gran anfiteatro, un teatro grande, un enorme cuartel de gladiadores y un teatro pequeño, un odeón. Su cubierta permitía una acústica excelente: se usaba para audiciones musicales y recitales.

Se construyó en época de Sila y en la ima cavea, asientos anchos y bajos se reservaban a los decuriones.

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El Foro. Los propios pompeyanos supervivientes de la catástrofe se debieron llevar las estatuas de ciudadanos prestigiosos que decoraban la plaza. El Foro era la plaza principal de las ciudades romanas. Los carros tenían prohibido el paso por aquí.

Alrededor del foro se situaban los más importantes edificios religiosos, políticos y económicos: el templo de Apolo, el de Vespasiano y el de Júpiter; la Basílica, el Macellum, arcos honoríficos y termas.


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La Casa de Venus en la Concha. Un precioso fresco con la Diosa acostada sobre una concha esta en una pared al fondo de una de las casas más llamativas de Pompeya. Uno de los mayores encantos que conlleva la visita al yacimiento es entrar a muchas de las casas de la ciudad. Amplios y luminosos peristilos, decoraciones variadas, frescos, columnatas, jardines, mosaicos, atrios, triclinios... Muchos de ellos identificables: la casa de Menandro, la del poeta trágico (con el famoso Mosaico del Cave canem), la de los vettii o la de los dioscuros facilitan descubrir la Pompeya que había detrás de los edificios oficiales.

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Casa del Fauno. Uno de los mosaicos más espectaculares de la historia, el de Alejandro Magno contra Dario III en la Batalla de Issus, ha llegado a nuestros días gracias al excepcional estado de conservación del Mosaico de la casa del fauno.

Llamada así por la figura de un fauno danzante situada en un pequeño estanque a la entrada, esta es una de las casas mas conocidas de Pompeya. Es, con diferencia, la casa más grande de la ciudad, con varios huertos, patios, establos, apartamentos, cocinas...

Su propietario, desconocido, bien pudiera tener alguna relación con el mundo asiático alejandrino. Algunos de los mosaicos hallados en esta casa son mundialmente conocidos.

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Los Moldes del Huerto de los fugitivos. La erupción del Vesubio en el 79 d.C sepultó la ciudad y provocó innumerables victimas en las diferentes oleadas de flujos piroclásticos, lapilli y nubes de aire y humo incandescente.

Expuestas junto al lugar donde fueron halladas (un huerto de vides) los escalofriantes calcos de los fugitivos emocionan, por su vivacidad, a los visitantes. Para hacerlos, se vertió yeso líquido en la cavidad que dejo el cuerpo de la victima en el estrato de cenizas.

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La necrópolis de Puerta Ercolano. Es la mas conocida de las Necrópolis pompeyanas. Como es Norma en el mundo romano, los cementerios se situaban a la salida de las ciudades, en este caso, en la salida dirección Herculano.

En el siglo I era costumbre cremar a los difuntos emparedando la urna con sus cenizas en una tumba o bien en el suelo, señalizándolo con un mojón o una estatua.

En esta necrópolis, verdaderamente evocadora, hay varios ejemplos curiosos.

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La Villa de los Misterios. Este es el mejor plato de postre a la inolvidable experiencia emocional que constituye la visita a Pompeya. Hay muchas villas de recreo de familias de alto nivel económico en toda la zona del Vesubio (como la Villa de Popea en Oplontis).

Pero esta Villa de los Misterios guarda una sorpresa especial: un impresionante fresco con figuras de tamaño natural en su Triclinium.

Se trata de una representación de un rito iniciático femenino ligado al culto del Dios Dionisio. El color rojo del fondo, asociado a los estilos de pintura pompeyana que marcan el arte romano, contribuye a crear una atmósfera especial. Una espectacular prensa de uva con testuz de carnero cierra la visita.

En cualquier caso, reitero, la visita a Pompeya ha de ser compementada con:

1.- Herculano, la otra gran ciudad sepultada por la erupción vesubiana de época de Tito.

2. Algunas de las Villas de la zona, como la Villa de Popea, en Oplontis, en Torre Annunziata.

3. El Museo Arqueológico de Nápoles, donde se guardan tantas cosas halladas en estos yacimientos que no sabría por donde empezar.

4. El propio cráter del Vesubio, un espectáculo digno de verse.

Con suerte, tendré tiempo en el futuro de ilustrar algunos más de éstos recuerdos.

11 de noviembre de 2007

Los antiguos viveros de la Expo de Sevilla

Los recursos, físicos y económicos, son fundamentales para el éxito de cualquier iniciativa. Pero también lo son la visión de futuro y la mejor gestión de los recursos de los que ya se dispone.

