Kapadokya, en Anatolia Central. Una combinación de geología y herencia cultural imprescindible en cualquier visita a Turquía. Es difícil encontrar destinos en los que liguen de forma tan sorprendentemente natural las maravillas de la naturaleza con las más delicadas pinturas de la antigüedad; la ciencia y la historia; la obra de la naturaleza creada a través de millones de años y la creatividad del hombre en los comienzos de una era singular.
El paisaje es desértico desde el principio. El acceso por carretera desde Ankara incluye un horizonte lechoso y blanquecino, el de las orillas del gran lago salado Tüz Gölü y al fondo las imponentes presencias de volcanes tiempo ha extinguidos. Los montes Erciyes y Hasan dominan el paisaje. Dos placas tectónicas, la arábica y la anatólica, colisionan en esta zona, dando lugar a la elevación de volcanes como los mencionados, que hicieron erupción hace 30 millones de años, desperdigando el magma, roca y lava salientes por una amplia zona de Anatolia.
Consecuencia de aquellas impresionantes erupciones es el fascinante paisaje que te rodea en la Capadocia. La ceniza de las erosiones se esparció por todo el territorio, cubriendo las rocas y lavas fundidas expulsadas previamente. La ceniza solidificó con el tiempo, formando un material fácilmente erosionable, la toba volcánica o calcárea. Con el tiempo, esta toba ha ido desgastándose por la acción del agua, del viento o del hombre, dando lugar a formaciones geológicas muy llamativas, como las conocidas “Chimeneas de las Hadas” de la foto inicial.
Sin embargo, en algunas zonas, la lava que se situó por encima de la ceniza solidificó rápidamente. Siendo su erosión mucho más costosa que la de la toba, da lugar a estas curiosas estructuras en las que la toba inferior ha sido muy erosionada, quedando a su vez un remanente del basalto volcánico de lava en su parte superior a modo de sombrero.
En definitiva, desde hace millones de años la amplísima capa de toba volcánica que cubría la zona históricamente denominada como “la Capadocia” se ha ido erosionando progresivamente, dando lugar a curiosas formaciones cónicas, algunas estructuras con pedestal, chimeneas “mágicas”… y todas ellas rodeadas de un paisaje lunar desértico subyugante.
Ese paisaje lunar es todavía más impresionante cuando se ve desde el aire. En algún momento alguien hubo de tener una idea maravillosa: ¿porqué no ofrecer viajes en globo a la cada vez más numerosa masa de turistas que llegaban a Capadocia?
El éxito de la iniciativa ha sido tal que, a pesar del elevado coste que supone para cada uno (unos 300 €) y del madrugón que éste requiere (levantarse a las 04:00h) uno no puede menos que sorprenderse al ver decenas de globos punteando el maravilloso amanecer de Capadocia. Y no es una exageración, en ningún caso. Y además, se hace todos los días mientras el tiempo lo permita, por lo que ciertas empresas y personas se han debido enriquecer rápidamente.
Es decir, que la economía de la zona ha debido mejorar sustancialmente… mientras la economía familiar de los turistas se ha visto mermada de forma diametralmente opuesta. Más allá del presunto diploma que te dan al finalizar (nos llevaron Anatolian Ballons; http://www.anatolianballoons.com/es/index.html), en cuya web explican la razón del éxito y de las condiciones del vuelo –he mejorado la traducción del Google Translator:
“El globo es totalmente dependiente del viento predominante y va donde el viento lo lleva. En Capadocia volar dentro de los valles y en torno a las chimeneas de hadas, muy cerca de la tierra, se hace sin problemas. La explicación es bastante simple. Capadocia tiene clima continental, hay una gran diferencia de temperatura entre el día y la noche. Durante la noche, se acumulan masas de aire frío en el fondo de los valles.
Estas masas comienzan a fluir como un río al amanecer hacia arriba (debido a las diferencias de presión entre el aire frío y el caliente). Es gracias a esta corriente por la que se realizan vuelos sorprendentes casi todos los días del año. Naturalmente esto tiene mucho que ver con la habilidad de nuestros pilotos, pero sin el flujo, este tipo de vuelo no sería posible. Esta también es la razón por la que se vuela al amanecer, porque más tarde, las condiciones no son tan fiables.”
