1. Huellas de la historia reciente
Berlín ha estado en el meollo de la historia en numerosas ocasiones. Es una ciudad que ha sufrido mucho (y que ha hecho sufrir mucho) y desperdigados por su perímetro hay auténticos recuerdos que deberían tocar la fibra sensible si no se hubieran convertido en marketing.
Baste con observar los trozos de muro de Berlín que se venden en cualquier tienda de recuerdos. De hecho, se pueden encontrar aquí y allá restos de muro piqueteados para conseguir su superficie para la venta.
Pero sin duda, el más espectacular resto de la historia reciente de Berlín es la Iglesia del Káiser Guillermo, de 1895, cuyo mutilado campanario recuerda a quien lo observa la barbaridad de la guerra. Se dejó así conscientemente: es útil (o debería serlo) tener al lado, siempre, una huella indeleble del dolor.
2. Mercadillos navideños
¿Porqué, a pesar del gélido invierno que hemos saboreado en Berlín, la sensación con la que volvemos es de alegría en las calles, de celebración y diversión? Probablemente, por la multitud de mercadillos navideños que se reparten por toda la ciudad.
¿Y cuál es la diferencia con los nuestros? Porque tienen los mismos puestos de venta de productos de vete tú a saber dónde… pues yo creo que en la iluminación, preciosa, de todos ellos y en la posibilidad de vender comida en la calle: salchichas (el currywurst, por supuesto), crêpes, champiñones, dulces, frutas recubiertas de chocolate fundido.. la verdad es que es todo un placer pasear por estos lugares.
3. Subir al Reichstag
El símbolo de la caída de Berlín en la segunda guerra mundial es ahora el parlamento más visitado del mundo. El Bundestag, donde se reúnen los políticos alemanes desde la reunificación, cuando se decidió que Berlín volviera a ser la capital del Estado, se puede observar desde arriba, desde la inmensa cúpula de cristal de Norman Foster. Recorrerla es una maravilla: la audioguía es gratis y te enseña con detenimiento los edificios más importantes de la ciudad.
Nos conmovió escuchar que aquella mole enorme que veíamos no era sino la Charité, el hospital y centro de investigación donde el médico alemán Robert Koch descubrió su famoso bacilo, el bacilo de Koch, que provoca la tuberculosis (es una especie de Mycobacterium).
167 hectáreas de coto de caza que tenían los Hohenzollern, ahora feliz parque público donde pasean los berlineses que esconde entre sus árboles tesoros como el Monumento al soldado ruso desconocido, un grandioso monumento a Bismarck, un castillo (el Schloss Bellevue) así como la Siegesäule, la columna de la victoria (con la Niké cual ángel dorado del Cielo sobre Berlín) que honra a Prusia frente a las naciones que ésta venció en batalla.
Al Tiergarten le atraviesa la Straße des 17. Juni, que conmemora el alzamiento de los berlineses del Este en 1953 contra el gobierno de la RDA del momento. Esta calle ha visto tantas cosas, aviones aterrizando en la segunda guerra mundial, triunfales banderas hitlerianas en sus lados…
5. Pasar por debajo de la Puerta de Brandeburgo
Hasta 1918, solamente miembros de la familia real, sus invitados y miembros de la familia Pfuel tenían permitido usar el paso central de la puerta, dice wikipedia. Y añade, un rato después: Con la construcción del Muro de Berlín en 1961, la Puerta de Brandeburgo quedó en tierra de nadie, sin acceso del este ni del oeste. Solamente guardias de frontera e invitados especiales de la RDA tenían acceso al monumento.
Y ahora luce espléndida en la Plaza de París, como la puerta de entrada a la ciudad que en su momento se planteó, conciliando Under der Linden con Strasse 17. juni. Un lugar histórico y simbólico que debe franquearse pensando en lo que haces, no en las cremas que vas a comprar en las tiendas de Berlín.
6. Cuidado con el transporte público
Es cuestión de acostumbrarse, claro. La red de transporte público de Berlín incluye metro (U-Bahn), tren de cercanías(S-Bahn), tranvías amarillos de pequeño alcance, trenes regionales (RER), autobús y un largo etcétera. Una vez te habitúas es relativamente sencillo pero si te equivocas puedes acabar muy, muy lejos o con una multa muy, muy cara.
