Así, en plural. Porque el Museo Nacional de Irlanda tiene varias sedes con diferentes disciplinas. Ésta de la foto es la sede dublinesa del Museo de Arqueología, en Kildare Street. Muy cerca, en Merrion Street, está el Museo de Historia Natural, ahora cerrado.
Y más alejado, en los cuarteles de Collins Barracks, el Museo de Artes Decorativas. Tuvimos suerte, pues ahora mismo en Collins Barracks hay una exposición con los tesoros del Museo de Historia Natural dado el cierre por reformas que impide verlos desde hace años.
Todavía más alejado, en el Condado de Mayo, y en medio del campo como debe ser, se encuentra el Museo de la Vida en el Campo. Ahí ya no pudimos llegar.
Y además, está la National Gallery of Ireland, que aunque no forme parte estrictamente del Museo Nacional, sí que recoge una muestra pequeña pero muy rica de la historia de la Pintura. Así que dejémonos llevar por todas estas colecciones de las que hacen gala los museos irlandeses. La pena es que no dejen hacer fotos en ninguna de ellas (bueno, nos saltamos un poco las normas, preguntando, eso sí, en la exposición de Historia Natural), por lo que toda imagen tendrá que salir del saco sin fondo de la red. Por cierto aquí está parte de la información: www.museum.ie.
Museo de Arqueología
Se trata de un edificio amplio y luminoso. Para entrar, una rotonda de columnas clásicas puramente neoclásica que pretende emular al Panteón romano. El gran patio principal acoge la tienda, muy bien surtida y con algunos recuerdos realmente buenos que ya están en nuestra estantería. La tienda está rodeada de preciosas columnas de mármol traídas de las mejores canteras irlandesas. Y justo después, ya comienza el disfrute.
El Museo presenta varias exposiciones permanentes.Irlanda prehistórica, El oro de Irlanda, Irlanda vikinga, Medieval… así como pequeñas exposiciones dedicadas a Roma y al Antiguo Egipto. Como hay tanto que ver, nos centramos en las piezas más importantes, comenzando por la exposición más sorprendente de todas: Kingship and sacrifice.
Y es la más sorprendente porque es la que presenta los restos conservados de varias momias que pasaron siglos conservadas en ciénagas irlandesas. Este tipo de momias (bog bodies, las llaman) han aparecido por varios países europeos, hallándose varias en Irlanda.
Las más conocidas son el Hombre de Oldcroghan y el Hombre de Clonycavan, si bien la exposición cuenta con más cuerpos. Y su razón de ser no es otra que demostrar que estas momias proceden de rituales de sacrificio de la Edad del Hierro (200-400 antes de nuestra era) relacionados con la soberanía de algunos territorios. De esta manera, estos sacrificios humanos se realizarían en áreas limítrofes significativas, probablemente asociadas a algún rey o soberano de la época. El grado de conservación de algunos de ellos es tan impresionante (sobre todo las manos del Hombre de Oldcroghan) que no te deja indiferente. Esto de mirar a la cara, directamente, a tus ancestros produce cierto vértigo (el mismo que provoca mirar a los secos ojos de Ramsés II directamente en el Museo de El Cairo).
La Primera sala está dedicada a la Irlanda Prehistórica, donde además de las pìezas comentadas en la entrada sobre Newgrange, encontramos alguna cosa muy curiosa, como la cabeza de piedra trifacial de la Edad del Hierro encontrada en Corleck o la embarcación antigua mejor conservada de Irlanda, una larguísima barca de roble de más de 15 metros realizada a partir de un sólo tronco en torno a 2500 antes de nuestra Era. Fue hallada en la Turbera de Addergoole, Lurgan (Galway) y a su llegada al museo en 1902 atrajo muchas miradas. Ahora cubre todo un lateral de la exposición.
En esta misma sala se encuentra la exposición “El oro de Irlanda” (preciosos objetos de la Edad del Bronce en oro), así como la llamada “Los Tesoros”, donde se pueden observar algunas de las piezas más famosas de la colección.
Destacan, sobre todo, los objetos procedentes del llamado Tesoro de Broighter (Derry). Hacia el siglo I a.C. los artesanos celtas irlandeses producían objetos de gran calidad, sobre todo armas y atavíos personales.
En el Tesoro de Broighter se han encontrado collares, adornos de cuello, pendientes, calderos pero sobre todo una pequeña embarcación votiva en oro que se ha convertido en el símbolo del museo. Se trata de un modelo de barco que, al igual que el resto de piezas del Tesoro, podrían haberse utilizado como ofrendas para el Dios celta del Mar, Manannán Mac Lir.
Y muy cerca de éstas se sitúan las piezas del otro tesoro conocido del Museo de Irlanda, el Tesoro de Ardagh, entre las que destaca su Cáliz. Dos cálices y cuatro broches dorados de plata fueron hallados en Ardagh (Limerick) formando parte de un tesorillo escondido en torno al año 900 d.C.
