31 de diciembre de 2008

11 cosas que hacer en Londres

P1100459 1. Escuchar el tañido de la gran Campana Ben de la Torre del Reloj de las Casas del Parlamento.

Y para qué has ido a Londres, ¿si no? Si, es cierto que ahora está la gran noria, el London Eye. Éste pretende ser el nuevo símbolo de la ciudad, pero qué sería de Londres sin la figura omnipresente del Big Ben, de la Torre del Reloj que permitía en el siglo XIX conocer la hora a todo londinense de pro interesado por llegar puntual a una cita...

La asombrosa arquitectura gótica de las Casas del Parlamento (también llamadas Palacio de Westminster) le da un aire encantador al Támesis, mientras el fiable y legendario timbre de la gran campana construida en 1859 suena por toda la ciudad. La esfera del reloj mide 7 metros, la manecilla horaria 2.7 y el minutero 4.2 metros.

El gobierno inglés se reúne aquí.

2. Dar de comer a los pájaros en cualquiera de los extensos parques de la ciudad

P1100572A los pájaros o a las ardillas. Los parques londinenses están poblados por numerosas especies de aves: cuervos, gaviotas, pelícanos, fochas comunes, gansos, barnaclas, éideres, gallinetas de agua, estorninos pintos, cornejas y un largo etcétera que hace de las visitas a los parques un momento inolvidable. Como el que nosotros vivimos en Saint James' s Park.

3. Coger el metro (Tube).

P1100881 This is Russell Square.This is a Picadilly Line Service to Heathrow Terminal 4. Sí, también es típico coger cualquiera de los autobuses rojos de dos pisos que, junto con los clásicos taxis negros, parecen ser el único tráfico de la ciudad (creo recordar que hay que pagar para entrar en coche a Londres)...

Pero es que el Tube es especial. Sorprende su velocidad y su fiabilidad. Como en cualquier otra gran urbe, el metro es eficiente y un gran número de pasajeros atestan las estaciones más concurridas. Las de la City, por ejemplo, con un buen número de encorbatados viajeros corriendo por los pasillos. Por supuesto, las obras también están a la orden del día, pero al menos te avisan con tiempo de las que están previstas para los próximos fines de semana.

Los asientos de fieltro del Metro parecen no sufrir demasiado vandalismo, tampoco vimos muchas pintadas, ni en trenes ni en estaciones.

P1100330 4. Tener cuidado con los cuervos de la Torre de Londres (pican).

O eso dicen los avisos que hay por el recinto de la Torre de Londres, el monumento más imprescindible de toda la ciudad. Situado en el medio de la City, y con vistas al impresionante Tower Bridge, no sólo posibilita la observación de las famosas Joyas de la Corona sino que permite pasear por entre los muros de la historia antigua y medieval.

Los cuervos, al igual que los alabarderos reales, son meros invitados en un espectáculo único que merece la pena visitar. En la foto, uno de los cuervos posa en el lugar donde se ubicaba el patíbulo de sacrificio y frente a algunas de las casas más antiguas de la ciudad.

DSCN0484 5. Comer Fish & Chips en algún restaurante londinense.

Londres es caro. No, es carísimo. Y comer no le va a la zaga. Desayunar en el hotel nos hubiera salido a unos 20 €/persona. De ahí lo útil de comprar comida en supermercados como Tesco y salir un poco a flote económicamente.

Y la comida de Inglaterra, pues como cabría esperar, de regular a mala, pero yo prefiero decir que es diferente. En dos ocasiones comimos bien, eso sí. Una de ellas en el restaurante de la mismísima Torre de Londres, donde nos sirvieron un fish & chips de primera. Sorprende ver cómo han desaparecido éstos de la faz de la urbe.

6. Visitar los grandes Museos

P1100137Ver la Piedra de Rosetta, el Ramsés II, los leones alados asirios (y los cazados) o las esculturas del Partenón en el British Museum, la Secuoya gigante, los esqueletos de Dinosaurios, el Centro Darwin o la gran Ballena Azul del Museo de Historia Natural, "El matrimonio Arnolfini" de Van Eyck, "La Virgen de las Rocas" de Leonardo Da Vinci o "La Venus del Espejo" de Velázquez en la National Gallery... Londres tiene los más grandes museos del mundo, con algunas de las maravillas que, independientemente de su origen, muchos de nosotros tenemos en el inconsciente. 

7. Visitar los pequeños Museos

P1100436No me refiero al Madame Tusseaud... me refiero a la pléyade de pequeños y encantadores museos que pueblan la ciudad. Desde el Museo Petrie especializado en Egiptología (dentro de la Universidad de Londres) hasta la Casa Museo de Charles Dickens.

