28 de abril de 2008

10 años del desastre de Aznalcóllar

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No es común asistir a la celebración de un desastre ecológico de tan gran envergadura. No lo es, desde luego, porque desde el Erika al Prestige, desde la radiación de Chernobyl al escape de gases tóxicos de Bhopal en La India, todas las grandes catástrofes ambientales de la historia han provocado perjuicios irreparables a medio ambiente y personas. El caso de la rotura de la Balsa de Bolidén en Aznalcóllar no es diferente.

Fue un desastre sin paliativos donde se pusieron en evidencia administraciones y empresas, donde primó el interés privado antes que el respeto al entorno, donde los puñales competenciales valieron más que la ayuda desinteresada entre AAPP. Y sin embargo, aquí estamos, diez años después de aquel accidente celebrándolo... con un poquito de razón. Pese a lo sombrío de la situación inicial (ecológica, económica y política), en este lapso de tiempo se han realizado trabajos de restauración que, por lo visto, parecen haber merecido la pena.

23042008(009)Y para trasladar al público general dicho esfuerzo es para lo que se ha instalado en el Pabellón del Futuro de la Isla de la Cartuja en Sevilla (si bien el edificio sigue manteniendo el nombre de Pabellón del Medio Ambiente) una exposición que recoge diversas experiencias al hilo de este aniversario.

De acuerdo con la nota de prensa, es la exposición sobre medio ambiente más grande en la historia de nuestro país. Debe ser cierto, pero yo creo que es un poco floja: demasiada información, apabullante, cargante. Buenas intenciones, muy completa, cuenta con acercamientos inusuales en este tipo de experiencias, hace especial hincapié en las dos cosas que yo considero importantes: qué se hizo y cómo se vivió. Pero falla (estrepitosamente) en fijar la atención en algo. Por todos lados hay paneles informativos, que te rodean y te asfixian contribuyendo al llamado "efecto salida", tan habitual en numerosos museos.

23042008(002)En cualquier caso, la información está cuidada y es sobresaliente. En el esfuerzo de acercar al público la situación, la exposición comienza (o termina, no queda claro) con una representación de la balsa destrozada y los lodos con metales pesados escapando libremente, y finaliza con una poesía que desea no volver a ver nunca más semejante atrocidad.

¿Pero qué es lo que realmente sucedió? Lo explican muy bien en la propia exposición:

" En el año 1998 se producía en las cercanías de Doñana uno de los accidentes medioambientales más graves ocurridos en Europa: la rotura de la balsa de residuos tóxicos de la mina de Aznalcóllar. El sábado 25 de abril a las 3:30 horas de la madrugada se recibe en el puesto de la Guardia Civil de Sanlúcar la Mayor una llamada telefónica de un vecino anónimo informando “haber oído un fuerte ruido en la zona del río Guadiamar”. Se había producido la rotura del muro de contención de la balsa de almacenamiento de residuos mineros de las minas de Aznalcóllar, que explotaba la empresa sueco-canadiense Boliden Apirsa S.L.

guadInmediatamente se activaron todas las alarmas y se puso en marcha un enorme dispositivo de limpieza y restauración sin precedentes, donde la ciencia y la tecnología jugaron un papel protagonista.

La catástrofe arrojó cifras mayúsculas: se vertieron 6 millones de metros cúbicos de lodos y aguas ácidas, la superficie contaminada fue de 4.634 hectáreas a lo largo de 63 kilómetros de cauce del Guadiamar, se utilizaron 500 camiones de limpieza que durante 208 días recorrieron casi 17 millones de kilómetros, se realizaron más de 15.000 análisis científicos y aparecieron 37,4 toneladas de peces muertos."

La restauración del río Guadiamar se convirtió en la prioridad una vez pasadas las primeras fases de la actuación post desastre. Lo que hoy se conoce como Corredor Verde del Guadiamar es el resultado de un esfuerzo de colaboración sin precedentes y que deja un buen sabor de boca en el desencantado visitante que se acerca por la exposición. En ella, uno se entera de los programas que se han llevado a cabo en estos años: PICOVER y SECOVER, programas de investigación cuyo alcance fue la organización, funcionamiento e interacción de los sistemas ecológicos y humanos sobre los que se quería actuar en la zona afectada. Pero es que además, la rotura de la balsa de residuos mineros de Aznalcóllar sirvió de acicate para dar salida a un plan integral basado en una visión global, una mínima intervención humana y un ambicioso plan de acción en todas las cuencas y cauces fluviales del entorno, para llevar agua en condiciones a Doñana.

