Hemos pasado unos días maravillosos recorriendo Turquía. Lo de tierra de contrastes suena a manido, pero en este caso es que es así.
Desde el bullicioso y colorido Estambul a las asombrosas ruinas de Éfeso, desde la árida Anatolia a la Tracia Europea, desde el Mar Negro al Egeo, Turquía siempre sorprende; sus tierras han cedido cómodamente espacio histórico al rey Príamo, a Justiniano y Teodora, a Mevlana, a Mehmet II y al gran Atatürk; esas mismas tierras donde hititas, frigios, asirios, griegos, romanos, bizantinos, seleúcidas, otomanos y turcos han guerreado y creado civilizaciones que han definido e influido en la historia de la humanidad.
La Basílica / mezquita / museo de Santa Sofía en Estambul representa la esencia de lo que fue y ha sido Turquía, un hito histórico necesario para entender el presente. Hemos aprendido muchas cosas en nuestro recorrido por Turquía, algunas realmente llamativas, empezando por la historia del padre de los turcos…
1. Atatürk
Sus padres le llamaron Mustafá, al estilo de la época. En el colegio, sus profesores le apodaron Kemal, Sabio, por sus excelente rendimiento. En 1934, el Parlamento Turco le asignó el apodo Atatürk, padre de los turcos, dando cumplimiento a una de las leyes que él mismo propuso, la de los apellidos.
Mustafá Kemal Atatürk, padre de los turcos, héroe nacional, reverenciado y admirado en toda Turquía, con estatuas y y avenidas en todos los pueblos y ciudades turcos, cuyo nombre se le da a aeropuertos, puentes o estaciones de ferrocarril y del que existen numerosos museos en Turquía y Grecia (donde nació, cuando aún Grecia era otomana) es el personaje que más ha influido en la historia reciente del país.
Recorrer el Mausoleo construido en Ankara para acoger su tumba y como muestra de homenaje y respeto te proporciona una idea de lo que la mayoría de los turcos deben sentir hacia el héroe de la Primera Guerra Mundial.
Que alguien muerto en 1938 siga teniendo este grado de aceptación es realmente sorprendente. Atatürk murió a las 09:05h del 10 de noviembre de 1938 en el Palacio de Dolmahbaçe, en Estambul, pero sigue muriendo a esa misma hora y ese mismo día cada año en el corazón de los turcos, momento en el que el país se paraliza como muestra de luto y respeto.
Con la defenestración del Imperio Otomano, que había apoyado a los alemanes en la Primera Guerra Mundial, Turquía se convierte en un terreno a repartir entre las grandes potencias. Inglaterra, Grecia, Francia, Italia, Alemania, Rusia o Armenia se quedan con partes de la gran península de Anatolia. Atatürk, general turco, se rebela ante la situación aceptada por el último sultán otomano y recupera poco a poco el país, generando un espíritu de lucha por la patria y un reflejo de todos los turcos en su héroe. La batalla de Gallipolli marca el final de la contienda, con miles de australianos muertos en combate. Atatürk envía un mensaje a las madres de los fallecidos: ellos murieron heroicamente en territorio turco, ahora son nuestros hermanos.
A partir de aquí, y de la creación de la República de Turquía en 1923 (Atatürk se niega a ser investido como nuevo Sultán), este dictador moderno comienza a aprobar leyes que en poco tiempo vana cambiar el país y gracias a las cuales Turquía es un modelo a seguir por muchos países de su entorno. La clave: occidentalizar el país. Cambiar el alfabeto (de árabe a latino), convertir la República en un país laico, nunca islámico. Crear un parlamento democrático con voz para todos los turcos (bueno, quizá los kurdos y los armenios no estén del todo de acuerdo). Eliminar todo rastro del imperio otomano, transformando sus emblemas en museos (Palacio de Topkapi, Santa Sofía) accesibles a todos los ciudadanos. Modernizar el país, en definitiva.
