31 de agosto de 2007

Icnitas fósiles del Jurásico asturiano

Los terrenos actuales sobre los que nos movemos tienen su origen en el pasado remoto de la Tierra. Y en ellos, de vez en cuando y debido a procesos geológicos mas o menos complejos, podemos encontrar pistas de algunos de los seres que habitaban ese pasado remoto.

La fosilización no es un proceso que aplique únicamente a exo y endoesqueletos de organismos primitivos, si bien es lo mas frecuente. En ocasiones, partes blandas como la piel y elementos semiorgánicos como los coprolitos también fosilizan. En otras ocasiones, son las huellas que dejaron estos animales las que permanecen de manera imperecedera en forma de fósil mineralizado. Y este es el caso de las huellas fósiles, las icnitas, del periodo Jurásico que han aparecido en la costa asturiana.

Con las obras de un túnel de la carretera N-632, ahora llamado Túnel del Ordovícico, se han hallado numerosos fósiles de este periodo de la Era Primaria (incluso hubo una interesante exposición en el Instituto Geominero al respecto, con una gran reproducción de un Trilobites). Una buena parte del territorio asturiano es ordovícico.

Y otra buena parte es de origen jurásico, especialmente en la costa occidental. La costa de los municipios de Colunga, Ribadesella y Villaviciosa, además de ser destino turístico de primer orden, es uno de los principales yacimientos de huellas fósiles de la península ibérica.

Los hallazgos se han venido sucediendo en los últimos años. Se han encontrado icnitas tanto en las playas más concurridas de la zona como en las bases de los acantilados de más difícil acceso. En nuestro caso, y como es de obligado cumplimiento, la visita se inició en el Museo del Jurásico Asturiano (MUJA) para continuar por algunas de las zonas más recónditas y bellas del cantábrico.

La costa asturiana presenta numerosos afloramientos rocosos del Jurásico procedentes de áreas que en su momento fueron ríos, estuarios o playas. Ahí es donde se pueden localizar las huellas de dinosaurios cuya aparición dio inicio al proyecto del MUJA. El estudio de estos afloramientos ha permitido establecer diferentes formaciones geológicas, enmarcadas todas ellas en el Jurásico, en las que ubicar los ambientes por los que se movían los dinosaurios que dejaron sus huellas fosilizadas.

Existen un total de 6 formaciones que, en orden decreciente de antigüedad, se denominan: Formación Gijón (una extensa llanura costera rica en fangos del jurásico inferior), Formación Rodiles (un mar de aguas cálidas del jurásico medio poblado por ictiosauros y plesiosauros), Formación La Ñora y Vega (una época con el mar retirado y numerosos ríos), Formación Tereñes (una costa baja y rica en fangos del Jurásico superior por la que pasearon numerosos dinosaurios) y la Formación Lastres (una zona litoral y de marisma rodeada de bosques de helechos y coníferas sobrevoladas por pterosaurios), coincidiendo el nombre de todas ellas con los municipios en los que existen mejores condiciones para su observación.

Muestras de estas formaciones aparecen en los yacimientos que, a pie de playa o de acantilado, muestran las icnitas de los seres que caminaron sobre ellas. Y no sólo eso: restos fósiles de troncos, marcas de raíces, de grietas de desecación, de caudales de ríos o huellas del batir de las olas de hace millones de años.

Pero las más sorprendentes son las huellas de dinosaurios. La forma de las icnitas depende de 4 variables: la anatomía del pie que pisó, el tipo de sustrato sobre el que pisaba, el comportamiento del animal en el momento de la pisada y las características del devenir histórico que han preservado la huella. Además, algunas huellas no se presentan como podía esperarse a priori, es decir, como depresiones en la roca, sino al revés, como bultos o prominencias. Son los contramoldes, icnitas que se manifiestan hacia arriba, por efecto de una sedimentación posterior en el tiempo que las fue cubriendo.

Pero lo más curioso es poder identificar, al menos, los grandes tipos de dinosaurios en función de sus huellas. Fundamentalmente en función del tipo y disposición de su cadera, existen dos grandes linajes de dinosaurios: Saurisquios (cadera de reptil, pubis hacia delante) y Ornitisquios (cadera de ave, pubis hacia atrás).

Los Saurisquios se dividirían en dos grupos: Sauropodomorfos (cuadrúpedos y vegetarianos como Brachiosaurus) y Terópodos (carnívoros bípedos como Tyrannosaurus).

Los Ornitisquios se dividirían a su vez en tres grupos: Tireóforos (vegetarianos cuadrúpedos como Stegosaurus), Ornitópodos (bípedos vegetarianos como Iguanodon) y Marginocéfalos (vegetarianos cuadrúpedos como Triceratops).

Pues bien, en la costa asturiana se pueden encontrar huellas tridáctilas de Terópodos y Ornitópodos y huellas de manos y pies de Saurópodos y Tireóforos cuadrúpedos.

Además, algunas de estas huellas se han conservado tan bien que han permitido incluso poder observar la piel del animal que realizó la pisada (en este caso, un saurópodo).