De hecho, no sólo se ha restaurado el cauce y el río Guadiamar, también se ha preparado para el turismo, creando un Corredor Verde del Guadiamar, trasunto de corredor ecológico y camino habilitado para senderistas y turistas. Tal y como se recoge en la información, la cosa promete, existiendo varios centros de interpretación, puntos de información y parajes recuperados para la fauna, la flora y el visitante.

Durante los trabajos de restauración y estudio se ha llegado a conclusiones a veces sorprendentes. Una de las mayores, que el Cangrejo de Río Americano (Procrambus clarkii), una de las mayores plagas de nuestros ríos, es un perfecto indicador de su salud.

19 de abril de 2008

Los cultivadores de la flor de Loto de la Casa de Amón

clip_image002"Toda la gran galería central y las cámaras laterales estaban ocupadas por montones de momias y sarcófagos, abiertos y fragmentados; saqueados por los ladrones coptos y árabes que se llevaron los objetos valiosos, y por todas partes una gran cantidad de momias, algunas en estado lamentable, con las vendas, el pecho y las caras desgarradas, incluso algunas con la marca de las visitas de las hienas". Éstas son las palabras de uno de los arqueólogos que accedieron al interior de la tumba del príncipe Jaemuaset, uno de los hijos de Ramsés III, enterrado allá por el 1200 antes de nuestra era.

A Ramsés III se le considera el último de los grandes faraones de Egipto. Como es natural, tuvo una descendencia amplia, quizás no tan fértil como la de Ramsés II, pero sí tuvo unos cuantos príncipes que trataron de no desvirtuar su legado. Lamentablemente, no fue así, pero esa es otra historia. La Tumba de Jaemuaset (o Khaemuaset), que falleció mucho después que su progenitor y que fue enterrado en época de Ramsés IV en el Valle de las Reinas, es una tumba muy bonita. La descripción que se hace de ella es la siguiente:

La sepultura de Jaemuaset es una de las más bellas de la Dinastía 20 y reproduce una tumba real a tamaño reducido. Fue enterrado bajo el reinado de Ramsés IV, según reza una inscripción en su sarcófago, lo que indica que debió de sobrevivir a su padre. Tiene unos 30 metros de longitud y su enorme sarcófago monolítico de granito fue hallado in situ por la Misión Italiana. Su momia no se encontró en la tumba sino que estaba escondida en el escondrijo de Deir el Bahari. Una constante en todas las tumbas de este reinado es la presencia del faraón Ramsés III, su padre, acompañando a los príncipes. El siempre se encuentra representado en talla superior a la de sus hijos para indicar la jerarquía. Por su parte, el príncipe en pie ataviado con una coleta lateral, signo de la niñez, acompaña a su padre para que su progenitor le introduzca ante la asamblea de dioses, para que le facilite la estabilidad y la protección que necesita. Debemos hacer mención especial a la riqueza del vestuario, a las telas translúcidas, a los delicados plisados, así como a los detalles de la joyería de la época, algo que no ocurre en las tumbas anteriores a este reinado.

clip_image001Los vaivenes de la historia hicieron mella en las tumbas del Valle de los Reyes y en el de las Reinas. Ya en época faraónica, y sobre todo en momentos de crisis, muchas de las tumbas reales fueron violadas y robados sus tesoros. La de Jamuaset no se libró, claro. Los sacerdotes de Amón salvaron su momia, como las momias de tantos otros personajes importantes de las dinastías XVIII a la XX, escondiéndolas en varios hipogeos que no serían descubiertos hasta muchos años más tarde.

Mientras tanto, las tumbas reales fueron reutilizadas de forma recurrente en algunos casos. La de Jamuaset fue vuelta a usar cerca del 750 antes de nuestra Era. Los sacerdotes del cercano Templo de Karnak decidieron utilizar las tumbas para acoger a personajes de estirpe no real, entre los que se encontraron los jardineros del Templo, en concreto, los cultivadores de la flor de loto del Templo de Amón.

