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11 de agosto de 2010

La avispa cazadora de arañas hace un nido

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Se llama Cryptocheilus comparatus y es una avispa enorme. Enorme de verdad. Triplica la longitud de una avispa común (Vespula vulgaris), el batir de sus alas es audible, su tamaño, asombroso. Es el mayor de los Pompílidos europeos, lo cual no dejaría de ser una mera mención a la familia a la que pertenece este himenóptero sino fuera porque los Pompílidos son las avispas cazadoras de arañas.

Y ésta lo es. De hecho, si está haciendo un nido es, precisamente, para enterrar en vida a una araña que servirá, en poco tiempo, como alimento de la larva que nacerá del huevo que la gran avispa pondrá sobre si víctima. Así es la vida en la naturaleza.

P1200804 El caso es que este pompílido sigue hasta sus nidos a las arañas (incluyendo las de gran tamaño, como las tarántulas) para capturarlas; también se le da bien capturarlas en el suelo.

Es una avispa solitaria que hace su nido con barro. Es muy similar a otras especies de avispas que excavan sus nidos en la tierra. Su aspecto es similar pero cuando se posan sus alas no se mantienen planas en reposo (tal y como le sucede a Cryptocheilus). Por cierto, que algunos autores tienden a identificar esta especie con Cryptocheilus alternatus, identificada desde el siglo XIX.

El caso es que el avispón se afana en hacer el nido con el barro. Es una hembra (las que suelen encargarse de tal labor) y no es el único nido que va a hacer hoy. Estas avispas están activas en pleno verano, entre junio y agosto y les da tiempo a hacer varios nidos instalando en ellos antes de cerrarlos a la desafortunada araña. Una araña y un huevo por nido.

La velocidad a la que volaba me impidió seguirla al lugar de donde recogía la tierra. Así que me persigné a esperarla en plena tarde de julio a una temperatura no precisamente agradable. La avispa no tardó más dos horas en terminar su obra, cuando anocheció estaba a punto de cerrar el chiringuito, aún sin araña en su interior.

Lástima que al día siguiente no pudiera hacer un seguimiento. A los dos días, el nido estaba perfectamente cerrado con arena (que amontona con el abdomen en lugar del barro del nido que lo hace con la boca) y habitado, en fin, por una araña cuya vida declina y por una larva que se aprovecha de ella.

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Por cierto, el tamaño de la Avispa Oriental (Vespa orientalis) que hemos podido ver estos días por Siria es casi el mismo¡

9 de mayo de 2010

Observando fauna en el Parque Nacional de Monfragüe

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Éste es el conocido Salto del Gitano, uno de los emblemas del Parque Nacional de Monfragüe. Pasar por allí siempre garantiza ver dos cosas: buitres leonados sobrevolando el gran farallón rocoso y un buen número de aficionados a las aves dirigiendo sus telescopios hacia el mismo.

Y lo cierto es que es fundamental realizar este tipo de visitas con guía. Poder ver diferentes especies en un paisaje donde tu mirada no las puede captar no es algo únicamente asociado a la selva. En el bosque mediterráneo de Monfragüe también sucede.

Estuvimos allí temprano. El cartel que indica el mirador informa que allí anidan 80 parejas de buitre leonado, 3 de cigüeña negra, 1 de alimoche, 1 de halcón peregrino, 1 de águila real y una de búho real. A todas luces, ciencia ficción (salvo los buitres leonados, de los que poco a poco se iban dejando ver algunos con los primeros y tibios rayos de sol del amanecer). Allí estábamos nosotros, los primeros aficionados y algún buitre despistado….

La enorme formación rocosa es impactante y se comprende fácilmente la razón por la que conserva tan bien estas poblaciones: está alejada de todo y de todos por el inmenso río Tajo y por la dificultad asociada a su propia condición (es francamente inaccesible). El caso es que estuvimos allí pronto y no vimos casi nada pero volvimos apenas media hora después, con guía (Jesús Porras de www.monfrague.org) y la cosa cambió radicalmente. A pesar de que estamos acostumbrados a ver fauna, ir con alguien que conoce la zona es fundamental.

P1190521 Nada más llegar, nos llama la atención un Roquero Solitario (Monticola solitarius), un precioso macho adulto con una tonalidad azul que gana cuando el sol le ilumina directamente. Y aquí está, en un cantil rocoso como era de esperar, ya lo dice la guía: de hábitos roqueros y solitarios, nunca un nombre se adaptó mejor a las costumbres de este pájaro del tamaño de un mirlo que aprovecha la mañana para buscar alimento.

