“Te quiero. Lo sé.” No es, desde luego, el mejor diálogo de la historia del cine. Ni siquiera uno especialmente brillante. Pero es redondo. Y dicen que no estaba en el guión y que probaron varias opciones durante el rodaje de “El imperio contraataca” hasta que el propio Harrison Ford se sacó de la manga ésta. “El Imperio…” es la película favorita de un buen número de aficionados a Star Wars, entre los que me encuentro.
Tiene el punto justo de aventura, romance, emoción, traición, sorprendentes revelaciones y un trasfondo trágico que deja al lado oscuro de la fuerza (perdón, reverso tenebroso) como segundón de la trama. El caso es que, como dice Peter David, estas películas acertaron en la diana, aunque el dardo estuviera defectuoso. No son un prodigio ni de guión ni de argumento. Pero todo funciona razonablemente bien. Para la época los efectos especiales eran asombrosos y los personajes, fácilmente reconocibles en la primera película (mucho más tarde se definiría como Episodio IV) se convierten en iconos y personajes creíbles a partir del Episodio V (perdón, El Imperio contraataca).
La saga de Star Wars se convirtió en un verdadero fenómeno mediático y social y es ya con todo derecho un símbolo reconocible del siglo XX. Y como todo símbolo, tiene sus detractores y sus defensores, que más que defensores o aficionados son verdaderos adictos e incondicionales a las películas ideadas por George Lucas. (Yo me incluyo, por mucho que el señor Lucas me parezca un almibarado y vetusto americano).
Y algunos de esos adictos han llevado al límite su afición y se han puesto a coleccionar sin límite todo aquello que tiene que ver con la saga galáctica. Bueno, sí, yo también tengo mis cositas y mi corazoncito de freaky (no me parece en absoluto un adjetivo denigrante éste) se ve colmado al ver la reproducción del X-Wing anegado en las aguas de Dagobah que tengo en casa. Si eso me pasa a mí, qué no le pasará a los tipos que han convencido a los responsables de exposiciones de “El Corte Inglés” para ubicar en la planta novena de su centro de Madrid Callao una exposición sobre el tema.
Cuando la fui a ver le faltaba algo fundamental en estos casos: la cartelería. Hay un buen número de colecciones de figuras de Star Wars, de diferentes épocas, materiales y calidades pero no hay suficiente información como para poder valorarlo. Además, cualquier visitante poco iniciado en el tema (que serán mayoría, supongo) no entenderá porqué hay algunas figuras y naves metiditas en sus blisters aún sin abrir. O quienes son esos que firman o de donde provienen esos cascos tan flipantes. Bueno, incluso quien es ese señor de negro de aspecto tan setentero que me mira desde su escafandra rara.
El caso es que tuve suerte. Por allí se pasaron las dos mentes pensantes detrás de la exposición (Luismi, un actor de reparto que ha hecho de Jedi-víctima temprana en los Episodios II y III y Juan, autor de numerosas maquetas impresionantes)y gracias a su guía pude hacerme una idea de lo que la Exposición encierra.
Ya desde el principio uno se da cuenta de lo que tiene delante: colecciones de figuras de plomo, de figuras de oro, de plásticos varios…. de la saga inicial, de las actuales… de naves, de personajes… peluches, regalos de Happy Meal… pero también reproducciones fidedignas e incluso algún objeto original procedente del rodaje de una de las películas. Este es el caso del casco blanco habitual de los soldados del Imperio que se expone junto al casco de un piloto imperial que se puso a la venta en una de las Convenciones realizadas hasta la fecha o el del dirigente rebelde de la Luna de Endor que está al lado.
Destacan las figuras de gran formato, sobre todo la de la moto-jet de Endor del principio, a escala natural, o las figuras de Darth Vader, un Guardia del Emperador o un soldado imperial que se dejan ver entre las numerosas vitrinas que acogen a multitud de personajes de la Saga. Entre ellas hay algunas verdaderamente curiosas: prototipos que no se llegaron a realizar, las típicas figuras “raras” de las que se hizo un número muy reducido de ellas y hoy valen un pastón, las ediciones especiales por países o materiales y las curiosidades más sorprendentes como la figura del piloto rebelde de un tal Jor Sacul que es el mismísimo George Lucas enfundado en el mono naranja de Luke y compañía.
Los autores de la exposición han aprovechado su gran colección para recrear, en pequeño, algunas de las escenas más impactantes de Star Wars, como la batalla final del “Ataque de los Clones”, por ejemplo.
Es una exposición divertida, necesaria para los aficionados a la saga galáctica. Lástima que el sitio de la exposición deje mucho que desear (bien por El Corte Inglés por ceder este espacio, aunque la motivación de la venta sea clara; pero mal por las deficientes condiciones con las que se expone).
El caso es que para pasar un rato mirando figuras, naves y reconstrucción de mitos, lugares y personajes, si es que estos te gustan, es el sitio perfecto. (Qué gozada ver algunas de mis figuras de colección, como las de plomo, reunidas en la exposición...)