En verdad, es una experiencia alucinante. Las frías temperaturas de la madrugada van dando paso al calor de la luz del amanecer. Mientras, en los globos, los pilotos juegan con la presión interior del helio que rellena la gran bolsa para poder guiar en lo posible el aerostato. La visión desde las alturas, bien asegurados en la barquilla, es sobrecogedora y es difícil describir la sensación de ser iluminado por la cálida luz del sol cuando aparece mientras la brisa te refresca y tus ojos se dejan llevar por el placer de un espectáculo arrebatador.
El aterrizaje es más complicado. Estas empresas se las tienen que jugar todos los días para ir a recoger a los globos que descienden allá donde el viento y la pericia del piloto las hayan llevado. La verdad es que fue una experiencia estimulante, pareja a la que se puede sentir visitando Capadocia, donde puedes pasar del cielo al interior de la tierra en un momento.
Y es que la acción erosiva del agua y del viento; las lluvias, los ríos y los cambios de temperatura no son los únicos en moldear el paisaje de la Capadocia.
La acción del hombre ha sido decisiva en esta parte de Anatolia. Desde hace miles de años, diferentes civilizaciones han ocupado la Capadocia y se han aprovechado de las características del terreno. Cuando uno tiene la oportunidad de ver el paisaje troglodita del llamado Castillo de Uçhisar, en la localidad del mismo nombre, no puede más que admirar la labor histórica que el hombre ha realizado con la toba volcánica de la Capadocia.
Asirios, hititas, persas, macedonios… el mismísimo Alejandro Magno debió romper el nudo gordiano por esta zona. Los romanos transformaron un reino aliado en una provincia romana, los bizantinos dejaron su huella de forma más patente que muchos de los anteriores pueblos, decorando el interior de un buen número de habitaciones subterráneas. Los selyúcidas terminaron conquistando el territorio, dejando como huella más patente de su paso por la historia algunos Caravasares (Caravansaray) muy bien conservados (y de los que hablé en la primera entrada dedicada a Turquía).
Muchos de estos pueblos (se sabe seguro que hititas y bizantinos lo hicieron) buscaron refugio en la toba fácilmente manipulable para construir auténticas ciudades subterráneas con el fin de huir de pueblos invasores. En la Ciudad subterránea de Kaymakli, una de las maravillas que llevaron a convertir a la Capadocia en un destino turístico preferente.
La ciudad subterránea de Kaymakli fue abierta al público en 1964 o, al menos, fueron abiertos 4 de los pisos con los que cuenta la ciudad, la segunda en importancia (después de Derinkuyu, con la que posiblemente estaba unida por vía subterránea) en Capadocia. Los expertos creen que hay hasta 8 niveles subterráneos en Kaymakli, de los que cinco están muy bien explorados y 4 abiertos.
Se piensa que en la zona deben existir cerca de 36 ciudades subterráneas, de las que muy pocas están excavadas. La suavidad de la toba volcánica hizo que fuera relativamente fácil excavarla para hacer viviendas; viviendas que en muchos casos han llegado hasta la actualidad. Algunos pobladores de la Capadocia aún viven en condiciones trogloditas (muchas veces, lujosamente) hasta que el gobierno turco les ha obligado a mudarse a casas convencionales.
La facilidad de excavación en la toba y el fresco interior que contrasta con las altas temperaturas del exterior facilitaron estas ciudades subterráneas para la huida o el escondite de pueblos enteros ante la llegada de invasores. Estos asentamientos disponen de habitaciones, establos, almacenes, pozos, sistemas de ventilación (impresionante el de Kaymakli), iglesias, etc.
En Kaymakli, la zona horadada bajo tierra cubre del orden de 2,5 kilómetros cuadrados. Los túneles por los que se veían obligados a moverse eran muy estrechos en ocasiones. No hay que olvidar que no se trata de catacumbas al estilo romano, de visita puntual para el funeral o la oración, se trata de ciudades para vivir, para pasar muchos meses (se piensa que como máximo, podían vivir 6 ó 7 meses) alejados del alcance de la luz del sol e iluminados únicamente con antorchas.
Según wikipedia, “La entrada estaba protegida por una piedra en forma de disco que se hacía girar para bloquear el paso por completo, y que solamente podía hacerse girar desde dentro. Un segundo disco protegía la ciudad, unos metros más adentro sobre el túnel de entrada: como "doble seguro" en caso de que la primera entrada fuese franqueada.”.