Y el tiempo pasó, y los cristianos coptos hicieron su aparición y aprovecharon la tumba. Y los árabes mucho tiempo después, también. Y, como se pudo demostrar, también los carroñeros de la fauna africana con capacidad para acceder a ubicaciones como las tumbas, las hienas.

15042008(004)No fue hasta 1903 en que el arqueólogo italiano Ernesto Schiaparelli redescubrió la tumba QV44. Schiaparelli, contemporáneo de Carter, fue también descubridor de la famosa Tumba de Nefertari en el Valle de las Reinas (se dice que equivalente en belleza a la Tumba de Seti I en el Valle de los Reyes, ambas de acceso restringido). La sensación de Schiaparelli y su equipo debió ser de un asombro difícil de describir. Allí, delante de ellos, entre las silenciosas figuras pintadas en las paredes, delante de los retratos de Ramsés III, de Anubis y de los hijos del faraón se encontraba un maremagno de sarcófagos violentados, en azarosa disposición. Entre ellos, restos de momias, de vendas, de piezas de sarcófagos rotos y de sarcófagos interiores. También alguna figura de adoración, algún ushebti, algún vaso Canopo.

Muchos de ellos, reunidos ahora por vez primera en mucho, mucho tiempo, se exponen con una delicadeza y un cuidado excepcionales en la Exposición “Sarcófagos del Antiguo Egipto” en el Museu Egipci de Barcelona, propiedad y creación de la Fundación Clòs, creada por el hostelero y empresario catalán del mismo nombre.

clip_image002[7]El Museo es pequeño y, además del gusto con el que están distribuidas las piezas, cuenta con algunas realmente asombrosas y excepcionales. Su tienda tiene cosas más interesantes que el propio Museo Egipcio de El Cairo. Y ahora trae esta exposición, la mejor que han tenido según ellos, a la Ciudad Condal.

Estos Sarcófagos (salvo seis completos) se guardaban en los almacenes del Museo Egipcio de Turín, junto a otros miles de piezas que esperan a su puesta de largo para con el público, fenómeno al que no son ajenos grandes Museos como el mencionado de El Cairo. Tampoco hay que irse tan lejos, el mismo Museo del Prado sufre esta situación.

Los de Turín han dado su visto bueno y han cedido de forma temporal los sarcófagos de los jardineros de Karnak, de los cultivadores de la flor de loto, que nos miran desde hace miles de años desde la abrigada protección de sus sarcófagos. Éstos representaban un seguro para la otra vida, a la que los egipcios eran tan aficionados. Cuantas más protecciones, místicas y físicas, tuviera el sarcófago del fallecido, en mejor situación se encontraría éste en la otra vida.

Por eso los sarcófagos son tan sorprendentes. Están cubiertos de símbolos, jeroglíficos y figuras que, cual letanías, configuran la mejor protección para el difunto, además del tratamiento que el cuerpo debía haber soportado ya: momificación, impregnación de aceites, inclusión de amuletos varios, perfume de ungüentos olorosos y vendas para mantener su integridad.15042008(005)

Algunos de los difuntos, como Mentuirdis (aquí al lado), tuvieron derecho a una protección extra. Y es que cuantos más textos jeroglíficos y representaciones divinas pudieran disponerse en la superficie del sarcófago, mejor podía llevar a cabo su función protectora para el difunto. Esta capacidad podía incrementarse enormemente utilizando más de un sarcófago para la contención de la momia. De Menturirdis, simple jardinero de Amón, se exponen en la Exposición del Museu Egipci la caja del sarcófago exterior, el sarcófago intermedio y el sarcófago interior; un conjunto muy llamativo donde, de acuerdo con la información de la exposición, figuran la mayor parte de elementos iconográficos utilizados en esta época: rostro del difunto, peluca tripartita, barba postiza y el gran collar usej dominan la parte frontal de las tapas; sobre la cabeza y en la base suelen disponerse discos solares apareciendo y ocultándose en el horizonte; y en el interior, divinidades protectoras de gran tamaño, especialmente Ptah-Sokar-Osiris, Nut, Isis, Neftis o la diosa de Occidente.

