25 de marzo de 2012

Maravillas del Naturhistorisches Musem de Viena (I)

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Hay que reconocer que no es habitual comenzar hablando de una pieza de gran interés arqueológico como parte de un Museo de Historia Natural, pero en Viena no lo deben creer así y su Venus de Willendorf, una de las estatuillas prehistóricas más famosas de aquel periodo se ubica en el Naturhistorisches Museum (http://www.nhm-wien.ac.at/) y no en su gemelo de enfrente, el Kunthistorisches Museum, ambos ubicados en la preciosa Plaza de María Teresa, en pleno centro de Viena.

P1020626Estamos viajando a un mundo en plena glaciación, a más de 25000 años atrás en los que el paleolítico estaba en su cénit. En el Museo se muestran objetos hallados en diferentes yacimientos paleolíticos de entre cien mil y cuarenta mil años antes de nuestra era y, en los corredores cercanos a estas salas se exponen restos de la fauna que compartió espacio y tiempo con aquellos cazadores recolectores que moldearon a nuestra Venus de Willendorf (y a otras Venus que se muestran en el mismo espacio expositivo).

P1020817P1020802Entre ellos llaman la atención sendas reconstrucciones con el mamut lanudo como protagonista. En un caso es un mamut reconstruido a escala el que aparece por la pared de la sala dedicada al paleolítico. En otra, la reconstrucción de una cabaña realizada con pieles y huesos de mamut para que los cazadores se cobijaran del frío glacial de aquella época.

No está claro todavía el porqué de la construcción de figurillas como la Venus de Willendorf, excelentemente expuesta en una salita oscura, tenuemente iluminada, en el centro de la Sala XI dedicada a la prehistoria. Desde luego, responde a los estándares místico-religiosos de la época, pero probablemente no lo haga a la realidad de aquellas gentes, de vidas duras y probablemente cortas. La voluptuosa Venus se expone de forma que la podemos rodear, algo que no suele suceder en la mayoría de los casos. Y así nos fijamos en que no tiene ninguna pero a la vez muchas caras. Y que sus formas anchas, gordas, enormes responden probablemente a un deseo o a una traslación de femineidad asociada al poder o a la suerte. Quien sabe.

P1020808P1020812La Venus de Willendorf fue hallada el 7 de agosto de 1908 en el valle del Danubio, en un yacimiento que ha proporcionado otras figurillas mucho menos contundentes que nuestra Venus, que por cierto estaba cubierta de ocre rojo. Estas figurillas, más deslabazadas, se exponen cerca de su hermana mayor. Y próxima a ellas, la denominada Fanny de Galgenberg, una de las figuras de mujer más antiguas halladas en el mundo. Se trata de una figura pequeña, de apenas 7 cm (le Venus de Willendorf tiene 11) con 32000 años de antigüedad. Está fabricada en anfibolita y parece que está llevando a cabo algún tipo de danza.

Pero por ser un Museo de Historia Natural, nos sentimos atraídos por la fauna de la Edad del Hielo de los corredores cercanos… P1020821Y allí encontramos un impresionante conjunto de osos de las cavernas (Ursus spelaeus), habituales de todo buen museo que se precie, pero que en este caso se destacan por albergar a la madre osa y a dos pequeños oseznos, uno de ellos fosilizado cuando aún era un feto y el otro de apenas 7 meses hallados en Hartelsgraben bei Hieflau, en Estiria. Estos grandes osos convivieron con los seres humanos (y con nuestros ancestros anteriores) desde 1,8 millones de años hasta hace apenas 11500.

P1020823El león cavernario (Panthera leo spelaea), quien realmente no vivía demasiado en cavernas, también tiene su representante en el corredor.Curioso: los machos no tenían melena, pero esto lo sabemos más bien por las pinturas rupestres que por los restos paleontológicos. Se trataba de una subespecie del león moderno por lo que podemos considerar que la especie principal nunca se extinguió pasadas las glaciaciones.. por ahora, pues nuestros leones no están en el mejor de los momentos.

P1020822Quienes sobrevivieron para extinguirse durante tiempos recientes fueron los Uros (Bos primigenius), que no sus primos, los bisontes. El bisonte europeo (Bison bonasus) (que, por cierto, protagoniza un excepcional diorama en otra parte del museo) es el sucesor de otras especies de bisontes que se extinguieron con la desaparición de los hielos. Entre ellas estaban el Bisonte de bosque (Bison schoetensacki) y el Bisonte estepario (Bison priscus). Del primero, que debió ser muy común en el pleistoceno austriaco, se expone un fenomenal esqueleto de hace P1020828700.000 años hallado en Hundsheim, en la baja Austria. Supongo que ambos dieron de comer a aquellos que realizaron con paciencia las Venus antes comentadas.

Y probablemente siguieron haciéndolo durante varios siglos. No hay más que ver la pieza estrella de la exposición dedicada al yacimiento checo de Byci-skála, una cueva cerca de Brno que fue utilizada durante la edad del hierro como centro religioso, donde iban las gentes de la llamada Cultura de Hallstatt (entre 800 y 400 años antes nuestra era) a realizar ofrendas rituales.

P1020834Entre otras joyas y objetos de valor destaca un carro reconstruido con las piezas halladas en la cueva y un toro de bronce del siglo V aC. Sólo le faltan los ojos y el rabo, que no debieron estar hechos de bronce como el resto del cuerpo y que no se han conservado. De influencia escita, tiene un triángulo de hierro en la cabeza que pudiera estar relacionado con la fertilidad.

P1020887Por cierto, antes de que lo olvide, detengámonos un momento en el diorama del Bisonte europeo.

