30 de enero de 2012

11 cosas que hacer en Bath (I)

 

P1000408

Pasear por Bath facilita sumergirse en el siglo XIX de Jane Austen y en la Britania romana del siglo I dC, compartir momentos fundamentales de la ciencia y de la literatura y, sobre todo, recorrer una ciudad con vistas maravillosas, de edificios construidos en caliza color miel y cargada de historia.

P1000647P10008341. Subir y bajar con los ángeles de la Abadía

Uno de las imágenes icónicas de Bath es la de los ángeles de la Abadía (que no catedral) ascendiendo y bajando por unas escalas de la fachada occidental del edificio (se trataría de la bíblica escalera de Jacob).

La Abadía se encuentra en una plaza excepcional, Abbey Church Yard, en la que confluyen la Abadía, las Termas y el Pump Room. Se trata de una plaza muy animada, con mucha gente paseando y con los típicos mimos y artistas callejeros haciendo reír, numerosas tiendas y sitios donde comer y lugar donde sentarse a ver pasar la vida.P1000824

Esta foto está tomada, precisamente, desde la misma fachada de la Abadía en la que ángeles suben y bajan del cielo a la tierra. P1000740Se trata de la reproducción de un sueño, de la visión del Obispo Oliver King quien en 1499 soñó con esos ángeles y con un olivo (que también está representado) y lo interpretó como una misión en la que él estaba predestinado a poner en pie las ruinas de la antigua catedral normanda que aquí se ubicaba (que dicen que era tan grande, que la actual abadía cabría dentro de su nave).

P1000745Tiempo después, los desvaríos y designios de Enrique VIII acabarían rápidamente con esta intención, pero tiempo después se completó y restauró y gracias a ello podemos disfrutar de un monumento excepcional (www.bathabbey.org/).

La Abadía actual tiene influencias del medievo (sería la última gran catedral inglesa en construirse) pero también un poco de cada uno de los siglos durante los que se ha construido o restaurado, el gótico, sobre todo y desde el isabelino del XVI al victoriano del XIX.

P1000743Su interior es amplio, luminoso, muy similar al de otros templos ingleses. Destacan varias cosas de su interior. Por ejemplo, las lápidas, que cubren paredes y suelo, haciendo volar tu imaginación con respecto a quienes están allí enterrados. Capitanes de navío, almirantes, maestros de ceremonias, obispos y un largo etcétera de jóvenes y ancianos que dejaron su nombre como única pista en este mundo (al menos Isaac Pitman, también enterrado aquí formuló un método de taquigrafía).

También se exponen grandes sepulcros. El más conocido es el de James Montagu, el obispo de Bath y Wells entre 1608 y 1616. Cuenta la leyenda que, caminando por la abadía con el nieto de Isabel I, Sir John Harrington, les debió caer bastante agua procedente de goteras del techo. Sir John comentó: “Si esta iglesia no es capaz de resguardarnos de las aguas de ahí arriba cómo va a poder ayudar a otros ante los fuegos de allá abajo”. Montagu reconstruyó el tejado. La efigie que acompaña el sepulcro tiene mucho interés, pues James Montagu está investido como prelado de la Orden de la Jarretera, la más antigua y prestigiosa orden de caballería del Reino Unido.

P1000751 P1000759

Otro sepulcro bastante llamativo es el de Lady Jane, esposa de Sir William Waller, uno de los participantes de la batalla de Lansdowne, en plena guerra civil inglesa, en 1643. Planificó este sepulcro para él mismo y su esposa, pero sólo ella reposa aquí. Por otro lado, es excepcional la bóveda palmeada de la Abadía, obra de los hermanos Robert y William Vertue.P1000827

P1000760

Otro de los platos fuertes de la visita a la Abadía de Bath son sus vidrieras, en particular la llamada vidriera del Rey Edgar, primer rey de toda Inglaterra y quien eligió este templo (cuando era una abadía sajona) para ser coronado en el Pentecostés del año 973.

P1000766Pero sin lugar a dudas una de las actividades que más merecen la pena en esta visita es la subida a la torre. 212 escalones hasta la parte superior de la torre, la misma que se divisa desde los baños romanos, y que proporciona unas vistas de la ciudad magníficas. El tour, para el que conviene reservar con tiempo pues esta limitado a 8 personas, es en inglés pero se entiende bastante bien.