P1190519 Muy cerca de él se posó un bonito Escribano Montesino (Emberiza cia), cuyo cuerpecillo pardo rojizo y gris ceniza contrastaba con las flores amarillas del Cambroño típico de Monfragüe, el Adenocarpus hispanicus sub argyrophyllus). Este escribano lucía una coloración limpia y contrastada que le delataba como un macho de su especie. El escribano montesino es típico también de terrenos accidentados y pedregosos (también en matorral) y es un pajarito sedentario en la península ibérica.

P1190495 Centramos entonces nuestra mirada y atención en los buitres leonados (Gyps fulvus). Es la época de cría y gracias a los potentes telescopios podemos llegar a ver los blancos plumones de los pollos de buitre, a quienes sus padres atienden bien regurgitando la comida recién tomada o protegiéndoles de la luz directa del sol.  En lo altoP1190502 del risco, los buitres esperan a que el sol de la mañana caliente el aire. Como son planeadores natos, esperan a que las corrientes térmicas se formen y así puedan pasar el día volando sin gastar apenas energía.

Acaba de terminar el periodo de celo, que se puede prolongar hasta abril. Un único huevo adorna el nido (huevo que se pone a partir de enero) y los dos progenitores cuidan del pollo. La colonia de Monfragüe está bien surtida, como también lo está la de Buitre Negro (Aegypius monachus), más de 250 parejas reproductoras de buitre negro hacen a éste Parque Nacional la referencia a tener en cuenta. También le vemos por el telescopio. Está tan lejos que es imposible sacarlos medianamente bien con nuestra cámara. Pero ahí está, empollando su huevo en un nido situado en lo alto de una encina. Ésta es una de las diferencias fundamentales con el leonado: ni es colonial ni anida en cantiles, viven en pareja y en pleno bosque mediterráneo. Dejamos a los buitres negros para alucinar viendo cómodamente a la otra gran estrella del Parque Nacional: la Cigüeña Negra (Ciconia nigra).

P1190520Si no lo vemos, no lo creemos. Está ahí, incubando tranquilamente, tan cerca del río que casi se cae en él. Debe tener 4 ó 5 huevos, no sabemos si es el macho o la hembra (no hay dimorfismo sexual y ambos incuban la puesta). Pero desde aquí se advierten las iridiscentes tonalidades de su plumaje, verdes y morados brillantes que contrastan con los más apagados negro y blanco que caracterizan a este preciosa cigüeña, más pequeña que la blanca, generalmente solitaria y migratoria (éstas debieron llegar allá por febrero, pues es raro que sean invernantes).

P1190569 Más tarde tenemos la oportunidad de divisar otro nido de Cigüeña Negra. Ya ha avanzado el día y hace calor. La cigüeña abre el pico, jadeante. Un indicador evidente de su situación. Su nido vuelve a estar en un cantil, cercano a los encinares pero, como en el primer caso, cercano al río donde puede pescar sin problemas ranas, culebrillas, ratas de agua o peces.

Esta cigüeña negra, en concreto, fue apartada de su nido por buitres leonados y tuvo que buscarse otro lugar para anidar. Cosas de ser migratoria. Ver una cigüeña negra es muy, muy emocionante, al menos para quien sabe lo que está viendo. Aquello de “No se puede amar algo sin conocerlo” se aplica perfectamente a este ave fiel que buscar efugio entre los encinares mejor conservados de la península para sobrevivir.

P1190504 Volviendo al Salto del Gitano (donde no pudimos ver alimoches, mala suerte), los halcones peregrinos (Falco peregrinus) también rondaron por allí, pero la velocidad de su vuelo hizo imposible hacerles alguna foto. Y sin embargo, aún nos esperaba lo mejor. Un rastro en el agua del Tajo, algo se mueve, avanza rápidamente. Es grande, no se trata de una rata de agua ni nada por el estilo. Al dirigir el telescopio hacia ella asistimos a un auténtico documental de naturaleza. Es una nutria (Lutra lutra) que ha pescado una gran carpa en el río. Se dirige a la orilla. Está lejos, la cámara no la puede captar bien pero lo que se ve a través del telescopio no se nos olvidará nunca.

