25 de noviembre de 2006

Temporada de Bolets









Éste es el típico Mercado de la Boquería, en las Ramblas de Barcelona. Siempre que voy a Catalunya disfruto de la gastronomía local y de la agradable y acogedora forma de ser de los catalanes.

Además de las calçotadas habituales en estas fechas, en Barcelona y alrededores está ya iniciada la temporada de setas, sobre todo de níscalos (Rovellons en catalán) y boletos (Bolets en catalán, pero utlizado para nombrar a las setas de forma genérica).

Como toda tradición, mucha gente recoge setas de forma particular; pero la máxima expresión de la pasión por los Bolets se ve en mercados como éste, en el que las setas ocupan gran parte de los mostradores de los puestos.

Los roballons, bien hechos (sobre todo los pequeñitos), son un plato imprescindible en este momento en todo el país.

El níscalo (Lactarius deliciosus L. Gray) es un basidiomicete comestible muy extendido en España. Su presencia está muy asociada a los bosques de coníferas (en España, evidentemente, sobre todo a pinares) dado que tienden a formar asociaciones micorrizógenas sobre todo con especies del género Pinus. También suele aparecer bajo el matorral circundante (jaras, tomillos, etc.).

De acuerdo con Wikipedia, "Su pie es ahuecado y corto, de color anaranjado y manchas de la misma tonalidad, pero de mayor intensidad. El sombrero suele oscilar entre los 4 y 16 cm. de diámetro y su color anaranjado se ve modificado por círculos concéntricos de tonos rojizos. En su juventud el sombrero se encuentra enrollado por sus bordes y conforme envejece se aplana para evolucionar a forma embudada. Láminas del mismo color, apretadas, finas y recurrentes. Su carne es densa y compacta con olor suave y dulzón. Al corte desprende un látex de color naranja. Se oxida rápidamente, adquiriendo un color verdoso cardenillo cuando envejece o al pasar algunas horas de su recolección."

Es una especie muy común e indiferente edáfica. Y muy sabrosa.

12 de noviembre de 2006

El Castro de Ulaca















Ayer estuvimos en el Castro de Ulaca, en la provincia de Ávila. Se trata de una oportunidad excepcional para realizar una visita que aúne arqueología, naturaleza, senderismo y gastronomía.

El Castro de Ulaca es un oppidum vetón, es decir, un poblamiento de la tribu celta de los vettones previo a la romanización de la península y que fue abandonado (inesperadamente, por lo que parece) coincidiendo con la llegada de las legiones romanas.

Destacan dos cosas del yacimiento, una posible sauna iniciática, típica de los pueblos celtas, para los ritos de purificación e iniciación de los guerreros y un santuario religioso que incluye un altar tallado en piedra cuyas escaleras vieron ascender a druidas celtas prestos al sacrificio de algún animal (o incluso algún ser humano) en honor del dios Lug, por ejemplo.

Para llegar, sólo hace falta acercarse a Solosancho y Villaviciosa, en Ávila, ver los verracos que adornan sus plazas y ascender durante más o menos media hora a lo alto del cerro en el que se ubicaba el poblado vetton.