29 de abril de 2010

La antigüedad era a todo color

DSC00454 Desde luego, llaman la atención. Uno está tan acostumbrado a ver los monumentos y las estatuas del mundo antiguo en un color apagado, terroso o blanquecino que cuando descubres que la antigüedad estaba espectacularmente teñida en color no te haces fácilmente a la idea.

Lo habíamos oído en numerosas “Piezas del mes” del Museo Arqueológico Nacional, lo habíamos intuido en nuestros recorridos por los templos egipcios, lo habíamos constatado en las casas pompeyanas. Pero nunca lo habíamos visto representado tan vivamente como en la exposición “El color de los dioses” que acoge en Alcalá de Henares el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.

DSC00456La exposición no es muy amplia (tampoco tiene que serlo) y es suficientemente clara. El peso de la exposición lo llevan las esculturas de la civilización griega, que tradicionalmente nos ha atraído menos, pero también hay espacio para alguna que otra sorpresa. Incluyendo algún antiguo conocido.

El mismísimo Alejandro del Sarcófago de Alejandro de la Real Necrópolis de Sidón que se expone en el Museo Arqueológico Nacional de Estambul y que tanto nos gustó ver en directo allí también está aquí, en esta exposición, aunque sea en escayola pintada. En el Museo de Estambul también hay indicaciones sobre el color que cubría los llamativos relieves del sarcófago. De hecho, aún quedan restos del color original en algunas de las figuras.

DSC00457 Las reproducciones de la exposición son definitivamente muy llamativas. El conjunto de colores es tan variado que uno no puede más que preguntarse si eso es cierto. Lo es.

Diferentes pruebas basadas en la luz ultravioleta, en el análisis físico – químico de los residuos de pigmentos que aún aparecen en algunas de las figuras que se desentierran en yacimientos de la actualidad o la medición de los diferentes efectos que deja en el mármol la presencia pretérita de pigmentos han dado lugar a numerosas teorías que no sólo acreditan la coloración de monumentos y figuras de la antigüedad, sino que también proponen que su uso podía tener propósitos simbólicos, y narrativos, no sólo estéticos.

DSC00458 Como decía, las esculturas griegas ganan la partida en la exposición, por lo que quizá eso influyese para nuestra rápida visita.

Además de las consabidas esculturas de la Acrópolis y de otros templos griegos como Delfos (decididamente, la Koré del Peplo de la Acrópolis de Atenas, con unos amarillos, rojos y azules que ya se adivinaban en la figura en el momento de su descubrimiento, es la más impresionante recreación en color de todas ellas), también hay algunos otros ejemplos romanos e incluso ibéricos.

DSC00455De Roma tenemos al mismísimo Augusto a todo color. Del mundo ibérico, reproducciones fidedignas de esculturas de renombre como la Dama de Baza o al mismísimo Carlos V.

Su éxito ha sido importante: se ha prorrogado hasta junio.

18 de abril de 2010

Van Gogh Museum de Ámsterdam

Vincent Van Gogh quería abandonar la clínica de Saint-Rémy y deseaba cada vez más ir al norte. En mayo de 1890, se trasladó a Auvers–sur–Oise, un pueblo de artistas cerca de París.Y su producción pictórica volvió a ser la que era, pintó muchos nuevos cuadros (algunos, a instancias de su amigo, el Doctor Gachet) pero la depresión no le abandonó.

graf Vincent en TheoUn día de finales de julio volvió por los campos de cereales que había pintado recientemente (con un estilo emocional y brutal) y allí mismo se pegó un tiro en el pecho. Su tumba, humilde como toda su vida, está en el Cementerio de Auvers–sur–Oise junto a la de su hermano Theo. 

Este Campos de Trigo con cuervos es sobrecogedor. En Auvers-sur-Oise, Van Gogh aprovechó para pintar “enormes extensiones de campos de trigo bajo cielos embravecidos”, obras de gran formato apaisado en las que, según contaba a su hermano Theo por carta “intentaba deliberadamente expresar en ellos tristeza, extremada soledad”. Acababa de salir del sanatorio psiquiátrico, estaba débil y confuso y Theo, su hermano, quien le había mantenido casi ilusoriamente a lo largo de toda su vida como marchante de arte que no vendía, le había confirmado su decisión de trabajar por su cuenta y abandonar la firma para la que trabajaba.