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Es una nutria en su medio natural, sin sentirse observada, comiendo tranquilamente el pez que acaba de coger (antes vimos el agua moverse, pensamos en carpas desovando: cuán equivocados estábamos). Es grande y esbelta, nos sorprende la longitud de su cola. Incluso a tanta distancia se ve lo lustroso de su pelaje. Es verdaderamente emocionante: cigüeña negra más nutria ¿qué más podemos esperar? Monfragüe está bien conservado, no se me ocurren mejores indicadores de la calidad de sus aguas (la nutria) o del estado de sus encinares (la cigüeña negra). Las nutrias macho tienen un territorio de pesca de casi 15 kilómetros de río. Qué suerte hemos tenido.

P1190562 Cuando acaba con la carpa desaparece… hasta que encontramos dónde ha ido, a su guarida, un túnel entre la vegetación riparia que le llevará a una oquedad, una madriguera abandonada… y con ella dejamos el Salt del Gitano y nos desplazamos por el parque en busca de más cosas que ver. La primavera está en su mejor momento y numerosas aves nos sobrevuelan. Con mucha dificultad logramos ver Vencejos reales (Apus melba), los más grandes de toda la familia Apodidae. Son rápidos y vuelan a gran altura, muy superior a la de aviones, golondrinas y golondrinas daúricas. Gritan a su paso mientras nos acercamos al puente que les sirve de lugar de anidamiento.

P1190574 Más tarde tenemos la oportunidad de ver los nidales de otra de las aves relacionadas con los vencejos y más complicadas de ver. Miramos curiosos los nidos de Aviones zapadores (Riparia riparia). Están excavados en el talud, no son nidos de barro como los que hacen los demás hirundídidos, sino agujeros en terrenos fáciles para las garras de estos pequeños y gregarios aviones pardos que nos sobrevuelan mientras les observamos. Son rápidos. No salen en la foto.

Entonces aparecen las más bellas aves de las que viven en nuestro país. Se detectan primero por sus gorgojeantes silbidos y reclamos. Atraído por sus alegres sonidos les ves volar rápido, en rutas zigzageantes, con sus alas extendidas en punta. Y de repente te das cuenta de que no son negros como parecen por la luz del sol, entrevés el amarillo, el verde, el azul, el pardo rojizo. Son abejarucos (Merops apiaster) y la mañana se llena de (más) alegría.

P1190577Los observamos a placer cuando se posan en los cables del tendido eléctrico. Mientras sus compañeros recorren el cielo en busca de abejas y avispas para comer, algunos abejarucos se dejan ver y disfrutar. Es como un plato exquisito, es un momento inolvidable. No son difíciles de ver, pero qué grandes momentos proporcionan.

P1190580 También hacen nidos en los taludes (aunque no tenemos la oportunidad de verlos). Acaban de llegar desde sus cuarteles de invierno. Es un migrador trnasahariano que pasa la primavera y el verano con nosotros, para felicidad de mucha gente (salvo los apicultores, que les odian por motivos obvios). Mientras observamos los abejarucos, distinguimos en lo alto del cielo a una pareja de Aguilillas calzadas (Hieraetus pennatus). Aunque algunas invernan con nosotros, son mayoritariamente migratorias y aquí están, haciéndonos disfrutar. Se trata del morfo claro de la especie, el más habitual (creo que nunca he visto a la calzada oscura).

P1190591 Durante todo el recorrido no hemos dejado de ver aves rapaces sobrevolándonos. Aguilillas calzadas, águilas culebreras, algún alimoche a lo lejos pero sobre todo milanos, muchos milanos. Tanto Milanos negros (Milvis migrans) como Milanos reales (Milvus milvus). Éste de aquí al lado, con su cola ahorquillada, es un Milano Real, el que no migra y se queda todo el año con nosotros. Sus colores contrastados y la profunda horquilla de su cola le delatan. Estilizado, sus reclamos largos y sonoros son muy característicos.

Pero lo mejor de las rapaces estaba por aparecer.El guía da un frenazo y dirige su telescopio hacia una de las grandes torretas de electricidad (qué mal rollo). Nos dice que salgamos muy despacio, que como vea mucho movimiento se larga. No se va. Nos quedamos muy quietos y el precioso pájaro nos observa desde su torre con sus grandes y profundos ojos amarillos. Vemos realmente a través del telescopio esos ojos amarillos, no es un recurso literario.

