30 de noviembre de 2008

Rembrandt, pintor de historias

20081003elpepucul_28Rembrandt sonríe, socarrón. Se ha autorretratado con frecuencia, desde muy joven, pero ésta es posiblemente la última vez. Ha vivido mucho, y padecido mucho. El año anterior falleció su hijo, Titus, sus tres compañeras en la vida tampoco están ya. Saskia, su mujer, murió hace tiempo. Heindrickje Stofeels, antigua criada con la que ha convivido sin casarse, también. Ha pasado por épocas prósperas y por enormes bancarrotas.

Y sin embargo, Rembrandt nos sonríe, pícaro, desde 1669, en esta obra de trazo grueso, rápido, de aspecto inacabado. Sólo de aspecto, pues como dijo el pintor holandés "una pintura está terminada cuando el maestro ha conseguido sus objetivos".

Pero además, aquí el holandés se retrata como Zeuxis, pintor griego de la antigüedad que murió de risa en 398 a.C, cuenta Plinio, cuando trataba de pintar a una anciana que hacía de modelo para una Afrodita de encargo. Rembrandt lo ha pasado mal, pero aún tiene ganas de reírse de sí mismo.

Este retrato cierra la exposición que sobre la temática historiográfica de Rembrandt expone ahora el Museo del Prado. Desde luego representa un contraste impresionante con la delicada obra que lo abre, otro autorretrato, esta vez con el pintor joven, pero también con ganas de divertirse: posa al estilo oriental con 25 años, en 1631. traje_oriental

En esta época ya se encuentra en Amsterdam e incluso tiene aprendices. Rubens es su camino a seguir. Ha pintado obras que conciertan las buenas críticas. Ha recogido lo mejor de Caravaggio y de sus maestros holandeses y se ha hecho un nombre.

Y además, ha conseguido algo casi prodigioso, el dominio de la luz. Rembrandt ha aprendido a utilizar los claroscuros, a poner un punto de luz iluminadora que surge en el foco de atención preferente para irse apagando poco a poco en el resto de la escena.

El resultado es singular. Y sorprendente. En ocasiones, emociona. Véase por ejemplo, este "Simeón en el templo", de 1631, ubicado en el Museo Mauritshuis de La Haya, junto a su famosa "Lección de anatomía".

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La luz que irradia desde el niño alumbra el resto de la escena dejando en la penumbra un buen número de cosas. Así son las primeras obras de Rembrandt, muchas de pequeño tamaño; muchas de temática histórica o bíblica.

La búsqueda del sentimiento de las figuras y no de la presencia física de las mismas es algo típico en su pintura de ésta época.

A partir de aquí, el éxito es abrumador y viene de la mano de su socio Hendrick Uylenburgh quien le buscaba los clientes e incluso le buscó mujer: su propia sobrina Saskia, con quien Rembrandt contrajo matrimonio en 1634.

A partir de aquí suceden años felices en la vida de Rembrandt. De acuerdo con el Catálogo de la Exposición, "Desde su llegada a Ámsterdam hasta 1645, Rembrandt vivió sus años de mayor éxito. Gracias a sus grabados, sus obras alcanzaron una gran difusión por toda Europa. (Rembrandt supervisaba y retocaba muchos de los grabados que se hacían de sus obras, personalizándolos a diferencia del resto de pintores).

belshazzar El apoyo de Constatijn Huygens le sirvió para conseguir encargos de la corte de Frederik Hendrik de Orange y Amalia van Solms en La Haya, y encontró clientes entre la alta burguesía de Ámsterdam. En 1639 adquirió una elegante y costosa casa en la Sint Antonisbreestraat de Ámsterdam. En 1642 terminó de pintar La ronda de noche (Ámsterdam, Rijksmueum), y ese mismo año murió su esposa Saskia."

De esta época es el magnífico "Banquete de Baltasar" de 1636 y emblema de la exposición. Intensidad, dramatismo, proximidad. Atrás quedaron las obras en las que las figuras, pequeñas, se perdían en el escenario que Rembrandt había elegido como fondo. De estas reducidas escenas salía la luz que iluminaba la parte fundamental del cuadro. Ahora, todo es espectacular. Durante el sitio de la ciudad por el general persa Ciro, el rey de Babilonia, Baltasar reunió a todos sus nobles y sirvió el vino en la vajilla procedente del saqueo de Jerusalén. Durante el banquete apareció una mano misteriosa que escribió un texto indescifrable en la pared referente a la división de su reino. Esa noche murió Baltasar. (de www.artehistoria.com)

Los personajes están sorprendidos, la mujer de rojo deja caer el contenido de la copa en su vestido mientras Baltasar se vuelve anonadado y Rembrandt se luce, también en idiomas, pues incluye el texto en hebreo antiguo gracias a un rabino vecino. Hay otras muchas obras de este estilo. Nos llamó la atención igualmente "El banquete nupcial de Sansón", de 1638.