El Naturhistoriches Museum cuenta con numerosos dioramas y una gran exposición (como no podía ser de otra forma) de bichillos naturalizados a lo siglo XIX. En ocasiones este tipo de museo requiere un plus de animación para que las polillas no sean las únicas enemigas de su supervivencia.

El Museo vienés hace especial hincapié en este display pues es el más grande y uno de los más recientes, de 2002. Este diorama celebra el éxito de la recuperación del bisonte europeo, que se dio por extinguido en libertad allá por la Primera Guerra Mundial. P1020886Y fue gracias a ejemplares en cautividad y a la perseverancia de conservadores polacos que se logró mantener la especie conservando además uno de los hábitats más importantes para la misma, el Parque Nacional de Bialowieza. De este Parque proceden los ejemplares que nos miran en el escenario recreado.

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Como decía, hay numerosas salas dedicadas a fauna disecada. En algunas vitrinas se limitan a mostrar familias y grupos (como los pinnípedos de aquí al lado). El Museo cuenta con una soberbia colección de mamíferos naturalizados, 470 de ellos expuestos en siete enormes salas.

Y en ellas el Naturhistorisches trata de repetir lo que hace el resto del museo: compatibilizar las vitrinas tradicionales con algunas pequeñas sorpresas. Entre ellas, tenemos flora y fauna saliendo (literalmente) de los cristales de las vitrinas así como obras de arte decorando los techos de las salas (muy parecido a lo que hicieron los berlineses en el Museo de Pérgamo).

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Así que recorremos las salas de los mamíferos (de las más importantes en el Naturhistorisches) y nos recreamos ante dos de las joyas del museo (que, por otro lado, ya hemos visto en algunos otros). Tenemos ante nosotros a dos especies extinguidas por el hombre que ya sólo habitan en el imaginario popular y en salas como éstas.

P1020890En primer lugar, la Vaca Marina de Steller (Hydrodamalis gigas), de la que ya vimos un portentoso ejemplar en el Muséum National d’Histoire Naturelle de Paris. Recordemos entonces a Georg Steller, un médico y naturalista alemán que participó en una expedición rusa de exploración del Polo Norte en 1741, muy a lo Stephen Maturin. La expedición fue un fracaso y se tuvieron que pasar todo un invierno parados en la Isla de Bering (denominada así por el responsable de la expedición, Vitus Bering). El caso es que en ese tiempo Georg Steller descubrió una Vaca Marina, pariente de los dugongos y manatíes actuales y de gran tamaño. El caso es que fue el primer y único naturalista en ver con vida a la especie, que fue cazada hasta la extinción en los (pocos) años siguientes.

P1020892Otro que sufrió el mismo fin fue el Tilacino o Lobo de Tasmania (Thylacinus cynocephalus). A este pobre marsupial lo hemos visto repetidas veces en museos de todo el mundo.

El ejemplar del Naturhistorisches de Viena está recostado (creo que es la primera vez que lo veo así) y nos recuerda una especie que tardó 300 años en extinguirse desde que fue descubierta para la ciencia, consecuencia de la caza, de la pérdida de hábitat, de la ganadería intensiva, de enfermedades y de la competencia con el dingo. El caso es que ya no contamos con él, habiendo dejado como recuerdo algunos especímenes en museos, un vídeo grabado del último ejemplar que vivió en el zoo australiano de Hobart y pinturas rupestres de los aborígenes australianos.

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Aves, reptiles, anfibios, insectos… salas dedicadas a instrumentos científicos de la época del renacimiento.. en fin, un recorrido más que interesante con encuentros sorprendentes: desde celacantos y peces luna a gaviales indios y dragones de Komodo. Todo ellos en vitrinas y dioramas bastante bien diseñadas y apañadas.

P1020880Por quedarme con un par de cosas de este primer piso de maravillas, lo haría con la Tridacna Gigante (Tridacna gigas) expuesta en medio de la Sala dedicada a los invertebrados marinos y la pareja de Cangrejos Gigantes japoneses (Macrocheira kaempferi) que decoran la Sala ubicada bajo la cúpula principal.

La Tridacna cuenta con una llamativa reconstrucción del colorido tejido del manto de la almeja, cubierto de zooxanthelas que contribuyen con su fotosíntesis a esa simbiosis típica de libro. Lástima que las tridacnas estén a punto de desaparecer por la sobrepesca y la contaminación. Su enorme tamaño y peso (sobre un metro y medio y más de 250 kg) debieron llamar la atención en los mares de coral del Pacífico.

P1020885Por otro lado tenemos a la pareja de cangrejos gigantes de la bahía de Tokyo. Con sus patas de hasta 4 metros, estos cangrejos destacan entre los demás crustáceos por ser los más grandes del grupo. Estos de aquí al lado fueron regalados al famoso Emperador Francisco José por su homólogo japonés y ocupan un lugar destacado en el museo, pues se ubican debajo de la cúpula principal.

Y aprovecho el momento para hablar sobre el espléndido edificio en el que se ubican todas estas estas piezas y un poco de su historia. Como suele pasar, muchos de los objetos que se muestran en el museo proceden de aquellas colecciones medievales y renacentistas, aquellos gabinetes de maravillas de los que beben museos como el que estoy recorriendo.

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Sin embargo, se suele reconocer al Emperador Francisco Esteban I, marido de la gran Emperatriz María Teresa. En un lugar privilegiado de la escalera principal se ubica un gran retrato del emperador con los directores de las colecciones imperiales.

nhmarchitektur19Francisco Esteban era aficionado a la historia natural, tal y como se la conocía en la época, y por eso está rodeado de sus fieles Johan Ritter von Baillou (el director de la colección de especímenes naturales, con su uniforme azul), Valentin Duval (el director de la colección numismática, con sus monedas), Johann Marcy (el director de la colección física, con un orbe) y detrás del emperador, el bibliotecario y médico personal de María Teresa, Gerard von Swieten. Y en la mesa, un ammonite, unas esmeraldas y un cristal de roca que aún pertenecen a la colección.