15042008(008)La mirada limpia de Mentuirdis coincide con la del Jefe de los Cultivadores de la Flor de Loto de Amón, Nesjonsuenejys, y con la de tantos otros jardineros cuyos sarcófagos se exponen. De uno de ellos, Harua I (tío de Harua II, también jardinero del Templo) también se expone su momia, recuperada y restaurada para la ocasión por el equipo del Museu Egipci). No es un caso inhabitual. En las tumbas de Jaemuaset (hasta ahora no he comentado que también se han encontrado más sarcófagos en la tumba de su hermano Setherjepeshef, QV43) se han identificado hasta cinco generaciones de una saga familiar de jardineros Cultivadores de la flor de loto en el templo de Amón.

¿Porqué era tan importante la flor de loto? De las dos especies de Flor de Loto presentes en Egipto, al menos en aquella época, era la Flor de Loto Azul (Nymphaea caerulea), a diferencia de la Flor de Loto banca (Nymphaea alba), la que era considerada como representativa de la divinidad y cultivada en los Templos de millones de años y en los de adoración a los Dioses (en particular, a Amón). La información de la exposición lo resume fantásticamente.

Se ha documentado ampliamente la existencia de jardines vinculados al templo de Amón en Karnak. Tenían como finalidad el cultivo de plantas dedicadas al culto del dios entre las que el loto jugó un destacado papel. La flor del loto azul se cierra y se sumerge bajo el agua por la noche, para abrirse de nuevo y aflorar a la superficie cuando amanece; por esta razón los egipcios la asociaron al sol, que también muere y nace cada día, y más concretamente al concepto de renovación de la vida. Una carga simbólica tan significativa justifica que en numerosos objetos o representaciones aparezca el motivo del loto, muchas veces pintado o asociado al color azul, el mismo color de dos elementos que también evocan los conceptos de vida y renacimiento: el cielo y las aguas primordiales. Uno, morada de eternidad de los seres divinos; las otras, escenario de la primera manifestación divina. Dioses y seres humanos aspiraron el oloroso y relajante perfume de la flor de loto, esperando potenciar su capacidad de renovación y, por tanto, de supervivencia.

15042008(007)Como colofón a la exposición, pequeña pero muy llamativa pues reúne la colección de sarcófagos, fotografías antiguas de la excavación (y una cámara de la época), documentación de Schiaparelli, una reconstrucción del hallazgo y una selección de piezas en las que se subraya la importancia que la flor de loto azul tuvo para los antiguos egipcios. Cerámicas azules que representan figuras (impresionante hipopótamo) o útiles decorados (plato azul con dibujo de pez) comparten espacio con pinturas y relieves de tumbas y templos en los que dioses y difuntos mantienen una íntima relación con el loto azul (en la decoración pictórica mural de la foto, las posibles bailarinas se sitúan frente a una flor de loto).

Pero además, la exposición incluye algunos de los restos hallados en la tumba (más bien poquitos) entre los que destaca, por su capacidad evocadora, el ramillete de flores que algún sacerdote debió dejar sobre el sarcófago de un cultivador de flor de loto para hacer más sencillo su tránsito al otro mundo.

11 de abril de 2008

El Castro vettón de la Mesa de Miranda

P1090337 Esparcidas por encima de un túmulo ubicado entre las piedras de la muralla del tercer recinto: allí acabaron por decisión propia en los años 30 las cenizas de Antonio Molinero, uno de los descubridores del Castro de la Mesa de Miranda, en Ávila. Molinero sentía tal amor por el castro vettón que quiso permanecer para siempre entre sus piedras, al estilo de Auguste Mariette, el destacado egiptólogo del XIX que yace momificado a la entrada del Museo Egipcio de El Cairo… but I digress… 

El Castro de la Mesa de Miranda es un lugar espectacular. Y no sólo por la espléndida reconstrucción que de algunas de sus partes han llevado a cabo los expertos de la Junta de Castilla y León sino, sobre todo, por su paisaje. Aún siendo un abril procedente de un invierno poco lluvioso, el verdor de los pastos contrasta con el verde ceniza de las copas de las encinas que, adehesadas, crean el mejor escenario donde se pueden lucir las ruinas de la población vettona.

P1090335Eran los vettones gente de cuidado. Celtas aguerridos pendientes de la  ganadería y belicosos vecinos de otras tribus cercanas. Y sin embargo, el castro de la Mesa de Miranda es la historia de un fracaso. Es la historia de la derrota ante una civilización seguro que más poderosa, pero sobre todo más avanzada, la sociedad romana de la época.