Paseaba el otro día por un lugar tan encantador como el Parque del Alamillo, en Sevilla. Su director, que en ese momento ejercía de guía, me mostraba lo que en el futuro será la ampliación del parque: los antiguos Viveros de la Exposición Universal de 1992.

El parque del Alamillo tuvo su origen, precisamente, en la Expo de Sevilla. Después del 92, los terrenos de la Expo tuvieron destinos variados.

Durante mucho tiempo, la incertidumbre se hizo con un territorio que había albergado una de las exposiciones universales mas fascinantes que han existido, bandera de la normalización de nuestro país.

La zona de los pabellones se destinó a uso de oficinas. A finales de los 90, el aspecto de este área era desconcertante. Por el día muchos trabajadores se movían por entre los enormes y ajados pabellones. Por la noche, era uno de los barrios mas solitarios que imaginarse puedan. La cosa está mucho mejor a día de hoy. Pero aún llaman la atención las enormes moles que antaño fueron atractivos pabellones y hoy son restaurantes de cierto nivel.

Isla mágica fue otra de las opciones. Un parque de atracciones que lleva tiempo luchando contra la quiebra. Y luego esta el Parque del Alamillo. El cuerpo en ángulo del llamativo puente del Alamillo marca el inicio del parque. Su otra frontera, ésta natural, es el propio río Guadalquivir.

En el parque del Alamillo se pueden encontrar bosquetes de alcornoque. Y de encina. Y de pino piñonero. En definitiva, están representados una buena parte de los ecosistemas ibéricos, a pequeña y humanizada escala. Numerosos animales pueblan el parque. El habitual estanque se ve complementado por un inhabitual observatorio de aves. Los gestores del Alamillo se han ocupado, además, de reservar zonas especificas para nidos y madrigueras de muchas especies, a lo que se añade incluso la grabación de vídeos sobre el estado de la fauna del parque.

Los visitantes del Alamillo no solo ven áreas verdes ajardinadas. Asisten a una modesta recreación de la naturaleza ibérica, adecuada para su disfrute.

Pero además, los gestores del parque no se han quedado parados. Hay multitud de actividades programadas a lo largo del año. Jornadas, charlas, celebraciones... Sensibilización medioambiental, fomento de la lectura, compromiso con la solidaridad. Un naranjal con algunas naranjas dulces. Areas de juego excelentemente conservadas. Una zona para maquetas de tren (con una estación recién inaugurada). Y un precioso cortijo en el que se ubican las oficinas de la administración.

La satisfacción de los visitantes es elevada. Era de esperar. Y en estas estabamos cuando surgió el proyecto de los antiguos viveros.

Cuando acabo la Expo quedó prácticamente abandonada el área de los viveros de aquellas especies vegetales utilizadas en la Exposición Universal. Durante mucho tiempo su gestión fue casi inexistente. Muchas plantas continuaron su crecimiento sin control, otras perecieron. El terreno sirvió además casi de escombrera para muchos de los restos de la Expo.

Había que hacer algo. Y se está haciendo: por todo lo alto. Se han programado visitas guiadas (como la que hice yo mismo con el director del parque una tarde de últimos de octubre) para todos aquellos interesados en conocer el proceso de transformación de los antiguos viveros en una zona especial del parque. Monitores especializados explican al personal el porqué de lo que se está viendo. Y es que, huelga decirlo, todo requiere una explicación.

El proyecto se ha coordinado con el Departamento de Ecología de la Universidad de Sevilla y de acuerdo con la particular ideología (sin matices partidistas) del parque: respeto a la fauna y la flora, fomento de la sensibilizacion medioambiental, recuperación de espacios degradados, actividades educativas y servicio al ciudadano.

Ya desde el primer momento sorprende la visita, por dos razones: una, los numerosos conejos y perdices (muy numerosos, en verdad) que aparecen aquí y allá; otra, las zonas especialmente dedicadas al crecimiento natural de pastizales y arbustos.

Nada más entrar hay un conjunto de palmeras. Algunas permanecen sin podar: el efecto es curioso. Al lado se encuentra una parcela recien labrada pero que no va a serlo más: aquí crecerá un herbazal cuyo desarrollo se comparará con el de otras parcelas sí tratadas con practicas agrarias.

Frente al camino, rodeando numerosas áreas, refugios para animales de todo tipo. Lo llamativo es que han sido construidos con residuos del propio parque (leña, ramas, etc.), escombros y restos del mobiliario urbano de la expo ya abandonados. Un artista sevillano ha decorado algunos de ellos.

Existen leñeras para la invernada de lagartos, serpientes o erizos; escombreras transformadas en pequeños muretes, refugio también de lacertidos y megalitos, las estructuras realizadas con bancos, fuentes y elementos metálicos de la Expo también orientados a refugios de fauna. Y acompañando durante todo el camino, bosquetes de especies de árboles cultivadas. Una variedad enorme.

