27 de mayo de 2010

El retiro del Emperador en Yuste

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Paseando por el Museo del Prado de Madrid, hay algunas obras que llaman la atención por sí mismas a pesar de estar rodeadas de cientos de lienzos. Cuando eres niño, es posible que todas te parezcan iguales, pero llega un momento en el que tu percepción cambia y no sabes bien si es por ti mismo o porque un pintor determinado ha sobresalido tanto de la media de los demás que es imposible no fijarse en él. O quizá es por el magnetismo que sugiere el retratado. Eso le pasa a Velázquez. Pero también le pasa a Tiziano.

Carlos V a caballo en la batalla de Mühlberg representa al último de los reyes hispanos que luchó en una batalla de forma activa. A partir de él, Austrias y Borbones serían reyes de Salón.

El Museo del Prado permite, por la riqueza de sus fondos, atravesar océanos de tiempo y encontrar a ese mismo Emperador hispano germánico en su casi tercera edad, en el momento del retiro, habiendo dejado las riendas del Imperio ya a su hijo, Felipe II. Y en muchos de los lienzos de Carlos V tendente al retiro aparece la tranquila imagen de su mujer, Isabel de Portugal. Murió en 1539 y por lo que se sabe (y a pesar de amoríos varios que dieron fruto en forma de Juan de Austria), Carlos V quedó muy tocado por su ausencia.

Desgastado física y espiritualmente, el Emperador buscó refugio en un lugar apartado, aislado y relacionado con la Orden Jerónima, a la que era muy cercano el rey. La zona de Yuste, en Extremadura, fue la elegida. Así que, desolado y cansado, el Emperador comienza un viaje cuyo fin está escrito desde el principio.

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Desembarca en Laredo el 28 de septiembre de 1556 y recorre media península ibérica en casi dos meses, llegando a Jarandilla a mediados de noviembre. Un hombre nacido en la fría Alemania pretende acabar sus días en el caluroso y aislado centro de España. Recorre Bélgica y Holanda y su recorrido por nuestro país incluye Cantabria, País Vasco, Castilla y León y finalmente Extremadura.

Y aunque es de suponer que viaje cansado y oculto prudentemente por unas cortinillas uno no puede más que tratar de hacerse a la idea de qué pensaba aquel hombre viendo en directo y a velocidad soportable los paisajes y paisanos de sus feudos.

Llegado a Extremadura, descansa unos meses en Jarandilla de la Vera a la espera de que finalicen las obras de la digna morada de su retiro. Dio desde el principio las instrucciones adecuadas: “se fabricará una casa suficiente para poder vivir con la servidumbre y criados más indispensables en clase de persona particular”. El propio Felipe II realizó en 1554 una visita a las obras por mandato de su padre, dando el visto bueno a las mismas al igual que hizo el Emperador recién llegado de su viaje.

El 3 de febrero de 1557, instalado en una litera de mano similar a la que se exhibe en el Monasterio, Carlos V viaja hacia Yuste. Un idílico paraje le rodea pero también le aturde: “no pasaré otro puerto en mi vida sino el de la muerte” comenta al atravesar Gredos. El Emperador espera no volver a salir de su refugio. La comunidad jerónima le da la bienvenida mientras suenan las campanas. La Iglesia y su órgano le reciben con un Tedeum. El Emperador se recoge.

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El palacio se ha diseñado teniendo en cuenta ciertos gustos que aparecen ahora, recién dejada atrás la Edad Media. Por ejemplo, los jardines. Será Felipe II quien se decida a imponer una visión mínimamente renacentista en los muchos palacios que pondrá en marcha (desde El Escorial al Pardo, Aranjuez, Cadalso…). Pero ya Carlos V permite el diseño de un jardín para el paseo de la vista, sólo visitable por su dueño y señor. Hasta los Borbones (quizá más allá) los jardines no serían considerados espacios públicos para el disfrute de la plebe.

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En Yuste la plebe sólo sirve, trabaja o reza. El Emperador dedica su tiempo a la oración y al ocio. Por la mañana, después de oír misa y hacer sus oraciones (en los peores momentos, podía oír la misa desde su cama, pues su habitación tenía acceso directo a la Iglesia con vistas al Altar Mayor), Carlos V repartía el tiempo entre la lectura y el despacho de asuntos, atendiendo también las visitas de los nobles que se acercaban a rendirle tributo: el Duque de Gandía, el Duque de Oropesa, San Pedro de Alcántara… e incluso a los gotosos como él (como el presidente del Consejo Real, Juan de Vega) les permitía usar la rampa que a tal fin había construido en el acceso al Monasterio. En fin, que no se aburriría… siempre.

La Sala de audiencias siempre estaba preparada para recibir, con las ventanas enrejadas dispuestas para atisbar jardines y estanque en cualquier momento. Sin embargo, donde más tiempo pasaba era en la antecámara, donde tenía una pequeña biblioteca y donde se ubicaba su silla articulada.

