14 de febrero de 2009

Pajarillos en la nieve

P1100925 Nos ha tocado vivir un invierno especialmente duro. He perdido la cuenta de las nevadas que han caído estos meses por la Sierra de Madrid. Algunas han venido acompañadas de un tiempo estable, recomendable para pasear y dejarse llevar por la bondad del paisaje, único como suele pasar con la nieve.

Otras nevadas, sin embargo, han venido acompañadas de fuertes vientos, aguanieve, duras heladas e inestabilidad general. Éstas han sido las más frecuentes.

El campo en invierno, por mucho que digan, no suele tener el encanto del resto de estaciones del año. Charles Darwin comentaba que la impresionante belleza de los bosques y selvas tropicales no era suficientemente valorada por los que en ellos vivían. Lo comparaba con la rutina diaria que acaba por menospreciar o reducir a lo cotidiano lo que resulta espléndido. Y, a su vez, lo comparaba con la felicidad manifiesta que representa la llegada de la primavera en nuestras latitudes, el dejar el invierno atrás, la emergencia de las verdes hojas de los árboles caducifolios y de las coloridas flores, contraste significativo con las ramas vacías y los campos yermos del invierno.

Inviernos que pueden ser muy crudos y que, aunque la nieve suponga cierto alivio paisajístico, también empeora la situación de las comunidades de seres vivos cuya más dura prueba es, precisamente, ésta estación del año.

P1100977Se calcula que la mitad de la población de paseriformes no pasa el invierno. Sus coloridos plumajes destacan en la nieve blanca y los árboles y piedras cubiertos. Rojos, amarillos o azules combinados con franjas blanquinegras convierten la tenaz búsqueda de alimento en invierno en un espectáculo de colores. Muchas veces estos paseriformes forman bandos mixtos de diferentes especies. Los más comunes, herrerillos, carboneros y pinzones se unen a reyezuelos, agateadores e incluso pájaros carpinteros en la localización de larvas, gusanos, escarabajillos, chinches y cualquier invertebrado que puedan hallar entre las grietas de la corteza de los árboles, entre el tapiz vegetal, entre las piedras del camino.

Tienen competencia de cierto nivel: urracas, palomas, roedores, erizos. Todos en una lucha por la supervivencia que se ve más amenazada si cabe por la presencia permanente de la nieve. En el norte de Europa es algo asumido: hay que ayudar a los pajarillos a pasar el invierno. Ni un momento más, por supuesto, que tienen que valerse por sí mismos, pero el invierno sueco, noruego o finlandés es tan duro que los nórdicos hace tiempo que decidieron contribuir a la causa.

En cada jardín hay bolas de sebo, comederos artificiales, cajas nido. Mientras en España se mantenía la costumbre del tirachinas y la liga, en Suecia se extendían los comederos de invierno para ayudar a los pájaros. Mientras aquí se prohibía finalmente el consumo de pajaritos fritos, en Noruega se convertía en espectáculo para la familia la observación de los pájaros. Sociedades diferentes, costumbres diferentes, educación y sensibilidades diferentes. He de decir, sin embargo, que fuentes bien informadas me comunican que en la sierra de Madrid existe una costumbre arraigada en invierno: tirar las migas de pan de la sobra de la comida a los pájaros. Algo es algo.

Este año hemos decidido contribuir también. En cierto sentido nos han obligado, pero ya se sabe, sarna con gusto, no pica. Quienes sí pican de las bolas de sebo dispuestas por el jardín son los carboneros, herrerillos, pinzones y petirrojos que hasta el momento han visitado nuestros comederos.

P1100929 Los más activos son los Carboneros comunes (Parus major). Son también los más decididos y como la mayoría de las especies come pequeños insectos, si bien en invierno tira de lo que puede: semillas, frutos... De dorso verde, cabeza y cuello negro brillante, con mejillas blancas y una banda negra que desciende por el pecho amarillo el carbonero común "a menudo cría en agujeros de árboles o de muros, pero frecuentemente utiliza cajas nido (como las que le hemos puesto para ver si hay suerte).