Por cierto, al lado del cuadro se expone un perro disecado. Puede sonar raro pero no lo es. Se trata de un Spaniel pequeño y gracioso que resulta ser uno de los animales naturalizados más antiguos de la colección y que lleva la P1020843inscripción “Perro del palacio de Su Majestad María Teresa”.

Y es que como buen noble de su época, Francisco Esteban estaba muy interesado por el mundo natural y su amistad con Baillou, el propietario de la mayor colección de muestras del mundo natural de aquel entonces, no hizo más que alentar dicha afición. P1020629Hasta el punto de comprar la colección de Baillou en 1748.

Y no sólo visitaba las colecciones (que había ubicado en el Hofburg) casi a diario sino que envió expediciones allende los mares para enriquecerlas.Cuando Francisco Esteban murió, María Teresa decidió donar sus colecciones al estado. Ella también sentía interés por el mundo natural, pero desde una perspectiva más práctica y por ello enriqueció las colecciones de minerales con la intención de mejorar el conocimiento y el valor de las minas de Austria.

En cualquier caso, cuando donó las colecciones, éstas se trasladaron a un nuevo edificio que podría visitarse dos veces a la semana por el público. Había nacido el primer museo de Austria.

Tiempo más tarde sería el Emperador Francisco José quien ordenaría construir la pareja de edificios para el Arte y la Historia Natural que hoy en día se miran en la Plaza de María Teresa. Los arquitectos fueron Gottfried Semper y Carl Hasenauer y los diseñaron idénticos. El Naturhistorisches se inauguró el 10 de agosto de 1889 y en su interior destaca la gran escalera, sobre todo porque está decorada con esculturas de mármol de grandes científicos, desde Aristóteles a Alexander Von Humboldt pasando por Kepler, Linneo o Cuvier.

El museo es una maravilla en sí mismo, un poco como le pasa al Museo de Historia Natural de Londres o a su propio hermano gemelo, el Kunthistorisches. Es un placer recorrer sus salas y fijarse, como comentaba antes, en las pinturas de las paredes y en esa extraña mezcla de vitrinas decimonónicas y sorpresas museísticas actuales. Y faltaba lo mejor: la paleontología.

19 de marzo de 2012

Cartagena de Indias, un paseo hacia el centro histórico

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Mientras este grupo de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis) se solea frente al Caribe colombiano me decido a ir paseando desde el barrio de Bocagrande al centro histórico de Cartagena de Indias, aquel que ha quedado maravillosamente conservado, como lo fueron los de Brujas o la Antigua Guatemala, todos ellos sufriendo decadencias o abandonos que, a la larga, fueron beneficiosos para poblaciones tan bellas como la que nos ocupa.

DSC01446El problema de Colombia es la seguridad, dice el tópico. De hecho, no es en absoluto un tópico. Y no lo ocultan ni te cuentan otra cosa diferente en un país que, por lo demás, es moderno y atractivo. Sólo hay que tomar el vuelo de Avianca de Bogotá a Cartagena para darse cuenta de que la compañía aérea es de las de primer orden.

El aeropuerto de Cartagena es más bien pequeño y el calor húmedo típico caribeño te golpea con rapidez cuando aterrizas. Entre las medidas de seguridad para combatir el tópico real cuenta el control de tarjetas de embarque y de equipajes que el pasajero se lleva… a la salida del aeropuerto.DSC01330Pero el caso es que estamos en Bocagrande y una larguísima y ancha playa se extiende ante mí. El habitual color pardo negruzco de la arena volcánica, los vendedores de ostras, los que se ofrecen para dar masajes, los que toman una cerveza Águila frente al mar, mientras las garzas y los pelícanos sobrevuelan el oleaje y altos bloques de viviendas, apartamentos y hoteles ponen cara al barrio de sol y playa de Cartagena de Indias.

DSC01443Y apenas 40 minutos me separan del Hotel Caribe (www.hotelcaribe.com/), un más que correcto, amplísimo y clásico hotel de Cartagena, de su colorido centro histórico.

Sigo entonces las recomendaciones de su recepcionista: aunque los taxis sean muy baratos, merece la pena recorrer la playa hasta el centro. Así puedes interactuar con chiringuitos, con negros en la negra arena, con chavales que te venden cualquier cosa, con pálidos turistas americanos.

DSC01331-1Y, allá donde la playa se interrumpe por la llegada inesperada de un río o afloración, te vas a la calle cercana, a veces sin aceras, y llegas a la conclusión de que la combinación entre lluvias recientes, mareas y torrenteras no es demasiado buena en estos lares.

De hecho, en ocasiones tengo que internarme hacia Bocagrande para poder continuar el camino. Los zanates, ajenos a todo éstos, vuelan de aquí para allá picoteando en busca de lo que los turistas dejamos en la arena, en los jardines, en las terrazas.

Llega un momento en que los altos edificios se quedan atrás y los comercios y chiringuitos se ven sustituidos, casi imperceptiblemente, por baluartes defensivos permitiéndome recordar que además de centro turístico de primer orden, Cartagena de Indias es patrimonio de la humanidad por razones que se hacen enseguida evidentes.

DSC013374 kilómetros de muralla rodean el centro histórico. Hubo un momento en que Cartagena de Indias era una ciudad de importancia capital en el Imperio Español y tenía que estar bien protegida. De ahí los numerosos baluartes y muros defensivos que circundan la ciudad (y que, también en aquella época, separaban a los ricos que vivían dentro de murallas a los que vivían fuera de ellas, aunque trabajaran en su interior) y que ahora resulta un placer recorrer tanto por fuera como por encima.