Desde ella observaba el jardín a través de los ventanales. El Monasterio tenía previstas pequeñas habitaciones como ésta antecámara para que en cualquier época el Emperador disfrutase de sus vistas. Repasar la colección de mapas y cartas del Viejo y del Nuevo Mundo también se convirtió en una afición.

clip_image008Como no se podía mover mucho, la silla le permitía llevar una vida descansada y era perfecta para que el Doctor Mathysio le practicara las correspondientes sangrías. Isabel de Portugal le miraba desde los retratos de Tiziano, algunos de los cuales colgaban en las paredes de Yuste. Es posible que le intranquilizara la visita de doña Magdalena de Ulloa, la mujer de su mayordomo Don Luis Méndez de Quijada. Ésta vino acompañada del hijo natural que en su momento tuviera con Bárbara Bloomberg, el futuro Don Juan de Austria, héroe de Lepanto y llamado en aquel entonces Jeromín. Jeromín tuvo la oportunidad de ser visto por su padre pocas semanas antes de pasar éste a mejor vida.

El 21 de septiembre de 1558 murió en Yuste Carlos V víctima de unas fiebres palúdicas. Su estado general tampoco era muy bueno. Su régimen de comidas no era abundante, era demoledor. Su apetito no tenía fin y lo pagaba con la gota y con una salud quebradiza. Las fiebres sólo terminaron con lo que debía ser un deterioro progresivo.

Su Majestad el Emperador Carlos V nuestro Señor en este lugar estaba asentado cuando le dio el mal a los treinta y uno de agosto a las cuatro de la tarde. Fallesció a los veinte y uno de septiembre a las dos y media de la mañana. Año del Señor de 1558”. La poderosa inscripción está ubicada en uno de los más encantadores lugares de Yuste, la zona abovedada y con columnas de ingreso a la planta baja del Monasterio, el mismo sitio por donde en la actualidad entran los visitantes.

clip_image010Cuando falleció el Emperador fue sepultado según sus deseos: “… Así mismo ordeno y mando que, en caso que mi enterramiento haya de ser en este dicho monasterio, se haga mi sepultura en medio del altar mayor de esta dicha iglesia monasterio en esta manera: que la mitad de mi cuerpo hasta los pechos esté debajo de dicho altar, y la otra mitad, de los pechos a la cabeza salga fuera de él, de manera que cualquier sacerdote que dijere misa ponga los pies sobre mis pechos y cabeza”.

Tan humilde intención, llevada a cabo en la también humilde cripta situada bajo el presbiterio, sólo duró 16 años. El cuerpo del Emperador habitó en un ataúd de madera y plomo que aún se puede observar en la cripta hasta que su hijo, Felipe II, decidió en 1574 trasladarlo a El Escorial. Y así quedó Yuste, como símbolo del retiro de un Emperador, habitado por una comunidad jerónima que no pudo evitar con el tiempo el desgaste y la ruina del edificio.

clip_image012La guerra de la Independencia vino a dar el golpe de gracia a través de los soldados franceses del mariscal Víctor, quienes incendiaron el Monasterio. La desamortización de Mendizabal conllevó su venta al público en subasta. Sus preciosos claustros (uno gótico, otro plateresco), su iglesia, sus instalaciones, estanque y jardines no fueron recuperados hasta mediados del siglo XX, ofreciendo ahora una visita digna e interesante que despierta el interés por una figura clave de nuestra historia que eligió uno de nuestros más recónditos y bellos parajes para despedirse de este mundo.

15 de mayo de 2010

El arco romano de Cáparra

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Para mí, pasear por las ruinas de Cáparra tiene un importante componente sentimental. Pero la Cáparra que recuerdo de finales de los 80 no tiene nada que ver con la actual. En aquel entonces, el campo cubría el yacimiento romano, del que quedaba el imponente arco como señal inequívoca de la presencia de algo importante en el lugar.

Este arco de 4 pilares, es un tetrapilón como el que vimos en Aphrodisias, en Turquía, pero tiene el encanto de lo cercano. La verdad es que en su momento debió ser espectacular y aún hoy en día transmite fuerza, dignidad y monumentalidad de un pasado arrasado por el tiempo y el hombre.

P1190395Se llega a Cáparra pasando por paisajes maravillosos, encinares explotando con la primavera´, una orgía de colores y olores, de vida, de verdes, rosas, amarillos, azules, blancos de diferentes tonalidades y emociones. Y en medio de este vergel encontramos la huella que dejaron aquellos que vivieron aquí hace dos mil años. Aquellos que poblaron una ciudad romana de cierta importancia, mencionada por Plinio cuando todavía estaba sometida a tributo por derecho de conquista. La antigua ciudad vettona ahora formaba parte de la Lusitania, una de las provincias hispanas del Imperio Romano.

Y llegó a tener tanta importancia que dejó de ser ciudad estipendiaria a municipio romano con todos sus beneficios en época Flavia. Fue el mismísimo Vespasiano quien le concedió este estatus iniciando un proceso que convertiría a Cáparra en una de las ciudades más importantes de la Lusitania.

