27 de febrero de 2009

Lo que queda de Tartessos en Huelva

11022009(001)O Tartesso, como algunos autores quieren nombrar a aquella ciudad mítica, aquel territorio de leyenda que se asentaba, presumiblemente, en la desembocadura del Guadalquivir.

Debe ser una de las primeras ocasiones, sino la primera, en la que los textos clásicos mencionan un asentamiento y unas gentes de nuestro ámbito, de la Península Ibérica. Nombres míticos como los de Argantonio o Gerión aún resuenan entre las paredes de los museos arqueológicos de nuestro país, entre los textos de arqueólogos e historiadores…. Poco más, la verdad.

Los habitantes de Focea fueron los primeros griegos que efectuaron largos viajes por mar (…) y descubrieron Tartesso, donde establecieron amistad con el rey de los tartésicos, cuyo nombre era Argantonio.” Esto es lo que comenta Heródoto en el siglo VI a.C.

Pero Argantonio no es el único nombre conocido de los tartésicos. Más, si cabe, lo es Gerión, el dueño de los bueyes que Hércules el semidiós se vio obligado a robar como parte de sus doce trabajos para su rival Euristeo, a instancias de la sibila del Oráculo de Delfos.

Argantonio, Gerión…Tartessos es una civilización perdida, como la fenicia, la griega, la celta, la ibera o la romana. Todos nosotros somos consecuencia y resultado de aquellas gentes, pero mientras que algunas de esas civilizaciones dejaron su marca y su huella indeleble en nuestro lenguaje, en nuestro comercio, nuestras leyes, nuestras costumbres y hasta en el nombre de nuestros días y meses, las gentes de Tartessos desaparecieron de la faz de la tierra. Quedan tan pocos restos de su existencia. Hay tan pocos datos, tan pocas cosas palpables u observables….

11022009Las esculturas ibéricas (como las del Museo de Albacete), los restos romanos de Pompeya y Herculano, las grandes Pirámides egipcias. Algunos pueblos dejaron algo a la posteridad, algo a lo que agarrarse, sorprenderse, maravillarse. Oh, si. Las gentes de Tartessos nos dejaron algunas cosas impresionantes, en particular, el áureo Tesoro del Carambolo que se guarda entre el Arqueológico Nacional y el Arqueológico de Sevilla. El Bronce carriazo, otra famosa pieza llamativa, en Sevilla igualmente. ¿Algo más? ¿Algo representativo en su zona de origen? ¿Qué hay en la Huelva actual que perviva de la Huelva de hace casi 6.000 años?

La solución está en el Museo Provincial de Huelva. Pero es una solución decepcionante por lo reducido de la colección, por lo inadecuado de su presentación, por la carencia de recursos que presenta este Museo de la Junta de Andalucía. Y Tartessos, no lo olvidemos, estuvo allí.

También lo estuvieron los fenicios y los griegos, y más tarde los romanos. De todos ellos queda alguna cosilla en este Museo, que podría ser mucho más pero no le deben dejar. No obstante, pasee entre sus vitrinas, entre las vitrinas de su única sala dedicada a la arqueología.

11022009(007)Y me quedé con algunas de sus piezas más representativas, algunas nos recuerdan a Tartessos, otras el ambiente en el que esta civilización se desarrolló. Otras, a aquellos que se sucedieron cuando el reino tartésico pasó al olvido.

Uno de los más llamativos es el Jarro zoomorfo de la primera fotografía. Es un jarro de bronce de finales del siglo VII a.C hallado en la llamada Necrópolis de "La Joya" en la misma ciudad de Huelva. Esta necrópolis fue hallada en los años sesenta y desde el principio proporcionó una ingente información acerca del periodo tartésico.

Dad la cantidad de bronce hallada en La Joya (más que en Cartago, según su descubridor, el profesor Garrido Ruiz) y por el simbolismo religioso de muchos de los objetos encontrados, una de las hipótesis más propuestas es que se trate de enterramientos de sacerdotes, posiblemente también relacionados con el comercio. De hecho, Tartessos era conocido como un auténtico emporioo comercial donde fenicios y griegos, sobre todo, mercadeaban pudiendo además visitar cualquiera de los Templos de la ciudad, como el de Melqart o el de la diosa Astarté.

Por cierto, la web del Museo (http://www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/MHU/index) sí está a la altura de las circunstancias y ofrece esta definición del Jarro zoomorfo: "Jarro piriforme con boca y asa zoomorfa. MHU_jarrozoobronce_grLa boca está constituida por la cabeza de un cérvido con las fauces abiertas, lengua saliente y orificio de llenado en la testuz. El extremo superior del asa adopta forma de cabeza equina que apoya en la nuca del cérvido, presenta las orejas levantadas y en ella se aprecian las incisiones que marcan las crines y cabezal. El extremo inferior del asa está decorado por una palmeta cerrada por volutas de las que salen unas pequeñas yemas. El jarro, al igual que la cabeza de cérvido, se compone de dos piezas que fueron soldadas posteriormente."