P1190594Es una impresionante Águila Culebrera (Circaetus gallicus) o Culebrera europea como la llaman ahora. Dice Jesús que acaba de comer, está tranquila, Mueve su cuello de una forma muy característica, sin que parezca que mueva la cabeza. Hay una población estable de Culebreras en Monfragüe durante la primavera y el verano, dado que es un ave migratoria que pasa el estío con nosotros. Pasamos un buen rato observándola. Nuestra alegría es enorme.

P1190534 En el camino hemos visto algunos otros animalillos, algunos sapos comunes (Bufo bufo) que corretean por las umbrías e incluso una pareja de pacientes escarabajos peloteros (del Género Copris, posiblemente) con su correspondiente bolita de excremento.

Uno la llevaba, el otro trataba de quitársela y ahorrar el esfuerzo de hacerla para poner luego su huevo en el interior. El esfuerzo parecía cómico, pero debe ser digno de Atlas.

P1190588 De vuelta hacia el Parque tenemos la oportunidad de ver algunas otras aves. Algunas son muy comunes, como las Cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) o las Cogujadas Comunes (Galerida cristata), siempre correteando por los arcenes y con su característico copete levantado. Regordeta, piquilarga, muy común y encantadora. Así se podría resumir lo que representan las cogujadas para mí. Y para resumir el espectáculo sonoro y volador de los aviones y golondrinas al llegar a Villarreal de San Carlos no se me ocurre otro calificativo que alegre.

P1190478Curiosamente allí nos encontramos con un visitante inesperado: un Chorlitejo chico (Charadrius dubius) esbelto y con un anillo orbital amarillo en el ojo que le delata. ¿Qué hace aquí cuando uno esperaría verle más bien a la orilla del mar? Pues supongo que entre que también pasa el verano con nosotros y que busca acomodo en ríos y cuencas fluviales de vez en cuando, éste Chorlitejo debió pensar lo mismo que nosotros…

P1190481 ¿Porqué no pasar unos días auténticamente maravillosos en el Parque Nacional de Monfragüe?

30 de octubre de 2009

Aves marinas del Cantábrico

P1170233 Estamos a mediados de octubre pero el tiempo es agradable, la mañana es luminosa y el mar está en calma. Nos dirigimos mar adentro en el "Bahía de Santander", una embarcación de 25 metros de eslora, a la búsqueda de aves marinas en plena ruta de migración. El objetivo no es fácil, y no sólo por que las aves marinas sean especialmente difíciles de identificar desde el barco, sino también porque no tenemos nada asegurado: el tiempo ha sido bueno y quizá se hagan las remolonas aún en sus lugares de crianza.

clip_image002El sol ya está en lo alto, son las diez de la mañana. Es curioso; cualquier otra excursión para ver fauna debería salir temprano, muy temprano, pero aquí no nos hace falta. La mañana avanzada y el barco de Los Regina, en plena bahía de Santander ya está preparado. Habitualmente realiza trayectos turísticos por la bahía, pero en esta ocasión el destino es puramente faunístico.

Las casi 100 personas que ocupamos sus dos cubiertas queremos ver pájaros, al fin y al cabo es una excursión organizada por SEO Birdlife y la empresa de ecoturismo Bahía de Santander. Y sin embargo nos parece encontrar embarcados a compañeros no pajareros.

La mención a la biodramina parece obligatoria, todos quieren tomarse una: las olas alcanzan el metro y medio con facilidad y la gente no se fía. Salimos con dirección nor-nordeste con proa a la mar, olas de viento cortitas y a 8,3 nudos. La línea de migración se sitúa a 3 ó 4 millas al norte, por allí es de esperar que pasen alcatraces, pardelas, gaviotas y otras aves marinas que recorren nuestras costas en otoño en sus rutas post nupciales. Algunas vienen de muy, muy lejos como tendremos tiempo de comprobar en breve.

P1170077Es curioso conocer, mientras salimos de la bahía, que de las nueve mil y pico especies de aves identificadas a día de hoy sólo 310 son consideradas aves marinas.

Todas ellas se han adaptado a tan difíciles condiciones de vida: eliminación de la sal, patas palmeadas y una ecología reproductiva muy particular, por ejemplo. Muchas de ellas son casi absolutamente pelágicas, sobrevuelan permanentemente el mar en busca de alimento y sólo se acercan a tierra para criar. Paíños y petreles están en este grupo.