Y el 27 de julio de 1890 acabó con su vida. Theo le siguió apenas un año después. Sería la viuda de su hermano, Jo van Gogh-Bonger quien lucharía por elevar la categoría de su cuñado para llegar a convertirlo en el mito que es hoy en día. Y obras como el Campo de Trigo con cuervos o éste Trigal bajo un cielo tormentoso te reconcilian con esa idea. Van Gogh no sólo es producto del arte mal entendido del siglo XX, no es sólo un producto mercadotécnico o mediático. No es sólo todo eso. Es una figura pictórica de primer orden que transmite una fuerza poderosa en muchos de sus cuadros, una sensación impactante con meros juegos de colores en los que es fácil, muy fácil entrar.

Cuando nació el hijo de Theo van Gogj y Jo, Vincent, que voluntariamente había ingresado en el sanatorio de Saint-Rémy, hizo al niño el más bello de los regalos, un almendro en flor que significaba el comienzo maravilloso de una vida y, sarcásticamente, el principio del fin de otra.

La vida en el Sanatorio no tenía que ser muy agradable. Al principio no le dejaban pintar, luego sólo salir al patio (que recreó una infinidad de veces)… la pintura de flores sustituyó a los paisajes que estaba acostumbrado a hacer.

Sin embargo, anteriormente sí había pintado flores. Algunas muy famosas a posteriori. Por ejemplo, los girasoles que adornaban la habitación de su amigo Paul Gauguin en Arlés. La intención de Van Gogh era crear una especie de reserva espiritual para los pintores de la época en la preciosa villa francesa de Arlés (el Taller del Sur, lo llamaba). Consiguió convencer a su amigo Gauguin para que compartiera espacio y dedicación y juntos desarrollaron un conjunto de paisajes y retratos espléndidos. Era 1888 y su amistad aún era real.

Van Gogh había pintado varios girasoles con fondo azul y uno con fondo amarillo. Dos de estos cuadros (el amarillo y uno de los azules) decoraban la habitación de Gauguin en casa de Vincent van Gogh en Arlés. Pero aquí, en el Sur de Francia, es donde el habitualmente neurótico Van Gogh comenzó a tener alucinaciones y su relación con Gauguin se fue al traste. Finalizada la famosa discusión en la que Van Gogh se cercenó parte de la oreja, Gauguin se marchó no sin antes pedirle educadamente que le enviara a su nueva residencia los cuadros de girasoles que tanto le gustaban. Van Gogh no quiso deshacerse de ellos y realizó sendas copias para enviárselas.

Y son precisamente Los Girasoles de Van Gogh, de 1889, una de las estrellas del Museo Van Gogh de Ámsterdam (http://www.vangoghmuseum.nl/) un museo cuya imagen exterior es francamente mejorable (sí, se supone que lo construyó Rietveldt, un arquitecto de lujo, pero es que es feo y poco llamativo). Sin embargo, el interior sí merece la pena; no sólo es amplio y abierto, fácil y ameno, sino que también facilita la realización de conciertos y permite tomar algo en la cafetería. Nosotros disfrutamos de uno de ellos.

Van Gogh pintó Los girasoles en Arlés. Hasta allí se fue en busca de paisajes coloridos tratando de cambiar la ciudad de París, donde hasta entonces residía, por la Provenza. Llegó a Arlés en la primavera de 1888 y aunque aún había restos de nieve, los almendros ya estaban en flor. Y por ello, pronto se puso a pintar estos apabullantes paisajes florecidos, tratando de colgar unas pinturas junto a otras dando paso a una decoración que representaría la estación primaveral.

