16 de abril de 2012

Siguiendo la pista de la Infanta Margarita en Viena

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No todo el mundo sabe que la protagonista de la que probablemente sea la obra más importante de la historia del arte en nuestro país, Las Meninas de Velázquez, acabó sus días en Viena, muriendo muy joven después de haber tenido 4 partos. Se trata de la pequeña infanta que es atendida por las meninas que dan nombre a la obra y a quien los reyes en el reflejo del espejo del fondo parecen supervisar. Las Meninas es uno de esos cuadros que no se olvidan nunca, que marcan un antes y un después en quien lo observa y en quien lo valora.

466px-Infanta_MargaritaY sorprende encontrar tan lejos del hogar pistas de la historia que la obra ofrece, tanto del momento en el que fue pintado como del final de su historia. Haremos dos paradas en este recorrido: en primer lugar en las salas dedicadas a la pintura española del Kunthistorisches Museum de Viena y, en segundo lugar, en su Cripta de los Capuchinos, donde está el arca con los restos de la Infanta.

Velázquez tuvo necesariamente una relación cercana con la Infanta Margarita Teresa, dado que la pintó en varias ocasiones en los primeros años de su vida… y en los últimos del gran maestro sevillano.

P1010752En aquel tiempo, los años 40 y 50 del siglo XVII, Felipe IV se encontró en una situación desesperada: se quedó sin herederos varones. El Príncipe Baltasar Carlos había muerto recientemente al caerse del caballo (varios de los retratos que Velázquez le realizó le presentan, precisamente, a caballo; no es el caso del fenomenal retrato en negro riguroso que Velázquez hizo también en 1640 y que se expone en el Kunthistorisches Museum).

Así que muerto el príncipe, ¿con quien se iba a casar la futura princesa, la joven de 14 años Mariana de Austria, con la que estaba comprometido? Pues con su padre, con el mismísimo rey Felipe IV. El abúlico monarca, el Rey Planeta, ya en su vejez se casaría con la pequeña Mariana y trataría de tener con ella la descendencia que su hijo nunca pudo.

P1010751Se expone en la sala un retrato de Felipe IV del taller de Velázquez, muy similar al retrato original que se muestra en el Museo del Prado. De hecho, es una copia del mismo enviada al Gobernador de los Países Bajos, el Archiduque Leopoldo Guillermo para exposición como se suele hacer con cualquier gobernante de la actualidad, sea nuestro inefable rey o el despótico dictador árabe de turno.

El caso es que tenemos a un anciano rey que ha vivido demasiadas aventuras contrayendo matrimonio con la que iba a ser su nuera, de catorce años. Y además, teniendo descendencia, varios hijos con no pocos problemas asociados. P1010749 Es lo que tiene la consanguineidad reiterativa, de la que en la Casa de los Austrias eran unos maestros reputados.

El linaje importa y sin llegar a los excesos incestuosos del antiguo Egipto, nuestros soberanos de entonces recurrieron a la búsqueda de la limpieza de sangre de una manera asombrosamente compleja. Todas las casas reales estaban relacionadas entre sí por las búsquedas de supuestas paces temporales y alianzas de interés. Pero siempre teniendo a la familia como primera línea de casamiento. Y eso es lo que practicaron los Habsburgo durante mucho tiempo.

A decir verdad, también lo intentaban como decía, en otras cortes. La Infanta María Teresa, aquí al lado pintada también por Velázquez en 1653 era hija de Felipe IV y de su anterior esposa, Isabel de Francia. De hecho, copias de este retrato viajaron a varias cortes europeas en busca de posibles maridos: París, Viena, Bruselas. Terminó llevándosela al huerto el rey francés Luis XIV, P1010742el llamado Rey Sol que, casualmente, también era su primo. Por cierto, Velázquez no sólo era el Pintor de Corte, como es bien sabido, sino también el mayordomo encargado de fiestas como la del enlace de María Teresa y el Rey Sol.

Volvamos a la Infanta Margarita Teresa. Debido a los dos motivos comentados anteriormente (que los monarcas conocieran a las posibles parejas de sus hijos y a la importancia del linaje y la familia) era muy común que entre las Cortes hubiera “comunicación pictórica”. Y por ello en el antiguo Imperio de los Habsburgo austríacos no faltaban los retratos de su familia de allende el continente, los Habsburgo españoles descendientes del gran Carlos I de España y V de Alemania.

La pequeña Infanta nació en 1651, fue la primera niña del matrimonio de Felipe IV con su mujercilla de cuarenta años menos. Y, como no podía ser de otra forma, nada más nacer ya la emparejaron con su tío, con el hermano de su madre, el futuro Emperador Leopoldo I de Austria.

P1010740En este retrato (el de arriba), pintado en 1652/3, la Infanta no podía tener más de 2 ó 3 años y fue el primer retrato enviado a la corte vienesa para que pudieran ir conociendo a la futura emperatriz. El matrimonio no se realizaría hasta 1666 por lo que cada tres años fue enviado un retrato de Margarita Teresa a Austria. En este, la niña viste un vestido rosa y está retratada como se hacía con cualquier personaje real de la época, con el realce suficiente.

Tiempo después llegaron otros retratos. El que está aquí al lado recuerda poderosamente a la Infanta de las Meninas, el vestido es prácticamente el mismo. En esta época Margarita ya contaba con cinco años de edad y el pintor la muestra seria y digna, tal y como se mencionaba en la carta que acompañaba el retrato en 1656 a su llegada a Viena: la infanta se caracterizaba por su buen comportamiento (o eso decía el emisario imperial que la redactó).

P1010741Unos años después, en 1659 (un año antes de morir Velázquez) llegó a Viena un nuevo retrato de la Infanta; en éste lleva un precioso vestido azul y plata. Velázquez volvió a realizar un trabajo soberbio, típico de sus obras maestras, de esas que hay que ver desde la distancia para poder valorar la verdad y la realidad que representan.