P1190309 El Centro de Interpretación nos decepciona un poco. Sí que está bien acondicionado y la exposición es breve e interesante, pero no tiene ni guía en papel del yacimiento (por no decir tienda pero esto es secundario). Los guías hacen un buen trabajo, de hecho, nos tocó sufrir junto con una paciente guía a una horda de niños desatados. Pero esto es anécdota: lo importante es que el yacimiento es visitable y el recorrido, sencillo y agradable.

Lugar de tránsito entre Augusta Emerita y Caesaragusta, el decumano coincidía en recorrido con la mismísima Vía de la Plata lo que proporcionaba riqueza al pueblo. Al fin y al cabo viajeros y comerciantes tenían que pasar por aquí casi obligatoriamente y eso hizo crecer a Cáparra. Se convirtió en una ciudad de calles rectas y empedradas, con casas construidas en en ladrillo, granito y el llamado cal y canto llegando a ocupar de 12 a 14 Ha de tamaño. En el Centro de Interpretación, si los niños te dejan verlo, existe la posibilidad de disfrutar de un documental sobre la ciudad en la que ésta se recrea fehacientemente. Merece muy mucho la pena verlo.

 

De camino hacia el yacimiento observamos a nuestra izquierda las huellas que dejó el anfiteatro de Cáparra, ya desaparecido. Pero al contrario de lo que podría suponerse (yo ya imaginaba a los vecinos de la ciudad llevándose piedras a lo largo de la historia), este anfiteatro era modesto y su estructura efímera.

P1190335 De hecho, recordaría a las construcciones temporales características de los campamentos de las Legiones, cuyo futuro una vez abandonada la campa no era muy prolongado.

Su entarimado sería de madera, y se aprovecharía la necesaria excavación previa en el terreno para disponer la arena y las gradas. Aún así, queda mucho por excavar en este anfiteatro

P1190338 Cáparra estaba rodeada de una fuerte muralla en la que se abrían tres puertas importantes de acceso a la ciudad.

Flanqueando la puerta principal aún se pueden ver los restos de sendos bastiones semicirculares de más cinco metros de diámetro y 1,3 de grosor, rellenos de piedra y tierra. No sólo servían de defensa mayúscula, sino también como guarida para el cuerpo de guardia. P1190343 Y como es habitual, los enlosados de las carreteras de acceso por estas puertas presentan las depresiones asociadas a la erosión provocada por el tránsito continuado de carros. Una gran puerta de madera y hierro se abriría, de dentro a afuera, para permitir su paso.

El interior presenta un almohadillado decorativo, asociado al proceso de monumentalización que se vivió en el siglo I de nuestra era. Una parte fundamental de ese proceso es nuestro arco tetrapilo de 4 pilares, culminación del proceso de mejora y decoración de la ciudad.

P1190346 De hecho, el arco comienza a verse ya nada más traspasada la muralla y sus bastiones defensivos. El Arco está en el centro geométrico de la ciudad, en el punto donde se encuentran las calles principales de toda ciudad romana que se precie, el kardo y el Decumano y a las puertas del Foro. P1190375 Fue construido con sillares de granito y su núcleo está compuesto de Opus caementicium, el eficaz hormigón romano. Su color original casi se ha perdido, pero aún quedan restos del pigmento rojo original que lo recubría y cuyas funciones eran una parte de estética y una parte de protección.

Como decía, su posición no fue elegida al azar, estaba en el Mundus, connotación sagrada relacionada con la fundación del asentamiento céltico previo y en origen superaba los 13 metros de altura.  Su construcción fue financiada por un influyente ciudadano caparrense, Marcus Fidius Macer quien lo dedicó a la memoria de sus padres Bolosea y Fidius. El nombre de la madre tiene evidentes connotaciones ibéricas y celtas mientras que el del padre es claramente romano. Aunque muy deteriorada, se mantiene una inscripción en la fachada suroeste del arco en la que queda patente esta dedicatoria. No obstante, existe aún alguna duda sobre el parentesco entre Fidius Macer y Bolosea, llegándose a pensar incluso que ella fuera la nieta del primero.

P1190370imageMarcus Fidius Macer tuvo importantes cargos públicos en Cáparra: tres veces Magiostratum, dos veces Duunivro y una Prefectus fabrum. De él se han hallado varias inscripciones en el yacimiento siendo la más destacada la del Arco. en verdad, pasear por entre sus cuatro gigantescas columnas es un placer emocionante.

P1190372De wikipedia: “Los frontales norte y sur disponen de dos pedestales adosados sobre los que se colocarían esculturas representativas de las parejas citadas en las inscripciones. No sería de extrañar que, por sus dimensiones, en los pedestales del norte se encaramaran retratos ecuestres.”. 

No es difícil imaginar sendas estatuas ecuestres sobre los pedestales de la cara noroeste del Arco de Cáparra, al fin y al cabo éste se realizó con el fin de embellecer la ciudad y transmitir poder a los que la visitaban.

Los arquitectos y canteros romanos eran excelentes, todo encaja perfectamente, sin argamasa de unión, piedra contra piedra formando un conjunto de bóvedas espectacular. Garfios de hierro ayudarían a la unión de estas piedras: de ellos quedan sólo agujeros en el interior del arco.