P1000788En el ascenso a la torre paramos en la cámara de las campanas y en la de los campaneros y nuestra guía nos enseña cómo se tocan las campanas mientras admiramos algunas cosas un pelín surrealistas, como el periódico The Ringing World (www.ringingworld.co.uk/) disponible para los visitantes, el aparataje de diferentes épocas para hacer tañer las campanas o fotografías de los propios trabajadores (por ejemplo, éstos, que estuvieron tirando de las cuerdas en la boda de la reina Isabel en mayo de 1957).

P1000769 P1000772 También puedes sentarte en la parte trasera del reloj de la fachada norte de la Abadía así como observar, por encima de la bóveda palmeada de los hermanos Vertue a los visitantes del templo a través de pequeños agujeros practicados en la techumbre.P1000778 P1000783 

Por supuesto, lo mejor está arriba del todo, con espectaculares vistas de la ciudad de Bath desde todos los ángulos posibles, pudiendo disfrutar de los edificios y calles conocidos: al fin y al cabo, Bath es pequeño y fácil de recorrer por lo que aún más sencillo es identificar lo que se ve desde lo alto de la Abadía. Por si acaso, en cada parte hay una imagen con la información necesaria para hacerlo.

P1000796 P1000798   

2. Casas de caliza color miel: Queen Square, Circus y Royal Crescent

Hay un par de nombres decisivos en la historia de Bath. Y aunque parezca mentira no son demasiado conocidos. Se trata, por un lado, del arquitecto y carpintero John Wood y por otro del empresario Ralph Allen. Ambos coincidieron en Bath en la misma época, allá por 1727 y cambiaron radicalmente la imagen de la ciudad.

P1000421Allen compró la cantera de Combe Down, de donde procedía la piedra con la que se construían las casas de Bath, una piedra caliza parda, de color claro y agradable a la vista. Era una época en la que toda la ciudad vivía bajo el signo de la reconstrucción desde que a principios de siglo la reina Ana la visitara para tomar unos baños. Ello alentó un nuevo turismo y un fortalecimiento de la ciudad como no se había visto desde hacía siglos. Por eso se estaban construyendo casas nuevas en Bath y restaurando importantes edificios, entre los que se encontraban las termas romanas.

 P1000428 P1000429 P1000430

Y la piedra venía de las Canteras de Ralph Allen, quien se unió a John Wood para que la reconstrucción de Bath se hiciera por todo lo alto y conforme a los más clásicos estándares. Wood era aficionado a la antigua Roma y quería trasladar a Bath la ciudad imaginada por el italiano Andrea Palladio.

Empezaron por Queen Square, una amplia y ajardinada plaza en la que Wood construyó casas con fachadas palaciegas (se llama así por la reina Carolina, esposa de Jorge II). En el nº 41 de Gay Street vivió el hijo de Wood, John Wood el joven, quien siguió los pasos de su padre. Pero antes de irse dejó en Bath una obra maestra de la arquitectura: el Circus.

P1000414 P1000418

Se trata de una plaza circular de 33 casas que homenajea tanto al Coliseo romano como a los círculos de piedra prehistóricos a los que era aficionado Wood. Cada una de las casas tiene tres pisos que se convierten en tres gradas con una curiosa distribución de parejas de columnas: dóricas en la planta baja, jónicas en la segunda y corintias en la tercera planta. Es una glorieta perfecta y llamativa, con unos enormes y frondosos árboles en el centro de la plaza; ésta fue por cierto por John Wood hijo pues su padre falleció en 1754 al comienzo de las obras.

P1000427

P1000426Y no sólo terminó el Circus, sino que dio vida a otro proyecto palladiano: el Royal Crescent. Se trata de una hilera de 30 casas unidas entre sí por gigantescas columnas de estilo dórico y que se muestran en una configuración abierta mirando a un amplio parque y al valle que conforma el río Avon.

Una zanja con murete (le llaman ha-ha) separa el ajardinado parque de las casas de visitantes inesperados. El nº 1 de estas casas se conserva tal y como era en época georgiana y se puede visitar.

P10006453. Casa y museo de Sally Lunn

En una callejuela muy cercana a la Abadía y las Termas (North Parade) se ubica el que dicen es uno de los restaurantes más antiguos de Bath y la casa más antigua de la ciudad. Se trata del Sally Lunn’s House (www.sallylunns.co.uk) y la visita merece la pena por varias razones.

