De nuevo he contado con mi abuelo para que me escriba un texto, él ha elegido las modificaciones y cambios que ha sufrido el barrio madrileño en el que vive hace más de 50 años.
Corría el mes de enero del año 1951 cuando la empresa para la que trabajaba, RENFE, me destinó a la Estación de las Delicias. Por entonces parábamos en casa de una tía mía en la Calle Palos de Moguer y desde allí decidimos trasladarnos al barrio de Usera. Recuerdo con nitidez el día 13 de enero de ese año, cuando hicimos la mudanza de enseres de una casa a otra Utilizamos un carro pequeño y no lo hubiéramos podido hacer sin la ayuda de mi hermano y otros familiares, quienes empujaron el carro por la calle Marcelo Usera arriba durante más de una hora.
Aún rememoro la subida de la cuesta de la calle principal haciendo paradas numerosas para descansar hasta que por fin llegamos a nuestro destino. Una vez instalados en nuestro nuevo hogar, comenzamos a hacernos a la idea de vivir en el barrio de Usera, lo que en último caso nos ha llevado más de 58 años. Yo tenía entonces 29 años y mi querida esposa 28. Mi pequeña Mª del Carmen, 5 y Tomás, un niño de apenas 2 meses. Ahora cuento con 86 y mi intención es contar cómo ha ido cambiando el barrio desde entonces hasta ahora.
¿Qué cómo eran las calles y los aledaños que más próximos estaban a nuestra vivienda? Como no hacía mucho tiempo que la guerra había terminado y este barrio sufrió mucho en la contienda, se notaban las huellas de todo aquello, así como de sus consecuencias: las calles estaban sin asfaltar, con mucho barro y muchas deficiencias de servicios.
Nuestra casa constaba de dos habitaciones no demasiado espaciosas, una pequeña cocina, un reducido servicio y un comedor tampoco muy grande. Como era de alquiler, en aquel tiempo comenzamos pagando 300 pesetas al mes, lo que era bastante para nosotros en aquella época, pero por lo menos estábamos juntos.
Como digo, los servicios era n muy deficientes. Nuestra calle estaba sin urbanizar y para desplazarnos al centro sólo había un tranvía, el nº 37, que hacía el recorrido desde Atocha hasta este barrio. Tenía el final cerca de nuestra calle, en la esquina de Marcelo Usera 112. Existía un pequeño triángulo en el que el tranvía daba la vuelta para volver a Atocha.
Como era pequeño y no había otro transporte, casi siempre iba lleno. Y eso que entonces había pocos habitantes. Teníamos que apretarnos unos contra otros si queríamos viajar. Tardaba como unos 25 minutos en su recorrido y recuerdo que al pasar por el Puente de la Princesa había que tener mucho cuidado ya que en el centro del puente existían a modo de columnas de hierro muy bajas que soportaban el tendido eléctrico. El paso era complicado. Aún recuerdo el precio del billete: 15 céntimos.
Así estuvo como dos años hasta que se fue modernizando ya que además de prolongar el recorrido hasta el final de la calle, cambiaron los tranvías por otros modelos de más capacidad.
La calle principal estaba adoquinada y aunque era amplia hasta después de algunos años no la asfaltaron y las aceras estaban muy mal pavimentadas (claro que entonces se notaban las carencias de la posguerra).
Como no había servicios municipales, para darnos de alta en el padrón había que desplazarse andando al pueblo de Villaverde Bajo, pues por entonces Usera no era del todo Madrid, sino que pertenecía a este pueblo. En Usera sólo había una pequeña oficina de información municipal. Así estuvimos varios años, hasta que pasamos a depender del Ayuntamiento de Madrid.
Los servicios eran escasos, no teníamos casi tiendas de ultramarinos y había como un pequeño mercado en la acera opuesta, sobre el nº 128, hecho de tablas y hierros. Allí vendían los pescados, las carnes o las frutas. En fin, esto unido a que no disponíamos de otros medios nos obligaba a desplazarnos al centro si queríamos comprar otras cosas.Menos mal que nosotros teníamos el Economato de la Renfe en la Estación de Delicias, lo que solventaba parte del problema.
Respecto a colegios, de momento estaba el llamado Colegio Usera, precisamente en frente de la parada del tranvía. Este colegio tenía tres pisos y aquí inscribimos a nuestra pequeña Mª Carmen y, posteriormente, a Tomasillo (menos mal que era para niños y niñas). Con el tiempo hicieron otros colegios, sólo que privados. El Colegio Central, al final de la calle principal era el más conocido.
Pasados algunos años, allá por 1959, empezaron a construir la Colonia Moscardó. Además de las viviendas se abrieron más colegios públicos, con lo que se fue paliando la carencia educativa en el Barrio.