2. Bandera
Ayyıldız, la bandera turca, de intenso rojo y con la característica media luna islámica (algunos autores indican que el símbolo es anterior al Islam) y con una estrella que tiene diferentes interpretaciones. La bandera también se utiliza de forma habitual y está presente en jardines, gasolineras, pueblos, puertos, camisetas y casas privadas.
Es motivo de orgullo para el pueblo turco y, aunque se utiliza como tal desde 1844 (oficialmente desde 1936), su origen es incierto y hay varias leyendas asociadas a él: Constantinopla, el Imperio Otomano, diferentes sultanes… pero la leyenda que nos transmitieron en Turquía (y que coincide con lo recogido en Wikipedia) tiene que ver, cómo no, con Atatürk: La más ampliamente creída, sin embargo, cuenta que Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la República turca, caminaba por un campo de batalla una noche tras un combate victorioso durante la Guerra de Independencia Turca, y observó la reflexión de una estrella y la formación de la media luna creciente sobre un vasto fondo de sangre en el terreno de una colina rocosa de Sakarya.
3. Los Sufíes y sus derviches giróvagos
Esto es Konya, antigua capital del Imperio Selyúcida y una de las ciudades más conservadoras (religiosamente hablando) de la actual Turquía. Su torre, cubierta de azulejos verdes brillantes, es el símbolo de la ciudad.
El verde, que evoca el color de los jardines del paraíso prometido, es el símbolo del Islam y en esta ciudad (donde circula mucho dinero verde procedente de las repúblicas islámicas cercanas al país, como Irán o Arabia Saudí) el verde de la Torre del Mausoleo de Mevlana se ve desde cualquier parte.
Y Mevlana viene a cuento porque es el símbolo religioso más importante de Turquía. Cuando Atatürk dispuso que la República turca sería laica, trató de acabar con muchos de los aspectos religiosos que tenía el país.
Acabó, por ejemplo, con la shari'a, la ley religiosa sustituyéndola por un código civil al estilo occidental. Desaparecieron las madrasas (escuelas religiosas), por ejemplo, pero también desaparecieron los sufíes y sus derviches danzantes, los religiosos que tratan de llegara a la comunión con Dios mediante el giro constante de sus cuerpos al ritmo de una música embriagante y delicada. Ver y sentir el "baile" de los derviches, que nunca debe ser considerado un espectáculo, es acercarse a una forma de vida en vías de desaparición o, peor aún, de banalización.
Los derviches giróvagos realizan la Semah, el baile, de forma que siempre mantienen la mano derecha abierta hacia el cielo, recogiendo los dones divinos, y la izquierda orientada hacia la tierra, para esparcirlos (ellos no se quedan nada). El lado derecho de la vestidura blanca tiene una pequeña apertura a la altura del corazón. Este traje blanco quiere representar el sudario, como representa la tumba el hábito negro que les cubre al principio de la danza y como representa la lápida el tocado que llevan los Semazen en la cabeza. Es decir, nuestros semazen (derviches son los discípulos sufíes, en general) giran como gira el universo, en movimiento constante, repartiendo los dones del cosmos y abriéndose al misterio de la muerte y la resurrección en un único rito. Los mandamientos de los sufíes: tolerancia, paciencia y amor al creador / al cosmos.
Texto extraído del folleto que nos dieron en la danza del Caravasar de Sarahani, en Capadocia:
La Sema esta compuesta por 7 partes con diferentes significados:
A- La primera parte empieza con un "na't" o recitacion de una letanía que es un elogio al Profeta que representa el amor divino.
B- Posteriormente escuchamos un sonido de tambor que simboliza la orden divina de la creacion universal (Coran s. 36/v.82)
C- A ello le sigue una improvisación instrumental "taksim" de "ney" (flauta) que representa el suspiro divino que da vida a todo.
D- En la cuarta parte o "Devr-i Veledi" los Semâzen se saludan tres veces entre ellos a la vez que caminan en circulo al ritmo del "pesrev" o preludio. Con esto queda constatado el saludo de alma a alma a través del cuerpo.
