La pareja de Cigüeñuelas (Himantopus himantopus) nos recibe con sonoras exclamaciones y vuelos en derredor que, si bien no son en picado, sí que contribuyen a aullentar al posible depredador de su nido.
Sólo que en este caso, el depredador somos nosotros. Nos hemos acercado a una charca estacional en mitad de La Mancha, cerca del río Ojailén, en la Estación de Veredas-Brazatortas (Ciudad Real). Dentro de unos días, agrietadas piezas de lodo y vegetación agostada será todo lo que el visitante pueda hallar en esta lagunilla.
Pero ahora, a principios de junio, la charca está rebosante de agua. Ha llovido mucho en mayo y el agua permanece, a pesar del sol de justicia, en lugar de evaporarse como ya hubiera sucedido en otros años. Ésto le ha venido de perlas a la pareja de cigüeñuelas, que pasea entre los juncos y espadañas buscando entre el fango los insectos, moluscos, crustáceos o pececillos de los que se alimentan.
La Cigüeñuela es una especie socialmente monógama. Nidifica en el suelo, de una manera colonial o semicolonial, casi siempre cerca del agua. La puesta tiene lugar en abril-junio, generalmente 4 huevos, aunque a menudo sólo 3. Ambos sexos incuban los huevos y protegen a los pollos. Las causas principales del fracaso de las puestas son los predadores y la inundación de los nidos.
Pretendiendo no molestar a las cigüeñuelas, damos la alarma a un ánade real hembra que sale huyendo con sus pollos. El Azulón (Anas platyrhynchos) es uno de los patos nadadores más abundantes de la península ibérica.
Su adaptabilidad le ha dado un éxito reproductivo del que otras anátidas carecen.
Nos fuimos visíblemente satisfechos de un paisaje que, desde niño, siempre me proporciona sorpresas y las más agradables sensaciones.