Y alrededores, no nos olvidemos de los pequeños lagos y espacios que circundan al impresionante Lago de Sanabria en el área de protección que cubre el Parque Natural zamorano. Llegamos allí a finales de la primavera, cuando sus bosques están en esplendor, cuando la floración se hace generalizada, cuando el disfrute es parte indistinguible de la visita.
Nos alojamos en el Parador de Puebla de Sanabria, que nos proporciona cercanía tanto para su impresionante castillo como para el propio Parque Natural. Aún alejado del Lago, la ubicación es ventajosa en muchos sentidos, sobre todo en el gastronómico.
El Parador, aunque moderno, es acogedor y su servicio, adecuado al precio que se paga; y tiene unas vistas del Castillo realmente evocadoras. Desde Puebla de Sanabria se puede acceder al Parque por coche, aprovechando cualquiera de los pueblecillos que sí forman parte del Parque, o que están más cerca de sus límites (Sotillo, el Puente, Galende…) para iniciar cualquiera de los recorridos que van a permitir conocer a pie el Parque Natural del Lago de Sanabria y Alrededores.
El Lago de Sanabria, como cualquier buscador de internet ofrece a la primera, es el lago de origen glaciar más grande de la Península Ibérica (el segundo sería el Lago de Banyoles). Y es cierto que es grande, un buen número de caminos proporcionan fácilmente la oportunidad de verlo. Y es ciertamente impresionante; también lo es cuando bajas a su orilla y lo miras a través de las pequeñas y numerosas playas con las que la gente lo disfruta. No tenemos tiempo de bañarnos, pero sí de recorrer parte de sus riberas.
Y de sobrecogernos al conocer la historia de Ribadelago Viejo. La noche del 9 de enero de 1959 un sector de más de 150 metros del muro de contención de la Presa de Vega de Tera se vino abajo, provocando la salida brusca de ocho hectómetros cúbicos que arrasaron el cercano pueblo de Ribadelago anegando su suelo y su alma, con 144 fallecidos de los que sólo se recuperaron 28 cuerpos. Ribadelago Nuevo sustituyó al antiguo pueblo que ahora pugna por volver a salir adelante gracias al aprovechamiento de sus derruidas casas.
A posteriori se quiso embalsar el Lago, pero la defensa que hicieron las gentes de la zona llevó a protegerlo como Paisaje Pintoresco, primero, y como Parque Natural, después, en 1978. Las razones que llevaron a declararlo como tal tienen sobre todo que ver con el entorno del lago, pues éste, por su relativa juventud (apenas 15.000 añitos de nada) no mantiene especies endémicas sino las de los ríos de la zona. Eso sí, las características geomorfológicas y los bosques que rodean al Lago de Sanabria hacen de este destino una opción a tener en cuenta.
Las orillas del lago proporcionan a los visitantes la opción de turismo de playa léntica. No son demasiado grandes, pero están bien y desde ellas se pueden observar a placer los árboles de ribera que entierran sus raíces en el suelo inundado de la orilla. Sauces, alisos como el de la foto y fresnos son los más habituales mientras que en el interior del lago serán las comunidades de algas microscópicas las especies vegetales más abundantes… salvo los Sphagnum.
Las aguas del Lago de Sanabria (y de todas las lagunas del área circundante) son limpias, ácidas y escasamente mineralizadas. Y en ellas habitan numerosas especies de musgos del genero Sphagnum, si bien donde son legión es en uno de los ambientes húmedos más llamativos del Parque Natural, las turberas, formaciones constituidas por masas compactas de Sphagnum que pueden alcanzar varios metros de espesor (en la foto, con Ranita patilarga incluida).
Truchas, barbos, bermejuelas, cachos, bogas y las recientemente introducidas anguilas forman parte de la fauna piscícola del Lago, apareciendo víboras hocicudas y culebras de agua, desmanes ibéricos y somormujos lavancos, gavilanes y corzos entre los vertebrados más habituales del Parque.