E- La ceremonia de la Sema esta compuesta por 4 saludos o "selam". Los Semazen se quintan la túnica negra, de una forma simbolica representan el numero uno que testimonia la unidad de Dios y besando la mano del Seyh Efendi le piden permiso para comenzar la Sema.
1- El primer selâm representa, con el nacimiento hacia la verdad, el reconocimiento, por parte del hombre, de Dios como creador y de su propio estado de criatura.
2- El segundo saludo, testimoniando la esplendida creación divina, expresa la admiración ante la omnipotencia de Allah.
3- El tercer saludo representa la transformación del sentimiento de admiración y gratitud en Amor por medio del sacrificio de la mente. Esta es la entrega total, el encuentro sumiso con Dios "Fenafillâh".
4- El cuarto saludo es, al final del viaje espiritual aceptando su destino, la vuelta a las obligaciones de servidor. En este saludo también participan el Seyh Efendi y el Semazen Basi (jefe de los Semazen). En estos momentos el Semazen por su fe en Allah experimenta la felicidad.
F- La sexta parte continua con otra lectura del Corán: "Allah esta en el Este y en el Oeste, alla donde mires encontraras a Allah. Porque Allah es Inmenso, Omnisapiente" (Coran s.2/v.115)
G- La ceremonia de la Sema termina con una oración recitada a las almas de todos los Profetas, los mártires y todos los humanos.
El mausoleo creado en torno a la tumba del creador de este movimiento místico, Mevlana, es el que está en Konya. La historia de Mevlana, nacido como Celaleddin Rumi en Afganistán pero muerto en Konya en el siglo XIII, es tan interesante como su obra, cuyo poemario más famoso, el Mesnevi, está traducido a múltiples idiomas. Los Sufíes aún estudian en la Escuela Teológica de los Derviches, en Konya, la Metlevi Hamai. Todo ello estuvo a punto de desaparecer por decisión de Atatürk, pero fue recuperado años después por su importancia filosófica y cultural.
5. Religión Islámica / País laico
Más allá de los sufíes, nos encontramos en un país laico con un 98% de musulmanes más o menos practicantes. Turquía, como el resto de países musulmanes, tiene un paisaje en el que los minaretes de las mezquitas señalan al cielo. Sin embargo, aquí las mezquitas son privadas, tienen que construirse con dinero privado con aprobación gubernamental. Y una vez construidas, se comunica el fin de la obra a la Administración que es la encargada de formar y enviar al Imán de la misma, que es un funcionario sujeto a control de un gobierno laico.
En nuestro caso, no hemos visto demasiados musulmanes rezando en la calle ante cualquiera de las 5 llamadas a la oración diarias (a diferencia de Egipto, por ejemplo), pero sí hemos asistido a alguna oración de los viernes (nunca con la mezquita llena).
No hay tampoco demasiados "barbudos" a la vista, aquellos que quieren sentirse más cerca de Mahoma dejándose la barba. Pero sí es interesante ver a los que van a ver las reliquias de Mahoma (en Konya o en Topkapi, por ejemplo), atusarse el pelo, tocarse la cara, la nariz, los ojos y mover las manos hacia arriba delante del manto del profeta o de los restos de su barba.
4. Tradición y Costumbres
Y es que aunque Turquía es un país plenamente moderno, que para tratar de incorporarse a la Unión Europea ha realizado cambios sustanciales en su política (haciendo desaparecer, por ejemplo, la Pena de Muerte), aún se sigue sintiendo en sus calles la presión de la tradición.
No es raro encontrarse con mujeres cubiertas totalmente con el manto negro dejando únicamente a la vista sus ojos. Curioso es fijarse en ellos, pintados muchas veces, o en sus pies, donde se entrevén pantalones vaqueros y uñas de pies pintadas. Pero están cubiertas, aún siendo las menos. Nos comentan que en algunos casos se trata de turistas o de inmigrantes procedentes de países islámicos y puede ser. Al fin y al cabo, existe cierta rivalidad entre el modelo de república laica de Turquía y el modelo de República Islámica de, por ejemplo, Irán, donde esto es más habitual.