11022009(002) Y pudiera ser Melqart a quien pertenece la efigie en bronce del siglo VII a.C extraída de la ría de Huelva. La web lo define como "Figura masculina que representa al dios egipcio Reshef o al dios sirio-cananeo Melqart en actitud de ataque. Dios guerrero y amenazante, Melqart es también considerado por los orientales como el protector del comercio marítimo. Los fenicios, en su expansión hacia Occidente, establecen múltiples santuarios dedicados a este dios en los puntos de mayor interés comercial; uno de ellos pudo estar en Huelva, importante emporio durante este período."

El Museo cuenta con una recreación de los objetos hallados en una de sus tumbas, incluyendo un poderoso carro de bonita decoración. De la gente de Tartessos quedan objetos cotidianos, artículos religiosos, estelas probablemente votivas de estilo orientalizante, etc.

Pero, ¿qué queda de los pueblos que negociaban con los tartésicos?

11022009(014)De la leyenda griega del trabajo de Heracles pronto se pasó a la realidad: los griegos foceos navegaron hasta Tartessos (y más allá) en busca de plata, especialmente. A cambio dejarán cerámicas, bronces, vinos, aceites... pero también dejarán creencias religiosas, estructuras arquitectónicas, etc.

Una de las piezas griegas más curiosas del Museo de Huelva es este fragmento de vaso ático con un felino dibujado; es del siglo VI a.C y su definición es tal que: "Fragmento de un vaso cerrado de grandes proporciones, un ánfora o hídria, que está decorado al exterior por dos figuras zoomorfas realizadas en barniz negro: a la izquierda una pantera camina hacia la derecha con la cara hacia el espectador y frente a ella, una cabra con la cabeza agachada. El tema de los frisos de animales es repetitivo en las producciones áticas de principios del siglo VI a. C., e intenta expresar el escaso control que tiene el hombre frente al poder de la Naturaleza. En el ámbito tartesio, esta pieza debe considerarse un artículo de lujo cuyo fin era crear lazos comerciales entre los griegos y los nobles indígenas.".

Los fenicios también andaban por aquí desde el siglo VIII a.C (a través de ellos se suele denominar a esta época y a los tartesios como"orientalizantes"). Al fin y al cabo, ellos fundaron la cercana ciudad de Cádiz (Gadir) y fueron ellos los que más influyeron para transformar el puerto de la actual Huelva en el emporio comercial que representaba Tartessos.

11022009(008) Sin embargo, siglos incluso antes, ya había pobladores de la zona que dejaban muy a las claras las bondades de su industria. A ellos, los del siglo X a.C, se deben las numerosas armas que en su momento se depositaron en la ría de Huelva.

Más de 400 piezas de época del Bronce final, sobre todo armas (espadas de lengua de carpa, puntas de lanza, de flecha, puñales) pero también objetos de adorno como fíbulas, broches de cinturón, botones y torques.

En un primer momento se pensó en el naufragio de un importante cargamento pero, tal y como recoge artehistoria (http://www.artehistoria.jcyl.es/histesp/contextos/5777.htm); "Sin embargo, la homogeneidad de las aleaciones y de los tipos de piezas que lo componen hace que se rechace actualmente esta interpretación, porque un detallado estudio de los lugares de aparición de armas similares a las de Huelva, en la Península, demuestra cómo éstas eran arrojadas a las aguas en lugares estratégicos o enterradas junto a vados y lugares de obligado paso, como ofrenda votiva, funeraria o no, de armas a las aguas. Estos hechos coinciden con un periodo del que no se han hallado las necrópolis, lo cual permite pensar en la existencia de un ritual funerario con la deposición del cadáver y de las ofrendas en el agua." Algunas de estas piezas son las espadas de la fotografía. La mayor parte se guardan en el Museo Arqueológico Nacional.

11022009(019)El Emperador Calígula nos despide de la visita. Hay piezas romanas interesantes en el Museo. Una gran escultura thoracata de mármol blanco de época trajana (probablemente, una efigie del Emperador hispano), un busto de Agripina la Menor, vidrios, anillos, fíbulas, pero sobre todo la gran rueda hidráulica, herencia de la historia asociada a la riqueza minero-metalúrgica de la zona onubense.

Se trata de una enorme rueda de molino construida en bronce y madera de roble, pino piñonero, abeto y pinsapo hallada en las mismísimas minas de Riotinto. Tiene un diámetro, 4,30 m y pesa 130 Kg. Fue construida en entre los siglos I-II d.C.