En aquella época, las cartas eran el medio de comunicación más utilizado y Van Gogh era un experto en su uso (hay una web dedicada expresamente a las mismas: vangoghletters.org) . Se ha llegado a decir que sus cartas son casi literarias. Pues bien, el 13 de abril de 1888, Van Gogh incluyó en una carta a Theo el boceto de este tríptico tan bello sobre la Primavera en Arlés.

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Pero si hay una obra sobrecogedora de la producción de Van Gogh en Arlés es La Siega, de 1888. Van Gogh era un pintor prolífico, había días que pintaba decenas de cuadros.  Escribió en 1883: “El plan que me he propuesto para mi vida es hacer tantas y tan buenas pinturas y dibujos como pueda, por lo que espero que, cuando mi vida toque a su fin pueda mirar hacia atrás con nostalgia y amor y pensar: ¡Oh, las pinturas que aún podía haber hecho¡”.

Pues bien, en Arlés también hizo decenas de pinturas pintando varias series sobre diversos temas. Después de las series de huertos en en flor en la primavera, en junio de 1888 centró su atención en la cosecha y los campos de trigo. En poco más de una semana realizó hasta diez pinturas y dibujos sobre el tema. Trabajó a diario en los campos bajo el sol ardiente, hasta que una gran tormenta puso un final inesperado a la cosecha el día 20 de junio.

Qué maravilloso es el paseo por estas salas del Museo Van Gogh en Ámsterdam, rodeados de paisajes de un color atronador, que transmiten sensaciones placenteras o emocionalmente tensas. La vida de Van Gogh en Arlés terminó mal, muy mal, pero vivió unos meses siendo realmente feliz. Sin embargo, seguía viviendo del dinero que le enviaba su hermano por las más que improbables obras que vendía. Sólo al final de sus días algunos pintores y marchantes de arte llamaron la atención sobre su obra (por ejemplo, Camille Pissarro) pero de hecho, sólo vendió un lienzo en su vida (el Viñedo Rojo, que está en Moscú).

Van Gogh nunca fue bien de dinero. Precisamente por eso es tan ingente su producción de autorretratos.Así no tenía que pagar a nadie por posar. Van Gogh pintó un total de unos 35 autorretratos en el transcurso de su carrera. De éstos, aproximadamente 29 los pintó en París (donde vivió justo antes de irse a Arlés, entre 1886 y 1888). Y pintarse a sí mismo le permitió experimentar con varios estilos, técnicas y efectos de luz y color.

La mayoría de los  autorretratos parisinos son bastante pequeños y son estudios o experimentos curiosos. Muchos los ejecutó de forma suelta, muy libre y utilizando materiales baratos como el cartón en lugar de lino o lienzo. El que más nos gustó de la colección de autorretratos del Van Gogh Museum de Ámsterdam es el de arriba, casi sin terminar, pero el más famoso es el de la derecha, basado en la técnica puntillista de Paul Signac.

Van Gogh se presentó en casa de su hermano, en Montmartre, en París, sin avisar, el 1 de marzo de 1886. En París Vincent Van Gogh pudo disfrutar de la conversación y el aprendizaje de figuras como Toulouse Lautrec, Paul Signac o Emile Bernard (amén de Gauguin, claro). En París, pudo observar de primera mano la obra de Rembrandt, Delacroix, Monet, Manet… su hermano ya trabajaba como marchante de arte y le facilitó contactos y posibilidades. Y Van Gogh pintó y pintó, sobre todo vistas de la ciudad, naturalezas muertas, retratos y autorretratos.

Cuando Vincent y Theo vivieron allí, Montmartre tenía un aspecto casi rural: había tierras de cultivo y huertos, tres molinos de viento y mucha luz. El mayor de los molinos, Le Blute-Fin, tenía un café en la parte inferior y una plataforma desde la que se veía una magnífica vista de París. y aquí Van Gogh tuvo la oportunidad de pintar colores luminosos, paisajes soleados e idílicos como este Montmartre: molinos y huertos, de 1887.