P1190389El Foro romano está a las puertas del Arco de Cáparra. La verdad es que no queda demasiado de él. Era un sitio ancho y amplio, es evidente, se trataba del centro político y religioso de la ciudad, lugar de encuentro de los caparrenses y como tal tenía que lucir.

P1190382Desde el exterior se accedía por tres puertas desde el Decumano, encontrando primero una plaza enorme enlosada con tres edificios impresionantes que la protegían: a la izquierda estaría la Basílica (el órgano judicial, del que apenas quedan restos de columnatas), a la derecha la Curia (el edificio del Senado, un edificio cerrado del que sólo se pueden ver los muros de cimentación) y en el centro tres templos religiosos posiblemente dedicados a la tríada capitolina (de los que quedan la plataforma delantera de uno de ellos y cimientos del resto).

P1190390 Al otro lado del Arco se sitúan unas moderadamente bien conservadas Termas y una serie de edificaciones que poco a poco van saliendo a la luz.

Aún así, la vista más asociada a lo que Cáparra debió ser en el momento de mayor monumentalización de la ciudad, la Cáparra del siglo I dC, se tiene desde el Decumano: la calle más ancha y mejor cuidada, la calle que estaría rodeada de casas de lujo con pórticos columnados a los lados.

La Calle mayor, más importante que el Kardo, y cuyas losas irregulares de granito permitían evacuar el agua de la lluvia gracias a un especial abombamiento realizado por los constructores romanos. De más de cuatro metros de ancho éste gran centro comercial se fue degradando con el paso del tiempo añadiéndole parcheados que ahora nos permiten realizar una lectura hacia atrás en el tiempo desde el camino abandonado que dejaría la Edad Media hasta la calle principal de época imperial. Y es que Cáparra, como suele suceder, terminó desapareciendo con el paso de los siglos.

Y ansí se despobló Cáparra”, un dicho del siglo XVI recordaba a la ciudad romana en los momentos en que los intervinientes en una conversación la iban abandonando poco a poco. EL progreso de Cáparra estuvo íntimamente asociado a las comunicaciones entre ciudades de la época, comunicaciones que fueron desapareciendo con la crisis del siglo IV, la reducción del flujo de mercancías y el empobrecimiento generalizado que protagonizó la Baja Edad Media.

Numerosos viajeros de los siglos XVII y XVIII dejaron por escrito su paso por Cáparra. Antonio Ponz, en su Viage de España (1772-1794) dejó escrito en su tomo VII:

P1190362 “Lo que Cáparra pudo haber sido en lo antiguo, lo demuestran claramente su hermosa situación, la amplitud, y buena proporción del terreno para cultivo, reducido hoy a espeso monte; las infinitas lápidas y monumentos del tiempo de los romanos, llevados a Plasencia y a diferentes pueblos de estos contornos, particularmente a la Oliva; la proximidad de/ río.., los muchos cimientos, trozos de columnas y otras piedras de suntuosas fábricas, que se descubren... el famoso arco o monumento de trofeo, que en la misma Cáparra se conserva en pie en la calzada romana...¿quién duda que se hallarían infinitas preciosidades, si de propósito se hiciesen excavaciones en Cáparra?. Ello es que por todo aquel contorno se encuentran piedras labradas, y cimientos de fábricas sin poner cuidado en buscarlos.”.

Esa misma Cáparra que me marcó hace años y cuyo legado sigue vigente, aunque sólo sea bajo los arcos del inmenso Arco romano que conmueve a todo el que le mira.

9 de mayo de 2010

Observando fauna en el Parque Nacional de Monfragüe

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Éste es el conocido Salto del Gitano, uno de los emblemas del Parque Nacional de Monfragüe. Pasar por allí siempre garantiza ver dos cosas: buitres leonados sobrevolando el gran farallón rocoso y un buen número de aficionados a las aves dirigiendo sus telescopios hacia el mismo.

Y lo cierto es que es fundamental realizar este tipo de visitas con guía. Poder ver diferentes especies en un paisaje donde tu mirada no las puede captar no es algo únicamente asociado a la selva. En el bosque mediterráneo de Monfragüe también sucede.

Estuvimos allí temprano. El cartel que indica el mirador informa que allí anidan 80 parejas de buitre leonado, 3 de cigüeña negra, 1 de alimoche, 1 de halcón peregrino, 1 de águila real y una de búho real. A todas luces, ciencia ficción (salvo los buitres leonados, de los que poco a poco se iban dejando ver algunos con los primeros y tibios rayos de sol del amanecer). Allí estábamos nosotros, los primeros aficionados y algún buitre despistado….

La enorme formación rocosa es impactante y se comprende fácilmente la razón por la que conserva tan bien estas poblaciones: está alejada de todo y de todos por el inmenso río Tajo y por la dificultad asociada a su propia condición (es francamente inaccesible). El caso es que estuvimos allí pronto y no vimos casi nada pero volvimos apenas media hora después, con guía (Jesús Porras de www.monfrague.org) y la cosa cambió radicalmente. A pesar de que estamos acostumbrados a ver fauna, ir con alguien que conoce la zona es fundamental.