Nos acercamos a uno de ellos, al Baluarte de San Francisco, por el nuevo Centro de Congresos y Exposiciones. Estos baluartes están muy bien conservados y se puede pasear por encima de alguno de ellos y observar el mar entre sus garitas y cañones. De los veinte baluartes con los que contaba la ciudad sólo quedan 16, desaparecidos algunos incluso a principios del siglo XX.

DSC01336-1Su misión era sencilla: defender la ciudad. Hay que tener en cuenta el acoso que los cartageneros tenían que soportar periódicamente. Por aquel entonces, siglos XVI-XVII, Cartagena de Indias se había transformado en un puerto de primer orden y la ciudad, uno de los referentes del éxito colonial en la América hispana.

Ingleses y franceses no podían quedarse fuera de juego por lo que sus corsarios acecharon la ciudad en numerosas ocasiones. Sólo en el siglo XVI atacaron y sitiaron Cartagena de Indias figuras como el francés Roberto Baal* (en 1544 y con la ciudad aún sin fortificar: “La víspera del matrimonio de una sobrina de Heredia, temprano en la mañana, entraron sorpresivamente los piratas en la ciudad, y ya dentro comenzaron a tocar los instrumentos de guerra. Los cartageneros, creyendo que era la música de fiesta de la boda, acudieron desarmados y tarde se dieron cuenta de su equivocación, cuando la ciudad ya estaba completamente ocupada.”), el también francés Martín Cote (1555: “Don Juan de Bustos Villegas, entonces Gobernador, lideró una contraofensiva consistente en trincheras y púas envenenadas colocadas en los sitios donde desembarcarían las naves enemigas.” o el inglés John Hawkins DSC01379(1568: “En julio aparecieron en las costas cartageneras cuatro navíos grandes y siete pequeños al mando de Hawkins, quien le envió una carta al entonces Gobernador de Cartagena de Indias, Don Martín de las Alas, comunicándole que tenía a su disposición mercancías y esclavos para poder montar una feria comercial. Este truco le había funcionado al inglés en otras ciudades donde entraba tranquilamente para luego dar el golpe definitivo y apoderarse del lugar. Mas el Gobernador de las Alas no cayó en la trampa, negó el permiso solicitado por el pirata y dio la voz de alerta para defender la ciudad. Fueron ocho días de intenso bloqueo y fuego por parte de la escuadra de Hawkins, durante los cuales los cartageneros emplearon la táctica de cambiar de sitio los cañones cada vez, dando la impresión de tener una artillería mayor. Hawkins desistió en su empeño y juró volver con más poder en un futuro, mas nunca cumplió dicha promesa.”

* Citas de www.cartagenacaribe.com.

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Pero quizá el pirata más conocido que asoló las costas de Cartagena de Indias fue Sir Francis Drake. Fue en 1586 y el caballero se encontraba realizando una vuelta al mundo similar a la de Magallanes y robando en las colonias españolas: “El inglés comenzó a negociar con las autoridades de Cartagena de Indias -que se habían guarecido en la cercana población de Turbaco- el rescate de la ciudad. Para presionar, se inició la quema de por lo menos doscientas casas en la ciudad mientras no le pagaran en el plazo acordado. Y en esto estaba Drake cuando encontró entre los papeles del despacho del Gobernador una carta en que se le avisaba al funcionario de la llegada del "pirata" Drake a costas americanas. 25102011500Indignado, el inglés montó en cólera y ordenó tumbar a cañonazos una nave de la catedral, que estaba en construcción.Por fin, ante tal destrucción, las autoridades de Cartagena de Indias pagaron la suma de 107.000 ducados. Drake se llevó asimismo joyas, las campanas de la ciudad y piezas de artillería.“

No es extraño, entonces, que sobre una primera y defectuosa estructura se elevaran en 1614 las actuales murallas bajo la dirección del ingeniero Cristóbal de Rada permaneciendo muchos años como símbolo de la fortaleza de la ciudad. (Por cierto, los asaltos del Barón francés de Pointis o del Almirante inglés Vernon ya fueron mencionados en la entrada anterior, la dedicada al Castillo de San Felipe de Barajas).

DSC01338Bueno, pero ¿qué es lo que buscaba esta gente exactamente? Lo vamos a ver enseguida. Primero, hay que pasar bajo la Torre del Reloj. Se trata de la entrada a la ciudad antigua, un antiguo arco central con dos bóvedas a los lados (correspondientes a lo que en su momento fueron capilla y sala de armas) decorado en el siglo XIX con la emblemática torre, de un colorido que es toda una invitación para perderse en la preciosa ciudad colombiana.

DSC01437En el interior de estas bóvedas, una curiosa librería de segunda mano que vende títulos de lo más variado y antiguo.

Y lo que vemos ya nos da muchas pistas de cómo va a ser el casco antiguo de Cartagena de Indias. Se trata de la Plaza de los Coches (llamada así por los carruajes que puedes alquilar para dar un garbeo), un lugar que todas las guías identifican como aquel donde tenía lugar la venta de esclavos africanos, aquellos que ayudaron obligados a construir fortalezas y baluartes y con cuya sangre y esfuerzo se levantó, por poco tiempo, el imperio español.

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De aquellos esclavos quedan numerosas huellas en la ciudad, la primera sus propios habitantes que, como en el resto de las Américas, son fruto de un mestizaje racial asombroso.

DSC01343Las casas que forman la plaza están pintadas con colores tan llamativos como sus pobladores: azul, naranja, amarillo. Casas todas ellas con balcones de madera también de color y con portales donde los cartageneros venden golosinas y dulces en puestos callejeros tradicionales. Frente a las casas, preside la plaza una estatua del fundador de la ciudad, Don Pedro de Heredia.