Aún laicos, al entrar en las mezquitas uno tiene que descalzarse y cubrirse aquello que no sea comúnmente aceptado (los pantalones cortos en los hombres y los pantalones cortos y cualquier prenda que deje ver los hombros en las mujeres). A veces se pueden ver familias locales en las que el barbudo progenitor lleva pantalón corto, el chavalín también, la madre está cubierta por el velo negro en un 98% y la niña de 10 años ya comienza su transformación con un pañuelo largo que cubre su pelo.
Pero Turquía parece haber avanzado mucho. De hecho comentan como los turcos de la tercera ciudad más poblada por ellos, Berlín, son mucho más conservadores que los propios turcos, quienes respetan el Ramadán, las llamadas a la oración o aprenden los versos del Corán pero no tienen porqué cumplir la abstinencia, rezar en la calle o saber qué significan dichos versos. Por cierto, los turcos no son árabes. Ya se encargan de decírtelo por activa y por pasiva. Y por ello, no conocen el árabe, ni escrito ni hablado.
La superstición es otra de esas cosas típicas de los turcos, muy influidas por la necesidad turística de llevarse souvenirs, porque sino, ¿a qué vienen la multiplicidad de símbolos del ojo de la buena suerte (Nazar) que se ven por todos lados? El ojo azul que según la tradición se realizó para evitar la mirada de los rubios y azulados ojos de las gentes del norte, ahora representa una forma de evitar miradas envidiosas o maléficas. Curioso, sí lo es, y se puede ver en muchos suelos, puertas de casas, espejos o entradas a lugares.
Otras costumbres más llamativas:jugar al backgammon mientras se toma un té turco (o un té de manzana para los turistas). El backgammon, o Tavla en turco, es un juego de mesa muy presente en la sociedad turca (al menos en la estambuliota) donde en cualquier restaurante te pueden dejar uno para que compartas tu consumición con un poco de azar.
Y en tu consumición seguro que hay un poco de té (Çay, en turco). Es sorprendente ver como se juegan los vasitos de té los camareros que, con una bandeja con asas, circulan por entre las atestadas calles de Estambul llevando su necesario té a los trabajadores y viandantes que así se lo piden. Allá donde vayas, bazares, casas, establecimientos públicos, te lo ofrecen como símbolo de hospitalidad. En wikipedia resaltan algunas cosas del té turco que puedes ver en directo en cualquier lugar de Turquía: El té turco está lleno de sabor y es muy fuerte de aroma, demasiado fuerte para ser servido en tazas de gran capacidad y por esta razón se sirve en vasos pequeños de cristal, sin llegar a llenarse para que el servido pueda tomar la taza por los extremos sin quemarse los dedos, debido a que se sirve siempre extremadamente caliente. Los bebedores de té turcos añaden azucar, pero la leche no es tradicional.
Y en ese establecimiento donde consumes té y juegas al backgammon es posible que también te ofrezcan un narguile para fumar. La pipa de agua se ha vuelto de nuevo común en Turquía, sobre todo en ámbitos turísticos.
Y por supuesto no puede faltar el famoso baño turco. Nos cuentan que ahora los turcos casi no disfrutan de ellos. La vida actual ajustada al reloj y la disponibilidad de agua en los hogares han hecho desaparecer poco a poco esta costumbre, que ahora realizan los turcos alguna vez al año y muy habitualmente los turistas que se acercan al país.
Es un placer enjabonarse, lavarse con el agua de los grifos frío y caliente de tu nicho y tumbarse sobre las piedras calientes de un baño turco, después de haber pasado por la sauna o la piscina fría. El masaje es opcional. Es curioso como a día de hoy se llama baño turco al tradicional baño romano que los turcos asimilaron después de la conquista de las tierras bizantinas de la península anatolia.
Y es que en este caso, el Imperio Romano (o el Bizantino, su sucesor natural) no fue más que una de las muchas civilizaciones que han recorrido las tierras de Anatolia y Tracia, que conforman la actual República de Turquía.