REE00148 De www.artehistoria.com, de nuevo: Sansón era un israelita famoso por su fuerza que se casó con una filistea a pesar de ser este pueblo enemigo acérrimo de los israelitas.

En su boda planteó un acertijo a los invitados: "Del que come se extrajo carne y del fuerte se extrajo dulzura". Los asistentes al banquete tenían una semana para resolver el acertijo por lo que decidieron utilizar a la esposa de Sansón para averiguar la respuesta. La solución era el león que había matado Sansón en cuyo interior había encontrado un rico panal de miel. Al verse engañado por su mujer, el israelita mató a 30 filisteos.

Rembrandt elige para su composición el momento del banquete, con Sansón a la derecha, rodeado de invitados que le interrogan para conseguir pistas; a su lado encontramos a su esposa con algunos comensales reclinados sobre la mesa, según la costumbre oriental. La mirada de la mujer filistea, directa al espectador, es emocionante. Pero Sansón le siguió dando material a Rembrandt. Por ejemplo, en "Sansón cegado por los filisteos"de 1636.

Rembrandt_Harmensz__van_Rijn_041 En el capítulo anterior, Sansón mató a treinta filisteos, y abandonó a su mujer que fue dada por su padre como esposa a un filisteo. Enterado de ello, Sansón que pretendía recuperar a su esposa, incendió los campos de los filisteos, utilizando para ello, trescientas zorras, atadas por sus colas, que portaban antorchas encendidas.

Los filisteos responden matando, a la mujer de Sansón y a su suegro, lo que inicia una cruel cacería por parte de Sansón (...). Dalila fue la tercera dama que lo condujo por la senda de los problemas, y también era filistea. Dalila era cómplice de los miembros de su pueblo y su propósito era conocer el secreto de la fuerza de Sansón. El nazareo, al principio, temió ser engañado y mintió, pero luego, seducido por la hermosa mujer, le confesó que en su larga cabellera radicaba su poder, ya que sus votos como nazareo le impedían cortárselo, y Dios le quitaría como castigo, su fuerza, si lo hiciera.

descanso en la huida a egiptoEl final es de todos conocido y Rembrandt lo reproduce con violencia y energía, Sansón cierra las manos agarrotadas por el dolor de ser cegado por los filisteos, mientras Dalila huye con su cabecera.

Desde luego, hemos pasado de escenarios tan encantadores como la huida a Egipto (en el que es la fogata que enciende la familia la que proporciona la luz; fogata ridícula comparada con el penumbroso escenario que los rodea) a espectaculares obras de tamaño natural y con figuras de poderío físico que transmiten todo menos sensibilidad.

A partir de 1642, todo se desmorona. Saskia muere y Rembrandt entra en bancarrota por la compra de una casa de dimensiones extraordinarias. Aunque encuentra cariño en la niñera de su hijo Titus, Geertje Dircks, sólo es momentáneo, pues ésta le denuncia posteriormente.

Victima_pecadora Es entonces cuando se observa una transformación radical en el estilo de Rembrandt. Las expresiones extrovertidas y el dinamismo de las composiciones desaparecen de sus cuadros, y los sustituyen la quietud y la concentración psicológica. El vigor físico característico de los personajes de Rembrandt en años anteriores se transforma ahora en vigor de espíritu. En muchas zonas de los cuadros las gruesas pinceladas, más que definir las formas, las sugieren.

Y eso es lo que le pasa a esta Betsabé de 1654, del Louvre. La modelo, probablemente, sería su sirvienta Heindrickje Stofeels, quien se convertirá en la compañía de Rembrandt en los años finales de la vida del holandés. Momento en el que nos encontrábamos al comienzo de esta entrada, dedicada a una muestra excepcional y emocionante, la dedicada por el Prado a este gran artista del siglo XVII tan poco representado en los museos de nuestro país.

20 de noviembre de 2008

Una semblanza de la Gerona que conocí

12112008 Estos días he tenido la oportunidad de pasear por el casco viejo de la ciudad de Gerona. La tradicional vista de las casitas de colores, ajadas y manchadas por la polución, pero de colores al fin y al cabo, sobre el río Oñar no pudo faltar en mi recorrido.