París significó el fin de una etapa oscura y realista que Van Gogh había desarrollado en los años previos a la llegada a la gran ciudad. En estos años previos, Van Gogh había protagonizado una vida en la que los extremos religiosos se daban la mano con la indecisión y una incipiente patología nerviosa. Durante su juventud, en Holanda (donde nació en 1853), la influencia de su padre, un pastor protestante, hizo que Vincent van Gogh se metiera a predicador.

Había trabajado como aprendiz en una sucursal de una empresa francesa de marchantes de arte y le fue tan bien que hasta le enviaron a Londres a aprender y mejorar sus cualidades. Pero Van Gogh no estaba hecho para eso y le terminaron despidiendo. Por eso marchó como sacerdote protestante a una región minera belga donde su extremo celo le convirtió en algo así como el “Cristo de la Mina de Carbón”. Ese excesivo celo es lo que provocó que no le renovaran el puesto.

Totalmente en crisis y sin saber qué hacer, su hermano Theo le sugirió que probase a ser artista y tras largas dudas encontró la profesión de su vida, la que no le daría dinero ni fama en vida pero que sí se la concedería una vez muerto. En sus primeros tiempos, tan cercano a los pobres como en su época de predicador, trató de hacer retratos de de los campesinos y artesanos pertenecientes a las capas más empobrecidas de la sociedad, llegando a prohibir su presencia algunos párrocos (por ejemplo, de Drenthe) no sé si celosos o alarmados.

Sin embargo, encontró su hueco cuando pintó Los comedores de patatas, en 1885, un estudio de retratos de campesinos francamente llamativo.

Van Gogh eligió deliberadamente una composición que pondría en entredicho su valor cada vez mayor como pintor. Y como el maestro francés Jean-François Millet, Van Gogh quería ser un verdadero "pintor de los campesinos”, sin sentimentalismo pero con sentimiento, queriendo reflejar a aquellas personas que “habían utilizado las mismas manos con las que ahora toman la comida del plato a cavar la tierra".

Como todos los de la época, éste es un cuadro de autoaprendizaje, Van Gogh no tenía dinero para muchas clases, por lo que pasó varios años probándose a sí mismo, practicando, pintando maravillas como estos Comedores de Patatas en la oscuridad de su salón, en esa misma oscuridad que muchos años después se escondería en su corazón y le incitaría a terminar con una vida de extremos, de enfermedad, de padecimiento y pobreza; pero también de pinturas maravillosas, cálidas, coloridas, desafiantes, únicas. Pinturas que le convirtieron en el pintor más importante de su época. Y él, ni se enteró.

11 de abril de 2010

Leiden: el Molino de Valk y más Rijksmuseum

P1180992Cuando cogimos el tren en Ámsterdam Centraal hacia Leiden sabíamos que nos esperaba una ciudad con canales, bonita, típicamente holandesa, universitaria… y no nos defraudó. Nuestro objetivo, por supuesto, era también recorrer el Naturalis y el Rijksmusem dedicado a la arqueología, el Rijksmuseum van Ouheden.

Pero de lo que más aprendimos, sin embargo, fue de molinos, la habitual estampa holandesa de molinos de viento tiene su mejor embajador en el Molino de Valk, uno de los pocos supervivientes de una época en la que el paisaje holandés no se entendía sin estas enormes moles con aspas.P1180986

Hace dos o tres siglos un gran número de molinos circundaban la ciudad de Leiden. De hecho, en el Molino De Walk, el mejor conservado de todos ellos y convertido en museo, hay un panel luminoso bastante ilustrativo al respecto. (http://molendevalk.leiden.nl/). Hace muchos años las tierras holandesas acogían el trabajo de hasta 9000 molinos. Hoy en día quedan apenas 1000 de ellos. En Leiden hay tres, siendo el Molino de Valk (el Molino del Halcón), de 1743, el más conocido y el que se ha convertido en museo.

Y son un patrimonio vulnerable. Muchos han desaparecido y muchos siguen haciéndolo, por dejadez, desamparo, ruina. Sin embargo, otros han sido rehabilitados e incluso levantados de nuevo. Por ejemplo, el Molino De Put, un típico molino de viento de caja giratoria que fue construido en pleno siglo XX.