P1190521 Nada más llegar, nos llama la atención un Roquero Solitario (Monticola solitarius), un precioso macho adulto con una tonalidad azul que gana cuando el sol le ilumina directamente. Y aquí está, en un cantil rocoso como era de esperar, ya lo dice la guía: de hábitos roqueros y solitarios, nunca un nombre se adaptó mejor a las costumbres de este pájaro del tamaño de un mirlo que aprovecha la mañana para buscar alimento.

P1190519 Muy cerca de él se posó un bonito Escribano Montesino (Emberiza cia), cuyo cuerpecillo pardo rojizo y gris ceniza contrastaba con las flores amarillas del Cambroño típico de Monfragüe, el Adenocarpus hispanicus sub argyrophyllus). Este escribano lucía una coloración limpia y contrastada que le delataba como un macho de su especie. El escribano montesino es típico también de terrenos accidentados y pedregosos (también en matorral) y es un pajarito sedentario en la península ibérica.

P1190495 Centramos entonces nuestra mirada y atención en los buitres leonados (Gyps fulvus). Es la época de cría y gracias a los potentes telescopios podemos llegar a ver los blancos plumones de los pollos de buitre, a quienes sus padres atienden bien regurgitando la comida recién tomada o protegiéndoles de la luz directa del sol.  En lo altoP1190502 del risco, los buitres esperan a que el sol de la mañana caliente el aire. Como son planeadores natos, esperan a que las corrientes térmicas se formen y así puedan pasar el día volando sin gastar apenas energía.

Acaba de terminar el periodo de celo, que se puede prolongar hasta abril. Un único huevo adorna el nido (huevo que se pone a partir de enero) y los dos progenitores cuidan del pollo. La colonia de Monfragüe está bien surtida, como también lo está la de Buitre Negro (Aegypius monachus), más de 250 parejas reproductoras de buitre negro hacen a éste Parque Nacional la referencia a tener en cuenta. También le vemos por el telescopio. Está tan lejos que es imposible sacarlos medianamente bien con nuestra cámara. Pero ahí está, empollando su huevo en un nido situado en lo alto de una encina. Ésta es una de las diferencias fundamentales con el leonado: ni es colonial ni anida en cantiles, viven en pareja y en pleno bosque mediterráneo. Dejamos a los buitres negros para alucinar viendo cómodamente a la otra gran estrella del Parque Nacional: la Cigüeña Negra (Ciconia nigra).

P1190520Si no lo vemos, no lo creemos. Está ahí, incubando tranquilamente, tan cerca del río que casi se cae en él. Debe tener 4 ó 5 huevos, no sabemos si es el macho o la hembra (no hay dimorfismo sexual y ambos incuban la puesta). Pero desde aquí se advierten las iridiscentes tonalidades de su plumaje, verdes y morados brillantes que contrastan con los más apagados negro y blanco que caracterizan a este preciosa cigüeña, más pequeña que la blanca, generalmente solitaria y migratoria (éstas debieron llegar allá por febrero, pues es raro que sean invernantes).

P1190569 Más tarde tenemos la oportunidad de divisar otro nido de Cigüeña Negra. Ya ha avanzado el día y hace calor. La cigüeña abre el pico, jadeante. Un indicador evidente de su situación. Su nido vuelve a estar en un cantil, cercano a los encinares pero, como en el primer caso, cercano al río donde puede pescar sin problemas ranas, culebrillas, ratas de agua o peces.

Esta cigüeña negra, en concreto, fue apartada de su nido por buitres leonados y tuvo que buscarse otro lugar para anidar. Cosas de ser migratoria. Ver una cigüeña negra es muy, muy emocionante, al menos para quien sabe lo que está viendo. Aquello de “No se puede amar algo sin conocerlo” se aplica perfectamente a este ave fiel que buscar efugio entre los encinares mejor conservados de la península para sobrevivir.

P1190504 Volviendo al Salto del Gitano (donde no pudimos ver alimoches, mala suerte), los halcones peregrinos (Falco peregrinus) también rondaron por allí, pero la velocidad de su vuelo hizo imposible hacerles alguna foto. Y sin embargo, aún nos esperaba lo mejor. Un rastro en el agua del Tajo, algo se mueve, avanza rápidamente. Es grande, no se trata de una rata de agua ni nada por el estilo. Al dirigir el telescopio hacia ella asistimos a un auténtico documental de naturaleza. Es una nutria (Lutra lutra) que ha pescado una gran carpa en el río. Se dirige a la orilla. Está lejos, la cámara no la puede captar bien pero lo que se ve a través del telescopio no se nos olvidará nunca.

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Es una nutria en su medio natural, sin sentirse observada, comiendo tranquilamente el pez que acaba de coger (antes vimos el agua moverse, pensamos en carpas desovando: cuán equivocados estábamos). Es grande y esbelta, nos sorprende la longitud de su cola. Incluso a tanta distancia se ve lo lustroso de su pelaje. Es verdaderamente emocionante: cigüeña negra más nutria ¿qué más podemos esperar? Monfragüe está bien conservado, no se me ocurren mejores indicadores de la calidad de sus aguas (la nutria) o del estado de sus encinares (la cigüeña negra). Las nutrias macho tienen un territorio de pesca de casi 15 kilómetros de río. Qué suerte hemos tenido.