Pero sobre todo a museos tan encantadores (y preparados expresamente para guiris) como el Museo de Sherlock Holmes, en el mismísimo 221b de Baker Street, allí donde tenían lugar las novelas de Conan Doyle, allí están Moriarty, Watson y compañía para acompañarte en un recorrido único. La tienda también está para eso, claro está.

P11004818. Hacerte una foto con cualquiera de los iconos londinenses

Bueno pues sí, al fin y al cabo somos turistas y nos gusta ejercer como tales de vez en cuando. Y si no, para qué están los autobuses rojos de dos pisos, los buzones de correos (rojos también), los taxis negros o la imprescindible cabina de teléfono (roja, por supuesto) que repartidas por doquier por la ciudad invitan al turista a hacerse una foto...

Es casi imposible decir que no... desde luego, en pocas ciudades está tan ligada la imagen común de la ciudad a los recuerdos que de ella se venden. No, como suele ser, la de los grandes edificios o monumentos, lo más frecuente son souvenirs basados en estos iconos permanentes de la vida de Londres.

La verdad es que son bonitas, curiosamente el interior de casi todas las cabinas incluía publicidad de teléfonos eróticos.

9. Buscar la Tumba de Darwin, de Newton o de Haëndel en la Abadía de Westminster.

P1100474 Bueno, y la de Lawrence Olivier, la de Charles Dickens, la de Isabel I, María Tudor o cualquiera de los nombres más famosos de la historia del Reino Unido. Después, puedes ir a buscarlos a la National Portrait Gallery, donde se ubica la mayor colección de retratos de personajes famosos de la historia de Inglaterra.

No sé que es lo que yo preferiría en su caso, terminar entre los abarrotados, barrocos y, eso sí, espectaculares monumentos funerarios de la Abadía o en las elegantes salas de la National Portrait Gallery.

La audioguía de la Abadia, por cierto, fenomenal. Vídeos y música incluidos.

10. Pasear: Convent Garden, Soho, Bloomsbury, Mayfair, Kensington...

P1100802 Londres es una ciudad hecha para pasear. Más aún cuando estamos en Navidad y las calles se engalanan y lucen su mejor aspecto. Cada barrio tiene algo interesante que aportar.

El mercadillo de Convent Garden invita a mezclarse con cientos de personas en un ambiente ideal.

Las anchas calles de Oxford Street, Shaftesbury Avenue, Regent Street... éstas invitan a pasar a cada tienda, a admirar los enormes palacios y casas señoriales...

Los barrios de Bloomsbury o Kensington tienen el encanto de las grandes plazas públicas, los prestigiosos y vetustos museos, con un renovado encanto.

Las atestadas calles de la City conjugan lo antiguo (el Templo de Mitra, la Torre de Londres) con el corazón financiero de la ciudad...

P110045311. Ir de compras

Bueno, vale, es Harrods... el equivalente a nuestro Corte Inglés pero elevando al cuadrado la grandilocuencia, el gigantismo, lo kitch, pero a la vez con cierto gusto. El Harrods de Knigthsbridge debería ser parada obligatoria de todo turista de pro.

Pero además, hay multitud de tiendas, desde los habituales Mark & Spencer hasta los múltiples Zaras, Desigual, H & M ó The Gap tan frecuentes en el resto del mundo.

DSCN0434Por supuesto, hay tiendas especializadas. Y yo no dejé pasar la ocasión, el Forbidden Planet de Shaftsbury Ave cumplió su cometido: hacerme feliz.

Ni más ni menos que lo que logra una ciudad tan fascinante como Londres a aquellos que la visitan.

28 de diciembre de 2008

Fauna extinta en el Natural History Museum de Londres

oowensi002p11878. Sir Richard Owen, una de las mayores autoridades de Europa en osteología, identifica, a partir de un único fragmento de hueso de una de sus patas al Moa Gigante de Nueva Zelanda (Dinornis maximus), un ave que desapareció en el periodo Holoceno.... es decir, en el que vivimos actualmente, sólo que el hombre fue uno de los más directos responsables de su extinción.

Cuando los maoríes llegaron a Nueva Zelanda hace 1.000 años comenzó la caza de este enorme pájaro que llegaba a medir casi 3 metros de alto y que desapareció definitivamente, se cree, en el mismísimo siglo XIX.

P1100642Más tarde Owen daría nombre ("lagartos terribles" significa) a los dinosaurios y además colaboraría activamente con el Museo que ahora muestra de forma espectacular el esqueleto de este Moa Gigante (además de algunos enormes huevos de esta especie), el Museo de Historia Natural de Londres.