En cuanto a cines, sólo existía el Cine Usera, en la Calle Gabino Jimeno (conocida vulgarmente como la calle del cine). Aunque era pequeño, al menos había algo de distracción. Como no había televisión, cuando podíamos (no siempre) íbamos al cine. El precio era modesto, una entrada de anfiteatro costaba una peseta y las butacas, tres.
Como al principio las películas eran en blanco y negro, quiero recordar algunos títulos que pudimos disfrutar en el Cine Usera como “Morena Clara”, con Imperio Argentina, “El Relicario”, “Currito de la Cruz”, “Los Diez Mandamientos”… Pasado algún tiempo empezaron a proyectarlas en color y ya vimos varias películas de aquellos tiempos, más espectaculares si cabe.
Sobre el año 1960 empezaron a venir trabajadores de Andalucía, Extremadura o Castilla La Mancha y el barrio se fue poblando con más habitantes. La construcción de viviendas se fue intensificando y las calles adyacentes como Isabelita Usera, Rafaela Ibarra, Nicolas Usera y otras se fueron poblando con más habitantes. Se notaba el auge de aquella década que comenzaba: se abrieron numerosos pequeños comercios, había más vida en la calle.
La Plaza Elíptica, hasta entonces todo campo, comenzó a urbanizarse.
Por estos años se instaló aquí el Distrito Municipal (ya éramos Madrid); en Rafaela Ibarra se instaló una pequeña oficina del mismo. Hoy ya es un edificio moderno con su Junta Municipal, prestando un completo abanico de servicios.
En esos años, el tranvía 37 fue sustituido por el Trolebús, y como Marcelo Usera se amplió hasta la Plaza Elíptica, ampliaron la red de trolebús hasta ella, poniendo vehículos más modernos y de mayor capacidad: todo un revulsivo para el barrio.
Se construyeron más viviendas en Marcelo Usera, mejorándose también el pavimento, contribuyendo con ello a mejorar considerablemente el barrio.
Cuando se empezó a construir la Colonia Moscardó también se incluyó un campo de futbol en unos terrenos adyacentes. El actual estadio ocupa ese mismo terreno. El equipo, que tomó el nombre de Moscardó, se federó y empezó jugando en tercera regional, prosperando hasta subir a tercera división (en 1972 llegó incluso a segunda división). Hoy es un campo moderno y su equipo juega en tercera división.
Con el mismo dinamismo que comenzaba a implantarse en el barrio, se inauguraron tres cines más: el San Luis en la calle Amparo Usera, el Oporto en la Plaza Elíptica y el Niza en Marcelo Usera. En la Colonia Almendrales, en plena expansión, se inauguraron los cines Lux y Candilejas (también una Sala de Fiestas llamada Copacabana). Hoy no existe ninguno de ellos.
La Calle Marcelo Usera se fue modernizando: el trolebús desapareció, siendo sustituido por autobuses que llegaban a la Plaza Elíptica, primero, y hasta Carabanchel, después, cuando se terminó la Avda de Oporto.
Pronto hubo necesidad de reformar la calle principal para acoger a la circulación del tráfico. En 1964 se ensanchó, aceras incluidas (se hicieron más cómodas para los peatones). A todo esto, el metro se fue instalando en varios sitios de Madrid: en Usera también, el Ayuntamiento abrió una estación de Metro que resultó una solución adecuada para el transporte de los vecinos. Hoy es la forma más rápida para desplazarse al centro.
Por aquel tiempo se construyó el mercado municipal en la Calle Amparo Usera, próximo a Gabino Jimeno y la Calle de la Cuesta. Al principio, como todo, las instalaciones eran modestas, pero hoy en día se ha transformado y es un centro comercial moderno. La entrada de Metro está al lado, lo que le da más importancia.
Por cierto que durante parte de los años 60 estuve destinado en Barcelona pero no por eso dejamos la casa en que vivimos. Yo me pasaba periódicamente a dar una vuelta a la casa. Por esas fechas, el dueño de los pisos nos vendió a los inquilinos las viviendas. Como el precio era asequible, las compramos dadas las facilidades que nos pusieron.
Cada vez que veía notaba que la actividad iba en aumento: se notaba en el comercio, en los transportes, en la población del barrio que crecía gracias al gran número de personas que se acercaban a trabajar.
Los años 70 y 80 fueron decisivos para el Barrio, con nuevos equipamientos y servicios. Se empezaron a abrir algunas galerías comerciales e incluso un ambulatorio de la Seguridad Social.
