16 de noviembre de 2007

Recordando Pompeya y Herculano (I)

Sobrecogedora. La visita a Pompeya es absolutamente sobrecogedora. Allí estas tú, paseando por la Vía de la Abundancia, tomando asiento en el anfiteatro, honrando a Isis en el templo o simulando consumir algo en cualquiera de los muchos thermopolium con los que cuenta la antigua ciudad sepultada.

Estos días se presenta en Madrid una exposición sobre Pompeya y Herculano titulada "A la sombra del Vesubio". Es una exposición pequeña pero con encanto y con algunas piezas muy interesantes. La visita que hicimos nos recordó el largo día que dedicamos unos meses atrás a explorar mapa en ristre las ruinas de Pompeii, tan cautivadoras que no las hemos olvidado.

Y es que estar allí es diferente. Están las casas particulares, los templos, los gimnasios, los circos, las tabernas y los burdeles. Están las fuentes, el adoquinado, las aceras, los pasos de piedra superiores que permitían salvar las riadas de agua de lluvia. Tanto por ver y solo un día para sacarle jugo.

La visita comienza con la Vía della Abundancia, una de las calles principales de la ciudad, la que la cruzaba de este a oeste. A partir de ahí, el espectador interesado no puede dejar de sentirse emocionado ante cada cosa que ve. Y como son tantas, me he sentido tentado de hacer una selección de aquellas que más nos gustaron... lástima, pues existen muchas otras cosas que se quedarán en el tintero¡


Sin embargo, la visita a Pompeya no puede sentirse como completa si no se recorren las salas del Museo Arqueológico de Nápoles, donde se encuentran la mayor parte de piezas halladas en la zona. Además, las visitas a Herculano, a Oplontis o al mismo cráter del Vesubio (que son las visitas que hicimos al fin y al cabo) son casi imprescindibles, o al menos eso me parece a mi.

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Propaganda electoral. HOLCONIUM PRISCUM IINVIRUM IURE DICUNDO DIGNUM REI PUBLICAE ORO VOS FACIATIS: Os ruego que elijais a Holconio Prisco, hombre digno de la republica, como Duunviro Iure Dicundo. Un anuncio electoral permanece casi indeleble en las paredes de una casa pompeyana. Los duunviros, dos, detentaban el poder político y judicial de la ciudad. Cualquier ciudadano libre desde su nacimiento y con suficientes ingresos para pagar obras y espectáculos podía ser duunviro o edil (equivalente a concejal).


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Templo de Apolo. Las estatuas de Apolo y Diana, como arqueros, y una columna con reloj de sol asombran a los visitantes de este templo cercano al Foro. Los originales, claro, están en el Arqueológico de Nápoles. En su origen, era el principal lugar de culto de la ciudad.

Hay otros templos repartidos por la ciudad. Uno de los más conocidos y mejor conservados es el Templo de la Diosa Egipcia Isis, cuyo constructor es uno de los protagonistas de la novela de Robert Harris "Pompeya".

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El teatro piccolo. Dos telamones se sitúan en los extremos de la cavea, la zona donde se sentaba el público.

En Pompeya hay un gran anfiteatro, un teatro grande, un enorme cuartel de gladiadores y un teatro pequeño, un odeón. Su cubierta permitía una acústica excelente: se usaba para audiciones musicales y recitales.

Se construyó en época de Sila y en la ima cavea, asientos anchos y bajos se reservaban a los decuriones.

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El Foro. Los propios pompeyanos supervivientes de la catástrofe se debieron llevar las estatuas de ciudadanos prestigiosos que decoraban la plaza. El Foro era la plaza principal de las ciudades romanas. Los carros tenían prohibido el paso por aquí.

Alrededor del foro se situaban los más importantes edificios religiosos, políticos y económicos: el templo de Apolo, el de Vespasiano y el de Júpiter; la Basílica, el Macellum, arcos honoríficos y termas.


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La Casa de Venus en la Concha. Un precioso fresco con la Diosa acostada sobre una concha esta en una pared al fondo de una de las casas más llamativas de Pompeya. Uno de los mayores encantos que conlleva la visita al yacimiento es entrar a muchas de las casas de la ciudad. Amplios y luminosos peristilos, decoraciones variadas, frescos, columnatas, jardines, mosaicos, atrios, triclinios... Muchos de ellos identificables: la casa de Menandro, la del poeta trágico (con el famoso Mosaico del Cave canem), la de los vettii o la de los dioscuros facilitan descubrir la Pompeya que había detrás de los edificios oficiales.

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Casa del Fauno. Uno de los mosaicos más espectaculares de la historia, el de Alejandro Magno contra Dario III en la Batalla de Issus, ha llegado a nuestros días gracias al excepcional estado de conservación del Mosaico de la casa del fauno.

Llamada así por la figura de un fauno danzante situada en un pequeño estanque a la entrada, esta es una de las casas mas conocidas de Pompeya. Es, con diferencia, la casa más grande de la ciudad, con varios huertos, patios, establos, apartamentos, cocinas...

Su propietario, desconocido, bien pudiera tener alguna relación con el mundo asiático alejandrino. Algunos de los mosaicos hallados en esta casa son mundialmente conocidos.

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Los Moldes del Huerto de los fugitivos. La erupción del Vesubio en el 79 d.C sepultó la ciudad y provocó innumerables victimas en las diferentes oleadas de flujos piroclásticos, lapilli y nubes de aire y humo incandescente.

Expuestas junto al lugar donde fueron halladas (un huerto de vides) los escalofriantes calcos de los fugitivos emocionan, por su vivacidad, a los visitantes. Para hacerlos, se vertió yeso líquido en la cavidad que dejo el cuerpo de la victima en el estrato de cenizas.

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La necrópolis de Puerta Ercolano. Es la mas conocida de las Necrópolis pompeyanas. Como es Norma en el mundo romano, los cementerios se situaban a la salida de las ciudades, en este caso, en la salida dirección Herculano.

En el siglo I era costumbre cremar a los difuntos emparedando la urna con sus cenizas en una tumba o bien en el suelo, señalizándolo con un mojón o una estatua.

En esta necrópolis, verdaderamente evocadora, hay varios ejemplos curiosos.

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La Villa de los Misterios. Este es el mejor plato de postre a la inolvidable experiencia emocional que constituye la visita a Pompeya. Hay muchas villas de recreo de familias de alto nivel económico en toda la zona del Vesubio (como la Villa de Popea en Oplontis).

Pero esta Villa de los Misterios guarda una sorpresa especial: un impresionante fresco con figuras de tamaño natural en su Triclinium.

Se trata de una representación de un rito iniciático femenino ligado al culto del Dios Dionisio. El color rojo del fondo, asociado a los estilos de pintura pompeyana que marcan el arte romano, contribuye a crear una atmósfera especial. Una espectacular prensa de uva con testuz de carnero cierra la visita.

En cualquier caso, reitero, la visita a Pompeya ha de ser compementada con:

1.- Herculano, la otra gran ciudad sepultada por la erupción vesubiana de época de Tito.

2. Algunas de las Villas de la zona, como la Villa de Popea, en Oplontis, en Torre Annunziata.

3. El Museo Arqueológico de Nápoles, donde se guardan tantas cosas halladas en estos yacimientos que no sabría por donde empezar.

4. El propio cráter del Vesubio, un espectáculo digno de verse.

Con suerte, tendré tiempo en el futuro de ilustrar algunos más de éstos recuerdos.