El mismo edificio del Museo ya sorprende. Está situado en South Kensigton, en Londres, cerca del Museo de la Ciencia y del Victoria & Albert's Museum. Nada más salir del Metro ya ves la enorme mole del precioso edificio diseñado por Alfred Waterhouse en 1866. El Museo fue creado a partir de la excelente colección del médico Sir Hans Sloan (también creador del British Museum, pero sobre todo recordado como introductor en Inglaterra del chocolate a la taza jamaicano). Cuando el Museo Británico se quedó pequeño, las colecciones de historia natural se trasladaron a este edificio realizado ex profeso para contenerlas.

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Es un bonito edificio de estilo victoriano decorado precisamente con aquello que estaba destinado a albergar: fauna y flora en un ala; fósiles y minerales en otra. Todo, de acuerdo con los planes de Sir Richard Owen, que ejerció de director del mismo.

Y cómo cumple con las expectativas, madre mía. Nuestra intención era visitar el Museo aprovechando la magnífica exposición "Darwin: Big Idea, Big Exhibition" (de la que haré en breve una entrada), pero el museo nos ganó a poco de entrar (sólo nos defraudó su presunto restaurante).

Y es que en el amplio y luminoso salón central se ubica la primera de las muchas maravillas con las que cuenta el NHM. Hay que recordar que éste se precia de tener entre sus colecciones muestras y objetos que en su día pertenecieron (o fueron, incluso, recogidos por) a Darwin, a Lyell, a Owen y a tantos otros que hicieron a la Inglaterra del siglo XIX la referencia en el ámbito científico.

P1100597 Allí, en el gran vestíbulo central hay una enorme, larga (26 metros) e impresionante réplica del esqueleto de un Diplodocus, el dinosaurio de mayor longitud de los conocidos hasta hoy.. Y alrededor, otra colección insuperable de fósiles (pero también de réplicas) de animales mucho tiempo atrás desaparecidos y que pueblan el imaginario común de un buen número de estudiantes, aficionados y científicos.

Y no me refiero sólo a los dinosaurios: el dodo (Raphus cucullatus) también está allí. Y otras muchas especies extinguidas en época más o menos reciente (en muchos casos, como el Moa de Nueva Zelanda, por la influencia directa del hombre). A primera vista impresiona su tamaño, desde luego no me esperaba que estas aves isleñas llegaran a tener estas dimensiones. Por otro lado, quizá sea razonable: es el típico efecto de gigantismo asociado a la evolución en islas.

P1100611 Dos réplicas de dodos nos esperan en la galería dedicada a las aves (aunque hay un esqueleto original en el vestíbulo central). Uno es el Dodo de la isla de Mauricio y el de la derecha el Dodo de la isla de Reunión.

En ambos casos, a finales de la década de 1660 habían desaparecido por completo gracias a una eficaz combinación de marineros hambrientos, marineros y cazadores aburridos, gatos y ratas.

Al lado de los dodos, otras aves recientemente extinguidas: la paloma migratoria americana, el Alca Gigante, el Pico de Marfil mexicano... y otras a punto de hacerlo, como el Kakapo, el loro no volador neozelandés que está en vías de desaparición inmediata. Es emocionante ver recogidas en una sola vitrina tan importante elenco de especies que no creo que vuelvan a pisar nuestro planeta. Aunque los dodos sean réplicas (hay tan pocos restos en el mundo), el resto de aves sí son especimenes disecados de aquellas que una vez sobrevolaron nuestros cielos.

P1100644 Y es que el Museo de Historia Natural de Londres reúne tal colección de fauna extinta que me dejó hechizado. Es cierto que hay galerias imprescidibles, como la de los Primates, la del Cuerpo Humano o la de la Historia de la Tierra, pero ya sólo con las naves laterales del vestíbulo central tuve suficiente.

Los grandes mamíferos del Cuaternario sorprenden. Hay un cráneo de Mamut lanudo bien conservado, una cuerna de Megaloceros imponente, sendos esqueletos de Glyptodonte (el armadillo gigante del Pleistoceno) y de Glossoterium robustum (arriba, un gigante vegetariano que se extinguió hace más de 5000 años). Pero además, en las salas interiores hay más mamíferos gigantes....

P1100713 P1100648 P1100690

Un Dientes de Sable (arriba a la derecha, probable Smilodon) y un epatante Arsinoitherium en la zona dedicada a los Mamíferos (en la que se ubica una réplica gigantesca de una Ballena Azul). El esqueleto de Arsinoitherium es tan formidable que quita el hipo.

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Este gran embritópodo de dos cuernos vivió en África hace 35 millones de años. Se descubrió en El Fayum, tradicional yacimiento arqueológico, muy cerca de donde la reina Arsínoe II tenía su palacio. Por ello, le dieron su nombre a esta especie habitante del bosque tropical.

Los embritópodos son un Orden extinto de mamíferos del Oligoceno parecido a los rinocerontes, pero con cuernos de hueso, no de pelo.