En realidad el Lago de Sanabria no es sino una gran cubeta donde antaño (muy antaño) una lengua glaciar de más de 15 km de largo y 300 metros de espesor la excavó gracias a su potencia erosiva. Estábamos en el Cuaternario, en plena glaciación del Würm (no sé qué número de ellas) y la gran masa de hielo se superpuso sobre el continente durante más de 90.000 años hasta que hace 12-15.000 años todo acabó casi repentinamente, la lengua glaciar se retiró dejando al descubierto cañones, valles, rocas aborregadas, estrías glaciares, arcos morrénicos y e innumerables cubetas de las cuales el Lago de Sanabria es la más grande. Pero no la única.
Otras cubetas, por cierto, se convirtieron en las turberas antes mencionadas gracias a la acumulación de Sphagnum. Sin embargo, y diseminadas por toda la Sierra de Segundera y de Cabrera, muchas otras cubetas se transformaron en más de 20 lagunas de aguas limpias y transparentes que a su vez forman uno de los conjuntos lacustres de alta montaña más importantes de la península ibérica.
Una de estas lagunas es la Laguna de los Peces, a la que nos acercamos primero en coche y después andando (al fin y al cabo está situada a 1707 metros de altura). Desde aquí parten muchas rutas, pero nosotros aprovechamos para descansar y comer, rodeados de brezos y piornos, algunos ya en flor.
Pero no sólo hay brezales y escobones, el suelo está tupido de narcisos, de pequeños Narcissus bulbocodium de vivo color amarillo que contrastaban con el rosado de las ericáceas y con el blanco helado de los neveros que, aún a últimos de mayo (últimos, últimos) permanecían en las orillas de la Laguna de los peces. Por cierto, que en estas lagunas habitan truchas, salamandras, tritones ibéricos y jaspeados y lagartos verdinegros, de los que pude ver al menos uno (pero mi cámara no lo vio).
Rodeamos la laguna entre brezos, nieves y patos correteando por entre los hilillos de agua deshelada de los neveros.
Nos asombramos al ver a una pareja de ancianos de San Martín de Castañeda (donde por cierto hay un Centro de Interpretación ubicado en un antiguo y espléndido monasterio) tratando de encontrar de forma rudimentaria la fuga de agua que tenía la laguna en su parte embalsada. De este agua dependerá el pueblo en verano y no es cuestión de dejarla ir. Creo que lo lograron.
Y aunque les echamos una mano, mi atención estaba sobre todo en el lagarto verdinegro y en los brezales, urces que les llaman por aquí.
En Escocia les llaman urz y de ahí que en los pueblos españoles de influencia celta les denominen urces. Es muy probable que estos brezos sean brezos de turbera (Erica tetralix), arbustos de porte humilde, típicos de suelos silíceos y pobres, pero húmedos. Sus bonitas flores rosas aparecen en gran número y en racimos apretados.
Los brezos tienen micorrizas en las raíces con las que soportan los pobretones suelos en los que habitan. Además, son muy resistentes a los fuegos y a la tala, generando además fenoles que inhiben el crecimiento de otras plantas en las cercanías.
Y entonces, entre las urces y escobas, aparece un pajarito de plumaje humilde pero muy llamativo. Es un Acentor común (Prunella modullaris), un paseriforme frecuente en media y alta montaña y habitante tradicional de los piornales. Este pajarillo grisáceo en cabeza y pecho y de alas y dorso pardo es migrador parcial, no todos marchan cuando llegan los fríos. Además, se mueve también en altura por lo que siempre es fácil encontrar acentores en la montaña.
Un rato después tuvimos la oportunidad de ver, desde muy lejos, al pariente más cercano del acentor común, el Acentor alpino (Prunella collaris), más grande y de color pizarra con flancos rojizos y listados. Pero la cámara no lo captó bien.
En cualquier caso, las lagunas de alta montaña no son los únicos paisajes típicos del Parque Natural del Lago de Sanabria, sus formaciones boscosas son también muy importantes. Aquí coinciden representantes de los climas atlántico y mediterráneo (la situación geográfica de Sanabria es lo que tiene), especies vegetales relictas de cuando esto era un glaciar, algunos endemismos de estas sierras y preciosas formaciones de tejos y melojares.
Nada mejor que hacer una de las múltiples rutas que se ofrecen por la zona para valorar in situ la verdad de estas palabras… por ejemplo, la de la Cascada de Sotillo.