P1000624En primer lugar por la comida. Es muy típico comer aquí el bollo o bizcocho de la mencionada Sally Lunn. Se trata un pan tierno y dulce, con mucho volumen, que como es de esperar es bastante sabroso. Se cuenta que lo introdujo en Bath Sally Lunn (ese es su nombre en inglés, el original debió ser Soli –de Solange- Luyon), una refugiada francesa, una niña hugonote que llegó aquí en 1680 y que encontró trabajo como panadera presentando en Bath algunos de los panes y brioches a los que debía estar acostumbrada en Francia. Y así hasta ahora, pues se trata de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, donde se puedo uno alojar y comer estupendamente.

P1000640 P1000641

Y en segundo lugar está su pequeño museo, en la planta sótano del Sally Lunn’s está su Cocina Museo. En ella se pueden ver restos hallados de las diferentes épocas de Bath: la romana, la sajona, la medieval y la Tudor. La estrella del museo es la antigua cocina, con su horno, su chimenea y sus utensilios, que estuvieron en uso hasta al menos 1905. El Sally Lunn ha sido villa romana, parte de un monasterio medieval benedictino (cocina del refectorio de los monjes) y el hogar de una chiquilla francesa refugiada gracias a la cual sigue siendo conocido. 

Continúa con Jane Austen, William Herschel…

18 de enero de 2012

Las Termas romanas de Bath

P1000575La rebelión de la reina Boadicea en el año 60 de nuestra era debió dejar tocada a la Britania romana. Destrucción y ruina que se tradujo en obras para reconstruir lo antiguo y crear cosas nuevas. Y, ¿por qué no, debieron pensar los mandamases romanos, aprovechamos el santuario nativo de Sulis y lo convertimos en un centro termal, de baños y tratamientos curativos, y así no sólo limamos asperezas sino que creamos un emporio que, con un poco de suerte, durará siglos?

Bueno, esta última parte es mía, pero es que las palabras se quedan en los labios al ver las magníficas termas romanas de Bath, uno de los yacimientos/museos/ambientes más conseguidos y fabulosos que he tenido la oportunidad de visitar.

Como comentaba, antes de ser el futuro Aquae Sulis romano o el Bath sajón e inglés, en este lugar ya se realizaba un culto a la diosa Sulis. La leyenda medieval le asignaba la responsabilidad al Príncipe Bladud quien en el siglo nueve antes de nuestra era contrajo la lepra y, viendo como los cerdos salían limpios de sus baños en las fuentes termales de la zona, allá que se metió, con éxito para él y para la misma zona, pues creó la primera ciudad en Bath.

Más allá de toda esta historia, la verdad es que las tribus de los Dobunni y de los Durotriges ya vivían por aquí en el siglo I aC y ellos creían que el arroyo termal que había aquí tenía propiedades curativas y como tal decidieron dedicarlo a la Diosa Sulis.

P1000518Pero como los romanos tenían un más que interesado respeto por los dioses locales, durante la conquista el arroyo termal dedicado a Sulis se mantuvo e incluso se profesionalizó. La influencia de las legiones fue también decisiva a este respecto, sobre todo de aquellos soldados que se jubilaron en la zona o quienes terminaron trabajando en ella.

P1000513Muchos de ellos se acercaban al arroyo sagrado y lanzaban objetos a su interior, tal y como venían haciendo los antiguos dobunni y los durotriges antes (se han hallado monedas de esa época) P1000515y como muchos años después hacemos nosotros mismos en casi cualquier fuente donde nos digan que hay suerte de por medio.

Entre las piezas más interesantes halladas como parte de ese botín lanzado al río se encuentran puntas de flecha, estribos de caballo, un diploma garante de ciudadanía romana para un soldado de una tropa auxiliar (eso sí que era un auténtico tesoro) o, mi favorita, una patera de bronce decorada con el mismísimo Muro de Adriano.

El número de lápidas de antiguos soldados halladas en Bath es importante y muchas de ellas, muy curiosas. Impresiona la lápida de L. Vitelius Tancinus un auxiliar de la caballería procedente de Hispania, quien fue enterrado en un cementerio de legionarios antes de que Bath fuera Bath.

O la de Julius Vitalis, armero de la Legión XX, quien falleció aquí. Algunas de estas lápidas (además de la patera, el diploma, etc mencionados antes) se pueden ver en el excepcional museo que acompaña la visita a las termas en Bath. P1000588Se trata de una exposición fantástica, pues reúne piezas con recreaciones digitales de las antiguas termas, pero también con la presencia activa de algunos de los protagonistas romanos que dejaron su huella en la ciudad, bien en presencia cinematográfica o incluso en presencia física.P1000517P1000524

El museo tiene establecido un programa llamado “Meet the romans” gracias al cual siempre hay rondando alguien por el museo caracterizado como un romano.