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El barco sale por la bahía y se acerca a la Isla de Mouro donde se asienta una colonia de Gaviota patiamarilla (Larus michahellis) y numerosos cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis) y cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) miran al infinito con infinita paciencia.

P1170231O eso es lo que parece, al fin y al cabo estos cormoranes mantienen sus colonias en el cercano Cabo de Ajo y se acercan a la Isla de Mouro y al Islote de Corvera, que está justo al lado, para comer. Las gaviotas suelen ser un buen indicador de comida disponible y los cormoranes no pierden ripio. Desde lo alto del islote secan sus plumas al estilo de sus parientes cercanos sudamericanos, las anhingas. Es curioso que un ave que depende tanto del medio acuático y que sea tan buena buceadora necesite de los rayos del sol para secarse.

Los cormoranes son invernantes, sobre todo los Cormoranes Grandes, si bien mantienen poblaciones sedentarias en la península, sobre todo el moñudo que es poco dado a la migración. Y no sólo en las costas, cada vez son más frecuentes en ríos y pantanos y cada vez son más perseguidos de forma altruista e injusta por cazadores que consideran que les quitan el premio de su ociosa afición. La silueta rechoncha y recortada de los cormoranes bien vale la defensa que muchas entidades hacen de ellos.

P1170238 Las gaviotas patiamarillas ocupan gran parte de la Isla. El blanco de sus deyecciones contrasta con la enhiesta figura del faro en la isla. Son bastante numerosas y las gentes de la zona las valoran: al fin y al cabo nidifican aquí. Muchas de las gaviotas que vamos a ver en la excursión pueden venir incluso de Inglaterra. A las del Islote se las mima, al menos por parte de los organizadores.

P1170250 En la península ibérica se han citado hasta 20 especies de gaviotas, desde la muy común en el interior Gaviota reidora (Larus ridibundus) hasta la pelágica y protegidísima (el 90% de las parejas a nivel mundial crían en nuestro país) Gaviota de Audouin (Larus audouinii) o la más pelágica aún Gaviota de Sabine (Larus sabinii), que sólo aparece por la costa cuando los temporales la empujan a ello.

Pero la que ha vivido una auténtica explosión demográfica en las últimas décadas es la Gaviota Patiamarilla (Larus michahellis) que ahora vemos acercarse al barco en busca de comida. Comida como los restos de la pesca que abandonan los pesqueros, como los residuos urbanos que generamos y acumulamos en vertederos… el amplio espectro alimenticio de la gaviota patiamarilla, un auténtico superviviente, una especie ciertamente invasiva, ha facilitado que vivan en nuestro país alrededor de 80.000 parejas de patiamarillas y la cosa va en ascenso.

P1170251 La complejidad de los plumajes de los juveniles en función del año y, para más inri, de la estación del año en que las observemos hace que la determinación de las gaviotas sea uno de los ejercicios más complicados que pueda tener un aficionado. Nuestras gaviotas nidificantes nos miran desde la colonia, están ubicadas de forma estratégica y su carácter contribuye también a prevenir la intromisión de predadores.

Salimos de la bahía y el mar se extiende calmo a nuestros pies. Navegamos hasta la línea imaginaria de migración, para poder ver las aves marinas que recorren el Golfo de Vizcaya hasta aquí, pero por ahora no se dejan ver demasiadas. Es llamativo: la península ibérica es un lugar estratégico para observar aves marinas, recibe aves del norte de Europa, del Mar Negro, del Ártico, de Rusia o de la región macaronésica (Canarias, Azores…). Incluso se pueden llegar a observar divagantes procedentes del Caribe, de Norteamérica o de zonas tropicales. Se han llegado a contabilizar hasta 87 especies en esta zona, ¡un 19% del total de aves marinas del mundo¡ Pero hoy no parece ser el día.

De pronto se grita a las tres punto una pareja de Negrones comunes (Melanitta nigra) volando. ¡Patos marinos¡ Un pato eminentemente marino, común en el Cantábrico, una pareja de negrones en paso postnupcial. Y no hay manera de verlos. Es tan difícil, al menos al principio. Ni con prismáticos ni sin ellos. Vuelan raso, nos dicen, cerca de la superficie. Pero no hay suerte. Atrás quedan los patos marinos y nuestras ganas de verlos.