El Arsinoitherium del Museo de Historia Natural es P1100706francamente impresionante, como lo es el Lémur Gigante ubicado en la zona de Primates (foto de la derecha) o el Megatherium de una de las alas del P1100629 Museo cercana a la galería de las aves,foto de la izquierda).

Con cuatro metros de altura, el perezoso gigante fue uno de los herbívoros más grandes de Sudamérica, donde habitó entre hace 100.000 y 11.000 años.

Darwin cuenta en sus diarios del Beagle como pudo recuperar algunos cráneos de Megatherium en Argentina que eran utilizados como diana para disparar por los gauchos de la zona. Si Richard Owen le describió y nombró, al igual que hizo con el Glyptodonte, el armadillo gigante de la inmensa armadura corporal.

De hecho, el Megatherium no está bien ubicado en el Museo de Historia Natural, pues se encuentra en la galería de los Fósiles de Reptiles Marinos. Se trata de una larga e iluminada galería cuyas paredes están cubiertas de los más grandes fósiles de plesiosaurios, ictiosaurios, mosasaurios y cocodrilos marinos que se pueda uno imaginar.

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Este gigantesco plesiosaurio con sus grandes palas que le facilitaban el desplazamiento fue uno de los muchos fósiles hallados por Mary Anning, pionera en la búsqueda de fósiles.  

Mary Anning vivía cerca de los acantilados de la costa de Dorset, en el Sur de Inglaterra. mary anning Allí encontró un buen número de fósiles prácticamente completos, estableciendo un próspero negocio con su venta. Su reputación científica también creció, considerándose ahora una de las mujeres importantes en la historia de la paleontología.

P1100625Muchos de los especimenes que encontró se encuentran en las paredes de esta galería y son sencillamente espectaculares. Los Ictiosaurios son los más habituales.

En el vestíbulo central se encuentra un fósil de lagarto marino (traducción literal de Ictiosaurio) en tres dimensiones, pero los de la pared de esta galería no desmerecen en absoluto.

Sorprenden sus grandes ojos y mandíbulas alargadas, con dientes afilados, lo que les identifica como algunos de los depredadores mejor especializados de las Eras en las que dominaron los mares.

P1100654Era otros tiempos aquellos, las Eras Secundaria y Terciaria, momento en el que eran los Dinosaurios los que abundaban en nuestro planeta. El Museo de Historia Natural dedica una gran parte de su exposición a los Dinosaurios, presentando algunos de los esqueletos más cautivadores que recuerdo.

Tres enormes esqueletos de dinosaurios dan la bienvenida al visitante, un Triceratops como siempre lo había soñado (a la derecha), un Braquiosaurio enorme y portentoso (abajo, a la izquierda) y la piel fosilizada de un poderoso Anquilosaurio (abajo, a la derecha). 

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El Museo de Historia Natural de Londres es sinónimo de dinosaurios. La galería donde se encuentran es oscura y sombría, se recorre en una pasarela de metal que permite observar con detenimiento los numerosos esqueletos de dinosaurios con los que cuenta el Museo. Algunos de los que más nos llamaron la atención fueron:

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Tuojiangosaurus multispinus, el primer estegosaurio hallado en China. Este ornitisquio era un pacífico herbívoro que se defendería de los depredadores gracias a los pares de extensiones óseas de su espalda y del final de la cola. Medía 6,67 metros de longitud.

Estamos ante el holotipo de la especie, hallado en Zigang (China), fosilizado allí desde hace 157 millones de años, en el Jurásico Superior.

P1100660 Baryonix walkerii, un saurisquio depredador, uno de los fósiles de los que el Museo se siente más orgulloso, pues se trata del más completo dinosaurio carnívoro hallado en Europa en el siglo XX. Sus características más importantes son sus largas garras y el cráneo, similar al de los cocodrilos. 9 años de trabajo han permitido extraer, desde el Cretácico, a este depredador que habitaba por lo que es hoy Surrey, en Inglaterra, hace 125 millones de años.

P1100662 Iguanodon atherfieldensis. Éste es uno de los primeros dinosaurios en ser descritos y sus restos se exponen en el Museo. Se han hallado Iguanodontes en muchos lugares de Europa, de esta especie en concreto se sabe que era un "pequeño" herbívoro que podía andar bien a dos patas o, en ocasiones, con las cuatro. Con cinco metros de altura es también el holotipo de la especie, que vivió allá por el Cretácico, hace 125 millones de años.

Las salas dedicadas a los dinosaurios incluyen un camino informativo rodeado de vitrinas con cráneos originales, réplicas e incluso figuras alusivas a la forma que debieron tener estos grandes reptiles en función de la época en la que se investigaron.