Ambos sexos aportan el material para el nido, especialmente musgos, con pelo o plumón como revestimiento; la puesta tiene lugar en abril-mayo; de 8 a 12 huevos blancos manchados de pardo rojizo; incubación, sólo por la hembra, de 13 a 14 días; los pollos son cebados por los dos progenitores y vuelan después de unos 20 días."

P1100940 La magnífica web Pájaros de España (http://www.usuarios.com/ib305742/index.html) es el origen de ésta información.

El herrerillo común (Cyanistes caeruleus), el más bonito de los páridos,es inconfundible: su librea azul, verde, amarilla y blanquinegra, su pizpireta figura, su canto chispeante y tempranero.

"Cría en agujeros de árboles, cajas anideras o huecos en muros; ambos sexos reúnen musgo, hierbas, pelo y lana para material del nido; puesta, de abril a mayo, de 8 a 15 huevos blancos con puntos pardo rojizos; incubación, sólo por la hembra, alrededor de 14 días; ambos progenitores alimentan a las crías, que vuelan después de unos 19 días."

El Pinzón Vulgar (Frinigilla coelebs) es el ave más común en España. Pájaros de España:

P1100922"En invierno se une, en grandes bandos, con otros fringílidos, escribanos y gorriones, para alimentarse en tierras de labor y rastrojos; sin embargo, a veces forma él solo los bandos, cuyos individuos son todos del mismo sexo. Por esta curiosa costumbre de separación de sexos en otoño-invierno es por lo que recibió del naturalista sueco Linneo el nombre de coelebs (en latín, célibe), detalle que en las aves que crían más al norte es particularmente notable, pues mientras que las hembras y jóvenes abandonan las áreas de nidificación para invernar en zonas más templadas, la mayoría de los machos permanece en aquéllas reunidos en bandos.

Los pinzones comienzan a cantar en febrero, pero no todos cantan del mismo modo; se han notado llamativos dialectos regionales, especialmente entre aves llegadas del resto de Europa. Ambos sexos construyen cuidadoso nido en forma de copa, con musgo y liquen, forrado de lana, pelo y plumas; en sotos, arbustos o en la horquilla de un árbol; pone, de abril a junio, de 3 a 6 huevos blanco sucio con manchas pardo rojizas; incubación, sólo por la hembra, de 12 a 14 días; los pollos, alimentados por ambos padres, vuelan tras unos 15 días; a veces dos crías."

Por último (por ahora) el precioso Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula) completa esta primera tanda de avecillas débiles pero resistentes que aguantan lo más duro del invierno (no todas) con sorprendente fuerza a pesar de su aparentemente delicada estructura.

"La visión de otra pechera roja (por parte del Petirrojo Europeo) provoca en el petirrojo una serie de actitudes de intimidación que se acentúan hasta que uno de los protagonistas huye, por lo general, antes de llegar a la lucha. El canto delimita el territorio y evita conflictos.

Las hembras cantan solamente en invierno, período en el cual defienden un territorio propio, a menos que el tiempo se muestre extremadamente riguroso, en cuyo caso aplicarán todas sus energías a la búsqueda y consecución del alimento necesario para subsistir. A mediados del invierno la hembra comienza a buscar pareja, eligiendo entre los machos que cantan.

P1100985 La hembra construye el nido con hierbas, hojas secas y musgo, en un hoyo, agujero de árbol, muro o alero; pone, de abril a junio, de 3 a 6 huevos blancos, casi siempre con puntos y motas pardo rojizas, cuya incubación dura de 13 a 14 días, sólo por la hembra; los padres alimentan a los pollos, que dejan el nido sobre los 14 días; dos crías."

Aunque aún es pronto para decirlo, esperamos que nuestros comederos atraigan pronto nuevas especies de la avifauna más modesta, aquella que sorprende por la perseverancia y la resistencia a las más duras condiciones dada su delicadeza y aparente fragilidad. Quizá aparezcan pronto herrerillos capuchinos, carboneros garrapinos o mitos para dar alegría a quienes tanta ilusión nos produce ver y observar. (Las fotos fueron obtenidas en la gran nevada del pasado 1 de febrero).