Éste es uno de esos casos. La infanta ya tiene 8 años y dentro de poco marchará para Austria con el fin de contraer matrimonio con Leopoldo I. De hecho, este retrato se envió directamente al ya Emperador. Por la misma época Velázquez pintó otra obra,muy probablemente la última.

Se trata de otro retrato real, el del Príncipe Felipe Próspero que, visto con la distancia, de próspero tuvo poco pues murió al poco tiempo de ser enviado su retrato a Viena como regalo. El niño era el heredero de un poderoso y frágil imperio e, ironías del destino, los herederos de P1010748tal imperio demostraron igual fragilidad.

Felipe Próspero, que aparece en el retrato con algunos amuletos de la suerte y la salud, fue un niño enfermizo que falleció con cuatro años dejando destrozados a sus padres no sólo por la pérdida sino por la sensación de incertidumbre ante la necesidad de buscar un heredero.

Velázquez lo pinta apoyado en una silla, débil y pálido, de mirada tierna y paralela la del perrillo que como en cualquier otro cuadro de la época aparece mirando al espectador. Felipe Próspero miraría a sus padres apenas un año y medio más. Velázquez ni siquiera eso.

P1010760Apenas 5 días después de la muerte de Felipe Próspero nació el que sería el último del los Austrias, Carlos II el Hechizado (más bien el enfermo del Síndrome de Klinefelter), un último capítulo de la saga delos Habsburgo españoles más bien pobre. En el Kunthistorisches se presentan un retrato y una escultura del pobre chaval. La pintura es de Carreño de Miranda, quien se convirtió en el pintor de Corte.

Y mientras tanto, ¿qué fue de la Infanta Margarita de Austria? Felipe IV falleció en 1665 y el problema de la herencia del Imperio donde no se ponía el sol estaba en boca de todo el mundo. Las Cortes Europeas se afanaban por posicionarse bien ante la próxima desaparición del débil Carlos II (que no moriría hasta 1700). Entre ellos se encontraba el Emperador austríaco Leopoldo I quien, a pesar de estar acordado su matrimonio desde el nacimiento de la infantita, aún no lo tenía claro. Demasiadas variables dinásticas hicieron que el testamento de Felipe IV fuera un crucigrama difícil de resolver durante la regencia de la Reina Mariana de Austria.

Jan_Thomas_002Jan_Thomas_001 Finalmente en 1666 se casarían Leopoldo I y Margarita Teresa, recorriendo ésta un largo camino hasta entrar en Viena: Madrid (28 de abril de 1666)-Denia-Barcelona (donde cumplió quince años festejados por todo lo alto)-Finale-Milán-Venecia-Trento-Tirol-Carintia-Estiria y Viena (5 de diciembre de 1666).

A partir de aquí, la vida de la Infanta Margarita Teresa supongo que se limitó a ser una especie de madre procreadora. En los cuadros de Jan Thomas que se guardan en el Kunthistorisches (aparecen en la wikipedia, pero yo no los encontré por ningún lado) aparecen el Emperador y la Infanta vestidos en traje de teatro un año después de su llegada a Viena, en 1667.

La Infanta Margarita Teresa tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo tuvo tiempo de vivir unos cuantos años su hija María Antonia. Nuestra Infanta falleció el 12 de marzo de 1673 a los 21 años de edad a consecuencia del parto de su cuarta hija. Y está enterrada en otro lugar de visita obligada en Viena, la Cripta de los Capuchinos.

DSC_0058Debajo de la Iglesia de los Capuchinos, en la Neuen Markt de Viena (en pleno centro, vaya) se ubica la Cripta de los Capuchinos, un lugar un tanto tétrico donde te esperan los sarcófagos de 142 cuerpos de todos los Habsburgo austríacos. P1010920P1010929La verdad es que es algo asombroso y aunque un elevado porcentaje de visitantes sólo van buscando las tumbas de Sissí y de Francisco José nosotros fuimos a la búsqueda del más humilde sarcófago de la infanta de las Meninas. Y allí estaba, escondido detrás de una columna, cerca del ataúd de su esposo (quien se casaría al menos otras dos veces a lo largo de su también larga vida y reinado) y junto a los de otros habsburgos reales y consortes.

Y, como no podía ser de otra forma, en el cartel informativo situado frente al arca no sólo se menciona a la Infanta como emperatriz y madre, sino también como retratada por Velázquez. Los austríacos de la época, por cierto, eran un tanto especiales con lo que se hacía con los cuerpos de sus gobernantes. El cuerpo de la Infanta Margarita Teresa está en la Cripta de los Capuchinos pero su corazón está enterrado muy cerca, en la Augustinerkirche, y sus intestinos en la Cripta Ducal de la Stephansdom.

441px-Diego_Velázquez_031P1010928Antes de terminar quiero mencionar a otra española famosa enterrada en la Cripta de los Capuchinos y muy relacionada con todo el jolgorio familiar que acabo de describir y con el mismísimo Velázquez. Se trata de la Reina María Ana de Austria, reina de Hungría y madre del Emperador Leopoldo I que se casaría con nuestra infantita.

Como hermana pequeña de Felipe IV estuvo a punto de ser casada con el Príncipe Carlos de Inglaterra en una historia (la de la visita del príncipe y del Duque de Buckhingham a Madrid) muy celebrada a nivel literario e histórico.

Como lo podría ser la de nuestra Infanta, la más retratada posiblemente de la historia, la más conocida por generaciones posteriores gracias al genio de un pintor que inmortalizó una belleza frágil que no tuvo tiempo de destacar en la historia, salvo por ser la protagonista de aquellos pinceles.