P1100677Además, el público se sorprende ante un par de velocirraptores y un gigantesco Tyrannosaurus rex móviles, figuras animadas, con movimiento y con sonido sorprendentemente reales.

Aunque no tuve tiempo de buscar uno de los fósiles más famosos del mundo, el de la considerada como primer ave, Archaeopteryx, la visita a la zona de dinosaurios fue bastante satisfactoria, como también lo fueron las áreas de Mamíferos o la del Cuerpo Humano.

Fueron, sin embargo, los restos de animales extintos los que más me llamaron la atención, bien por su espectacularidad o bien por el sentirse verdaderamente honrado por poder verlos. O por ambas razones, en muchos de los casos.

P1100646 Dejo para el final uno de esos ejemplos, un ejemplar espectacular por su tamaño y del que sentirse orgulloso por poder haberlo visto. Se trata del Celacanto, el fósil viviente.

Ha perdido su azul intenso variando al beige provocado por el formol, pero no deja de representar un limitado hálito de esperanza en este recopilatorio de fauna extinguida en una u otra época.

Redescubierto en 1938, sus aletas lobuladas sorprendieron a quienes tuvieron noticia de él tras atraparlo un carguero en el Océano Índico. Sólo se tenía conocimiento de él por el registro fósil. Ahora ya se han identificado al menos dos especies de este enorme pez que simboliza a la vez la fuerza y la debilidad de la vida. De la debilidad de la misma dan fe todas las especies mencionadas en esta entrada....

21 de diciembre de 2008

El Támesis

P1100276Londres está íntimamente asociada al río que la cruza y divide, el Támesis. Como suele pasar con las grandes ciudades (y en algunas ocasiones, incluso con los países) siempre hay un río emblemático que las define y que les concede una personalidad de la que carecen las que no lo tienen.

El Támesis es enorme, por supuesto. Su anchura y caudal sorprenden, pero así mismo sorprenden las históricas construcciones que lo acompañan o la fauna que aparece entre sus aguas a pesar de encontrarnos en el centro de una de las capitales más importantes del mundo.

El Thames, como se denomina en realidad, cubre un recorrido de 340 kilómetros, desde donde nace, en el Condado de Gloucestershire hasta su desembocadura en el Mar del Norte. Lamentablemente, en nuestra visita a Londres no pudimos acercarnos ni al Palacio de Hampton Court, construido por el Cardenal Wolsey para Enrique VIII, ni a Greenwich, los grandes hitos históricos cercanos a la ciudad que suelen considerarse los extremos de la misma (en lo que a turismo se refiere, claro).

P1100457 Por ello, nuestra vista hubo de concentrarse a los dos puentes que más representatividad conceden a la capital del Reino Unido (de los 11 que lo cruzan en su término municipal).

Por un lado, el Puente de la Torre (Tower Bridge, cercano a su vez al conocido London Bridge), gran obra ingenieril del XIX cerca de la City y la Torre de Londres. Por otro, el puente de Westminster, con el paisaje de las Casas del Parlamento y el Big Ben en una orilla frente a la noria del milenio, el London Eye, en la otra.

Y en medio, un caudal importante de agua, constantes viajes de barcos de recreo y transportadores, puentes que cruzan para conectar las dos partes de la ciudad... y aves, un buen número de aves sumergiéndose en sus aguas y, no sin sorpresa, teniendo éxito.

P1100461Es cierto que los parques londinenses están poblados de pájaros: fochas, gansos, gaviotas, cuervos, cornejas, palomas torcaces, pelícanos, polluelas de agua, estorninos pintos.... Pero también lo es que algunas de estas aves están necesariamente asociadas al río Támesis.

Al menos, suerte es la que tuvieron algunos de los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)que buceaban entre las aguas del río inglés. Los cormoranes, para algunos una plaga pues resultan competencia directa, son aves acuáticas de precioso y negro plumaje, muy adaptadas a la pesca en aguas poco profundas pues necesitan tiempo para secar sus plumas, al estilo de las anninghas americanas. Son animales muy comunes, la especie está extendida por una buena parte del mundo (subespecies incluidas).

De acuerdo con wikipedia, "Eminentemente piscívoro, se alimenta de un amplio abanico de especies, entre ellas las anguilas, que ocupan una parte considerable en su dieta en áreas donde está presente. Nada con su cuerpo sobresaliendo poco del agua, atisbando con frecuencia bajo la superficie para localizar peces. Depreda sobre las especies más nadadoras y diurnas, a las que persigue nadando o, más frecuentemente, buceando. Puede bucear a profundidades considerables, pero no suele alejarse de la costa. Permanece sumergido una media de 20-30 segundos. Devora sus capturas en la superficie. A veces cooperan varios individuos para acorralar conjuntamente a sus presas." Y de ahí, el bonito espectáculo de los cormoranes pescando en las aguas del Támesis:

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Pero además de pájaros, un buen número de barcos surca el río. El H.M.S. Belfast, sin embargo, permanece anclado y quieto en el puerto, listo para ser visitado por los turistas. Sin embargo, otros barcos, pequeños cargueros y remolcadores, cruceros y barcos de transporte de turistas... Londres continua siendo un puerto de tráfico fluvial.