Por encima, las cúpulas de la Catedral y de San Félix. El río llevaba agua en este tramo, más en otros la sequía aun se hacía notar. El caso es que Gerona, más allá del encanto de su barrio judío o de las preciosas callejuelas del barrio viejo, me recuerda a mi abuelo, quien pasó unos meses muy felices allí muchos años atrás, en 1942.Y por eso pasee por las calles que él recorrió, me fijé en la posada de la calle de La Rutlla, donde él se alojó y le imaginé con su uniforme de soldado en la misma ciudad pero a la vez en una ciudad muy diferente.

Mi ajetreada agenda de estos días me ha dado una oportunidad, la de pedirle que me retrate en unas palabras los recuerdos que de aquella Gerona guarda ahora que tiene 86 años a punto de cumplir. Y él me ha regalado un pequeño texto, a ratos nostálgico, a ratos oficioso de lo que Gerona representó para él. En cualquier caso, algo un tanto diferente al de la Girona de 2008.

"Una semblanza de la Gerona que conocí, allá por los años 40

Gerona, capital fronteriza con Francia, ciudad que aunque modesta y provinciana tiene un pasado glorioso. Resultó trascendental cuando la invadieron los franceses allá por el año 1808. La historia lo atestigua.

12112008(002) Por motivos de mi trabajo conocí esta capital en los años 1942 y 1943, por ello me parece interesante recrear en unas líneas lo más significativo en cuanto a la vida y costumbres de sus habitantes.

Me gustaba recorrer sus calles y plazas, sus monumentos más señalados así como los lugares más humildes y sensibles. En fin, conocer experiencias de una ciudad que tanto había sufrido durante la guerra civil del 36.

Por ejemplo, su Catedral. Un símbolo de arquitectura y grandiosidad. Se yergue como un faro vigilante en una de sus colinas más altas, dominando la ciudad. A la par, es un museo de pinturas y obras religiosas muy estimables.

El río Oñar, que da la imagen típica de la ciudad, se refleja cuando viene crecido en sus aledaños.

San Félix, de una estructura armónica. Otro orgullo para los gerundenses, tan ufanos con su campanario y célebre por el sonido tan peculiar de sus campanas cuando replican a gloria.

Las Clarisas, un exponente más de religiosidad, venerada por su historia y su cruzada en momentos clave. Los gerundenses le han demostrado siempre admiración.

San Narciso, patrón de la capital, muy venerado y exaltado por sus fieles, otro exponente de la fe en la ciudad.

Hay otros templos dignos de visitar por la historia que a través de los siglo ha dejado huella en Gerona. ¡Por algo Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales la llama La Inmortal¡

En mis andanzas por el centro me atrajo la Plaza Principal, con sus arcos porticados; el teatro municipal construido al estilo Gaudí; sus cafés como “El neutral”, “El comercial”, el de “los Payeses” y otros más modestos que tienen ese aire tan provinciano, pero tan expresivo y acogedor.

Bajando por la ciudad discurre el Oñar, cubierto de puentecitos que comunican las orillas y permiten a los vecinos penetrar en la ciudad. De poco caudal, cuando baja crecido es como un torrente.

Es curioso que todas las terrazas de las modestas viviendas que dan al río asoman a él, continuando siendo habitables desde antaño. Cuando crecen las riadas evita que haya males mayores.

Una vez que pasa por debajo de la catedral, el río Oñar desemboca en el Ter, un río amplio y caudaloso. Está situado junto a un parque que llaman de la Dehesa y que además de parque lo disfrutaban como zona deportiva y ecuestre.

Muy próximos están los llamados Baños Árabes que, en tiempos de dominación musulmana, eran testimonio del aseo de los nativos. Hoy, sólo testimonio de épocas pasadas.

Siguiendo el curso del río, y más hacia el norte, se divisa el Monte Oliveti, donde la historia lo calificó como baluarte de la cristinandad y alrededor se ve el valle de San Daniel, un sitio que en los días de sol resurge como un rayo de luz. Yo lo considero una maravilla.

En mis andanzas me gustaba visitar los barrios humildes, la calle de la barca, donde viven y supongo que seguirán viviendo personas humildes, trabajadores y artesanos, con viviendas muy precarias y con muchas deficiencias. También paseaba por el barrio de Las Pedreras, llamado así por la cantera de rocas cercana que proporcionó mármol para sepulturas y monumentos. Dice la leyenda que algunas piedras de la catedral eran de esas canteras.

11112008(002)En fin, que mi distracción me llevaba a visitar muchas cosas de interés.