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P1190004 El Molino De Valk es un molino sobreelevado, está construido sobre un zócalo o una base elevada para que sus aspas queden a una altura adecuada para recibir el viento. La parte inferior de este tipo de molinos solía utilizarse como almacén, pero en el caso del Molino De Valk se utilizaba como vivienda de sus propietarios del siglo XVIII.

De hecho, aún se pueden recorrer sus habitaciones, pues es la única vivienda enclavada en un molino que permanece en pie en Holanda. Puedes pasearte por la cocina, el salón… y de repente aparecen unas escaleras azules que van a hacerte ascender mucho, mucho.

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Y es que el Molino De Valk es alto. Y aprovecha cada una de las salas por las que el visitante va pasando para contarte historias de molinos, de holandeses y formas de trabajar ya desaparecidas. Mientras tanto, van apareciendo las tripas del molino. La historia de los molinos de Leiden es repetitiva. Construcción y destrucción en varias etapas. La destrucción puede venir por la llegada de los españoles (para que no nos aprovecháramos de sus recursos) o de la llegada de la máquina de vapor y las mejores técnicas para moler grano.

P1190036 Y por supuesto, se explica con detalle el funcionamiento de un molino y cómo el molinero debe orientar al viento las aspas haciendo girar una rueda a tal efecto.

Según la fuerza del viento, se deben desplegar las lonas total o parcialmente, retirar el freno y poner en marcha una palanca para que las ruedas comiencen a girar y el grano sea molido. Una de las mejores sensaciones de la visita es, precisamente, salir a la estructura de madera que sirve de planta baja a las aspas. P1190031La vista es, como todas las de altura, espectacular, pero más aún si cabe lo es la visión de las enormes y portentosas aspas que giraron en su momento tantas veces como necesidad tuvo el pueblo de Leiden de obtener alimento (llegó a hacer pan hasta para 8.000 personas al día).

Aún así, he de decir que lo que más sentimos al pasear por la estructura de madera del molino es una mezcla de inseguridad y vértigo realmente chocante. También llamativa, la subida y bajada por las estrechas y altas escaleras (¡de las que no se baja de espaldas, por prescripción de los propios molineros¡).

El eje principal del Molino de Valk llega a medir hasta 29 metros, lo que da una idea de la envergadura del Molino. Aprovechamos la mini tienda de abajo para adquirir recuerdos y postales y nos dirigimos a callejear por Leiden. El entorno es fantástico. La ciudad de las dos llaves cruzadas en el escudo es acogedora; con buen tiempo la gente está en la calle, hay música y puestos de venta, terrazas y, sobre todo, canales por doquier con barcos esperando a poder salir del invierno que les ha atracado.

P1190071 Leiden llegó a ser en el siglo XVII la segunda ciudad en importancia de Holanda, después de Ámsterdam y justo después de la guerra contra nosotros, contra los españoles. Cuenta la wikipedia: “La ciudad jugó un papel importante en la Guerra de los Ochenta Años. En 1572 la ciudad eligió estar de parte de la rebelión antiespañola. El Gobernador de los Países Bajos, Luis de Requesens, sitia la ciudad en 1574. El asedio de Leiden duró desde mayo hasta el 3 de octubre de 1574, cuando la ciudad se liberó gracias a la destrucción de los diques, posibilitando así el acceso de botes con provisiones para los habitantes de la ciudad.

P1190056 Tras la resistencia opuesta al asedio, se le concede a la ciudad la universidad en 1575. La Universidad de Leiden es la universidad más antigua de las Provincias Unidas. Con ello el estatúder Guillermo de Orange mostró su agradecimiento y reconocimiento a los pobladores de Leiden, que habían resistido el asedio por parte de los españoles en nombre del rey Felipe II. La tradición cuenta que se les ofreció a los habitantes de Leiden la posibilidad de elegir entre la universidad y cierta exención de impuestos. La liberación de Leiden aún se celebra a lo grande, cada 3 de octubre.”