Fue hallado cuando un joven campesino cultivaba patatas en 1868 en un fuerte circular donde los monjes esconderían el tesoro ante alguna incursión vikinga de los siglos IX ó X. El Gran Cáliz de plata de Ardagh es del siglo VIII y está bellamente ornamentado.
La Irlanda Vikinga es la siguiente parada del recorrido. Los vikingos permanecieron en Irlanda desde 795 dC hasta 1170, cuando, convertidos al cristianismo y fusionada su cultura con la celta, su presencia se diluye. Aún así dejaron huella indeleble en el país. La exposición comienza con modelos de barcos vikingos y continua con armas, cerámicas, objetos artesanales, religiosos o de trabajo. Llama la atención un poderoso esqueleto vikingo de casi dos metros así como las cadenas de 10 metros de longitud de un esclavo.
También destaca una espada vikinga hallada en Ballinderry, del siglo IX dC, en una villa de un noble irlandés medieval (crannog las llamaban), con mango de plata y en cuya hoja aún se lee el nombre del herrero que la creó: UFLBEHRT, quien las exportaba desde las tierras del Rhin. Se desconoce si el término hace mención a una persona particular y a sus descendientes o a una escuela de herreros.
De la exposición sobre la Irlanda Medieval, que es la que más nos gustó, guardo buen recuerdo de algunas piezas significativas y características de la época en la que los anglo normandos, allá por el siglo XII, se hicieron con la Isla. La categorización de los hombres de aquella sociedad en bellatores (los que luchaban), oratores (los que rezaban) y laboratores (los que trabajaban) se aprovecha para dividir la exposición en tres áreas: Poder, Oración y Trabajo, es decir, de la vida de los señores a la de los agricultores pasando por los obispos. La portada en hueso de ballena de un libro del siglo XVI hallado en Donabale (Dublín) es la pieza que más me interesó.
Museo de Historia Natural
El Museo de Historia Natural lleva cerrado unos cuantos años por reforma. El antiguo edificio de Merrion Street, de 1857, está sufriendo una profunda restauración.
Cuando ya creíamos que no íbamos a poder ver nada, se anunció la exposición “The Dead Zoo at Large” (donde está tomada la foto, pidiendo permiso a los vigilantes) que reúne algunas de las piezas más importantes del Museo y las exhibe temporalmente en otro de los Museos Irlandeses, el de Artes Decorativas de Collins Barracks, lugar, por cierto, muy interesante.
Se trata de un antiguo cuartel transformado en Museo.
La estrella de la exposición, como no podía ser de otra forma, es el esqueleto fósil de un Ciervo Gigante (Megaloceros giganteus), hallado en Irlanda y procedente de otra Irlanda, parecida a la actual pero de 100.000 años atrás.
Este esqueleto, convenientemente tratado para su conservación (lo que le da ese aspecto ennegrecido o grisáceo que le caracteriza), es la pieza central de la exposición, que reúne algunas otras de singular valor:
- Una piedra de la luna, recogida en la última misión del Apollo, así como meteoritos y restos de elementos del sistema solar.
- Una amplia colección de insectos e invertebrados, cuyas vitrinas están cubiertas por manteles para evitare que les afecte la luz.
- Un buen número de animales disecados (desde un camellito del zoo hasta familias de tejones, martas y otros animales característicos de la campiña irlandesa). De ahí que llamen a este Museo el Zoo Muerto.
- El único ejemplar de serpiente que ha sido hallado en Irlanda (una humilde culebra de collar que vete tú a saber cómo llegó a parar aquí).
- Y lo que más me sorprendió: un ejemplar disecado de Lobo Marsupial o Tilacino (Thylacinus cynocephalus), extinguido en pleno siglo XX. El animal está en un estado perfecto, tal y como se recoge en la única grabación que del Lobo de Tasmania se conserva (http://fogonazos.blogspot.com/2007/04/el-ltimo-tilacino.html). Por cierto, entre los otros especímenes de la exposición se encuentra el loro que no puede volar, un ejemplar de Kakapo, que a día de hoy está en grave peligro de extinción.
Cuando vuelvan a abrir este Museo y si volvemos a pasar por Dublín, sin duda nos acercaremos a ver cómo queda la cosa.
Galería Nacional de Irlanda
Pieter Brueghel El Joven pintó,hacia 1620, esta Boda de Campesinos, una de las obras más ocurrentes y humorísticas con las que cuenta la National Gallery of Ireland. Se trata de una representación chusca y alborotada, en la que se quieren representar los siete pecados capitales y que fue un tema recurrentemente realizado por el artista. Es una obra única dentro de la escuela de los Países Bajos, y como tal está en el Museo.