MHU_ruedaromana_gr La web la define así: "Ingenio mecánico de elevación de aguas usado para extraer el agua del interior de las minas. La rueda lleva los cangilones integrados en la llanta y está realizada en madera de roble, pino piñonero, abeto y pinsapo, salvo el eje que es de bronce. Los elementos que la componen y cada una de las piezas que la forman están ensamblados mediante espigas de madera (de sección cuadrada) o mediante un sistema de caja y espiga."

Es, sencillamente, espectacular. Es de lo mejor del Museo y está expuesta con gusto y muy bien explicada. Sólo por la gran rueda hidráulica romana ya merece la pena acercarse a este museo, tan falto de recursos, en definitiva, pero con tantas cosas por enseñar.

11022009(020) La herencia de tartesios, fenicios, griegos y romanos está aquí representada. Las características de la sociedad onubense de hoy se pueden mirar en el espejo del pasado del Museo de Huelva.

Entender la dependencia de la industria, de la explotación minera de Riotinto hasta el día de hoy es tan sencillo como fijarse en el gran número de lamparitas romanas, de lucernas mineras de barro cocido de época romana que se suelen hallar aún por la zona.

14 de febrero de 2009

Pajarillos en la nieve

P1100925 Nos ha tocado vivir un invierno especialmente duro. He perdido la cuenta de las nevadas que han caído estos meses por la Sierra de Madrid. Algunas han venido acompañadas de un tiempo estable, recomendable para pasear y dejarse llevar por la bondad del paisaje, único como suele pasar con la nieve.

Otras nevadas, sin embargo, han venido acompañadas de fuertes vientos, aguanieve, duras heladas e inestabilidad general. Éstas han sido las más frecuentes.

El campo en invierno, por mucho que digan, no suele tener el encanto del resto de estaciones del año. Charles Darwin comentaba que la impresionante belleza de los bosques y selvas tropicales no era suficientemente valorada por los que en ellos vivían. Lo comparaba con la rutina diaria que acaba por menospreciar o reducir a lo cotidiano lo que resulta espléndido. Y, a su vez, lo comparaba con la felicidad manifiesta que representa la llegada de la primavera en nuestras latitudes, el dejar el invierno atrás, la emergencia de las verdes hojas de los árboles caducifolios y de las coloridas flores, contraste significativo con las ramas vacías y los campos yermos del invierno.

Inviernos que pueden ser muy crudos y que, aunque la nieve suponga cierto alivio paisajístico, también empeora la situación de las comunidades de seres vivos cuya más dura prueba es, precisamente, ésta estación del año.

P1100977Se calcula que la mitad de la población de paseriformes no pasa el invierno. Sus coloridos plumajes destacan en la nieve blanca y los árboles y piedras cubiertos. Rojos, amarillos o azules combinados con franjas blanquinegras convierten la tenaz búsqueda de alimento en invierno en un espectáculo de colores. Muchas veces estos paseriformes forman bandos mixtos de diferentes especies. Los más comunes, herrerillos, carboneros y pinzones se unen a reyezuelos, agateadores e incluso pájaros carpinteros en la localización de larvas, gusanos, escarabajillos, chinches y cualquier invertebrado que puedan hallar entre las grietas de la corteza de los árboles, entre el tapiz vegetal, entre las piedras del camino.

Tienen competencia de cierto nivel: urracas, palomas, roedores, erizos. Todos en una lucha por la supervivencia que se ve más amenazada si cabe por la presencia permanente de la nieve. En el norte de Europa es algo asumido: hay que ayudar a los pajarillos a pasar el invierno. Ni un momento más, por supuesto, que tienen que valerse por sí mismos, pero el invierno sueco, noruego o finlandés es tan duro que los nórdicos hace tiempo que decidieron contribuir a la causa.

En cada jardín hay bolas de sebo, comederos artificiales, cajas nido. Mientras en España se mantenía la costumbre del tirachinas y la liga, en Suecia se extendían los comederos de invierno para ayudar a los pájaros. Mientras aquí se prohibía finalmente el consumo de pajaritos fritos, en Noruega se convertía en espectáculo para la familia la observación de los pájaros. Sociedades diferentes, costumbres diferentes, educación y sensibilidades diferentes. He de decir, sin embargo, que fuentes bien informadas me comunican que en la sierra de Madrid existe una costumbre arraigada en invierno: tirar las migas de pan de la sobra de la comida a los pájaros. Algo es algo.

Este año hemos decidido contribuir también. En cierto sentido nos han obligado, pero ya se sabe, sarna con gusto, no pica. Quienes sí pican de las bolas de sebo dispuestas por el jardín son los carboneros, herrerillos, pinzones y petirrojos que hasta el momento han visitado nuestros comederos.