Me sorprenden, en particular, los Gingko biloba de la foto de más arriba. Pero hay arces, acacias, magnolios, pinos, cedros, y un larguísimo etcétera. De acuerdo con la política del Parque, en ningún momento se tratan con fertilizantes o insecticidas que no sean naturales, un modo de agricultura ecológica sin más fruto que el de la educación ambiental.

El paseo es interesante. En un momento dado, vamos a parar a una zona que en el futuro próximo será un invernadero y un Centro de Interpretación del Parque del Alamillo. Una gran plaza completa este área que promete convertirse en el nuevo lugar de encuentro del Parque.

Además, nos emociona encontrar muy cerca de allí, al lado de numerosas madrigueras practicadas para lagartos ocelados y culebras bastardas, un buen número de olivos, encinas y alcornoques traídos de muchas partes de Andalucía.

Son los árboles que han sido transplantados desde obras en la región. Muchas obras lineales y obras de infraestructura conllevan penosamente la eliminación de un tapiz arbóreo muchas veces muy entrado en años. En ocasiones, la Administración, conforme a la Declaración de Impacto Ambiental, decide tratar de transplantar esos individuos más antiguos y apreciados a otros lugares.

El índice de supervivencia es bajo. Pero en el Alamillo están intentando sacarlos adelante. Felicitémonos. Por esto, y por tantas otras cosas que nos proporciona el Parque y quienes están al frente del mismo.

3 de noviembre de 2007

Camino de Segovia: muladares, setas y tanques

Nuestro objetivo inicial era ir a visitar un muladar de la Sierra de Guadarrama por si hubiera suerte y algún buitre estuviera dando cuenta de algún festín en descomposición. No hubo suerte, pero la excursión sí fue un éxito: terminamos llegando a Segovia andando, un recorrido de unos 30 kilómetros en el que pudimos ver cosas muy interesantes.

Nuestro punto de partida: Casa Cirilo, pasado el pueblo de Cercedilla, en la Sierra madrileña. Si bien lo más correcto sería hablar de una de las zonas en las que mejor se puede valorar una porción importante de calzada romana. El día amaneció límpio y soleado a pesar de estar bien entrado el mes de octubre.

Ascendimos por la calzada romana hasta ubicarnos en alguna de las múltiples sendas que recorren la Sierra de Guadarrama, cerca del Puerto de la Fuenfría. El Camino Schmidt, uno de los más conocidos, parte también de allí. En este caso, buscábamos la Cañada Real Segoviana, con parada y fonda en el mencionado muladar.

La verdad es que no teníamos mucha idea de donde se ubicaba el muladar. Hicimos algunas preguntas a paseantes y ciclistas: alguno nos orientó mejor de lo esperado (sobre todo ante los inhabitual de la pregunta). En el camino, rodeados de elevados Pinus sylvestris, tan comunes pero también tan y fomentados en otras épocas, tuvimos la ocasión de ver algunas cosas muy curiosas. Lo primero que nos soprendió fue encontrar las ruinas de un antiguo caserón en lo alto de la montaña.

En otro tiempo, no hubieran sido más que piedras acumuladas en una loma, pero ahora las administraciones públicas se lo han tomado en serio y al lado de las ruinas se encontraban los consiguientes paneles informativos.

Nos encontrabamos ante la Casa de Eraso. Los restos de esta casa tienen una historia particular, relacionada con los recursos que los Montes de Valsaín, muy cerca de aquí. Valsaín es una zona que tradicionalmente ha sido apreciada por la nobleza. En 1565, Felipe II finalizó la construcción en Valsaín el Palacio de El Bosque, donde acudían en verano la familia del rey a pasar sus momentos de asueto (hasta que finalizasen las obras de El Escorial).

Como el camino era difícil, en especial para la reina Isabel de Valois (embarazada en aquellos tiempos de Isabel Clara Eugenia, futura archiduquesa de Austria), un tal Francisco de Eraso aconsejó al rey contruir una casa a medio camino, en el Puerto de la Fuenfría, para aliviar los rigores del desplazamiento.

Esta casa quedó abandonada en el siglo XVII, útilizandose en el futuro incluso como fuente para el desarrollo de novelas de misterio del siglo XX. En algunas de ellas, el desaparecido tesoro templario se escondería aquí.

Continuamos camino entre pinares. Durante el camino tuvimos la oportunidad de hallar numerosas especies de hongos que llamaron nuestra atención. Los cuerpos fructíferos de las setas resaltaban con sus brillantes colores entre el tapizado suelo cubierto de acículas. Entre las setas que tuvimos la oportunidad de ver destacan las siguientes:

Ramaria aurea. Se trata de un basidiomicete del Orden Aphyllophorales casi inconfundible (salvo por otras especies del Género Ramaria, claro). De fructificaciones coraliformes, generalmente gregarias.