A día de hoy, pasear por Haarlemmestraat, la arteria principal de Leiden, es un placer. La música de los músicos callejeros se mezcla con las curiosas fachadas de las tiendas y con un ambiente muy animado (bueno, la verdad es que era sábado cuando la visitamos, eso quizá influya…).

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Y otro de los motivos por lo que visitamos la ciudad es poder pasear por el Museo Arqueológico Nacional Holandés, es decir, el Rijksmuseum van Oudheden (http://www.rmo.nl/) que se encuentra aquí. Precisamente, el paseo que lleva de la estación al Museo permite ver la mayoría de los canales y estampas más conocidas de la ciudad y merece realmente la pena. El Museo también está bien, dentro de lo que cabe. P1190072Una de las razones de su importancia es hospedar una de las colecciones de Salt, el eterno competidor de Drovetti, los mayores piratas europeos del Egipto del XIX.

Lamentablemente, no dejan hacer fotos. Por ello, tuve que arreglármelas con el móvil y realizar dos o tres fotos a aquellas piezas que nos parecieron más sobresalientes (habida cuenta de que algunas salas estaban en restauración).

Nada más entrar, en un salón imponente donde se ubican tanto la recepción como la tienda, la cafetería, los baños o DSC00416las taquillas está el Templo de Taffeh, un templo nubio de época augusta (en pleno Egipto romano) y que fue un regalo del gobierno egipcio a los holandeses por su ayuda en la construcción de  la presa de Asuán. Lo mismo que el nuestro de Debod, pero bien cuidado y expuesto  / conservado correctamente.

Las salas egipcias guardan algunas cosas muy llamativas, por ejemplo una tabla oferente circular (lo cual la hace bastante rara) de la quinta dinastía y realizada en alabastro (las tablas oferentes servían para mostrar respeto a la momia ofreciéndole aquellas cosas que necesitaría en el otro mundo); las impresionantes estatuas de Maya y su esposa Merit, de época de Tutankamón y halladas en 1986 en la tumba de Maya, que como Ministro del Interior y del Tesoro se la hizo a su gusto (él diseñó la de Tutankamón) cerca de la de Horemheb en Saqqara o el escriba de granito gris de Saqqara de 2400 aC.

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Y entre lo romano, me quedo con la máscara de bronce de un DSC00406jinete romano hallada en la Roman horserider's maskprovincia a la que pertenece Leiden (del siglo I dC), habitual entre los romanos para ejercitarse y, sobre todo, el elevado número de altares dedicados a la Diosa Nehalenia, a quien los pueblos del norte de Europa invocaban para pedir una feliz navegación.

2 de abril de 2010

Maravillas del Naturalis de Leiden

P1180913El Museo Nacional de Historia Natural de Holanda no está en Ámsterdam, sino en Leiden y se llama Naturalis (http://www.naturalis.nl/). Y como Leiden tiene otras tantas cosas maravillosas que conocer, nos cogimos un tren en Ámsterdam Centraal y en menos de una hora llegamos a Leiden. Si en vez de dirigirnos hacia el centro de la ciudad tomamos la dirección contraria, en poco tiempo llegas a la antigua Casa de la Peste (Pesthuis), sede de uno de los mejores museos que hemos visitado en estos últimos meses.

En 1635 la peste se llevó, sólo en Leiden, 15000 almas. En previsión de futuras epidemias se construyó en las afueras de la ciudad esta Casa de la Peste que, en verdad, nunca fue utilizada. Ni siquiera en la última gran plaga de 1661. A partir de se momento sirvió desde hospital hasta museo del ejército. Desde 1998 recoge una de las mejores colecciones del mundo de historia natural, pues aquellos holandeses que recorrieron el mundo en pos de negocio también trajeron variados tesoros de otra índole.

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Dos siglos de coleccionismo: 12 millones de objetos. Y dice mucho de las colecciones del Naturalis que cuenten con un número muy elevado de holotipos, es decir, de aquellos especímenes que sirven para definir una especie.