La sensación al ver los techos de las cocinas cubiertos de hollín, las grandes piedras de basalto utilizables como mesa o altar, las habitaciones con tan reducido espacio para las muchas personas que debían dormir en ellas o los túneles laberínticos por los que se camina (cómodamente) te lleva a pensar en las condiciones de vida de las gentes que, se piensa que en los siglos V ó VI, construyeron esta ciudad para huir de los invasores (posiblemente árabes o selyúcidas). Por cierto, de las pocas ventajas de las que disponían estaba el paso de un río subterráneo que les proporcionaba agua… y que ahora dificulta el acceso a algunas partes de esta ciudad subterránea.
En época bizantina, el cristianismo estaba muy implantado en las poblaciones de la Capadocia.
En algunos casos, la presencia inicial de monasterios basados en el concepto copto egipcio favoreció la creación a su alrededor de un buen número de capillas e iglesias, dando lugar a un posible lugar de peregrinación: el Valle de Göreme (Museo al Aire Libre de Göreme o Parque Nacional de Göreme), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El valle de Göreme, a 15 km de la principal población de la zona, Nevsehir, alberga la mayor concentración de capillas y monasterios escavados en roca de toda Capadocia. Erigidas en su mayoría en el siglo IX en adelante, la construcción comenzó con dos monasterios, el de los monjes (el primero, al entrar, llamado Monasterio Kizlar, donde vivían y trabajaban los monjes, que necesitarían escaleras o escalas para alcanzar los pisos superiores) y de monjas, a partir de los cuales se fueron uniendo un buen número de iglesias escavadas en la toba, muchas de las cuales conservan magníficos frescos bizantinos basados en el antiguo y en el nuevo testamento.
Según wikipedia, “Los asentamientos en el área comenzaron en los siglos III y IV, cuando los cristianos del período romano fundaron varios monasterios. Como la mayoría de las construcciones en Capadocia, no se trataba de edificios, sino de sitios excavados en la roca, en forma de cuevas artificiales. Aún existen restos de monumentos, capillas, alcobas, almacenes e iglesias, muchos de ellos decorados con frescos de los siglos XI y XII.”
La ruta por el valle se hace a pie. La mayor parte de las iglesias están abiertas al público… a todo el público que cabe en ellas.
La verdad es que recuerda un poco a Egipto por la cantidad de visitantes por metro cuadrado que caben dentro de cada capilla. En muchas ocasiones, hay que esperar a que salgan los que están dentro para entrar, pero siempre merece la pena.
Siguiendo el recorrido que nosotros hicimos, y siempre quedándome con aquellas iglesias que más nos sorprendieron, tenemos las siguientes:
Iglesia de la manzana; En una de sus cuatro columnas hay pintado algo así como una manzana, ese es el motivo del nombre. Pero más allá de la anécdota, al ser la primera en la que entramos, el asombro fue mayúsculo.
Preciosos frescos de variados colores cubren las paredes y los techos de una capilla que no es más que toba volcánica erosionada en el exterior. Comenzamos a entender la belleza del Valle de Göreme, con una similitud curiosa con el Valle de los Reyes de Luxor, aspecto desértico exterior frente a delicadas decoraciones en el interior de las horadadas infraestructuras a las que daban acceso hombres del pasado. También comenzamos a ver cómo algunas de estas iglesias habían sido pintadas en el periodo iconoclasta bizantino para más tarde ser cubiertas de espléndidos frescos en siglos posteriores (como es este caso).
Iglesia de Santa Bárbara; Es ésta una de las Iglesias más interesantes del Valle, puesto que en su interior tienen cabida numerosos símbolos y dibujos directamente pintados en rojo sobre la piedra.
Se llama de Santa Bárbara por la amplia representación simbólica de la historia de esta Santa. Según wikipedia: “ Según la tradición cristiana, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un Rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en una torre. (…) Hay divergencias entre las versiones sobre su vida: el motivo del encierro pudo haber sido para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara se convirtió al catolicismo, y mandó construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino (el martirio)”. Es por ello que en la Iglesia del Valle de Göreme se muestre un número inusitado de torres, haciendo mención expresa a la hija de Dióscoro.
