Desde luego, llaman la atención. Uno está tan acostumbrado a ver los monumentos y las estatuas del mundo antiguo en un color apagado, terroso o blanquecino que cuando descubres que la antigüedad estaba espectacularmente teñida en color no te haces fácilmente a la idea.
Lo habíamos oído en numerosas “Piezas del mes” del Museo Arqueológico Nacional, lo habíamos intuido en nuestros recorridos por los templos egipcios, lo habíamos constatado en las casas pompeyanas. Pero nunca lo habíamos visto representado tan vivamente como en la exposición “El color de los dioses” que acoge en Alcalá de Henares el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.
La exposición no es muy amplia (tampoco tiene que serlo) y es suficientemente clara. El peso de la exposición lo llevan las esculturas de la civilización griega, que tradicionalmente nos ha atraído menos, pero también hay espacio para alguna que otra sorpresa. Incluyendo algún antiguo conocido.
El mismísimo Alejandro del Sarcófago de Alejandro de la Real Necrópolis de Sidón que se expone en el Museo Arqueológico Nacional de Estambul y que tanto nos gustó ver en directo allí también está aquí, en esta exposición, aunque sea en escayola pintada. En el Museo de Estambul también hay indicaciones sobre el color que cubría los llamativos relieves del sarcófago. De hecho, aún quedan restos del color original en algunas de las figuras.
Las reproducciones de la exposición son definitivamente muy llamativas. El conjunto de colores es tan variado que uno no puede más que preguntarse si eso es cierto. Lo es.
Diferentes pruebas basadas en la luz ultravioleta, en el análisis físico – químico de los residuos de pigmentos que aún aparecen en algunas de las figuras que se desentierran en yacimientos de la actualidad o la medición de los diferentes efectos que deja en el mármol la presencia pretérita de pigmentos han dado lugar a numerosas teorías que no sólo acreditan la coloración de monumentos y figuras de la antigüedad, sino que también proponen que su uso podía tener propósitos simbólicos, y narrativos, no sólo estéticos.
Como decía, las esculturas griegas ganan la partida en la exposición, por lo que quizá eso influyese para nuestra rápida visita.
Además de las consabidas esculturas de la Acrópolis y de otros templos griegos como Delfos (decididamente, la Koré del Peplo de la Acrópolis de Atenas, con unos amarillos, rojos y azules que ya se adivinaban en la figura en el momento de su descubrimiento, es la más impresionante recreación en color de todas ellas), también hay algunos otros ejemplos romanos e incluso ibéricos.
De Roma tenemos al mismísimo Augusto a todo color. Del mundo ibérico, reproducciones fidedignas de esculturas de renombre como la Dama de Baza o al mismísimo Carlos V.
Su éxito ha sido importante: se ha prorrogado hasta junio.