5. Civilizaciones antiguas
Muy cerca de Konya se encuentra el yacimiento de Çatalöyük, uno de los más importantes del período neolítico anatolio. A partir de aquí, la presencia de diferentes civilizaciones con nombres evocadores no nos deja en ninguno de los lugares que vamos visitando en Turquía. El Museo de las Civilizaciones de Anatolia en Ankara, el Museo Arqueológico de Estambul o los diferentes yacimientos que te encuentras por el país (más ruinas romanas y griegas que en Italia y Grecia, dice la publicidad) facilitan conocerlas.
Uno de los yacimientos más tempranos, pero que ya comienza a entrar en la Edad de Hierro en alguna de sus fases, es el de Troya, evidencia de la existencia de esta ciudad mítica pero real que se puede recorrer cerca de Çannakkale. Troya perteneció a diferentes Imperios, siendo uno de sus mejores momentos el vivido en época hitita.
El Imperio Hitita es uno de los más importantes de la historia de Turquía y se desarrolló más de 1700 años antes de nuestra era. Los Hititas llegaron al primer acuerdo de paz que se conoce con los egipcios, mediante el Tratado de Kadesh firmado con Ramsés II. Una copia del mismo se encuentra en Estambul. Otra, más espectacular, cubre las paredes del Templo de Abu Simbel en el Alto Egipto.
Mientras que Ramsés III pudo defenderse de los llamados pueblos del mar que asolaron el mundo antiguo, no así pudieron hacerlo los hititas que desaparecieron de la faz de la tierra dando paso en Anatolia a los Frigios, pueblo del que el famoso Rey Midas es uno de sus principales personajes. Lidios, Licios y Carios sustituyeron en tierras turcas a los frigios, así como más tarde los gálatas celtas. El último rey de Lidia, Creso, es el legendario creador de la primera moneda en uso.
Llegaron más tarde los griegos y los persas, cuyo Imperio cayó bajo las tropas del General Alejandro Magno. Con la muerte de éste en 323 aC, el territorio de Anatolia (y la parte europea de la Tracia) pasaron a convertirse en pequeños reinos helenísticos como el Ponto, Bitinia, Capadocia o Pérgamo.
Todos ellos, algunos mediante la guerra y otros mediante la cesión o la herencia (como el último rey Atálida de Pérgamo hizo) se convirtieron en parte del Imperio Romano, disfrutando de momentos de auge que se pueden vislumbrar en las ruinas de las ciudades de Éfeso, Pérgamo, Aphrodisias o Hieracómpolis.
La desintegración del Imperio Romano dejó a la ciudad de Constantinopla, fundada por el Emperador que aceptó el cristianismo, Constantino, como capital del Imperio Romano de Oriente que rápidamente se transformaría en la legendaria Bizancio.
El cristianismo se convirtió aquí y durante muchos siglos en la religión predominante en Anatolia, dejando sus huellas desde las iglesias enterradas en el Valle de Göreme de la Capadocia a las paredes con maravillosos frescos y mosaicos de Santa Sofía o San Salvador de Chora en Estambul.
Entran ahora en el escenario los nómadas turcos de diferentes tribus, que fueron conquistando poco a poco las tierras anatolias. Su imperio más conocido es el Selyúcida, con capital en Konya. Este Imperio desaparece allá por el siglo XIII, cuando se desintegra en numerosos reinos turcos más pequeños.
Uno de ellos, con capital en Bursa, en el Otomano, que se hará con las riendas del poder conquistando a los demás y, lo que es más importante, haciéndose con Constantinopla en 1453 (la caída de Constantinopla para nosotros, la conquista de Constantinopla para los turcos). Mehmet II acaba el solito con la Edad antigua dejando para la imaginación el poder de todas las anteriores civilizaciones y dejando el Imperio Otomano listo para conquistar Turquía, Egipto, Grecia, Bulgaria e incluso Austria en los siguientes siglos. Sería en la Primera Guerra Mundial cuando el último sultán desaparecería dejando a Atatürk las riendas para la modernización del país.