23102011373En el Museo Histórico de la ciudad se encuentra un retrato del mismo, el fundador de Cartagena de Indias. Resumiendo brevemente la historia anterior a la fundación de la ciudad nos encontramos, en primer lugar, con Calamarí (o Kalamary). No es difícil imaginar los numerosos poblados de la tribu caribe que debían ocupar estas tierras en época prehispánica. De ellos se hacen eco dos museos cartageneros: el Museo Histórico de Cartagena y el Museo del Oro.

DSC01339Por cierto, que en ambos casos también se mencionan las excelencias de la tribu india de los zenúes, que debieron vivir en el interior, en las llanuras inundables del continente y que dejaron una huella imborrable en forma de oro. Entre sus costumbres más curiosas, la de enterrar una vez sacrificada a la “cacica”, la esposa del Cacique que gobernaba la tribu.

23102011369En el Museo Histórico se pueden observar maquetas de los poblados mencionados así como restos de vasijas y objetos de hombres y mujeres que abandonaron el poblado ante la llegada de la flora de Pedro de Heredia. Los esclavistas ya habían pasado por allí y lo mejor era huir.

DSC01342Heredia, cuya imponente figura otea las bellas casonas de la Plaza de los Coches, vino con una flotilla de una nao, tres carabelas y una fusta, con 22 caballos y 150 hombres (entre los que se encontraban los primeros 50 esclavos africanos macheteros), y después de recorrer la zona volvió a Calamarí (donde había acampado provisionalmente) y se estableció aquí por la buena comunicación por mar y la estratégica situación para la defensa, si bien siempre asumió la carencia de agua corriente o de aprovisionamiento de madera que podía baldar el proyecto de fundación de la ciudad. Fue el 1 de junio de 1533, y Heredia la nombró "Cartagena de Poniente", para diferenciarla de la "Cartagena de Levante” española, cuya bahía recordaría a la americana.

23102011367Por cierto, en primer lugar la ciudad se denominó San Sebastián de Calamari. En el futuro, la clase alta se ubicaría en el barrio así denominado (en el corralito de piedra donde se edificaron casas de materiales que no se incendiaran, después de que el fuego acabara con la ciudad inicial en 1552), la clase media, con criollos y mestizos como representantes, lo haría en el barrio de San Diego y el pueblo llano, en el barrio de Getsemaní. Casas de dos pisos sólo habría en el barrio central, el de clase alta (como se puede ver desde la terraza del Museo de Historia de la Ciudad).

23102011438Cerca de la Plaza de los Coches se encuentra la Plaza de la Aduana, la más conocida e importante de la ciudad. Para mala suerte, la mía: durante mi visita estaba en obras y no se podía recorrer ni ver. Y su importancia era capital para el devenir de la ciudad.

Con el paso de los años, Cartagena de Indias se convirtió en el puerto español más importante de América. Los motores de su economía eran dos: el comercio de esclavos negros y el de los metales preciosos y era aquí, en la Plaza de la Aduana donde se decidía todo.

23102011379Hay un maqueta deliciosa en el Museo de Historia en la que aparece una recreación falsa pero muy intuitiva: un galeón carga y descarga en medio de una de las rutas que unen América con el continente.

Es una recreación, pues los galeones fondeaban en la bahía, no en los muelles. El baluarte defensivo, la subasta de esclavos negros y la casa de la Aduana, donde pagar los impuestos, protagonizan la escena.

23102011371Cartagena de Indias, junto con La Habana, pronto se convirtió en uno de los puertos más importantes de la Corona española y de ahí que las rutas del comercio la tuvieran como parada principal. En el Museo de Historia se puede comprobar con atención dichas rutas,resumidas en el siguiente texto del Atlas Histórico de Cartagena de Indias  “(…)para entonces Cartagena se había consolidado como terminal de los galeones de Tierra Firme. En efecto, a partir de mediados del siglo XVI, la corona española decide organizar el comercio de América alrededor de monopolios que contribuyan a su defensa. El propósito es proteger el intercambio indiano de los corsarios y piratas franco-ingleses que lo interfieren en aguas del Caribe y en las aproximaciones a la Península (…).

DSC01348En virtud de las bondades de su rada y su cercanía al vital istmo de Panamá, Cartagena funge como uno de los cinco grandes puertos del monopolio. Una vez al año, un enorme convoy mercante protegido por naves de guerra-galeones-levaba anclas en Sevilla con destino a Cartagena, a donde acudían tratantes de todo el Nuevo Reino de Granada y de Quito. 23102011370Era la única ocasión de comercio legal; por fuera del sistema, todo era contrabando. Pero había más. Una vez se recibían noticias sobre la llegada de los acaudalados comerciantes peruanos a Panamá con la plata del Potosí, el convoy se desplazaba a Nombre de Dios en el Istmo, donde tenía lugar una fabulosa feria. Terminada ésta, la conserva regresaba a Cartagena a depositar el metálico. Y mientras la flota de los galeones de Tierra Firme zarpaba hacia La Habana, la plata esperaba la llegada de la poderosa Armada de la Guardia de la Carrera de Indias, encargada de transportar el precioso cargo hasta España y de imponer respeto en aguas que la Corona consideraba propias. Dueña de semejantes privilegios, Cartagena no podía sino prosperar aceleradamente. Y así fue.”

23102011437En el centro de la Plaza de la Aduana se sitúa una estatua de Cristóbal Colón, que observa la actual alcaldía (que ocupa la antigua Casa de la Aduana) y otras pintorescas casonas cartageneras (incluyendo alguna aberración estética del siglo XX por la que el responsable debería estar en la cárcel).