Es una especie muy común y cosmopolita que suele aparecer en humus de bosques caducifolios y de coníferas. Se considera un buen comestible a diferencia de su "prima" Ramaria formosa, que es tóxica.

Lycoperdon perlatum. Uno de los conocidos "pedos de lobo", es un gasteromycete (también basidiomicete) con un carpóforo globoso de exoperidio blanquecino con espinas y verrugas piramidales marrones.

Es una especie muy común e indiferente edáfica y no es recomendable como comestible (aunque hay gente que se come los estadíos inmaduros).



Paneolus semiovatus. Le delata, sobre todo, su hábitat coprófilo y sus carpóforos claros y pelín pálidos, con un anillo bien marcado en medio del estípite (el pie, vamos).

El sombrero (o píleo) es cónico-acampanulado y su carne, escasa y blanquecina que, además, carece de interés culinario. Es común sobre todo en el piso montano, sobre estiércol de vaca o de caballo.


Macrolepiota procera. Del Orden Agaricales, este enorme Basidiomycete tienen sombreros muy extendidos, a modo de paraguas, con un visible mamelón en la parte superior y cubierto de escamas marrones (más cuanto más cerca del ápice.

Es una especie muy común y cosmopolita, habitual de terrenos ácidos. Sobre todo está presente en claros de bosques de coníferas y caducifolios así como en zonas herbosas. Sus sombreros son comestibles, no así su pie.

Todas ellas son muy comunes, pero no por eso merece la pena detenerse a echarles una ojeada y tratar de retener sus nombres y características principales. No obstante, también apareció en el camino un sólo ejemplar de una de las setas más conocidas, aún por ser el hábitat habitual de gnomos y pitufos. Se trata de la Matamoscas, Falsa Oronja o, más adecuadamente, Amanita muscaria.

Amanita muscaria. De cutícula rojo-escarlata a rojo-bermellón (me encantan las definiciones de la Guía Incafo), es una especie muy común de suelos ácidos que establece micorrizas ectótrofas con árboles caducifoios (abedules, hayas...) y coníferas.

Fructifica desde finales de verano hasta finales de otoño y desaparece con las primeras heladas. Está especialmente asociada a bosques de Pinus como el que nos ocupa. Su carne no está, precisamente, recomendada para las artes culinarias.

Feliz y contento con tanto hallazgo micológico (no creo que los demás lo vivieran con tanta alegría), continuamos camino hasta dar con el famoso muladar. Finalmente lo encontramos, Cuatro o cinco caballos y vacas esperaban su turno a ser devorados por buitres que, al menos en ese momento, no habían optado por acercarse por allí.

Lo curioso es que no olía demasiado para lo que allí se concentraba (algunos no habían dejado en este mundo más que los huesos mondos y lirondos y una piel desgajada y arrugada). Más tarde vimos varios buitres leonados, e intentamos hacerles señas de hacia donde dirigirse, pero parece que no nos hicieron caso.

En otra ocasión será. Más tarde, nos dirgimos hacia Segovia capital. Desde diferentes puntos del camino se puede avistar la ciudad, especialmente la alta torre de su preciosa catedral. Llegar costó lo suyo. En el camino pudimos disfrutar de la visión de cientos de grajillas y cuervos reunidos en una arboleda evidenciaban su comportamiento gregario. Además, otras ruinas llamaron nuestra atención, por ejemplo, los restos de una antigua fonda de descanso de viajeros en camino a Segovia. Pasamos también sobre las obras del AVE que muy próximamente se va a inaugurar en la ciudad.

La Cañada Real Segoviana, o parte de ella, se conoce también como el camino de los tanques. Sus huellas son visibles desde muy pronto. Son muy numerosas y evidencian las posibles maniobras que allí se realizan. Ya desde la entrada en la ciudad no hacen más que aparecer instalaciones del ejército de tierra en las que se pueden ver los mencionados tanques aparcados pero aún así sorprende el número tanto de tanques como de instalaciones militares, distribuidas a lo largo de la ciudad.

Nosotros preferimos fijarnos en el precioso Acueducto romano, en la catedral, en el Alcázar... en tantas cosas que reúne la capital castellanoleonesa que merecen otra entrada para hacerles justicia. Y lo curioso es que era la segunda vez en pocos días que habíamos visitado la ciudad.

Lo que cambiaron fueron los acompañantes: mi hermana la primera vez (hola kaina) y Alberto, el hermano de Laura, ésta vez. Y menos malm porque el que ejerció de guía y sherpa a lo largo del kilométrico recorrido fue él.