6. Transporte y carretera
Y una de las características que mejor vende la modernización del país es su transporte de pasajeros. La principal Compañía turca de Transporte Aéreo de Pasajeros, Turkish Airlines (Türk Ava Yollari, THY) sorprende en comparación con otras Compañías similares en cuanto a calidad de servicio y flota.
Sus aviones son cómodos, dan información continua y la comida que dan es sencillamente excepcional (mala suerte el que al llegara a los aeropuertos los trámites de visado y aduana puedan dar al traste con esa buena imagen).
Durante nuestra estancia en Turquía hemos podido utilizar no sólo el avión, también el barco (ferry para traslados cortos, barcos de recreo para cruceros como el del Bósforo), el autobús, el tranvía, el funicular, el metro, el ferrocarril, el taxi, los dolmuş y hasta el tractor y el globo desde el punto de vista más turístico. Y en todos los casos nos han sorprendido tanto la eficacia como los precios económicos en su prestación. Quizá Estambul sea el mejor ejemplo de todo ello, aunque pueda no ser representativo de todo el país.
Los ferrys son rápidos y baratos. Los tranvías (al menos el de Estambul), modernos y muy frecuentes. El ferrocarril deja un poco más que desear (aunque como te deja en Sirkezi, la antigua Estación del Orient Express, pronto se olvida su situación). El funicular o los tranvías antiguos como el de Istklal Caddesi en Estambul son encantadores. El autobús turístico suele ser moderno y técnicamente avanzado.
Pero quizá son los taxis y los dolmuş los modos de transporte más característicos de Turquía. Los taxis amarillos (taksis, en turco no existe la x) dominan por doquier la geografía urbana de las ciudades y su coste puede estar basado en el taxímetro... o en la negociación. Los Dolmuş son más llamativos, se trata de un cruce entre taxi y autobús de línea.Su definición la extraigo de un blog magnífico www.rjcp.org: Es un taxi en el aspecto que puedes subirte y bajarte de él cuando lo solicitas y que su precio depende del destino, y es un autobús en el aspecto que tiene un recorrido más o menos fijo (más o menos por que, dependiendo del tráfico, puede tomar alguna calle alternativa). Eso si, tiene tanto parada de salida como de destino, que es informada por un cartel en la parte delantera.
Viajar en un dolmuş es divertido, no sabes cuanto tienes que pagar, donde te tienes que bajar, la puerta puede permanecer abierta todo el viaje mientras el conductor conduce, recauda, canta, te da el cambio e informa sobre lo que le preguntes. Ah. Y sufre el tráfico turco.
Supongo que el tráfico en Turquía está en un punto medio entre el caótico tráfico de, por ejemplo El Cairo (que a su vez será infinitamente mejor que el de otras ciudades asiáticas o africanas) y cualquier ciudad europea.
Es decir, todo está señalizado, conducen más o menos bien. Pero las pirulas son muy frecuentes y muchos las das por normales. Por ejemplo, adelantar en prohibido es de lo más habitual, terminando por crearse tres carriles donde sólo hay dos.
7. Caravasares y gastronomía
El tema del transporte no es único para la época en la que vivimos. Desde las calzadas romanas o los barcos de la Edad de Bronce hallados en los fondos litorales turcos, muchas han sido las formas de transporte o las instalaciones asociadas a las mismas que han sobrevivido al tiempo. Los Caravasares son unas de ellas.
Los Kervansaray (algo así como Palacios de Caravanas) que se disponían en la antigua Ruta de la Seda desde China hasta el puerto turco desde el que se embarcarían sedas y especias hasta la Europa de la Edad Media y el Renacimiento; los Caravasares donde descansaban los dromedarios y camellos y sus propietarios. Toda Anatolia está salpicada de caravasares construidos sobre todo en en los periodos Selyúcida y Otomano con el fin de proteger a los mercaderes que viajaban por las rutas de las caravanas.