P1190562 Cuando acaba con la carpa desaparece… hasta que encontramos dónde ha ido, a su guarida, un túnel entre la vegetación riparia que le llevará a una oquedad, una madriguera abandonada… y con ella dejamos el Salt del Gitano y nos desplazamos por el parque en busca de más cosas que ver. La primavera está en su mejor momento y numerosas aves nos sobrevuelan. Con mucha dificultad logramos ver Vencejos reales (Apus melba), los más grandes de toda la familia Apodidae. Son rápidos y vuelan a gran altura, muy superior a la de aviones, golondrinas y golondrinas daúricas. Gritan a su paso mientras nos acercamos al puente que les sirve de lugar de anidamiento.

P1190574 Más tarde tenemos la oportunidad de ver los nidales de otra de las aves relacionadas con los vencejos y más complicadas de ver. Miramos curiosos los nidos de Aviones zapadores (Riparia riparia). Están excavados en el talud, no son nidos de barro como los que hacen los demás hirundídidos, sino agujeros en terrenos fáciles para las garras de estos pequeños y gregarios aviones pardos que nos sobrevuelan mientras les observamos. Son rápidos. No salen en la foto.

Entonces aparecen las más bellas aves de las que viven en nuestro país. Se detectan primero por sus gorgojeantes silbidos y reclamos. Atraído por sus alegres sonidos les ves volar rápido, en rutas zigzageantes, con sus alas extendidas en punta. Y de repente te das cuenta de que no son negros como parecen por la luz del sol, entrevés el amarillo, el verde, el azul, el pardo rojizo. Son abejarucos (Merops apiaster) y la mañana se llena de (más) alegría.

P1190577Los observamos a placer cuando se posan en los cables del tendido eléctrico. Mientras sus compañeros recorren el cielo en busca de abejas y avispas para comer, algunos abejarucos se dejan ver y disfrutar. Es como un plato exquisito, es un momento inolvidable. No son difíciles de ver, pero qué grandes momentos proporcionan.

P1190580 También hacen nidos en los taludes (aunque no tenemos la oportunidad de verlos). Acaban de llegar desde sus cuarteles de invierno. Es un migrador trnasahariano que pasa la primavera y el verano con nosotros, para felicidad de mucha gente (salvo los apicultores, que les odian por motivos obvios). Mientras observamos los abejarucos, distinguimos en lo alto del cielo a una pareja de Aguilillas calzadas (Hieraetus pennatus). Aunque algunas invernan con nosotros, son mayoritariamente migratorias y aquí están, haciéndonos disfrutar. Se trata del morfo claro de la especie, el más habitual (creo que nunca he visto a la calzada oscura).

P1190591 Durante todo el recorrido no hemos dejado de ver aves rapaces sobrevolándonos. Aguilillas calzadas, águilas culebreras, algún alimoche a lo lejos pero sobre todo milanos, muchos milanos. Tanto Milanos negros (Milvis migrans) como Milanos reales (Milvus milvus). Éste de aquí al lado, con su cola ahorquillada, es un Milano Real, el que no migra y se queda todo el año con nosotros. Sus colores contrastados y la profunda horquilla de su cola le delatan. Estilizado, sus reclamos largos y sonoros son muy característicos.

Pero lo mejor de las rapaces estaba por aparecer.El guía da un frenazo y dirige su telescopio hacia una de las grandes torretas de electricidad (qué mal rollo). Nos dice que salgamos muy despacio, que como vea mucho movimiento se larga. No se va. Nos quedamos muy quietos y el precioso pájaro nos observa desde su torre con sus grandes y profundos ojos amarillos. Vemos realmente a través del telescopio esos ojos amarillos, no es un recurso literario.

P1190594Es una impresionante Águila Culebrera (Circaetus gallicus) o Culebrera europea como la llaman ahora. Dice Jesús que acaba de comer, está tranquila, Mueve su cuello de una forma muy característica, sin que parezca que mueva la cabeza. Hay una población estable de Culebreras en Monfragüe durante la primavera y el verano, dado que es un ave migratoria que pasa el estío con nosotros. Pasamos un buen rato observándola. Nuestra alegría es enorme.

P1190534 En el camino hemos visto algunos otros animalillos, algunos sapos comunes (Bufo bufo) que corretean por las umbrías e incluso una pareja de pacientes escarabajos peloteros (del Género Copris, posiblemente) con su correspondiente bolita de excremento.

Uno la llevaba, el otro trataba de quitársela y ahorrar el esfuerzo de hacerla para poner luego su huevo en el interior. El esfuerzo parecía cómico, pero debe ser digno de Atlas.

P1190588 De vuelta hacia el Parque tenemos la oportunidad de ver algunas otras aves. Algunas son muy comunes, como las Cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) o las Cogujadas Comunes (Galerida cristata), siempre correteando por los arcenes y con su característico copete levantado. Regordeta, piquilarga, muy común y encantadora. Así se podría resumir lo que representan las cogujadas para mí. Y para resumir el espectáculo sonoro y volador de los aviones y golondrinas al llegar a Villarreal de San Carlos no se me ocurre otro calificativo que alegre.