Yo estaba hospedado en la calle de la Rutlla, número 5, en una pensión regentada por un matrimonio ya mayor y ferroviarios. Ella se llamaba María y él Vicente y tenían un niño pequeño llamado Alfonso. María era una mujer sencilla y amable. Conmigo se portaron de maravilla lo mismo en las comidas que en el trato. Bacalao con tomate, judias con arroz, lentejas, legumbres, fruta… alguna vez pescado (cuando lo había) formaba parte del menú.

Mi habitación era humilde, una pequeña cama con mesita de noche. Un palancanero me servía para asearme. Algunas mañanas desayunaba en su compañía. Era muy agradable oír sus charlas y conversaciones.

Cerca de la calle de la Rutlla existían unos cuarteles de artillería. Fueron nombrados en la guerra civil, que había terminado hacía dos años. Aún había soldados haciendo la mili. Conocí a unos que eran de Puertollano y como la tierra tira mucho, cuando podía iba a verlos y dentro de mis posibilidades les llevaba algo de alimento o bien algún chusco de mi cuartel o fruta, incluso. Para ellos, era cosa seria, pues el año 42 fue llamado Año del Hambre. Son hechos puntuales dignos de contar.

Otro edificio que tuve que visitar por el servicio militar fue la cárcel. Haciendo guardia reglamentaria tuve la desgracia de reencontrarme con la pareja de mi tío Casto, hermanastro de mi padre. Estaba detenida allí y condenada a muerte. Para mí, hallarla en aquellas circunstancias fue muy doloroso. Sus ideas políticas, muy avanzadas, la llevaron a esa situación y aunque no se le pudo probar participar en ninguna muerte, sus ideas la llevaron a la última pena. Me llevé una gran sorpresa al verla en el patio de la prisión y, en lo que podía, la visitaba hasta que la ejecutaron. Se llamaba Mercedes y tenía cuando la fusilaron 42 años, un hecho que no se borrará de mi mente.

Siguiendo con mi peregrinación por Gerona, hacía servicio militar en los trenes hacia la frontera en PortBou y Cervera para entregarle a los alemanes vagones de trigo y frutas como pago de la ayuda que Hitler le prestó a Franco en la guerra civil.

ScannedImage-32 Fueron casi dos años de estancia en Gerona y vi muchas cosas, pero prefiero omitirlos por lo doloroso y triste. Prefiero olvidar. Pero si de esta etapa saqué algo positivo fue que de las penurias y vivencias pasadas me hice a la idea de que las personas tenemos el destino marcado.

Yo viví esos años y mal que bien lo pude contar. Es una historia llena de interés. Gerona fue un eslabón más en la cadena de mi vida.

Recuerdo también las catacumbas, restos romanos en la ciudad que según leyendas fue testigo de la historia romana en la península. Había una escalera que descendía hacia unos sótanos con celdas donde puede que encerraran a esclavos que no se sometieran a caprichos de sus señores. Todavía hay inscripciones por allí. Actualmente es un museo.

Un escritor de mucho renombre, gerundense de pro, José María Gironella y autor de obras sobre la guerra civil y al que conocí personalmente describe de una forma puntual y exacta lo que era Gerona en la década de los 40, de doloroso recuerdo. Yo, siempre observador, me he limitado a dar una pequeña exposición de mi estancia en aquella capital.

Pero no cabe duda de lo que vi en los 19 meses de mi estancia allí me impactó enormemente. Historia, monumentos, tradiciones… su peculiar acento catalán. Ellos decían que tenían el orgullo de ser catalanes, pero también españoles. Pero además, como payeses decían que eran ampurdaneses, y como muestra la tramontana, viento fuerte símbolo de su reciedumbre.

Los payeses del interior de la provincia, como de Caldas de Malavella, Ruidellòs, Olot, Sant Feliù de Guixols, Sant Jordi o Flaxà, hablaban un catalán muy cerrado y casi no nos podíamos comunicar con ellos."

Me ha prometido que la continuará.

9 de noviembre de 2008

Los Molinos nuevos del río Segura

03112008(001) Siempre me ha sorprendido cómo en el paso del río Segura por Murcia, cerca del centro, delante prácticamente de la catedral o el Ayuntamiento, es relativamente sencillo ver aves acuáticas. Y no cualquiera, qué va. La que vuela en la esquina izquierda de la foto es ni más ni menos que una garza real (Ardea cinerea). En otras ocasiones, he visto avefrías, martines pescadores, garcetas y, por supuesto, patos de diferentes especies.

El río Segura ha pasado de ser el más contaminado de Europa a ser un río relativamente saludable, como muestra la aparición de estas aves en pleno cauce urbano del río. Murcia es una urbe grande y añeja. La relación del hombre con el río viene de lejos y, además de la contaminación histórica, hay otras huellas evidentes de la relación del hombre con el río. Una de las más espectaculares: los molinos.