P1100462Sin embargo, el que antaño fue el puerto más grande del mundo no se puede comparar con el actual, aunque continúe habiendo tráfico fluvial. En su momento, gran parte de la riqueza de Gran Bretaña fluía por el Támesis.

En la época Tudor, los mercantes reconstruyeron el antiguo puerto romano y sajón, momento en el que 2000 barcos transportaban a la gente por el río. En los siglos XVII y XVIII Londres se convirtió en el mayor puerto del mundo. En el XIX, cuando el río ya era una cloaca, un millón de personas trabajaban en el Puerto de Londres.

Los residuos industriales y domésticos de la ciudad viajaban por su superficie hasta el mar, hasta que diferentes arquitectos (entre los que destaca Wren) reformaron el cauce e instalaron alcantarillado en la ciudad, lo que mejoró el aspecto del río. La construcción de un nuevo puente de Londres, con menos pilares que el antiguo, permitió que el río fluyera con más facilidad, evitando que la corriente se hiciera demasiado lenta.Desde entonces, el Támesis tiene menos probabilidades de tener eutrofización y, por cierto, no se ha vuelto a congelar totalmente (cosa que ocurría en el siglo XVIII de cuando en cuando).

En 1965 se trasladó el puerto a otra parte, mejorando mucho la calidad del agua en esta parte del río. La rehabilitación de puentes, riberas, Docklands y edificios históricos ha proporcionado a los londinenses una nueva forma de ver el río.

P1100464Entre ellos destacan, por supuesto, las Casas del Parlamento de Westminster, edificio gótico-victoriano a la orilla del Támesis. Cuando en octubre de 1834, un incendio destruyó el antiguo Palacio de Westminster, se comenzó a construir este espléndido edificio donde se reúne todavía el parlamento inglés.

Como no podía ser de otra forma, es la Torre del Reloj la que llama la atención, a la que se conoce por el nombre de la gran campana que da las horas, el Big Ben. Con 7 metros de diámetro, el reloj es espectacular, como lo es el sonido de la gran campana, vibrante, sobrecogedor, emocionante. Cualquier ciudadano londinense podía conocer la hora (la puntualidad británica no es un mero tópico) gracias al impresionante reloj y al sonido de la gran campana de bronce fundida en Whitechapel.

DSCN0486 Al otro lado de Londres, en la City, se encuentra el otro icono representativo del Támesis, el Tower Bridge. Cuando se construyó en 1886, los grandes barcos todavía navegaban por el Támesis londinense. Por ello, y para descongestionar los otros puentes de la City, el parlamento autorizó la construcción de este enorme puente levadizo doble.

Se determinó que fuera construido en estilo gótico para que no rompiera el paisaje urbano, pues la Torre de Londres está al lado mismo de una de las Torres del puente.

Sólo se necesitan 90 segundos para levantar el puente. En 1894, cuando se inauguró, se llegaba a abrir unas 50 veces al día. Hoy en día, con los muelles cerrados, se levanta, como máximo, unas 15 veces al día (y, particularmente, en verano).

Es ciertamente evocador el paisaje de la City mientras pasa el Támesis por sus muelles y riberas (como lo es también el de Westminster). La Catedral de San Pablo o el Monumento se han terminado perdiendo entre los colosales edificios del centro económico de la ciudad (el centro político estaría en Westminster).

P1100397El atardecer proporciona una luz especial a este emblemático río y a la ciudad que circunda. Nos hemos prometido volver para poder navegarlo, pasar río abajo por debajo del Tower Bridge hacia Greenwich, o río arriba, por las Casas del Parlamento, para Hampton Court. El Támesis encierra tantas historias....

18 de diciembre de 2008

La Torre de Londres

P1100399La llaman la Torre Blanca. En el pasado, algún rey inglés (Enrique III, creo) ordenó enjalbegarla y ponerle tuberías de plomo para protegerla mejor del agua. Lleva marcando el paisaje del Támesis desde los tiempos de Guillermo el Conquistador, en el comienzo del primer milenio. Y se ha convertido en uno de los emblemas de la ciudad de Londres.