Esto es lo que nos pasó al comprar billetes de trayecto corto hasta que descubrimos, de manos de una inspectora encubierta, que nuestros billetes sólo valían para tres estaciones de metro y nosotros llevábamos 15 (Hasta el Castillo de Charlotemburg). Menos mal que se apiadó de nuestras pobres caras de confiados viajeros perdidos que si no…
7. Berliner Dom, la Isla de los Museos y el Archaeopteryx
Éste de aquí es el Altes Museum, donde se guarda el busto más impresionante que conozco de Julio César. El Altes Museum está en el lugar más fascinante para los amantes de la arqueología de todo Berlín, la Isla de los Museos.
En pocos metros cuadrados aparecen los más sublimes de los Museos del Mundo ofreciendo maravillas como el Busto de Nefertiti o el Altar de Pérgamo. y enfrente la catedral protestante, una mole enorme con cierto encanto. Pero atención, al busto de Nefertiti no dejan hacerle fotos.
A quien sí dejan quedar retratado es al fósil más famoso del mundo, el Archaeopteryx, en el Museum für Naturkunde, bastante alejado de la Isla de los Museos pero cuya visita es imprescindible para los que nos gustan estos jaleos.
En Berlín, si tienes interés, varios de los días se te van en la visita a los museos, algunos de los más importantes del mundo.
8. Comer algo típico alemán: codillo, bratwurst, currywurst…
Y a ser posible en una típica taberna alemana. La sopa de tomate es también muy recomendable, es sabrosísima.
Las salchichas o el codillo, por supuesto, deben ir acompañadas por patatas cocidas y el sempiterno repollo. En definitiva, una cocina muy colorida, que abusa mucho del curry, pero que tiene algunos hallazgos francamente sorprendentes (esas frutas recubiertas con chocolate).
9. A la busca de símbolos del Berlín Este: los Ampleman, Fersehturm, AlexanderPlatz, Nikolaiviertel, Postdammer Platz, Checkpoint Charlie…
Berlín ha protegido los particulares y característicos Ampleman de los semáforos del Este y los ha convertido en un símbolo de la ciudad, un símbolo bastante llamativo y divertido.
Por supuesto que me he traído la correspondiente camiseta del Ampleman (como el correspondiente pedacito de muro), que por cierto, ya está acompañado de la Amplefrau y, en su caso, de la bicicleta tan habitual en Berlín. Las calles del Berlín Oriental son muy pobres en diseño, grises, homogéneas, igualitarias, totalitarias. Se salen de este conjunto las preciosas calles del Barrio medieval de Nikolaiviertel, una recreación de los años 80 alrededor de la Iglesia de San Nicolás (la única edificación medieval de la ciudad).
Y también se sale la espectacular Torre de la Televisión, el Fernsehturm, al que dediqué la entrada anterior y la espectacular plaza de Alexander Platz, verdadero centro neurálgico y corazón de la ciudad de Berlín, de las dos antiguas ciudades de Berlín. Y qué no decir del actual colorido que viste Postadammer Platz, antaño la más perjudicada de las zonas en época de entreguerras y ahora centro financiero y de ocio del Berlín actual.
10. Visitar el Castillo de Charlottenburgo
Se supone que en su interior, además de las consabidas habitaciones palaciales de estilo barroco, espectacularmente decoradas y asombrosamente conservadas, existen obras de arte singulares, por ejemplo de Caspar David Fiedrich, que no pudimos ver.
Pero sí nos quedamos con unos encantadores tapices con la historia del Quijote, las pinturas que representan a Humboldt y a Bonpland en su viaje por Sudamérica o las esculturas dedicadas a una de las personalidades más interesantes de la historia prusiana, la reina Luisa (http://wapedia.mobi/es/Augusta_de_Sajonia-Weimar-Eisenach), cuyo mausoleo se guarda entre los preciosos jardines del Palacio (mejor ir en primavera).
11. De compras al KaDeWe
La verdad es que no podemos decir que Berlín nos haya gustado por las compras que hemos podido hacer, pero como ya es tradicional, nos hemos pasado por los grandes almacenes más famosos de la ciudad, los Kaufhaus des Westens, o KaDeWe para los amigos. Responden perfectamente al esquema de Harrod´s o de Galleries Lafallette y, para más adecuación, ya estaba celebrando la navidad….
En fin, mucho que hacer en una ciudad tan bulliciosa a pesar del frío como es Berlín.