La foto con la dama romana del primer siglo de nuestra era, con su alto tocado de pelo, no tiene precio. Esta dama romana está basada en la figura de piedra que probablemente decoró una tumba romana de una dama (saludable, se empeñan en mencionar en todos lados) de la época, pero que vuelve a la vida en pleno siglo XXI para sonreírnos mientras mira los baños.

Pero me estoy adelantando. La dama romana, la patera del soldado o las lápidas se encuentran en las Termas Romanas de Bath (http://www.romanbaths.co.uk/) una de las mayores atracciones de la ciudad. Se encuentran en el centro histórico de Bath, pared con pared con uno de sus restaurantes más conocidos (el Pump Room) y justo al lado de la Abadía.

P1000837Nadie diría al ver la fachada que lo que te vas a encontrar dentro del edificio son unas termas romanas, desde luego no tiene nada que ver con las que estamos habituados a ver. P1000447La entrada cuesta unas 13 libras y hay una combinada con el museo de la moda (lo siento, es el único de Bath que no visitamos).

La entrada se realiza por el piso superior de las termas y da lugar, casi de inmediato, a una de las más sugerentes vistas que ofrece la ciudad. Se trata de una terraza realizada en 1897, momento en que los baños romanos se reabrieron al público. Desde la terraza, además de la impresionante visión de la torre de la abadía, se puede uno maravillar, en la parte de abajo, con una gran piscina de un verde claramente asociado a la población de algas microscópicas que lo pueblan.

En ese momento caes que mirando contigo a la piscina (que no es más que una de las partes de los baños romanos creados en torno al arroyo termal original) se encuentran esculturas de emperadores y generales romanos realizadas por G.A. Lawson en el mismo año que la terraza con motivo del descubrimiento y reapertura de los baños (de hecho, en este mismo lugar estaría ubicado el Gran Baño, un edificio cerrado cuyo tejado se ubicaría a más de 20 metros del suelo de las termas).

P1000470P1000469Cuando abandonamos con pesar la fotogénica terraza nos encontramos cara a cara con el verdadero protagonista de todo esto: el arroyo termal. Sólo se puede ver el estanque que forma a través del cristal (denominado el Baño del Rey) y conocer que la temperatura a la que fluyen diariamente más de un millón de burbujeantes litros está en torno a 46ºC.

P1000564Este estanque, que cuenta con la presencia supervisora de la estatua del legendario Príncipe Bladud, se construyó bastante después de la época romana, momento en el que nadie se bañaba en él, era un lugar sagrado al aire libre. Con el tiempo, seguramente en el siglo II, se cubrió con una edificación que quedó en ruinas una vez que los romanos abandonaron Britania. En el siglo XII se construyó el actual estanque, sumándose la estatua de Bladud en el XVII.

P1000495Y es que probablemente sea la datación de los propios baños uno de los aspectos peor conocidos. Lo que está claro es que la inscripción más antigua hallada en los baños es un pequeño fragmento con inscripciones, probablemente parte de un altar, que hace mención al séptimo consulado del Emperador Vespasiano, lo que ubica a las termas, al menos, en el año 76 de nuestra era. En aquellos días es probable que se le diera nombre a la villa: Aquae Sulis, haciendo mención a la diosa tribal original (en otros documentos aparece nombrado como Aquae Calidae, “Aguas cálidas”).

P1000499P1000612Desde aquel momento hasta al menos finales del siglo IV los baños no dejaron de crecer. En el museo se puede observar una fantástica maqueta que muestra las dimensiones y estructura que debía presentar el complejo en esa época, incluyendo los baños, templos y el propio arroyo termal. Cientos de personas podían disfrutar de ellas.

Y algunas las podemos conocer a lo largo del recorrido. De hecho, uno de los puntos fuertes de la visita está justo al final: una representación digital de todas las piscinas de los baños con diferentes personas bañándose, paseando, hablando, descansando. Si las tocas, la pantalla te cuenta quienes fueron cada uno de ellos. Realmente emocionante.

P1000502Entre los que están realmente presentes en el museo destaca (además de la dama del tocado) destaca decía la figura en piedra, posiblemente un nicho, de un hombre togado que lleva un rollo con un documento y, sobre todo, el bien conservado esqueleto (con los restos de sus dos féretros, de metal y de piedra) de un comerciante sirio cuya vida finalizó en Aquae Sulis.