Son numerosos los yacimientos donde se pueden hallar icnitas fósiles en la costa asturiana. Todos ellos se concentran en los municipios de Colunga, Villaviciosa y Ribadesella. Nuestras visitas se limitaron a ubicaciones de los dos primeros municipios. En todos los casos, mereció la pena por poder observar algunos de los restos más interesantes que pueden observarse en el mundo de este tipo (aunque la visita complementaria al MUJA a posteriori ayuda a comprender mejor el valor de lo visto).

En la playa más visitada de Colunga, la Playa de la Griega, se pueden visitar las huellas fósiles más grandes del mundo, así como el mayor conjunto de icnitas de toda España. En esta preciosa playa se pueden ver pisadas de un diámetro de 1,30 metros pertenecientes a un saurópodo del género Camarasaurus. Las huellas de saurópodos, las más comunes de cuadrúpedos (muy difícil encontrar las de Tireóforos), se diferencian bien por estar separadas en dos partes: las huellas de las patas son circulares o rectangulares, mientras que las de las manos tienden a ser semilunares.

De acuerdo con las indicaciones de la guía del museo (en http://www.museojurasico.com/), “(…) al final de la playa se llega a un estrato de arenisca suavemente inclinado hacia el mar cuya superficie está atravesada por diaclasas [grietas de origen tectónico] en varias direcciones. A menos de un metro por encima hay una caliza gris que contiene diminutos fósiles de gasterópodos y diversas depresiones grandes [de hasta 1,3 metros de diámetro] redondeadas. Son icnitas de grandes dinosaurios cuadrúpedos que muestran un reborde periférico abultado. Se trata de las icnitas más grandes de España, y por sus dimensiones se las puede considerar entre las más grandes del mundo. El dinosaurio que las produjo se tenía que tratar de un ejemplar de dimensiones colosales, se trataba de un saurópodo gigantesco cuadrúpedo, cuyo peso podía oscilar en torno a las 100 toneladas. Aparte de éstas, puede observarse un rastro formado por seis huellas que corresponden también a un saurópodo de menor tamaño. “.

Las huellas de la Griega son, efectivamente, impresionantes por su tamaño y son las de acceso más sencillo. Además, la vista de la playa es espectacular y se puede complementar con la observación de unas areniscas rojas de la formación Vega, que contienen huellas de raíces verticalizadas de color verde pálido.

Intentamos acceder a las huellas tridáctilas de pequeños ornitópodos en la base de los acantilados de Lastres, en Colunga, pero la pleamar nos lo impidió en el último momento, a menos de 5 metros de la roca que presentaba el rastro. Y es que la situación de las mareas es fundamental, junto con una buena guía (nosotros nos hicimos con la Guía del Jurásico de Asturias, realizada por el equipo investigador de la zona) para poder acceder con seguridad a los yacimientos.

Mejor suerte tuvimos con las icnitas fósiles de los acantilados de Luces, también en Colunga. Se trata de unos acantilados de paisaje grandioso, con un camino sinuoso en el que el color de tojos, equisetos y brecinas contrasta con la majestuosidad del faro cercano y el color mate de las rocas entre las que los marisqueiros ilegales trataban de hacerse con moluscos y crustáceos sin permiso.

Anonadados por la vista (y por el esfuerzo), nos recreamos en las icnitas: “Cerca de allí, y un poco al este, se encuentra un bloque suelto de arenisca con dos contramoldes de huellas de dinosaurio, una tridáctila de un bípedo y otra en forma de media luna [saurópodo]. Siguiendo por la base del acantilado hacia el oeste unos 300 metros se accede a unos estratos de arenisca inclinados sobre los que se encuentran varias icnitas tridáctilas y un rastro de saurópodo, éste último bastante desgastado por la acción del mar.”. A pesar de la parquedad de la indicación, las huellas de los acantilados de Luces son muy interesantes.

El bloque suelto de arenisca es de la Formación Lastres y los dos contramoldes son excelentes. El de Saurópodo es una mano en forma de media luna de un saurópodo de tamaño medio. La otra huella, tridáctila, pertenece a un gran Terópodo, un pie izquierdo de un terópodo cuya altura de cadera debía superar los 2,7 metros.

Los rastros en arenisca gris, de la Formación Tereñes, incluyen varias icnitas tridáctilas aisladas, de terópodos de tamaño medio y pequeños ornitopodos. En un segundo estrato aparecen huellas tridáctilas de grandes terópodos y las huellas muy desgastadas por el oleaje del rastro de un saurópodo. En este yacimiento se han hallado un buen número de restos fósiles.

Otra visita que merece la pena es la de la Playa del Puerto de Tazones, en Villaviciosa. En este caso, el encanto lo aporta una villa muy reducida cuyo acceso al mar está limitado al pequeño puerto y a la minúscula playa que desaparece en pleamar. Sin embargo, la belleza del entorno es tal que se ha convertido en una referencia a nivel turístico.

Pues bien, entre las rocas de la formación Tereñes de este acantilado cercano a la playa, hay un gran bloque suelto de arenisca en el que se conservan varias icnitas, de las que sobresalen tres impresionantes huellas de grandes terópodos enmarcadas en la superficie gris del bloque, tapizada por ondulaciones producidas por el oleaje de la época.

Nos quedaron numerosas visitas por realizar, en particular a alguno de los yacimientos de Ribadesella. Pero la muestra que pudimos ver mereció la pena, tanto por las icnitas en sí como por el encanto de cada una de las ubicaciones a las mismas.