Sultanhani, cerca de Aksaray, es uno de los Caravasares selyúcidas mejor conservados de la Anatolia central. construido para el Sultán Aladino Keykubat en 1226 es un complejo que tuvimos la suerte de visitar, paseando por su amplio patio central (rodeado de una arquería para protegerse del sol), sus establos, su mezquita, baños turcos y alojamiento para los viajeros que llegarían allí agotados.
La gran mayoría de los Caravasares que permanecen están en un estado lamentable, si bien algunos han sido restaurados (como Sultanhani en Aksaray o Sarahani en Capadocia) y otros transformados en hoteles o restaurantes, como el de Konya, donde pudimos disfrutar de la gastronomía del país.
Entre las cosas que más nos han llamado la atención, además de los sempiternos desayunos basados en el pepino, el tomate y las olivas, están la riquísima sopa de lentejas rojas (Süzme mercimek çorbası), los crujientes Börek de queso (Sigara böreği), las curiosas hojas de parra rellenas (Zeytinyağli yaprak dolması) o los famosos y sabrosos kebab (hay una gran variedad de ellos, yo me quedo con el tradicional de carne Şiş kebap).
Y entre los postres, me quedo con las Baklava, deliciosas pastas de nuez molida que dejan muy atrás a las famosas “delicias turcas”.
Pero a lo que son verdaderamente aficionados los turcos es al pescado: en la calle se venden mejillones al limón, panes variados y mazorcas de maíz, pero en cerca del mar los bocadillos de pescado a la plancha o frito ganan suficientemente.
Los pescadores se afanan en pescar pequeños pececillos que más tarde se convertirán en tentempié para los viandantes.
8. De compras
En los bazares, todos los comerciantes parlotean el castellano. “Tenemos también veneno para la suegra” dicen. En establecimientos más serios o en fábricas más profesionales los ponen verdes, pero la verdad es que es muy divertido negociar y comprar en un bazar. Sin embargo, es en las fábricas de alfombras, turquesas o cerámicas donde te informan sobre el meticuloso y complicado proceso que de cada uno de esos productos tiene que realizarse.
Nosotros nos quedamos enamorados de las cerámicas de Izmir y, en general de los platos, azulejos, bolas y objetos cerámicos que se venden por toda Turquía. Muchos de ellos tienen motivos basados en las modas otomanas de siglos anteriores, con las paredes de Topkapi a la cabeza.
La exposición de alfombras se convierte en un interesante viaje por la creación de auténticas obras de arte que, además, dan trabajo a numerosas personas de las partes más deprimidas de Turquía. El proceso de trabajo es tan arduo que muchas veces lleva años el tejer alguna de ellas. Suele ser lana o seda el material de origen (curiosa la forma de hilar la seda a partir de los huevos de las polillas). Hay que lavar, cardar, hilar y teñir la lana antes de ponerse a tejerla, todavía en muchos casos de forma manual.
Las alfombras que se hacen con nudos se llaman Hali mientras que las que se tejen con hilos verticales y horizontales son los Kilims, más baratos y asequibles.
Aunque no es producto como tal, pero sí un producto de la historia popular, Nasreddin Hodja es un personaje carismático y equivalente a los fabuladores occidentales. Sus parábolas y su imagen, sentado al revés en su burro y con su gorro blanco característico, hacen de este místico antihéroe islámico del siglo XIII una personalidad perfectamente exportable de Turquía.
Cuando Nasreddin hubo de ejercer en una ocasión de juez, le dio la razón a cada uno de los participantes en una disputa, su mujer le llamó la atención indicando que era imposible que los dos tuvieran razón. Entonces, Nasreddin Hodja le dijo. “Sí, querida, tú también tienes razón”
Curiosamente, en Turquía no hay yacimientos de turquesas, el precioso y costoso mineral azul verdoso. Sin embargo siempre han sido comercializadas aquí y por ello el nombre de la piedra hacer referencia a este maravilloso país, lo que encierra un auténtico símil entre una de las más bellas piedras preciosas y uno de los lugares más fascinantes que existen.