P1190478Curiosamente allí nos encontramos con un visitante inesperado: un Chorlitejo chico (Charadrius dubius) esbelto y con un anillo orbital amarillo en el ojo que le delata. ¿Qué hace aquí cuando uno esperaría verle más bien a la orilla del mar? Pues supongo que entre que también pasa el verano con nosotros y que busca acomodo en ríos y cuencas fluviales de vez en cuando, éste Chorlitejo debió pensar lo mismo que nosotros…

P1190481 ¿Porqué no pasar unos días auténticamente maravillosos en el Parque Nacional de Monfragüe?

4 de mayo de 2010

El Parque Nacional de Monfragüe

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A todos los que nos gusta esto del medio natural, el Parque Nacional de Monfragüe tiene una connotación especial. En 1979, año en el que se creó el Parque Natural, hubo un cambio tal de tendencia en la sociedad española que permitió cambiar los planes de repoblación forestal con eucaliptos destinados a una futura planta papelera en la cercana Navalmoral de la Mata por la creación de un área protegida en la que se conservase lo más granado de nuestro bosque mediterráneo.

P1190626 ¡Y qué bosque mediterráneo¡ Nos cuenta nuestro guía, Jesús Porras de www.monfrague.org, que en los años 70 las gentes de la zona estaban tan habituadas a ver su mundo que no lo valoraban lo suficiente. Que tuvieron que llegar otros de fuera para hacerles ver que aquel proyecto de sustitución de encinas, acebuches y alcornoques por eucaliptos y pinos de monterrey no era sino una barbaridad, una creación de riqueza puntual frente al mantenimiento y uso regulado de una verdadera maravilla.

Hoy en día, el Tajo y el Tiétar serpentean por entre montes mediterráneos protegidos, donde hallan su refugio cigüeñas negras, buitres negros, águilas imperiales o águilas perdiceras. Y una espectacularmente bien conservada formación típicamente mesomediterránea. Villareal de San Carlos, una aldeílla perteneciente a Serradilla, es el único enclave poblado del parque y en estos momentos su población se reduce a casas rurales, centros de interpretación y lugares para comer. Cómo ha cambiado la historia. De hecho, se sigue cambiando: el acceso al parque desde Plasencia facilita un panorama de lo que pudo haber sido; laderas en las que se está aún hoy en día sustituyendo eucaliptos por especies autóctonas.

P1190660Los cadáveres de los antiguos eucaliptos sirven ahora de refugio a diversa microfauna mientras futuras encinas y alcornoques crecen a la sombra de elevados tubos que les sirven de protección de los voraces ciervos (pero que también les obligan a crecer a lo alto y con resistencia insuficiente a vientos potentes). Los suelos degradados por los eucaliptos destinados a pasta de papel se convierten en reservorios para el futuro de pleno bosque mediterráneo.

P1190630 Los bosques de Monfragüe, fitosociológicamente ubicados en la serie mesomediterránea luso extremadurense de la encina (Pyro bougaeaneae-Querceto rotundifoliae) tienen características diferentes en función de las condiciones microclimáticas de las laderas donde se ubican. Monfragüe no es más que el recorrido de los ríos Tiétar y Tajo por entre un frondoso bosque de árboles mediterráneos (frondoso, ya lo denominaron los romanos Mons fragorum y los árabes Al-Monfrag). Y en cada una de las laderas de ese valle la vegetación es similar pero pelín diferente.

P1190662Sin embargo, es difícil encontrar algún ejemplar del Peral Silvestre (Pyrus bourgeana) que le da nombre a la serie de vegetación principal de la zona mientras que sí es más probable encontrar algunos ejemplares de las especies típicas de la segunda etapa de degradación de este encinar acidófilo: el aulagar-jaral de Cistus ladanifer y Genista hirsuta, que es un endemismo de la zona.

P1190687Las laderas de solana, como la que asciende hasta la Torre del homenaje árabe y los restos del castillo (dignas ruinas de la Edad Media) están representadas por un conjunto de encinas, alcornoques y acebuches. El castillo está situado en lo alto de la ladera, una situación estratégicamente ventajosa para la defensa por parte de los árabes para con la Corona de Castilla. Las laderas de acceso al castillo son un ejemplo claro de la sucesión de características microclimáticas que modifican la vegetación que las cubre.

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Una densidad importante de encinas cubre los inicios de las laderas de solana. Retamas, genistas, jaras y cantuesos acompañan a las encinas en una hábil mezcla de etapas de regresión del encinar que no mostraba una imagen muy depauperada, sino vigorosa. Algún alcornoque acompaña a las encinas.

Multitud de Lavandula stoechas ssp luiseri en flor cubre mayoritariamente el sotobosque de esta parte del encinar silicícola. Algún torvisco (Daphne gnidium), algún majuelo (Crataegus monogyna). El estrato herbáceo, a rebosar. Gamones (Asphodelus albus) en flor, altos, enhiestos, preciosos. Multitud de florecillas de boragináceas, de Silenes, Anagallys o Antirrhinums. Y algunas especies ruderales también (pasa mucha gente por aquí).