P1100929 Los más activos son los Carboneros comunes (Parus major). Son también los más decididos y como la mayoría de las especies come pequeños insectos, si bien en invierno tira de lo que puede: semillas, frutos... De dorso verde, cabeza y cuello negro brillante, con mejillas blancas y una banda negra que desciende por el pecho amarillo el carbonero común "a menudo cría en agujeros de árboles o de muros, pero frecuentemente utiliza cajas nido (como las que le hemos puesto para ver si hay suerte).

Ambos sexos aportan el material para el nido, especialmente musgos, con pelo o plumón como revestimiento; la puesta tiene lugar en abril-mayo; de 8 a 12 huevos blancos manchados de pardo rojizo; incubación, sólo por la hembra, de 13 a 14 días; los pollos son cebados por los dos progenitores y vuelan después de unos 20 días."

P1100940 La magnífica web Pájaros de España (http://www.usuarios.com/ib305742/index.html) es el origen de ésta información.

El herrerillo común (Cyanistes caeruleus), el más bonito de los páridos,es inconfundible: su librea azul, verde, amarilla y blanquinegra, su pizpireta figura, su canto chispeante y tempranero.

"Cría en agujeros de árboles, cajas anideras o huecos en muros; ambos sexos reúnen musgo, hierbas, pelo y lana para material del nido; puesta, de abril a mayo, de 8 a 15 huevos blancos con puntos pardo rojizos; incubación, sólo por la hembra, alrededor de 14 días; ambos progenitores alimentan a las crías, que vuelan después de unos 19 días."

El Pinzón Vulgar (Frinigilla coelebs) es el ave más común en España. Pájaros de España:

P1100922"En invierno se une, en grandes bandos, con otros fringílidos, escribanos y gorriones, para alimentarse en tierras de labor y rastrojos; sin embargo, a veces forma él solo los bandos, cuyos individuos son todos del mismo sexo. Por esta curiosa costumbre de separación de sexos en otoño-invierno es por lo que recibió del naturalista sueco Linneo el nombre de coelebs (en latín, célibe), detalle que en las aves que crían más al norte es particularmente notable, pues mientras que las hembras y jóvenes abandonan las áreas de nidificación para invernar en zonas más templadas, la mayoría de los machos permanece en aquéllas reunidos en bandos.

Los pinzones comienzan a cantar en febrero, pero no todos cantan del mismo modo; se han notado llamativos dialectos regionales, especialmente entre aves llegadas del resto de Europa. Ambos sexos construyen cuidadoso nido en forma de copa, con musgo y liquen, forrado de lana, pelo y plumas; en sotos, arbustos o en la horquilla de un árbol; pone, de abril a junio, de 3 a 6 huevos blanco sucio con manchas pardo rojizas; incubación, sólo por la hembra, de 12 a 14 días; los pollos, alimentados por ambos padres, vuelan tras unos 15 días; a veces dos crías."

Por último (por ahora) el precioso Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula) completa esta primera tanda de avecillas débiles pero resistentes que aguantan lo más duro del invierno (no todas) con sorprendente fuerza a pesar de su aparentemente delicada estructura.

"La visión de otra pechera roja (por parte del Petirrojo Europeo) provoca en el petirrojo una serie de actitudes de intimidación que se acentúan hasta que uno de los protagonistas huye, por lo general, antes de llegar a la lucha. El canto delimita el territorio y evita conflictos.

Las hembras cantan solamente en invierno, período en el cual defienden un territorio propio, a menos que el tiempo se muestre extremadamente riguroso, en cuyo caso aplicarán todas sus energías a la búsqueda y consecución del alimento necesario para subsistir. A mediados del invierno la hembra comienza a buscar pareja, eligiendo entre los machos que cantan.

P1100985 La hembra construye el nido con hierbas, hojas secas y musgo, en un hoyo, agujero de árbol, muro o alero; pone, de abril a junio, de 3 a 6 huevos blancos, casi siempre con puntos y motas pardo rojizas, cuya incubación dura de 13 a 14 días, sólo por la hembra; los padres alimentan a los pollos, que dejan el nido sobre los 14 días; dos crías."

Aunque aún es pronto para decirlo, esperamos que nuestros comederos atraigan pronto nuevas especies de la avifauna más modesta, aquella que sorprende por la perseverancia y la resistencia a las más duras condiciones dada su delicadeza y aparente fragilidad. Quizá aparezcan pronto herrerillos capuchinos, carboneros garrapinos o mitos para dar alegría a quienes tanta ilusión nos produce ver y observar. (Las fotos fueron obtenidas en la gran nevada del pasado 1 de febrero).