La historia del Naturalis se retrotrae hasta 1820, cuando lo creó el rey Guillermo I a partir de las numerosas piezas que formaban parte de los Gabinetes de Curiosidades que se asociaron tanto a los siglos XVII y XVIII. La intención de divertir del Museo se detectas enseguida. O si no, no se comprende la presencia de una familia de rinocerontes en el pasillo de acceso desde la antigua Casa de la Peste hasta la moderna Torre donde se exponen las maravillas del Naturalis.

P1180908 Como en todo museo que se precie, las colecciones están distribuidas de forma racional. Con nuestro gusto por la paleontología no extraña que nuestra elección inicial fue la Primeval Parade, el Desfile primitivo en el que se cuenta con fósiles asombrosos de dinosaurios, amonites, mamuts o pterodáctilos. Pero también con uno de los fósiles humanos más sobresalientes y conocidos de la historia de la paleoantropología: el llamado Hombre de Java. Dejemos que la wikipedia lo explique:

P1180915Entre 1891 y 1892 el médico anatomista holandés Eugène Dubois creyó encontrar el «eslabón perdido» hipotetizado por Charles Darwin al descubrir algunos dientes sueltos, una calota craneal y un fémur —muy similar al del hombre moderno— en las excavaciones paleontológicas que realizaba en el río Solo cerca de Trinil, en el interior de la isla de Java (Indonesia). Dubois publicó estos hallazgos con el nombre de Pithecanthropus erectus (hombre-mono erguido) en 1894, pero más conocido popularmente como "El Hombre de Java". En la década de 1930 el paleontólogo alemán von Koenigswald obtuvo nuevos fósiles, tanto de Trinil como de nuevas localidades como Sangiran. No será hasta 1940 cuando se atribuirán todos estos restos al género Homo (Homo erectus). Es decir, la posesión más valiosa del Naturalis es la calota craneal, el diente y el fémur del holotipo de Homo erectus, uno de los fósiles humanos más importantes del mundo, de hace un millón de años.

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Y justo al lado del Hombre de Java, la reconstrucción de un mamut a partir de los restos de seis ejemplares procedentes de los Países Bajos, un verdadero botín para los paleontólogos (si bien los colmillos vienen de un mamut siberiano).

Mamuts que recorrieron unos países bajos fríos y áridos, con estepas y praderas de las que alimentarse hasta que hace unos 6000 años se extinguieron. Mucho, muchísimo antes ya se habían extinguido los dinosaurios y otros antiguos reptiles que también dejaron su huella en el Naturalis de Leiden. Hay tres, en particular, que nos dejaron encantados.

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Arriba, a la izquierda, un absolutamente espectacular esqueleto de Coloborhynchus spielbergi virtualmente completo, un pterodáctilo de más de seis metros de envergadura que fue ofrecido en 1992 al Naturalis enterrado en un bloque de roca que felizmente aceptó cuando se lo ofrecieron. Y a la derecha, uno de los fósiles más famosos del Museo, el del Camarasaurus, de dieciocho metros de largo y más de 165 millones de años de antigüedad.P1180948El mismo museo admite cierta controversia al haber realizado el montaje del inmenso herbívoro de pie, como si estuviera comiendo hojas de árboles, algo que no está del todo aceptado de forma unánime.

Y el tercer gran fósil es este inmenso esqueleto de Mosasaurio, que sorprende por su realista reconstrucción. Y si viajamos mucho más atrás en el tiempo, nos encontraremos con fósiles de invertebrados y vertebrados primitivos realmente sorprendentes. Por ejemplo, estos ejemplos de Escorpión de Mar Eurypterus podolicus de hace 400 millones de años, este fenomenal Trilobites de ojos pedunculados de hace 250 millones de años hallado cerca de San Petersburgo (ojos terriblemente complejos), este enorme Ammonite de grandes proporciones, o el también sorprendentemente grande tronco de Equiseto de hace 260 millones de años.