Estamos hablando de un poblado vettón que duró muchos siglos, del VI antes de nuestra era al primero en positivo. Mientras tanto, el poblado se fue ampliando, creciendo en murallas y en recintos. La factura de estas infraestructuras mejoró ostensiblemente con el tiempo….pero no sólo por la mejor técnica asociada al avance de los tiempos. No sólo por eso. También los enemigos influyeron.

P1090352 Las primeras murallas están realizadas con piedras de modesto tamaño y organización más dispersa. La defensa ante vecinos por un quítame allá ese verraco no necesitaba más. Las murallas del tercer y último recinto son de rocas, de piedras de un porte excepcional, para hacer frente a un enemigo también excepcional: Roma.

Entre esas piedras se esconde el túmulo donde Molinero quiso que esparcieran sus cenizas. La muralla había llegado a ocupar parte de la necrópolis exterior, que, como en la mayor parte de culturas antiguas florecía en los accesos al Oppidum. Se denomina la Necrópolis de la Osera porque desde la Edad Media los agricultores encontraban al arar un buen número de huesos que dieron nombre al lugar.

P1090365En él destacan algunos menhires enhiestos todavía y algunos túmulos al estilo de los panteones de alcurnia actuales. La sociedad estaba claramente jerarquizada y no todo el mundo se enterraba igual. Eso queda patente en la necrópolis, callada presencia de antiguos guerreros rota por el ulular de las abubillas.

Algunas espadas de antenas típicas de esta cultura indígena se han hallado en sus más de 2300 tumbas abiertas, ubicadas hacia el Sur, particularmente en las de los aristócratas guerreros de lo más alto de la pirámide social. Los muertos eran incinerados tras un rito que han conservado, seguramente exagerado, las obras de los autores romanos de la época. Después de verter miel y vino, el cuerpo del vettón fallecido era incinerado en una pira cercana al poblado y recogidos sus restos por los más allegados, que los enterraban en una urna o incluso en un hoyo en el suelo (la clase lo decidía).

P1090305Y cerca de la necrópolis, la inmensa superficie de 29 ha. del castro. A diferencia del cercano Castro de Ulaca, éste no pareció ser abandonado a toda prisa. Aquí todavía se diferencian muchas de las estructuras del poblado que los vettones hubieron de abandonar instigados por el conquistador romano, que les impuso la vida en la meseta, donde llevar a cabo un trabajo agrario más controlable que la vida en un castro, siempre situado en la altura de los cerros, entre ríos y pendientes, de difícil acceso y costosos asedios.

Aún así, los vettones no se lo pusieron fácil. Aliados de los lusitanos, los vettones (que se repartían por Ávila, Salamanca, Toledo, Cáceres, Badajoz…) tomaron partido contra el invasor romano en muchas de las guerras celtibéricas que sacudieron la península durante los siglos II y I antes de nuestra era. Al final de las guerras civiles, el Castro de Miranda fue abandonado (seguramente sobre el 133 a.C.).

Atrás quedaron años de lucha y de defensa de la plaza. El castro contaba con unas defensas naturales de primer orden, en lo alto del cerro varios de los accesos estaban imposibilitados por accesos de enorme pendiente. El resto estaba amurallado y protegido por un amplio foso.

P1090332Muy característico de estas tribus es el campo de piedras hincadas, bien conservado en la Mesa de Miranda. Si pasear por ellas es difícil, cuán complicado no sería si se realizase a caballo desbocado. Barrera efectiva, desde luego, las piedras plantadas dejando poca iniciativa al azar e impidiendo el paso a los invasores.

El primer recinto (de tres) es el más antiguo y el más grande. Dentro se ubicaba el poblado propiamente dicho. Y mientras que las murallas y las infraestructuras se conservan bien no pasa lo mismo con los restos de las casas, cubiertos por el encinar (con algún piorno y algún majuelo despistados entre ellos). Sorprende la presencia de una gran casa en plena labor de excavación. Su privilegiada situación y su gran superficie nos habla del elevado nivel social de sus habitantes. El hogar aún parece calentar el resto del edificio.