Aparecen también en esta iglesia algunos símbolos muy llamativos, habituales de la época, por ejemplo, los escorpiones (que hacen referencia al honor, pues se suicidan con su propio aguijón antes de que los atrapen), los gallos comiendo brotes (mención al Imperio Romano atacando a los primeros cristianos)o juegos de tres cruces que representan la Deesis del Juicio Final. Los Santos
Iglesia de la Serpiente; Es una de las más interesantes de Göreme, no tiene pilares ni cúpula, es más bien un largo pasillo en el que te rodean imágenes de santos y diferentes pinturas a ambos lados.
Destacan las figuras de Constantino y su madre, Helena, sosteniendo la cruz así como una lucha entre San Jorge y San Teodoro y una serpiente, que da nombre a la iglesia.
Y también llama la atención la figura de San Onofre, mitad hombre y mitad mujer, pues cuando la mujer Onoforia le pidió a Dios la salvación de su alma, cansada de su frivolidad (sic) y de sus distracciones con los hombres, éste la convirtió en una mujer fea y con barba.
Lástima que ninguna de las fotos que le sacamos saliera especialmente bien, pero desde luego esta Iglesia es de lo más atractiva.
Iglesia Oscura; Aunque sin lugar a dudas es la más impresionante, también lo es porque sus frescos han sido enteramente restaurados: así deberían ser las iglesias de la Capadocia cuando fueron pintadas. Se llama Iglesia oscura (Karanlik Kirise en turco) porque en tiempos, el interior debía mantener una iluminación reducidísima debida a la única ventana, pequeña, abierta al valle.
Presenta la habitual disposición de las iglesias del valle, con tres ábsides (dos pequeñas a cada lado de la más grande y principal) y entre sus pinturas hay numerosas escenas de la Biblia como la bendición de Jesús, la última cena, los reyes magos o la traición de Judas.
Muy cerca de esta iglesia, cuya entrada se paga aparte, por cierto, se sitúan algunas de las habitaciones de los monjes que habitaron la zona, cuyas celdas, refectorio y cocinas se pueden visita. Frente a ellos está el Monasterio de las Monjas, uno de los más tempranos en construirse.
Pero es sin duda la Iglesia de la Hebilla (Tokali Kilise) la más bella de todas las del Valle, la llamada Catedral de Göreme. Hay una definición en la web que la resume bastante bien: “Construida en dos pares distintos, es una de las más complejas del Valle. La primera iglesia data del siglo X y sus pinturas siguen un orden bíblico a modo de cómic, de ahí que se las considere `iglesia arcaica´ con características bizantinas y orientales. La Nueva Iglesia de la Hebilla, precedida de un pórtico y con tres ábsides, forma una T con la anterior. La inscripción de la entrada reza que fue construida por Constantino VII y León.”.
El caso es que son 4 iglesias en una: la antigua, de una sola nave, la ubicada por debajo de esta antigua (se accede por unas escaleras y mantiene únicamente la estructura). la Iglesia nueva y una capilla al norte de ésta.
La antigua iglesia tiene una única bóveda, modificada y sustituida en la construcción de la Iglesia nueva. Es la vida de Jesús la que ilustra esta nueva bóveda a modo de cómic.
Es la Iglesia Nueva la que acapara todas las miradas. Su pared este posee 4 columnas unidas por arcos, un corredor elevado detrás de éstas, un ábside grande y uno pequeño. Y toda ella está pintada de escenas bíblicas en las que el azul oscuro y el rojo son marca de la casa, diferenciándolas del resto de Iglesias del Valle de Göreme.
Algunos de sus frescos están muy dañados (los turcos lo achacan a la marcha de los últimos cristianos griegos ortodoxos de la zona con motivo de la primera guerra mundial; a su marcha, por colaboracionistas con el enemigo griego, los turcos que se quedaron en la zona trataron de picar las imágenes).
Aún así, los frescos del Nacimiento o el de los Reyes Magos hacen que por sí solos la visita a la Iglesia de la Hebilla merezca la pena (teniendo en cuenta que se encuentra ubicada fuera de las iglesias del Valle y apartada de las rutas turísticas habituales). Eso sí, la entrada es gratuita.
Marchamos con emoción del Valle de Göreme y de Capadocia en general. Un conjunto único de sensaciones, de historia y de paisaje cultural como pocos.
Aún así, yo me quedo con la sensación de la pálida luz del amanecer sobre las erosionadas formas de las chimeneas de las hadas, la brisa fresca de la madrugada y el sin fin de globos aerostáticos apostando por hacerse un hueco en un cielo azul impecable.