¿Acaso he perdido la capacidad de asombro? ¿Quizás ya no me dejo llevar por la magia de las cosas? Lo dudo. Vivo, para perplejidad de la gente con la que convivo y quiero, rodeado de mundos de fantasía, en cómic o en libro, en sagas cinematográficas o en sagas literarias. No, no ese el problema de la Ciudad Encantada de Cuenca.
Por si mismo, el sitio natural de la Ciudad Encantada es, ciertamente, impresionante. Pero durante la Visita que hicimos venció "mi lado científico", que quedó profundamente decepcionado por las explicaciones que las guías ofrecen sobre este lugar espectacular.
La Ciudad Encantada es el resultado de la acción del agua sobre roca caliza a lo largo de una enorme cantidad de tiempo. Se trata de una formación karstica en sus ultimas fases, cuando agua, hielo y viento han erosionado de tal modo las rocas calcáreas que estas han terminado modelando formas caprichosas y muy llamativas.
Pero de esto, del origen en la Era Secundaria de este fenomenal karst, poco se dice en las publicaciones sobre la Ciudad encantada.
A su vez, las menciones al precioso pinar en el que se encuentra, en plena Serranía de Cuenca, suelen ubicarse al inicio de la guía, en el apartado general. Junto a ella, menciones sueltas de los diversos olores que el tomillo o la mejorana proporcionan en primavera.
Y ya esta. La parte del león se la llevan las minuciosas descripciones, a cual mas pintoresca y absurda, de las peculiares formaciones en roca que el karst va dejando. "La lucha entre el elefante y el cocodrilo" es lo mas rimbombante, pero también tenemos unos barcos, un hipopótamo, una tortuga... y más a lo grande: un puente romano, un teatro, un convento y hasta un mar de piedra.
Profusas explicaciones acerca de como el cincel de la naturaleza se ha dedicado a modelar formas tan fascinantes como "la foca" en la que (sic) una enorme mole de piedra representa una foca haciendo malabares con su hocico.
La verdad es que es bastante decepcionante. Qué reducidas son las menciones a la flora del lugar, a los numerosos majuelos, bojes, enebros y sabinas que pueblan el Sitio Natural. A pesar de pagar por la entrada, solo un mísero cartel se dedica a comentar brevemente la historia geológica del lugar.
Pero lo peor es que parece que los visitantes no lo echan de menos. "Si, si, mira, parece un perro... Un fox terrier, claro" ó "mira, ahí esta la nariz y ahí la boca de la cara del hombre"...
Y yo no dejo de plantearme que todas esas cosas , para mi banales, no me hacen falta para disfrutar de un lugar único, que encandila, que asombra nada mas encontrarse con la primera formación ("El Tormo", en la primera foto).
Que la Ciudad Encantada emociona por el valor intrínseco que tiene su paisaje erosionado. Que la imaginación popular que ha dado nombre a cada roca sorprendente no es el factor más importante de la visita, al menos para mí.
Que disfruto fijándome en la enorme trinchera que han formado el agua y el hielo en una gran mole calcárea en vez de fijarme en el "vertiginoso tobogán" que vende la guía. Y sin embargo, no soy nada diferente del resto. Yo también he ido a hacer fotos y a emocionarme con uno de los paisajes naturales mas asombrosos de la península ibérica.