P1090348Se ven algunos restos de molinos de mano por entre las encinas carpetanas. Sin embargo, las encinas desaparecen en la zona de la muralla. Dos enormes puertas flanqueadas por torres circulares y posiblemente con empalizadas protegían el acceso principal al castro. Otra puerta de muralla fue cegada de antiguo, eliminando un posible acceso vulnerable.

Las murallas eran de doble composición, de doble paramento, pues si una parte caía, otra permanecería ejerciendo su labor. Quizá por ello se han conservado (aún restauradas) con ese aspecto tan imponente.

El segundo recinto tendría un papel más relacionado con la producción o el almacenamiento de productos o animales. Estaba completamente rodeado de una muralla que se conserva bien, destacando una torre circular donde se sitúa ahora un mirador desde el que se ve lo que el poblado ocupaba y los menhires a modo de mojón identificativo de cada familia inhumada en la necrópolis de la Osera.

P1090375Pudieron ser mojones también los famosos verracos característicos de la cultura vettona. No sólo los famosos “Toros de Guisando”, muchos verracos han sido hallados allá por donde los vettones se situaron, incluso en las propias murallas de Ávila. Su significado continúa siendo un misterio, que se dice. Es verdad que pudieron tener algún significado mágico o como espíritu protector de la tribu.

También pudieron ser un símbolo del pueblo vetton o un mero localizador de tierras de cada propietario. El caso es que se han encontrado cientos de verracos de piedra, algunos excelentemente conservados, como el que se expone en una placita del pueblo abulense más cercano al castro, Chamartín, donde se ubica un Centro de Interpretación ciertamente valorable.

Está muy enfocado a un público no especializado, pero no por ello deja de ser serio y permite aprender posiblemente mucho más que con otros más especializados. La reproducciones en maqueta del Castro de la Mesa de Miranda así como la presencia de imitaciones de piezas para tocar e imaginar posibles usos son algunas de las cosas que más sorprenden del Centro.

P1090354Allí mismo nos encontramos con nuestro guía, Jacinto, que nos acompañó en la visita al Castro. Amable y cordial, amplió nuestro conocimiento sobre la cultura romana, nos contó anécdotas acerca del castro y su hallazgo, bromeamos acerca de la jerarquía de los túmulos de la necrópolis y nos enseñó algunas cosas no incluidas en la ruta habitual, como una presunta pintura rupestre escondida bajo una piedra de gran porte que quiere recordar a un caballo y su jinete.

El entorno en el que está ubicado el Castro hace que pasear por él resulte grato, convirtiendo la visita en inolvidable. Algo así  debieron pensar también los vettones que vivieron allá hace 2.500 años.

5 de abril de 2008

Tegenaria domestica, araña del año

Tegenaria domesticaHace diez años, la Sociedad Europea de Aracnología decidió designar una araña europea del año con el fin de "promover el conocimiento y la conservación de las arañas". En nuestro país, la Sociedad para el Estudio y la Conservación de las Arañas (SECA) es quien traslada esta iniciativa al ámbito español.

Desde el año 2000 la Sociedad Europea lleva seleccionando especies de arañas de características muy diferentes como medio para trasladar ese interés a los ciudadanos europeos. Entre las especies que se han seleccionado hasta ahora destacan, por ejemplo, Argiope bruennichi (la espectacular Araña Tigre), Pholcus phalangioides (la araña de patas largas compañera de los opiliones de nuestras casas) o Misumena vatia (una araña cangrejo de la Familia Thomsidae que cambia de color según la flor donde se disponga).

El caso es que éste año, la Sociedad Europea ha decidido dejarlo un poco más abierto y ha indicado a las Sociedades nacionales que elijan como araña del año a la especie que ellos consideren más interesante de entre las del Género Tegenaria, perteneciente a la Familia Agelenidae. Las Tegenarias son arañas cosmopolitas y antropófilas, muy ligadas a la presencia del ser humano y habituales compañeras de viaje del mismo.

Y esto no es solo una metáfora. De hecho, la especie seleccionada por la Sociedad de nuestro país, Tegenaria domestica, es una araña bastante abundante y que ha sido transportada por el hombre por todo el mundo.