El Museo Hidráulico de los Molinos Nuevos del Río Segura recoge la presencia más importante de estas infraestructuras en la región de Murcia. Los 24 molinos nuevos del río Segura están restaurados y se muestran al público en un centro moderno y de relevante estilo arquitectónico que, aunque con demasiada información, contribuye a hacerse una idea de lo que estos molinos han representado para la historia murciana.

03112008(006)Los molinos de mano aparecen en numerosos yacimientos a lo largo de la historia del hombre. La mejora de las técnicas los transformaron: de molinos de mano a molinos industriales en unos cuantos siglos. Algunos se convirtieron en señas de identidad de los pueblos (como los molinos de viento manchegos), otros en presencia permanente de la historia.

A éstos pertenece el llamado Molino de las 24 Piedras, los molinos nuevos del río Segura que se construyeron en 1785 bajo los auspicios del Conde de Floridablanca (del que se celebra ahora aniversario oficial) con 21 piedras y al que se añadieron en 1808 tres más.

Algunas de esas piedras se pueden ver en el Museo Hidráulico, ya sin funcionamiento, claro. En este museo se da cuenta de los orígenes históricos de los molinos hidráulicos  así como del origen de los molinos en la región murciana, haciendo hincapié en los molinos desarrollados en época musulmana.

Hay que hacerse a la idea de lo importante que podían ser estas infraestructuras para poblaciones que vivían de las huertas murcianas. Molinos, acequias y norias debieron marcar el paisaje de entonces, cuando los árabes convirtieron las zonas inundables del Segura en florencientes huertas que han llegado hasta la actualidad. La molienda del cereal o el batanado de paños serían las ocupaciones fundamentales de los molinos de la época.

03112008(012)Uno de los más llamativos sucesores de los molinos musulmanes es el molino flotante situado sobre barcas, habitual de baja edad media y que aprovechaba su movilidad para ofrecer servicios en diferentes lugares.

Los Molinos del río Segura tienen un largo recorrido histórico, pero fue después de una gran inundación cuando el Conde de Floridablanca, en plena Ilustración, decidió hacer una nueva infraestructura, retiró los antiguos molinos que cruzaban el río y propuso la creación de los modernos molinos, longitudinales al mismo y que no dificultaban el paso de las aguas.

La propiedad de los molinos estuvo durante mucho tiempo en litigio. 03112008(028)Hay que pensar que eran muy utilizados por gran número de personas que se acercaban en sus caballos para dejar el cereal a moler (los caballos se dejaban en las caballerizas que ahora recogen exposiciones de arte muy cerca del Museo). Algunos eran privados. De la mayor parte se hizo cargo el Ayuntamiento aunque un pequeño grupo de propietarios ancestrales mantuvo la propiedad largo tiempo.

En la década de los veinte del siglo XVIII, el Ayuntamiento, endeudado, vendió de nuevo a particulares estos molinos nuevos que entraron en decadencia ya en el siglo XIX por la competencia con las fábricas harineras, que proporcionaban mejor harina y a mejor precio.

El refugio de los molinos nuevos fue la harina basta para el ganado y el pimiento, si bien poco a poco dejaron de tener utilidad. A finales del siglo XX se decidió hacer el Museo y se desalojó al último molinero en activo que gastó sus últimos años en enseñar a los visitantes las características de su ya desaparecido oficio.

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Edificio en el que se recogen las antiguas muelas de molino, la solera fija y la corredera o volandera móvil que giraban a 50/60 vueltas por minuto, velocidad ideal para dar una buena harina y la máxima antes de que ésta se calentase demasiado.

Una campanilla anunciaba el fin de la molienda a fin de que las ruedas no provocasen un incendio al friccionar ellas mismas.

En el molino de al lado, las muelas están protegidas por una cubierta de madera, un armazón que evitaba que se desparramase la harina recién fabricada. Encima, la tolva, de forma troncopiramidal, donde se vertía el cereal. Éste caía por un canalillo que dejaba verter gradualmente el grano entre las dos muelas, que ya giraban de acuerdo con la fuerza motriz proporcionada por el agua.

03112008(030)Agua como la del río Segura que, de acuerdo con lo que me comentó una de los bedeles del Museo, hace tiempo ya que perdió el nauseabundo olor que la caracterizaba en la década de los 80 y 90.

Ahora transcurre lentamente a la luz de la ciudad de Murcia, que acoge con respeto uno de los inventos que más han ayudado al desarrollo del hombre en la zona: los molinos hidráulicos, fuente de alimento, parte del paisaje.