Como hacía años que no se celebraban fiestas en el barrio, se decidió hacer fiestas en septiembre de 1984, instalando las atracciones cerca del Campo de fútbol, un acontecimiento muy popular que continúa celebrándose en el mismo mes y lugar hasta el día de hoy.
Al mismo tiempo, se pusieron árboles en las aceras de Marcelo Usera, se abrieron comercios, se levantaron más viviendas… los años 80 representaron un crecimiento enorme para el Barrio de Usera. Al final de la calle Rafaela Ibarra se hicieron unas zonas deportivas y se dotó de alumbrado moderno y potente, lo que dio más importancia a esta zona.
Así mismo, se abrió la primera sucursal bancaria en Marcelo Usera: el Banco Popular fue el responsable, pronto acompañado del Español de Crédito, el Central y el Banco de Bilbao. También en la Calle Gabino Jimeno abrió una sucursal la Caja de Madrid.
El Metro tuvo entonces que abrir otra entrada, la de Mirasierra, ya que como había crecido el número de habitantes, se consideró necesario.
La Plaza Elíptica ya contaba con una estructura moderna. A su alrededor se construyeron muchas viviendas y un gran parque: el Parque Sur, con un gran número de árboles y plantas. Las pocas bocas de riego iniciales se aumentaron mucho con la mayor demanda de usuarios, incluyendo más instalaciones: juegos infantiles, papeleras, asientos, etc. Hoy día, llamado Parque Emperatriz María de Austria, es uno de los Parques más importantes de Madrid. En su subsuelo, además, se ha construido un intercambiador de transportes moderno e intermodal.
Una fuente luminosa adorna el centro de la plaza y soporta mucho tráfico; en ella confluyen las calles Marcelo Usera, Avda Oporto, Antonio Leyva o Santa María de la Cabeza. La Plaza lleva el nombre de Fernández Ladreda, ministro de Obras Públicas con Franco. Se empezó a construir estando de alcalde el Conde de Mallalde.
También los autobuses aumentaron su recorrido. En Usera empezó a circular hasta Orcasitas los autobuses 60 y 81 que venían del centro y pasaban por Rafaela Ibarra. El servicio fue creciendo, incluyendo la línea 47 (y 247) que salía de Atocha hacía aquí.
También tuvo mucho eco en los 70 la inauguración del Hospital Primero de Octubre, dada la necesidad que se tenía de él. Hoy se le denomina Doce de Octubre y es el Hospital de referencia de la zona. Poco tiempo después se inauguró un ambulatorio en Orcasitas, lo que terminó de cubrir las necesidades sanitarias de la época.
Nuestra calle, Gabriel Usera, fue pavimentada en 1972, incluyendo nuevo alcantarillado, ensanche de aceras y renovación de alumbrado. Al final de la calle se hicieron nuevas casas, lo que dotó de una nueva fisionomía a la calle. Poco después se abrió, en una sola dirección, al tráfico rodado.
Hay que destacar que la Avda Santa María de la Cabeza, entonces deficiente y estrecha, con el tiempo se fue modernizando y se pobló de grandes edificios, ensanchándose por ambos lados. Se construyó cerca de la Plaza Elíptica la Iglesia de los Capuchinos por la dedicación a sus fundadores, los padres del mismo nombre. Es un edificio que destaca por su altura y popularidad en el barrio.
Bueno, estamos en 2009 y echando la vista atrás, hay que ver lo que ha cambiado el barrio con los nuevos tiempos y las renovadas generaciones, habiéndose transformado en uno de los distritos más populosos de Madrid.
En conjunto, nuevos edificios, instalaciones, parques, rápidos transportes… y aunque todo ello ha costado mucho, los sucesivos alcaldes que han regido la capital como así mismo los presidentes de distrito que han gestionado el barrio han aportado su esfuerzo para que hoy se vea lo fructífero de su desarrollo.
Parece increíble, pero yo que llegué aquí en el año 51 en las condiciones que describo, tan difíciles, hoy puedo decir en voz muy alta que se ha conseguido gracias al esfuerzo de sus habitantes y regidores, un hito histórico para esta Barriada.
Sirvan estas líneas para, además de recordar pasados tiempos, para reconocer los avances en todas las facetas que ha experimentado este importante núcleo de Madrid. Como vecino me siento orgulloso de llevar aquí más de 50 años y de ser una parte más de este Barrio.
¡Barrio de Usera, quien te vio entonces y quien te ve ahora¡ Tengo 86 años y aunque no nací en Madrid, me siento como un hijo predilecto de este Barrio, pues aquí he criado a mis hijos, he visto crecer a mis nietos y aquí ha transcurrido lo más dorado de mi existencia.