En esta plaza debieron recibir con agrado (supongo) el nombramiento que hizo Felipe II a la “Muy noble y muy leal” Cartagena de Indias, un año después de otorgarle el título de ciudad (en 1574).

Por aquel entonces, de nuevo según el Atlas Histórico de Cartagena de Indias, “Al terminar el siglo XVI, Cartagena se apresta a continuar una rutilante transformación. Atrás va quedando la aldea de palmas para que surja una urbe de cal y canto, con calles empedradas. Se trata de una ciudad, para los estándares de la época, organizada y limpia; nada de vacas en Calamarí; las que llegan deben permanecer en los corrales de Getsemaní. Es tal la actividad edilicia que escasean la cal, las tejas y la cantería. Se obliga a los artesanos a pregonar sus existencias públicamente, mientras el Cabildo prohíbe su empleo fuera de Cartagena.”.

23102011435Así que ya tenemos en escena toda una ciudad enriquecida, asediada por los piratas de vez en cuando pero bien defendida por los baluartes. Enriquecida a partir del comercio de esclavos y el de metales preciosos, una población que en el futuro sería una de las principales ciudades del Virreinato de Nueva Granada.

Una riqueza bañada en oro y en sangre de esclavos africanos (curiosamente, me da la impresión de que sufrieron tanto o más los afroamericanos en América que los propios indios teniendo en cuenta que hasta el mismo fundador de la ciudad, Pedro de Heredia, fue encarcelado por crímenes contra los Zenúes y, más tarde, condenado a muerte. Aún así, logró escapar a España muriendo finalmente al hundirse su navío en medio del océano.).

DSC01368Del periodo colonial de Cartagena de Indias nos falta un protagonista clave en la sociedad de la época: la Iglesia. Me quedaré con tres edificios religiosos de interés en la ciudad (aparte de la colorida catedral). DSC01369En primer lugar, y siguiendo la ruta a través de la Plaza de la Aduana, nos encontramos con la Plaza de San Pedro Claver.

La habitual estatua (ésta, a pie de calle) y la preciosa iglesia de piedra coralina local (como la del Castillo de San Felipe de Barajas) recuerdan a este hombre, que luchó por los derechos de los esclavos. DSC01367Sin embargo, de la plaza lo que me llama la atención son los primeros vendedores de artesanía que se ubican a los pies de de su fachada norte y las esculturas en chatarra de hierro que representan diferentes oficios y que están repartidas por toda la ciudad. Son obra del llamado maestro Edgardo Carmona y son de lo más llamativo.

Si continuamos con nuestra visita, perdiéndonos entre las pintorescas calles cartageneras, mirando al mar desde los baluartes y admirando la portada del Museo Naval y de la Oficina del Festival Internacional de cine de Cartagena de Indias, llegamos a la Plaza de Santo Domingo para nuestra siguiente parada “religiosa”. Es una plaza muy animada, tanto de noche como de día. Los comercios y bares de alrededor junto con la venta particular, los chavales jugando, las mujeres paseando, los turistas haciendo fotos a la “Gertrudis” de Botero.

2410201149426102011532Y envolviendo a la Cartagena humana, la Cartagena histórica, con sus casonas de balcones de madera, sus fachadas coloreadas y la imponente mole de la Iglesia y Convento de Santo Domingo, el templo más antiguo de la ciudad, pues inició sus obras en 1552 (no se finalizarían hasta 1716).

Y es en este espectacular lugar donde trabaja la AECID, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que hizo una cuidadosa restauración y acondicionamiento del claustro del monasterio como parte de su programa de preservación del patrimonio. El que fuera cuartel militar, convento de frailes dominicos y Seminario es ahora la sede del Centro de Formación de la Cooperación Española, donde fui gratamente atendido y cuyas instalaciones y trabajos son asombrosos.

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El claustro, de influencia neoclásica, de paredes y bóvedas blancas, de pasillos de naranja pálido tiene como centro un arbolado tropical fantástico, que junto con aulas con las mejores tecnologías hacen que se convierta en un envidiable ambiente de trabajo.

23102011434Volvamos a recorrer las calles de Cartagena. Son un espectáculo. Los balcones de madera aparecen en casi todas las fachadas, algunas naranjas, otras azules, otras blancas. La tradicional imagen del paso del tiempo ha ayudado a conformar un escenario encantador en el que se mezcla colorido, antigüedad y calor húmedo: el ambiente colonial en todo su esplendor.

27102011560Y mientras la gente vende en la calle frutas frescas, limonada o golosinas, mientras los carteles electorales te hacen aterrizar en una sociedad diferente pero similar a la tuya, te das cuenta que acabas de entrar por la calle de la catedral hacia el Parque Bolívar.

DSC01355Y allí nos encontramos no sólo con el Libertador (volveré a él en un momento) sino con el Palacio de la Inquisición, ahora Museo Histórico de Cartagena de Indias. Y éste es el ingrediente que faltaba en la colección: metales preciosos, comercio de esclavos, inquisición. DSC01398

Un combinado letal pero favorecedor para nuestros intereses durante siglos. La Inquisición apareció por Cartagena de Indias en 1610 por orden de Felipe III y estuvo por aquí luciéndose 200 años. Su influencia en la sociedad colonial de los siglos XVII y XVIII debió ser tremenda, influencia tanto de poder político como social.

Los Autos de Fe (el primero, el 2 de febrero de 1641) se realizaban tanto en esta Plaza (antes llamada Plaza Mayor) como en la de Santo Domingo y los inquisidores continuaron haciendo su trabajo en la lucha contra la brujería y otros comportamientos paganos durante dos siglos, hasta la llegada de la independencia de España. En aquel momento, por cierto, se quemaron los archivos y documentos del tribunal inquisitorial y se expulsó a quienes todavía juzgaban a los demás.