La razón de seleccionar a Tegenaria domestica nos la contó el pasado 1 de abril Miguel Ángel Ferrández, presidente de la SECA, en una conferencia sobre esta iniciativa europea en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Independientemente del éxito de la convocatoria o de los curiosos asistentes a la misma, durante la charla, Ferrández trasladó el interés por las arañas al público y contó alguna cosa curiosa de las Tegenarias ibéricas, todo parte de esta iniciativa de fomento del conocimiento y la conservación de las arañas.

tegenaria atricaLa diversidad de los quelicerados (de las arañas, para ser más exactos) es enorme y sólo está detrás de la amplísima diversidad de los insectos o de los ácaros. Pero además de las diversidad hay otra variable (a decir verdad, muchas otras, pero bueno) que marca las políticas de conservación en los países de nuestro entorno y es el nº de endemismos que cada uno tiene (lo cual luego se traslada a las Comunidades Autónomas en una vertiginosa confluencia de intereses políticos y conservacionistas).  Del género Tegeneraria hay varios endemismos en la península ibérica, hasta 10.

Pero hay otras muchas distribuidas a lo largo y ancho del mundo, como es el caso de Tegenaria domestica (en el dibujo de la entrada) o de su pariente mucho más abundante Tegenaria atrica (en el segundo dibujo).Las arañas del género Tegenaria son cosmopolitas en todo el sentido de la palabra, aparecen en ubicaciones de un rango de temperaturas amplísimo, viviendo desde el ártico a los desiertos africanos, pero siempre asociadas a la vivienda humana.

Son arañas de patas largas, peludas y con un dibujo en el opistosoma muy característico de cada especie (el opistosoma sería el equivalente al abdomen de un insecto, uno de los dos tagmas de los quelicerados junto con el prosoma, que es donde se situarían los ojos de las arañas -que no tienen cabeza diferenciada-).

A Tegenaria domestica la describió un discípulo de Linneo, Clerk, en 1757 (el Museo de Ciencias guarda en su Biblioteca la edición original del autor con unas ilustraciones espectaculares) y fue una de las primeras arañas en ser descritas. La identificación de las arañas, por cierto, se realiza basándose en sus genitales, con diferencias suficientes como para establecer holotipos (la especie tipo que la define). En nuestro país se encuentran varios holotipos y el Museo guarda algunos de ellos. Por ejemplo, de Tegenaria bucculenta, típica de los robledales y descrita a partir de un ejemplar hallado en El Escorial.

tegenaria parietinaOtra de las arañas del Género más frecuentes en nuestro país es Tegenaria parietina, de ámbito doméstico pero de fácil identificación por su gran tamaño y largas patas. Y es curioso porque los estudios realizados establecen con relativa facilidad los medios por donde se mueve cada una de las especies.

La estación del año también influye, cómo no, en la distribución de las arañas salvo en el caso de las de ámbito doméstico en el que el factor temperatura deja de ser una variable crucial.

La tela de las Tegenarias es otra de sus características más particulares. De acuerdo con la Wikipedia, "Las arañas domésticas del género Tegenaria construyen telas en forma de sábana, que en los edificios se sitúan normalmente en las esquinas de los cuartos. Este es el lugar más fácil para la sujección de la tela, así como para ubicar su típico refugio en forma de embudo. El refugio se construye en un lugar protegido (un agujero o grieta), mientras que el resto de la tela puede extenderse bastante en la habitación. Inmóviles en su refugio es donde estas arañas, de hábitos nocturnos, pasan la mayor parte del tiempo.".

Y es que las Tegenarias son arañas sedentarias, que viven en las guaridas al final de sus telas en forma de mantel en lugares umbríos y oquedades (no pocas especies son de hábitos cavernícolas).

TEGENARIA-DOMESTICATaxonómicamente, tienen ocho ojos dispuestos en dos líneas rectas y seis hileras desiguales de las que fluye su hilo.

Ninguna Tegenaria aparece en el Libro Rojo de especies amenazadas, pero esto también puede ser debido a la carencia de información y el reducido número de aracnólogos de nuestro país. Como Miguel Ferrández, presidente de la SECA y que accedió al final de su conferencia a aclararme porqué había elegido a Tegenaria domestica como araña del año en lugar de T. atrica (mucho más abundante y conocida) o T. inermis (cavernícola).

¿La razón? Buscaba la sorpresa. Alguien no iniciado entendería que T. domestica sería muy frecuente (por su cognomen; no lo es: T. atrica lo es mucho más) y quería llamar la atención sobre este punto.