P1190602 Pero según vamos subiendo, la cosa cambia. Las encinas van desapareciendo. El calor aprieta, las horas de sol también. Aquí reina el Acebuche, el Olivo silvestre (Olea europaea var. sylvestris). El acebuche resiste muy bien estas condiciones microclimáticas, mejor que la encina y la supera claramente.

Y como no hay heladas, a las que es muy sensible, se hace con las alturas de la ladera imponiendo su verde brillante en contraposición de los verdes cenizas y apagados de encinas y alcornoques. Nos cuenta el guía cómo en la cercana Serradilla los acebuches eran propiedad de quien los encontrara, estuvieran en el terreno que estuvieran. Y en ellos se hacían injertos de olivo para aprovechar su vigor, independientemente de lo que opinara el propietario de la parcela. Tanto el estrato arbustivo como el herbáceo son sustancialmente menores. La densidad del estrato arbóreo es mucho mayor.

P1190612 Y en lo alto del castillo, la Cornicabra (Pistacia terebinthus), un árbol muy resistente a las sequías, al calor y a las especiales condiciones de estas laderas de Monfragüe. Estas cornicabras marcan el paso de la ladera de solana a la de umbría, donde nos espera una comunidad sustancialmente diferente a ésta.

Aquí habita la comunidad del Phillyreo-Arboretum, cuyo protagonismo lo adquieren madroños (Arbutus unedo), Olivillas (Phillyrea angustifolia), Durillos (Viburnum tinus)… y algunos de ellos de portes sorprendentemente grandes, casi árboles. Y el estrato arbóreo propiamente dicho, quejigos (Quercus faginea ssp broteroi), arces de montpellier (Acer monspessulanum), algunos alcornoques y encinas y acebuches en un número irrisorio.

Y es que en las laderas de umbría se vive la lucha por la supervivencia. El aquí y el ahora de una encina luchando por hacerse con una pequeña parte de la luz que el dosel de los arces, mejores competidores, le quitan. La encina acabará pereciendo, este no es su nicho.

P1190552Los troncos de estos árboles son jóvenes, apenas de 30-40 años. Estas laderas han sido esquilmadas durante mucho tiempo, es ahora cuando recuperan su pasado. El bosque es cerrado, sombrío, húmedo. Se nota perfectamente la influencia de la orientación. El estrato arbustivo menor es reducido, hay alguna esparraguera silvestre (Asparagus acutifolius). El estrato lianoide está bien representado por Tamujos (Tammus communis, abajo) o Nuezas negras (Bryonia dioica).

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Pero los reyes del mambo son los arbustos crecidos a la sombra de los demás, enmarañados, creciendo en pos del sol que no se deja ver. Brezos, madroños, olivillas, algún rusco. El guía aprovecha entonces un precioso alcornoque (Quercus suber) de gran porte para contarnos las dificultades que supone tener una explotación de corcho a partir de la corteza. Según nos cuenta Jesús Porras hasta que la corteza del alcornoque es totalmente viable pasan décadas. Me aprovecho de wikipedia: P1190549

La extracción del corcho del alcornoque es lo que se denomina "saca del corcho". Esta saca se hace sobre todo durante el mes de julio, que es el mes en el que el corcho puede ser separado del árbol sin dañarlo. En esta época los denominados corcheros extraen la corteza del alcornoque cortando con un hacha las vetas verticales del corcho. Así se retiran lo que se denomina planchas de corcho. El corcho se puede extraer por primera vez cuando el árbol tiene aproximadamente 25 años, este primer corcho es el denominado Bornizo, corcho de muy baja calidad y sólo válido para la elaboración de conglomerados. Tras esta primera saca se puede sacar corcho cada 9 años.”

Los tradicionales tapones de corcho de la mejor calidad sólo se podrían obtener, según lo que nos comentó, más de 40 años después de la primera saca.

Nos dejamos llevar entonces fuera de las laderas naturales del parque y nos perdemos por entre las dehesas humanizadas (y en peligro de desaparecer) que rodean el Parque Nacional de Monfragüe. Allí no sólo nos esperan encinas y alcornoques. Nos esperan auténticas maravillas como este Majuelo en flor de porte arbóreo que se enseñorea de la dehesa:

P1190582Las dehesas marcan el final de nuestro recorrido por el mundo vegetal del Parque Nacional. Es un bosque mediterráneo tan espectacular, tan impresionante en primavera que las más comunes de nuestras especies se hacen con el protagonismo que suelen tener los endemismos.

P1190486 Es el caso del Cambroño de la zona, el Adenocarpus hispanuicus subp. argyrophyllus que nos espera al pie del roquedo, el mismo que mira al Salto del Gitano, conocida formación donde disfrutamos de uno de los mayores espectáculos faunísticos que he visto en mucho tiempo. Nos esperaban buitres leonados y negros, alimoches, halcones peregrinos, cigüeñas negras y hasta una nutria¡ Queda tanto por contar…