23102011404Las llamadas Casas de la Inquisición terminaron convirtiéndose en el actual Palacio. De las dos pequeñas casas que originalmente ocuparon en 1610 los primeros inquisidores (Juan de Mendoza y Mateo Salcedo) se pasó a un complejo mayor de casas entre las que se incluyó la Casa de los Calabozos (donde funcionaron las cárceles secretas).

El Palacio, con una preciosa fachada barroca (de rejas en su parte inferior y balcones en el piso superior, algo característico de las casas coloniales), es ahora el Museo de Historia… pero también es el Museo de la Inquisición y toda su planta baja está dedicada a las artes de tortura que (se supone que) excepcionalmente utilizaban los padres inquisidores.

23102011408El potro, el aplastapulgares, el collar de espinas, la horquilla del hereje, el jarro de agua… una amplia colección un tanto esperpéntica se recoge en el Museo, contando con detalle cómo se utilizaban semejantes herramientas. Es una pena que la complejidad y horror de los trabajos inquisitoriales siempre terminen vendiéndose de la manera más sensacionalista, pero es lo que hay.

23102011413Por cierto, en el patio de esta parte del Museo se exponen algunos de los azulejos con nombres de calles que debían ocupar antaño las esquinas de las calles cartageneras. Se puede recorrer perfectamente el museo a tu aire, pero por poco más puedes alquilar los servicios de un guía. El que me toca a mí es un tanto estrambótico.

Es un chico gay con esmeraldas en todos los dedos y con una graciosa forma de contar la historia de la ciudad. Sinceramente, creo que sólo merece la pena contratar este tipo de servicios si tienes un tiempo muy ajustado para la visita. Aún así, algunas de las cosas que el guía me explica en el patio del Palacio de la Inquisición no sólo no aparecen en los textos del museo sino que tampoco los hallo en la bibliografía consultada.

23102011396El Museo está bien, tiene salas dedicadas a cada una de las etapas de la historia de la ciudad y alguna de estas salas está tan refrigerada para conservar los objetos expuestos que el contraste con el calor húmedo caribeño de fuera es enorme.

Desfilan ante tus ojos piezas arqueológicas de diversas culturas caribes y africanas (la influencia de los esclavos traídos de allende los mares), arte, mobiliario y piezas coloniales, pinturas y piezas de la época de la independencia, etc.

23102011394Entre los retratados, destaca el tuerto, manco y cojo Don Blas de Lezo y Olavarrieta, héroe nunca lo suficientemente valorado en nuestro país, a quien está dedicada la mayor parte de la entrada anterior, la dedicada al Castillo de San Felipe de Barajas.

Creo que es una visita necesaria, como lo es la del Museo del Oro y Arqueología que se sitúa justo enfrente.

Está ubicado en una mansión colonial restaurada y en sus salas se pueden admirar, sobre todo, piezas de la cultura Zenú, maravillosos ejemplos de orfebrería en oro de tribus de esta cultura y de otras cercanas. así como objetos arqueológicos de época precolombina.

23102011433Filigrana fundida, un tejido de oro para los habitantes de las llanuras caribeñas del río Magdalena que dejaron una huella imperecedera en esta zona y de la que se beneficia este museo (y también el de Bogotá). Cientos de piezas de joyería, cerámica, piedra y concha; desde adornos y colgantes a urnas cinerarias.

Las que más me gustaron: los remates de bastón y colgantes (emblemas de la autoridad jerárquica y religiosa zenú) basados en figuras de animales de los ríos y ciénagas de las llanuras del Caribe, como este remate de bastón con forma de caimán del primer siglo de nuestra era.

23102011429En este punto ya no había seguido las indicaciones de mi guía, preferí ver por mi cuenta el Museo del Oro. Sobre todo cuando a mitad de visita trató de concertarme una visita con una tienda de amigos que vendían esmeraldas. 23102011425Lo dejé cuando ante mi negativa, él aseguró la visita.

En fin, entiendo la necesidad pero no estaba por la labor. Las esmeraldas, a las que las antiguas tribus atribuían poderes magnéticos para librarse de los malos espíritus, son uno de los productos más importantes de Colombia.

Cartagena de Indias está literalmente cubierta de tiendas que venden esmeraldas extraídas sobre todo de las Minas de Muzo-Boyaca o de La Mula en Buenavista. Se pueden obtener buenos precios y esmeraldas fascinantes. Qué piedras más bellas (aunque a mí me gustan más sin pulir).

DSC01363La catedral impone su torre en el Parque Bolívar, pero es el Libertador el que recoge las miradas en la plaza. Bueno, el libertador y las palenqueras que llevan la fruta fresca en sus cabezas, vestidas de forma tan colorida como las coloniales fachadas de la ciudad.

27102011555No me atrevo a fotografiarlas, la verdad, pero sí a las frutas que aquí y allá se disponen en tenderetes y mesas ubicadas aquí y allá. Mientras los ancianos conversan a la sombra de los árboles del parque, la figura a caballo de Simón Bolívar nos recuerda que fue él quien denominó a Cartagena de Indias como “La Heroica”.

27102011554Entre 1811 y 1816 se sucedieron numerosas acciones que buscaban la independencia de España. Mientras nosotros luchábamos en nuestra propia guerra de la independencia en América se preparaba la suya propia. Y Cartagena comenzó declarándose Independiente. El 11 de noviembre de 1811 se firmó el Acta de Independencia Absoluta de España, que no surtiría efecto hasta varios años después. DSC01358España intentó corregir la situación mediante Pablo Morillo, el llamado Pacificador quien en 1815 tenía el objetivo de reconquistar la plaza.