P1170105El día sigue soleado y aunque hay gente que se marea (a los que el patrón recomienda fervientemente que no utilicen los baños sino que vomiten, como debe ser, desde la barandilla al mar) nosotros no sentimos los efectos del oleaje. Sí sentimos los efectos de un pequeño desencanto, pero la belleza del mar y el ambiente contribuyen a paliarlo.

Es entonces cuando comienzan a aparecer aves. Al principio tímidamente. Después, gracias al aporte extra de chum (gambas con pan y aceite) su número empieza a aumentar prodigiosamente. Al principio, antes de atraerlas con cebo, nos damos cuenta de que en el horizonte blanquea un ave. P1170123Es grande. Está lejos, pero se nota su gran envergadura. Enseguida nos damos cuenta de lo que ocurre: un Alcatraz Atlántico (Morus bassanus) está a la vista. Como es el primero nos emociona enormemente. Bate las alas lentamente, a intervalos regulares, el cuello extendido.

Es, además, un adulto. Su plumaje es blanco níveo, con la punta de las alas (las primaras) negra presentando en la cabeza aún algo del amarillo anaranjado que lucen en verano. Pronto aparece algún otro. Uno de ellos se dirige hacia el barco, le vemos acercarse, los ojos se nos salen de los prismáticos, nos pasa por estribor con rapidez y aparente falta de interés.

P1170207Emocionados, nos dirigimos a las láminas que los organizadores han puesto en la cubierta principal. Están sacadas de la magnífica guía de Aves Marinas de Andrew Paterson, publicada por Edilesa y del que guardo como oro en paño un original del autor en casa (la lámina de los albatros). Paterson estaría orgulloso del interés mostrado por pajareros y no pajareros por el Alcatraz Atlántico, el ave marina más grande del Atlántico Norte.

Es normal que sea un adulto. La migración postnupcial de los alcatraces comienza en agosto y sigue un riguroso orden de marcha, contrario al de la migración prenupcial de primavera. Primero juveniles, luego inmaduros y por último, adultos, que vienen a invernar en nuestras costas, atlánticas o mediterráneas.

P1170158 Es entonces cuando desde la cubierta inferior comienzan a echar el chum por la popa instando al patrón a que de vueltas sobre una zona amplia a cuatro millas de la costa. Las gaviotas, siempre interesadas, comienzan a llegar en enormes bandadas. Ya de por sí es un espectáculo inolvidable.

P1170183Pero lo es más cuando comienzan a aparecer invitados especiales al festín, atraídos por la algarabía visual y vocal de las gaviotas patiamarillas y sombrías (Larus fuscus) que se pelean por las gambas cocidas marcadas con unas iniciales curiosas: ZP. De repente, entre las gaviotas aparecen más alcatraces, pero esta vez tenemos jóvenes, inmaduros y adultos, cada uno por su cuenta, eso sí. Sus plumajes cambian con la edad y tenemos alcatraces de negra silueta e inmaduros cada vez más blancos, hasta llegar al precioso y albo plumaje de los adultos de Alcatraz Atlántico.

P1170163Uno de los que nos sobrevuelan lleva en las patas los restos de una red de pesca. Quizá eso le imposibilite para llevar una vida normal. Las redes dejadas en mar abierto, los palangres incorrectamente gestionados, las prácticas usureras de muchos pescadores no sólo perjudican a las especies submarinas, a las tortugas, los delfines o los tiburones. Las aves marinas también se ven afectadas por estas prácticas.

De repente comienzan a aparecer a modo de explosiones sobre el agua. Nos las esperábamos, pero no estábamos seguros de poder verlas: son los propios alcatraces, que se zambullen desde lo alto como si fueran misiles.

P1170159Es un espectáculo inolvidable, verles bajar como un tiro desde lo alto, la cabeza fija, las alas arrimadas, el chapoteo de la inmersión.  Quienes más disfrutan son los fotógrafos profesionales que se han dispuesto en la cubierta inferior, a popa, justo al lado de la fuente de chum.

Quiero creer que sus potentes objetivos, infinitamente mejores que la humilde cámara que yo llevo, deben estar tomando instantáneas maravillosas que ilustren en el futuro artículos en cualquier revista del medio.