P1000523¿Y a qué venía aquí toda esta gente? ¿Sólo a bañarse o a recibir tratamientos curativos? No, también venían a visitar a la diosa Sulis. O, mejor dicho, a Sulis Minerva pues los romanos se adaptaban a lo que fuere.

Hombres y mujeres se llegaban al antiguo Bath a presentar sus respetos a la Diosa y a recibir tratamiento. Muchos de ellos venían de muy lejos, en un peregrinaje probablemente bien organizado. Se han hallado inscripciones de diferentes personas en todo el complejo termal: jóvenes de 18 y viejos de 86, militares, civiles, peregrinos alemanes (como un tal, ejem, Peregrinus) y peregrinos locales (como el escultor Sulinus, de las cercanías). Todos ellos venían al complejo termal… y al complejo religioso.

P1000504Y éste estaba espléndidamente representado por el Templo de Sulis Minerva, un altísimo templete de 15 metros de altura con cuatro poderosas columnas corintias y un frontis del que, qué suerte hemos tenido, se han encontrado una buena parte de sus restos. Lo que más debía llamar la atención en su momento era la enorme cabeza de una gorgona que ocupaba su centro (con dos victorias aladas a izquierda y derecha, y dos cascos a sus pies, uno de ellos con un búho encima; mención evidente a Minerva).

P1000507Y como suelen decir todos los arqueólogos, el pasado era a todo color, no blanquecino, marmóreo o pétreo como lo vemos ahora. Por ello, nuestra gorgona y el resto del frontón debían estar maravillosamente pintados (y esto es lo que tratan de representar en las Termas mediante juegos de luces sobre el templo).

En cualquier caso, Perseo no le cortó la cabeza a una gorgona masculina como es el caso, sino a una femenina. Y la presencia de figuras de tritones en el frontal puede hacer pensar que estemos ante un dios del mar en lugar de una Gorgona. O el sol, con sus rayos….

P1000555El caso es que estos restos fueron hallados en 1790, aquel momento en el que la construcción del Pump Room llevó al descubrimiento de los antiguos baños y a su aprovechamiento y puesta en valor en todos los sentidos. Y fue unos pocos años antes de dichos trabajos, en 1727, cuando se localizó a la Minerva de bronce dorado que debió ocupar la cella del templo, la parte más secreta y a la que sólo debían acceder los sacerdotes.

P1000538Se trataba de una escultura de culto de la que sólo se ha encontrado la cabeza (no siquiera el casco que debía llevar encima) y que representaba a Minerva… pero también a la nativa Sulis, en uno de esos ejercicios integradores de los que tanto gustaban los romanos.

La figura está un pelín dañada, por cierto, obra de los invasores de la Britania romana o de cristianos fundamentalistas.

En el complejo religioso también se ubicaron otros edificios. Particularmente interesante pareció ser el Templo dedicado a la Diosa Luna y al Sol. El relieve de la Diosa Luna, que debía decorar uno de los edificios también se ha hallado en el área de las Termas.

P1000531La Diosa tiene a la luna por detrás y lleva en la mano un bastón con el que dirige el carro con el que cruza el cielo nocturno. En la zona se han hallado también altares dedicados a Esculapio o a Mercurio. Incluso se ha encontrado un curioso exvoto de tres diosas madres célticas en las que se quiere ver el origen tribal y con tres personalidades de Sulis (futura Sulis Minerva).

Unos cuantos sacerdotes debían estar al servicio de la diosa. Destaca uno de ellos, Gaius Calpurnius Receptus, quien trabajo en el templo y a quien dedicó la típica ara funeraria su mujer liberta, Calpurnia Trifosa en un cementerio al otro lado del río. La inscripción del altar incluye errores ortográficos igual que la del pedestal más importante hallado en la zona, la Piedra del Haruspex o del Arúspice.

P1000529Se trataba de un sacerdote un tanto especial, pues podía leer las tripas de los animales sacrificados (eran especialistas en hígados), el vuelo de las aves y todo tipo de augurios sobre los que les gustaba asesorar.

El hallazgo de este piedra, dedicada a Lucius Marcius Memor es considerado importante porque es extremadamente rara: tanto, que hasta la inscripción HAR que lo identificaba fue ampliada a posteriori hasta HARUSP para poder hacer entender a los que la vieran lo que realmente representaba. No había demasiados arúspices en el Imperio y mucho menos en Britania. De ahí la relevancia de la piedra.