La Torre de Londres es más que la Torre Blanca que le sirve de emblema. Es una espléndida fortaleza medieval que lleva siendo visitada por los turistas desde el mismísimo siglo XVI. Y allá que nos fuimos, a verla, a disfrutarla, a recorrerla, a revivir momentos impactantes de la historia. La banda sonora de nuestra visita bien pudiera ser la que Trevor Morris ha realizado magistralmente para la serie de Showtime “Los Tudor”.

P1100293 Muchas cosas han pasado tras los muros de la Torre y la magnífica audio guía lo narra con detalle en cinco rutas que recorren el pasado normando y medieval de la Torre, los encarcelamientos y famosas decapitaciones, la vida cotidiana de los que aún habitan esta mini ciudad y, cómo no, todo sobre las famosas joyas de la corona que, sinceramente, no eran lo que íbamos buscando.

Buscábamos a Ana Bolena y a Enrique VIII, a Lady Jane Grey, a Catalina Howard, a los niños príncipes asesinados por Ricardo III, a la Puerta de los Traidores por donde entró Isabel I (salió por ella como reina, en la foto de arriba), los aposentos de Sir Walter Raleigh, pasear por las estancias de Leonor de Castilla, de Enrique III, de Eduardo VI… bien, sí, también a los cuervos, a los beefeaters, a la cercana imagen del Tower Bridge. Y a la propia Torre Blanca, claro.

P1100299Lo encontramos todo, y mucho más. El monumento medieval es sorprendente, la ambientación, sobrecogedora. Hay tanto que ver y tanto que disfrutar… Hasta la comida que proporcionan en el restaurante de la Torre con divertidos anuncios del tipo “La historia te deja hambriento”.

Guillermo el Conquistador era un tipo enérgico. Invadió Inglaterra desde sus dominios normandos derrotando a los ingleses del rey Harold en la batalla de Hastings, allá por 1066. Sus órdenes parecen claras: construir un fortín en Londres que diera miedo y respeto a sus recién conquistados. Aprovechó los restos de la muralla romana de Londinium, trajo piedra normanda así como canteros y albañiles de su ducado. En Inglaterra no se había visto nada parecido: un edificio enorme rodeado por las murallas romanas.

P1100334 Y la cosa mejoró en la Edad Media. Ya en 1350 la Torre quedó transformada, más o menos, en la formidable fortaleza que se puede recorrer hoy en día. El mayor esfuerzo lo realizó Enrique III (1216-1272), hijo del rey Juan, el famoso hermano de Ricardo Corazón de León (a quien finalmente sustituyó una vez fallecido éste a la vuelta de las Cruzadas). Enrique III heredó de su padre un reino en crisis objeto de deseo de los franceses, invitados por la nobleza desleal. Por ello, reforzó el castillo de Guillermo el Conquistador, ampliando el número de torres, de nuevos lienzos de muralla y del foso de agua.

Su hijo, Eduardo I, no sólo la amplió, sino que la dio sentido: la utilizó por vez primera de cárcel y de almacén oficial de documentos, incluyendo la primera casa de la moneda. Se sucedieron entonces muchos Enriques, Ricardos y Eduardos. Algunos acabaron francamente mal (incluyendo a los niños de Eduardo IV), otros salieron a flote. La guerra de las casas reales tuvo un desenlace victorioso para una familia que marcaría la historia de Inglaterra y de Europa en el comienzo del Renacimiento: Los Tudor, a partir de Enrique VII.

P1100358 Precisamente, lo que más nos llamaba la atención a la hora de visitar la fortaleza era el impresionante escenario que representó la Torre de Londres en la época de los Tudor.

En la Torre Blanca se pueden ver armaduras originales de Enrique VIII (especialmente una armadura para montar a caballo de cuando el rey era joven y no tan gordo), en algunas partes del recinto se pueden ver casas que no han sufrido excesivas modificaciones desde el siglo XVI, manteniéndose tal y como eran en aquella época. También se pueden ver lugares emblemáticos del momento como la Puerta de los Traidores.

P1100314 Pero lo más impactante es, quizá, lo que no se ve. El patíbulo sobre el que Ana Bolena declamó, momentos antes de ser decapitada, bellas palabras para el que fuera su marido y ejecutor.

La Torre donde tantos personajes estuvieron encerrados por tiempo muchas veces indefinido y por estar en el bando equivocado en el momento equivocado. Para sus guardianes no era fácil la cosa. Aquel cautivo podía convertirse en meses en el líder de la nación y no guardaría buen recuerdo de sus vigilantes.

P1100324La Torre Beuchamp (llamada así por uno de los primeros cautivos que guardó en su interior, Thomas Beuchamp, Conde de Warwick, la de la foto de un poco más arriba) incluye algunas de las más impactantes muestras de lo que se vivía en aquella época: la escritura de los propios presos grabada o tallada en la pared. Entre 1532 y 1672 un número elevadísimo de personas, ora católicos, ora protestantes, pasó por situación de cautiverio.