P1170176 Las gaviotas son las protagonistas del acto. Cientos de ellas se pelean por las gambas, luchan entre sí, se zambullen o se disponen cómodamente sobre el agua. El barco sigue dando vueltas, las gaviotas entonces levantan el vuelo todas a una, como asustadas, en el mismo momento que el avistador grita “Skúa a las cinco en punto” y allí aparece un magnífico Págalo Grande (Catharacta skua), un parásito de los mares de gran envergadura. Su plumaje es más oscuro que pardo, lo que puede representar bien un juvenil o un adulto en fase oscura ¡es tan difícil verlo bien¡. En cualquier caso, la mancha alar blanca le delata, como si no le hubiera delatado ya el pavor que ha provocado en la bandada de gaviotas.

P1170182 A veces puede llegar a matar a una gaviota, nos dicen, en su afán por robarles lo que han pescado. Estos págalos crían en Islandia y en el Norte de Escocia.

A partir de agosto migran en su etapa postnupcial para repartirse por Francia, España y África. Los adultos son poderosos y amenazantes, de pecho abultado, cabeza grande y cuello de toro. El págalo vuelve de vez en cuando a ver que pilla, nosotros nos emocionamos al verle.

P1170184 Pero pronto surge otro avistamiento, más difícil y complicado de ver aún. Finalmente la vemos: es una Pardela Sombría (Puffinus griseus), recién llegada del mismísimo Cabo de Hornos, en lo más extremo del hemisferio sur. Ver pardelas es el más difícil todavía, son pequeñas, su color pardo se pierde entre las olas, su tamaño es discreto, como su presencia. Sólo los pajareros más avezados pueden divisarlas, primero, para diferenciarlas después.

El viaje transecuatorial de la pardela sombría desde el Cabo de Hornos hasta Islandia tiene parada en España. El tono oscuro de su plumaje debería delatarla, de hecho lo hace para los más experimentados, pero nosotros no somos capaces de verla con claridad.

P1170219Sí vemos bien a la pardela capirotada (Puffinus gravis). Se trata de otra migradora transecuatorial, pero si en el caso de la sombría era asombroso, en el caso de la capirotada es fascinante: desde el hemisferio sur pasa por la costa oriental de América del Norte, Sur de Groenlandia, Irlanda y finalmente aquí, al Cantábrico, donde una pardela capirotada aislada trata de hacerse con uno de los manjares del chum, las gambas con aceite y pan por las que discute con las gaviotas. El capirote negro la hace perfectamente distinguible, como su vuelo directo, potente y rápido mientras planea por entre el oleaje.

Aparecen también Pardelas Pichonetas (Puffinus puffinus) e incluso alguien llega a ver la muy escasa Pardela Balear (Puffinus mauretanicus) en plena vuelta hacia sus cuarteles de invernada en el Mediterráneo.

P1170223 Entre las gaviotas aparece una de un tamaño considerable. Enseguida le distinguimos, vimos uno muy parecido en Irlanda en junio, es un Gavión Atlántico (Larus marinus), un ave maciza, más grande que cualquier otra gaviota: alas cortas y anchas, cuerpo, pico y cabeza muy grandes.

Nuestro Gavión está en el agua, ya ha pescado. Hay un buen número de gaviotas revoloteando a su alrededor, a nuestro alrededor, en una mañana fascinante, apasionante, en la que la gente disfruta, los menos se marean, los más dirigen como pueden sus miradas y prismáticos hacia cielo, donde aparecen fugaces pardelas, raudos págalos, bandos de alcatraces atlánticos en riguroso orden de avance, numerosísimas gaviotas, algún cormorán. Alcatraces jóvenes, inmaduros y adultos, un gavión sobre el mar, pardelas llegadas de allende los mares cruzando en vuelo entre las bandadas de patiamarillas y sombrías gritonas.

P1170214 Y entonces alguien, entusiasmado, avista alcas comunes (Alca torda) a estribor, una pareja, que vuelan muy bajo, con un aleteo rápido y constante, en línea recta hacia la Bahía de Santander, allá donde nos lleva el barco del mismo nombre, en el que hemos disfrutado de una jornada asombrosa de avistamientos en un marco incomparable, que dirían los poetas tópicos.

P1170285 Jornada que finaliza en el Museo Marítimo de Santander, donde como no dejan hacer fotos no puedo ilustrar la ilusión que nos hizo disfrutar del complemento perfecto de la excursión mañanera. El cielo por encima del mar que habitan las aves marinas en comparación con los habitantes del Cantábrico, los rapes, cabrachos, morenas, congrios, meros o rodaballos que nadan en las aguas del acuario del Museo como volaban esa misma mañana alcatraces, gaviotas, alcas o pardelas en el luminoso día de octubre que les dedicamos.