Los cartageneros también tuvieron las suyas con el propio Bolívar, pero lo que les esperaba era arduo. Como en toda guerra que se precie, la flota de Morillo cercó la ciudad, la sitió desde el mar y durante meses la tuvo sin agua y alimento*: “El 20 de agosto de 1815 arribaron a costas cartageneras los primeros barcos de la flota de Morillo, que comenzaron con el bloqueo y sitio a la ciudad, no atreviéndose a tomarla a fuego y sangre por reconocer lo bien defendida que estaba tanto con hombres como con baluartes, murallas y fuertes. Los patriotas se atrincheraron y apertrecharon en su ciudad como pudieron, esperando y resistiendo la larga espera, pero el tiempo se encargaría de hacerlos padecer del hambre y las epidemias que se desataron con las muertes de los primeros. Pasados más de tres meses, el 4 de diciembre, la situación llegó al extremo con el fallecimiento de 300 personas ese día. Reunidos los desesperados patriotas, idearon soluciones o escapatorias.

27102011559García de Toledo propuso radicalmente volar la ciudad estando Morillo y sus tropas dentro de ella y así morir todos, vencidos y vencedores. Pero acordaron más bien abandonar la plaza sin rendirse, escapar y buscar ayuda en el exterior para después volver y recuperar lo perdido. Así fue, y en todas las naves disponibles en el momento se organizó la multitudinaria salida, pero para caer más tarde en manos de los españoles, ser traicionados por los capitanes de barco y morir en tierras extrañas y unos pocos llegaron hasta Haití a reunirse con Bolívar para emprender la liberación de Venezuela. Esta dolorosa epopeya le valdría a Cartagena de Indias el honroso título de Ciudad Heroica.”

23102011397* Citas de www.cartagenacaribe.com.

El gobierno de la ciudad por Morillo estuvo dedicado al escarmiento y al castigo de los que apoyaron la independencia con nuestro país. Los llamados “nueve mártires” son las víctimas más conocidas y de ellos hay retratos en el Museo de Historia de Cartagena de Indias y bustos de bronce en la propia ciudad:

El objetivo de los españoles era dar un escarmiento ejemplar, y qué mejor manera de hacerlo que enjuiciando y ejecutando en plena plaza pública a los más reconocidos dirigentes de la ciudad. Nueve fueron los seleccionados para la pena capital, los cuales se juzgaron fugazmente sin defensa legítima. El 19 de febrero de 1816, el recién nombrado Consejo de Guerra dicta la sentencia: "Todo bieDSC01371n examinado, ..., el consejo ha condenado y condena a los referidos Manuel del Castillo y Rada, Martín Amador, Pantaleón Germán Ribón, Santiago Stuart, Antonio José de Ayos, José María García de Toledo y Miguel Díaz Granados, a la pena de ser ahorcados y confiscados sus bienes, por haber cometido el delito de alta traición. Y condena el Consejo a Don Manuel Anguiano a ser pasado por las armas, por la espalda, precediendo su degradación... y finalmente se condena a José María Portocarrero a la misma pena de ser ahorcado y confiscado sus bienes...". El 24 de febrero los mártires son llevados al sitio de ejecución, en las afueras del centro amurallado, cerca de la Ciénaga de la Matuna, y sus cadáveres fueron sepultados en una fosa común en el Cementerio de Manga.”

DSC01429En 1821 Cartagena logra la ansiada libertad. España es un caos bajo el desgobierno del absolutista Fernando VII y las colonias se independizan a la velocidad de la luz. Sin embargo, la misma libertad fue el final de la otrora rica Cartagena de Indias. El comercio acabó, el puerto dejó de ser de los más importantes de América y la pobreza sustituyó a la riqueza. La decadencia entró arrasando en Cartagena de Indias, bien acompañada por el cólera. DSC01395

La tercera parte de la población cayó bajo los efectos del bacilo Vibrio cholerae y ni los cañonazos que pretendían limpiar del aire con pólvora pudieron con las aguas contaminadas por la bacteria.  Una de las rutas turísticas más famosas de Cartagena es la de GABO, la de Gabriel García Márquez, que inmortalizó la epidemia de 1849 en su libro “El amor en los tiempos del cólera”. Entre pestes, independencias y pobrezas, Cartagena dejó de ser lo que era y eso, tal y como comentaba al principio, la salvó.

La ciudad permaneció en un hiato, en un periodo de latencia donde se mantuvo a salvo la arquitectura colonial, las casonas de balcones de madera, los colores ajados por el tiempo y la mezcla racial de las gentes, quienes bajo el calor del Caribe celebraron que en 1959 ésta fuera declarada Monumento Nacional y Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1984 por la UNESCO.

DSC01392Recorro las calles pintorescas, cálidas y apasionantes de la Ciudad Heroica.

Paso por el Edificio de la Gobernación de Bolívar, con sus arcos y su estilo neoclásico, por la Biblioteca Bartolomé Calvo, por el Palacio de Justicia y por el Teatro Heredia (en la foto de arriba) y reconozco la ciudad que trató de salir de su agujero en el siglo XX y reparo en las restauraciones de las últimas décadas y en la belleza de los balcones, 27102011548de las plantas, árboles, fachadas y carteles, en el ambiente fascinante y acogedor que derrocha la que dicen es la única ciudad segura de Colombia y me siento orgulloso de compartir un pasado común con este ejemplo de orden caótica, con los taxis amarillos que circulan por las callejuelas azules y coloradas, con las palenqueras y los vendedores de fruta, con los vendedores de artesanía de las Bóvedas, con los cientos de caras que disfrutan de la luz de la mañana, de una cerveza Águila o de unas chuches compradas en los arcos de la plaza de los coches. Y me siento bien.

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