Y es que la decisión de Enrique VIII de romper con el Papa de Roma por un quítame allá a mi mujer legítima (Catalina de Aragón) y crear su propia iglesia (la protestante anglicana) convirtió la Torre en paso habitual de presos político-religiosos. En función de quien gobernara en cada momento (los protestantes Enrique VIII o Isabel I, la católica María I), se encarcelaba y ejecutaba a los enemigos del momento.

Aunque la Torre haya servido durante mucho tiempo como cárcel y patíbulo (también de símbolo de poder y emblema nacional, recuerdo), ésta no estaba preparada para mantener mucho tiempo a cautivos de las belicosas razzias que unos y otros se dedicaban, por lo que los presos eran ubicados donde se podía, bien en la Torre Beuchamp o en cualquiera de las otras con las que cuenta el complejo.

P1100325 Es conocida la llamada Torre Sangrienta, donde la leyenda dice que se ejecutaron los dos niños príncipes en 1483 por orden del rey Ricardo III. No obstante, en la retina se quedan los grabados, algunas veces artísticamente apreciables, de las paredes de la Torre Beuchamp. Alguien escribió allí JANE, bien una dama de honor o bien su propio marido Guilford Dudley. Alguien dejó inscrito el nombre de la desgraciada reina de los 9 días, Lady Jane Grey, cabeza de turco de una de las confabulaciones para derrocar a Isabel I.

Y entre ejecución y ejecución (extraña la escultura que han construido en el lugar donde se realizaban éstas), algunas escapadas famosas. Pero también estancias casi de lujo, como la de Sir Walter Raleigh, preso de alcurnia que contaba con despacho propio y derecho a ver a su familia asiduamente. Aquí escribió su famosa “Historia del mundo”.

P1100331 Por cierto que la Torre de Londres también ejerció labor de Casa de Fieras durante siglos. Los elefantes, guepardos, leones, lobos o avestruces que los reyes foráneos regalaban a los autóctonos para uso y disfrute de los ingleses terminaban (en todos los sentidos) en la Torre.

No demasiado bien atendidos, por cierto. Aunque hace mucho que entre circos y zoos se trasladó a la variopinta fauna que a duras penas sobrevivió en la Torre, permanecen los cuervos. Enormes animales que se dejan ver por todo el recinto.

Hay numerosos avisos de atención a sus picotazos. Pero es que atraen, son imponentes, algunos tienen un tamaño enorme. Se supone que los alabarderos reales los cuidan y alimentan con el fin de que no desaparezcan de la Torre por una presunta (y absurda) leyenda que prevé la caída del reino y la monarquía en el momento en que deje de haber cuervos en la fortaleza. Más allá de todo esto, los cuervos contribuyen a ambientar de forma visible la visita a la Torre.

P1100303 Los alabarderos, los tradicionales beefeaters, con sus trajes azules que soportan mejor la lluvia y la contaminación que los tradicionales rojos, pasean por el recinto. Son atentos, hacen de guías y algunos se lo curran mucho.

Las guías, por supuesto, son en inglés e incluyen una visita a la iglesia de la Torre, San Peter ad vincula, donde reposan los restos de los ajusticiados en la Torre de Londres. Las tres reinas o los santos (como Sir Thomas Moore) están modestamente enterrados en esta iglesia, lejos del barroquismo de los inhumados en la Abadía de Westminster.

Las joyas de la corona, bien, gracias. Sí, se supone que son espectaculares, pero para quien no le gustan, cansan un poco. Es más interesante pasear por el palacio medieval (con una preciosa reconstrucción en vivo de un Salón Medieval habitado) o por el interior de la propia Torre Blanca, donde se muestran bonitos ejemplos de armería (tanto de espada como de cañón), armaduras sorprendentes (incluida la de un gigante y la de un enano). 

P1100368En esta Torre el Canal Historia ha puesto en marcha una exposición interactiva que gusta mucho a los chavales, pues estaban allí como locos tirando flechas, probando su fuerza con las mazas o viendo a través de un casco.

Además, está la Capilla de San Juan, uno de los interiores de iglesia normanda más elegantes y mejor conservados. Durante siglos, ha servido de archivo de documentos de estado. Hoy está restaurada y sobrecoge.

P1100383 Sobrecoge como el resto de la fortaleza, con sus muchas Torres y Puertas, integrándose en los escenarios históricos que la han marcado, pero también dejándose encantar por los pequeños detalles que han sobrevivido, como piezas de ajedrez, cerámicas varias (qué bonita la traída de Andalucía por Leonor de Castilla) o un pequeño caballerete de juguete que indica que la Torre no es otra cosa que un invento humano que ilustra lo mejor y lo peor que tenemos como especie.