P1000530Los sacerdotes podían tener un atrezzo un tanto especial. En la muestra se expone una máscara de estaño que utilizarían los sacerdotes de Sulis Minerva en ciertas ceremonias. En su momento estaría engastada en una cubierta de madera que ya ha desaparecido así como las probables gemas que le servirían de ojos. Muy probablemente sería portada en una procesión.

Pero sin duda son las maldiciones que han aparecido en el fondo del arroyo sagrado las que más dicen sobre el poder que los peregrinos y visitantes que tenía el complejo de las termas de Bath daban a Sulis Minerva. En el arroyo ha aparecido de todo: monedas, jarras, vasos, joyas.. todos ellos regalos a la diosa (muchos de ellos con una inscripción dedicada a ella: DSM Deae Suli Minervae). Pero también han aparecido en el arroyo numerosas tablillas de plomo o estaño con dedicatorias e inscripciones solicitando algo a la Diosa. Solo que la mayor parte de las veces ese algo es una maldición.

P1000542Se trataba de castigar a quien había robado algo o hecho alguna maldad. A veces el que maldecía no tenía claro el culpable, con lo que exponía un listado de sospechosos. Es bastante famosa una maldición en la que alguien declara que “La persona que me haya robado a Vilbia se convierta en líquido como el agua” y propone un elenco de personajes que podrían haberlo hecho: “Velvinna, Exsupereus, Verianus, Severinus, Augustalis, Comitianus, Minianus, Catus, Germanilla, Jovina”. 

P1000551Lo gracioso es que no sabemos qué o quién era Vilbia ni si finalmente se halló al culpable… ni si éste se convirtió en agua (si bien gracias a maldiciones como éstas se han conocido más de ciento cincuenta nombres célticos). En otras ocasiones simplemente se solicitaba que volvieran a aparecer los guantes o la toga que se habían perdido.

Pero volvamos a las gentes que iban a disfrutar de las aguas termales. Se mantienen bastante bien las diferentes áreas que caracterizaban un baño típico romano: apodyterium para desvestirse, frigidarium para los baños fríos, tepidarium para los templados y caldarium para los calientes. Pero además, en Bath se contaba con lo último de lo último: un laconicum, una estancia dedicada al calor seco, esto es, una sauna.

P1000610El proceso sería más bien el de apodyterium, ejercicio físico, tepidarium, caldarium y un reconstituyente frigidarium.

En cada sala se trata de reconstruir el aspecto que debían tener en su momento. En caldarium y tepidarium se hace bien patente el hipocausto, el sistema que permitía caldear el ambiente desde debajo del suelo, donde circulaba el aire caliente generado en estufas alimentadas por esclavos.

P1000598El baño era un acontecimiento social en época romana y en Bath no tendría porqué ser diferente. Se puede uno imaginar fácilmente (bueno, lo puede uno ver fácilmente) a romanos tomando un baño frío en el enorme baño circular que servía de frigidarium.

Al principio mujeres y hombres se bañaban juntos hasta que emperadores como Adriano decidieron prohibirlo y separarlos. En Bath, al menos, se compartía el baño en el mismo tiempo, en diferentes espacios para hombres y mujeres pero al menos a las mismas horas.

P1000593Pero es que en Bath se añadía el concepto sagrado y curativo de las aguas del arroyo termal. Debía ser todo un espectáculo pues mientras en otros baños el caldarium era pequeño, en Bath cubría toda una gran piscina y que se mantenía en perfectas condiciones gracias a materiales en piedra y plomo que durante muchos años sirvieron sin grandes problemas. De las técnicas de construcción hay un apartado al final del recorrido, justo antes de salir hacia la tienda y hacia las calles de una ciudad, Bath, que todavía mantiene el nombre de aquello que la caracterizó cuando era Aquae Sulis, las aguas para el baño.

P1000600P1000568A partir del siglo IV las cosas empezaron a ir realmente mal. No se hayan demasiadas monedas ni objetos a partir de esta época en el arroyo. Peregrinar no era fácil ya, los bárbaros asolaron ciudades y villas y las instalaciones, templos, baños y el complejo en sí decayó hasta la ruina.

Al menos hasta la época sajona, en la que la ciudad se denominó Hot Bathu y, posteriormente, hasta finales del siglo XVIII momento en el que la remodelación del Pump Room coincidió con un interés por lo antiguo que se concretó en la construcción de unas nuevas instalaciones por encima de los antiguos baños pero conservando la esencia de los mismos. Una época esta, la georgiana, en la que tomar baños se volvió a poner de moda y gracias a lo que se dejó para la posteridad las Termas Romanas más fascinantes que hemos visitado.