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Pero no todo son fósiles en el Naturalis de Leiden, pisos más arriba está el llamado Teatro de la Naturaleza en el que los tradicionales animales naturalizados tratan de dar una idea de cómo son en la realidad del medio. La exposición es bastante ambiciosa, en particular lo que se refiere a aves y mamíferos.

P1180963Es curioso comprobar cómo, entre las aves que más destacan en la colección y que a su vez tratan de darle importancia en la guía del Museo está nuestro humilde Buitre Leonado. Nosotros disfrutamos buscando entre los ejemplares expuestos los alcatraces a los que vimos pescar en alta mar en el Cantábrico, a las Anhingas a las que vimos solearse en los ríos costarricenses… pero también a kiwis, cárabos lapones, casuarios, picotijeras, aves del paraíso, en fin está bien buscado el nombre de Teatro de la Naturaleza.

Entre las piezas que destaca el propio museo y que nos llamaron la atención está la gran esponja “Copa de Neptuno” traída por marineros holandeses desde Indonesia, el Cangrejo gigante japonés que vive a más de 300 metros de profundidad y que tiene patas de más de tres metros de largo, la araña gigante comedora de pájaros (la tarántula más grande que existe) o la hoja de Victoria amazonica cedida por el Botánico de Leiden, una hoja gargantuesca. Todos ellos unidos por un árbol de la vida que nace en la planta baja (donde el Desfile Primitivo) y crece hasta los pisos superiores, donde se encuentra el Teatro de la Naturaleza.

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Y además, tuvimos mucha suerte. La chica de la entrada, atenta y encantadora, nos hizo saber que se exponía temporalmente el cráneo del Hombre de Dmanisi. Se trata de una pieza que ha generado gran expectación, pues es mucho más antigua que cualquier otro fósil hallado fuera de África en la época en la que este Homo debió vivir. ¿Cómo unir en una misma teoría este cráneo de hace 1,8 millones de años con la habitualmente aceptada migración de hace 1 millón?

P1180976 Cedido temporalmente por el Museo Nacional de Georgia (donde está Dmanisi), el cráneo concierta un buen número de explicaciones respecto de su existencia. Un artículo de Jacinto Antón en El País, de 2002, lo explicó perfectamente: “En Dmanisi (República de Georgia), donde ya aparecieron en 1999 dos cráneos de 1,7 millones de años, se ha hallado ahora un tercero que confirma que es preciso reconsiderar la evolución humana, según aseguran sus descubridores. Aunque el cráneo encontrado ahora está datado en una fecha similar, presenta características más arcaicas, propias de los más viejos especímenes del género Homo (el Homo habilis), es decir los primeros antepasados directos de los actuales seres humanos. Se consideran los primeros fósiles de este tipo encontrados fuera de África.

P1180982Fósiles de este tipo, de aspecto tan antiguo, no se habían encontrado nunca fuera de África, lo que reafirma, tras el hallazgo de los dos primeros cráneos, la hipótesis de un foco de evolución del género Homo fuera del continente.  Los homínidos habrían salido de África unos 700.000 años antes de lo que se creía. Homínidos muy primitivos, con cerebros mucho más pequeños de lo que se creía necesario para emigrar a través del corredor levantino hacia Asia; seguramente, proponen los paleontólogos que trabajan en Dmanisi, eran los primeros homínidos conocidos, los H. habilis. A través de Palestina habrían llegado al Cáucaso y originado la población de Dmanisi. Es posible entonces que los antepasados del hombre, de 1,4 millones de años, hallados en Extremo Oriente (Java) procedieran de ese segundo foco de evolución euroasiático y no directamente de África.”

El artículo completo en: www.elpais.com/articulo/sociedad/GEORGIA/Hallado/Georgia/craneo/humano/arcaico/descubierto/fuera/Africa/elpepisoc/20020705elpepisoc_11/Tes/

La verdad es que salimos encantados del Naturalis de Leiden, con la percepción de haber visitado un museo didáctico, entretenido, encantador. Lástima que no me hiciera con el fósil de diente de Mamut que tenían a la venta, pero era demasiado dispendio y Leiden nos esperaba con los canales abiertos.