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14 de septiembre de 2009

Un Agama, un trepador rupestre y otros animales de Turquía

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Y poco más, la verdad. Cada vez que viajamos, sea por turismo arqueológico, urbano, rural o natural, nuestra curiosidad siempre tropieza con especies animales que no viven en nuestro entorno. Sin embargo, los números en Turquía no nos salen.

Es cierto que no tuvimos oportunidad de visitar demasiadas áreas naturales en Turquía (por no decir ninguna) pero también es cierto que esperábamos encontrar alguna muestra más de la fauna y flora turcas. Deberíamos conformarnos con la geología, al fin y al cabo Capadocia y Pamukkale son formaciones geológicas de primer nivel.

P1150394Pero, al menos, pudimos asombrarnos y disfrutar de la visión de un Agama (Agama stellio), un lagarto agámido inconfundible por su gran tamaño y su aspecto espinoso y plano.Pero es que nuestro Agama estaba situado en uno de los arcos del Teatro de Hieracompolis, en Pamukkale, a una distancia importante pero desde la que se le podía ver sin problemas.

  Los agamas (cuyos sustitutos naturales en América son las iguanas) viven en los lugares más cálidos  de África, Asia y Australia… mientras que en Europa sólo encontramos ésta. Cuerpo corto y rechoncho, cola delgada, cabeza triangular y patas largas, una descripción que no deja lugar a dudas. P1150397Además, el agama puede cambiar de color. Y además, tienen por costumbre habitar lugares secos y exponerse al sol en paredes, laderas rocosas y olivares.

Son insectívoros (aunque a veces comen algo de materia vegetal) e inconfundibles. Lástima que se escondiera rápidamente de nuestra cámara.

Precisamente en Hieracompolis es donde mejor oportunidad tuvimos para ver Trepadores rupestres occidentales (Sitta neumayer), denominación acorde con las recomendaciones de la SEO.

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Es un trepador más grande y pálido que nuestro Trepador Azul (Sitta europaea) y con el pico, además, proporcionalmente mucho más grande. Habita en zonas rocosas y cálidas y está muy extendido tanto por Turquía como por Grecia.

P1150428 Tiene la costumbre de hacer sus nidos en hendiduras utilizando fango para su construcción. A finales de marzo, la pareja de trepadores rupestres comienza los preparativos para hacer el nido, que les lleva como 10 días. Construyen un nido en forma de tazón sobre paredes lisas, siempre con barro y saliva.

Si aprovechan un agujero natural, ciegan su entrada hasta dejarla al tamaño apropiado para su cuerpecillo. El cemento resultante de su labor es tan duro que se hace imposible abrirlo con las manos (aunque el interior está forrado con plumas y pelo). Estos nidos pueden durar decenios sin problemas.

P1150447 Por la misma zona, en un bosquete de pinos cerca del yacimiento, algunos juveniles de Alcaudón Dorsirrojo (Lanius collurio) revoloteaban y trataban de cazar alguna libélula de las pocas que recorrían el secarral.

Como cerca había agua más que suficiente, los caballitos del diablo podían ser presas fáciles para estos alcaudones, cuyo número está decreciendo a marchas forzadas por toda Europa.

Pero no sólo tuvimos oportunidad de ver pájaros en Pamukkale. En otras partes de Turquía se dejaron ver otras aves, fundamentalmente de hábitat urbano o costero.

P1160402 Durante las travesías por el Cuerno de Oro, numerosas gaviotas y cormoranes grandes como el de la imagen volaron y pescaron entre las azules olas generadas por nuestros barcos.

La gran riqueza pesquera del Bósforo quedaba patente, aunque sólo fuera por la innumerable marea de pescadores de caña del Puente Gálata.

P1160461 Y por último, mencionar al ave más conocida de Turquía, cada vez más extendida por Europa y por nuestro país. Se trata, cómo no, de la Tórtola Turca (Streptopelia decaocto).

P1160171Y sin embargo, ésta de aquí al lado es de Estambul, de la mismísima Plaza de Beyazit, pero no es una Tórtola Turca sino una Tórtola senegalesa (Streptopelia senegalensis), sumamente excepcional en Europa, muy común en el Sur del Mediterráneo y muy presente en particular en Estambul, donde fue introducida en época Otomana.

Qué bonita y delicada forma de finalizar esta entrada.