Porque, al recorrerlo, uno no puede más que opinar que han conseguido un repertorio de obras magnífico, con representación de casi todos los grandes autores de la historia de la pintura. Yo me quedaré con algunas, muy llamativas. Siguiendo por los países del norte, me quedo con algunas de las obras holandesas del siglo XVII más bonitas o llamativas de la Galería.
Por ejemplo, este Maestro de Escuela de Jan Steen, de 1665, un verdadero prodigio pictórico. Un maestro de escuela castiga a un chavalín que no prestaba atención pegándole con una chuchara de madera a modo de varilla. El resto de la clase reacciona con una mezcla de humor y aprensión.
Jan Steen fue un pintor bastante prolífico y uno de sus motivos más habituales fueron las escenas cotidianas, como la que aquí se presenta.
Otros maestros holandeses presentes en la Galería son Hootch, Metsu y el mismísimo Vermeer.
Johannes Vermeer sólo dejó 35 pinturas en vida. Esta es una de las mas celebradas. Se trata de Mujer escribiendo una carta, con su doncella, de 1670.
En la Holanda del siglo XVII, el tema pictórico de la escritura de cartas tenía una fuerte demanda. A menudo estaba relacionado con temas de amor, lo que le hacía más solicitado que otros ámbitos. En este cuadro de Vermeer, la mujer contesta una carta mientras la doncella observa la luz que entra por la ventana, la misma luz que ilumina el cuadro desde su interior.
Al fondo, un cuadro de “La búsqueda de Moisés” que quiere simbolizar la confianza en el proceder divino.
Vermeer fue olvidado durante siglos hasta su recuperación como artista de primer orden en pleno siglo XX.
Temas similares abordaba su contemporáneo, Gabriel Metsu, del que destaco una obra de 1663 muy relacionada con la anterior: Un hombre escribiendo una carta. Esta obra tiene su pareja, Mujer leyendo una carta, también de 1663.
La precaria naturaleza del amor hace que Metsu incluya siempre en sus obras referentes a este tema, otros cuadros de paisajes, habitualmente marinas con tormenta. Metsu se reveló como el mejor especialista en el tratamiento de objetos y texturas bajo las luces de interiores en los que sus protagonistas se afanaban en escribir o leer cartas de amor.
La Mulata de Velázquez es uno de los platos fuertes de la Galería. Es, posiblemente, el lienzo más temprano que pintó y que le sobrevivió. Se suele fechar en 1617, cuando Velázquez contaba con 18 años.
De hecho, hay varias copias de este cuadro que representa a una muchacha de color que esta preparando la cena en la cocina. En el ángulo superior izquierdo se observa una escena a través de una ventana, esta parte se descubrió en 1933 al someter a una limpieza el lienzo. En ella se revela una mesa de comer con Cristo de frente y un hombre con barba a su izquierda, iconografía que representa la cena de Emaus, aunque parece que falta otro personaje a la derecha de Cristo como corresponde a este pasaje, por lo que se piensa que el cuadro se prolongaría hacia la izquierda.
La escuela española está bastante bien representada, desde Murillo a Zurbarán, desde Picasso a Gris pasando por una curiosa obra de Navarrete “El Mudo” (Abraham y los tres ángeles, de 1576, encargado por Felipe II para que decorara la Habitación de invitados de El Escorial, en el que Abraham alzo la vista y vio a tres hombres al lado suyo. Eran tres ángeles que le venían a decir que no sacrificara a su hijo, que todo era una prueba de Dios para probar su fidelidad).
Y, por supuesto, Francisco de Goya, con un llamativo retrato de la actriz Antonia de Zárate pintado en 1805, cuando contaba con poco más de 30 años (murió poco después).
De la escuela italiana, sólo seleccionaré un Caravaggio, el Arresto de Cristo. Se trata de un pedido que le hicieron a Michelangelo Merisi sobre la traición de Judas.
Caravaggio pintaba directamente, sin la ayuda de dibujos preparatorios. A pesar de eso, la realidad que comunica el cuadro, con las texturas de las armadura, de las prendas, de las caras apenas iluminadas es realmente fascinadora.
Tanto como los numerosos cuadros que pueblan las salas de la National Gallery of Ireland (www.nationalgallery.ie/). Por falta de tiempo no pudimos acercarnos a los maestros ingleses y franceses ni a los irlandeses, tan desconocidos en nuestro ámbito.
Sin embargo, sí nos dio tiempo a pasear por entre las obras de los impresionistas que guarda la Galería: Berthe Morisot (en la foto, con El corpiño negro, de 1876), Renoir, Monet, Sorolla… en un pequeño resumen de lo que se puede ver en el Musée d’Orsay.
Un pequeño recorrido tan rápido como nuestros pies en las salas de los Museos Irlandeses, en Dublín. Tendremos que volver a ver lo que nos quedó en la paleta.