4 de julio de 2008

Madinat al-Zahra

P1090833 Es el año 940 de la Era Cristiana (sobre el 590 de la Égira musulmana). El califa Abd Al-rahman III, Príncipe de los Creyentes, decide crear una ciudad que dignifique su periodo de poder, que le represente y le haga permanecer en la memoria de las gentes. No por ello dejó escrito "Cuando los reyes quieren que se hable en la posteridad de sus altos designios, ha de ser con la lengua de las edificaciones. ¿No ves cómo han permanecido las pirámides y a cuántos reyes los borraron las vicisitudes de los tiempos?".

Quizá sea por esto por lo que fue uno de los gobernadores musulmanes que más y mejor decoró y edificó la Córdoba musulmana y quien puso en marcha la construcción de una bellísima ciudad, muy cercana a la actual Córdoba, cuyos restos perviven aún hoy en día. El yacimiento de Medina Azahara, a modo de una Pompeya árabe, nos traslada a esa parte de la Edad Media alejada de fríos castillos y sustituyéndola por los asfixiantes veranos que debieron vivir los habitantes de la zona en aquella época.

Madinat al-Zahra está a 7 kilómetros de Córdoba. La visita es sencilla, como en todo yacimiento hay paneles explicativos y, además, con la visita organizada te dan una práctica guía. Visita organizada que facilita Turismo de Córdoba, con un bus que te recoge en Córdoba, cerca del Puente o de los Mausoleos y te deja una hora y media para recorrer el yacimiento (tiempo a todas luces insuficiente, por supuesto).

La leyenda dice que Abd-al-rahman III construyó Medina Azahara para una de sus concubinas, a la que dedicó su construcción, Zahar. No sólo es mera leyenda, sino que además, es casi una burla, habida cuenta de las crueles anécdotas que se recogen del trato del Califa hacia sus concubinas y mujeres.Abd-al-rahman III fue uno de los Califas decisivos de la Dinastía de los Omeyas. Cincuenta años de regencia, la normalización de una situación previa problemática, ornamentación de Córdoba (convirtiéndola en referencia cultural de Occidente) y la creación del Califato independiente a partir del Emirato previo pusieron a Abd-al-rahman en el mejor momento de la presencia musulmana en la Península Ibérica.

P1090790De ahí la decisión de construir Madinat-al-Zahra. Una ciudad hecha para mayor gloria del Califa. Suntuosa, espléndida, para recrearse... una ciudad que sin embargo no sobrevivió demasiado a su creador. Ni cien años. La Dinastía de los Omeyas se vino abajo en pocas décadas. Los Almohades trajeron nuevos aires y pronto el esplendor califal de los Omeyas pasó al olvido.

Madinat al-Zahra terminó convertiéndose en la habitual cantera de todo yacimiento que se precie. Enterrados quedaron basílicas, palacetes, zonas de paseo, jardines idílicos, pórticos espectaculares, palacios de ensueño.

P1090794Ahora se pueden visitar muchos de ellos. La visita comienza en la Puerta Norte de la ciudad, donde destacan dos agujeros en el suelo a la altura de la gran puerta que debía recibir a los visitantes. Se trata de las Quincialeras, losas de mármol en las que se hizo un rebaje circular donde encajaba el quicio de la puerta para girar. Por aquí entraban los materiales de construcción de la ciudad, desde Córdoba, así como los recursos alimenticios para mantener a la población. A partir de aquí, hay que elegir entre dirigirse a la zona residencial o a la oficial. Y dado que teníamos muy poco tiempo, nos dirigimos hacia la Oficial.

P1090798Empezando por la Gran Basílica. Con cinco grandes naves longitudinales y una transversal, fue sede de uno de los Órganos de administración del Estado Califal.

En este edificio comenzamos a distinguir una serie de patrones que luego se repiten en otros edificios de la ciudad, sobre todo respecto a las paredes y arquerías, casi todas enlucidas con mortero pintado de blanco y almagra (un rojo oscuro tirando a granate). No es difícil imaginar al personal de servicio de los jerarcas musulmanes de Madinat al-Zahar prestado servicios de documentación, escrituras u organización de la recién creada ciudad de Abd-al-rahman III.

Ciudad planificada, desde el principio, para asombrar. No hay más que fijarse en el amplísimo pórtico y en la plaza de armas que servían de bienvenida a los visitantes de Medina Azahara. P1090801 La gran arquería del pórtico fue diseñada para asombrar. 14 arcos abiertos en la zona oeste de la Plaza de Armas servían de acceso en ceremonias, actos militares o momentos necesitados de una escenografía impactante. El Califa podía pasar revista a sus tropas desde un mirador por encima del arco central, ahora desaparecido.

Después de pasar por el Gran Pórtico, las visitas oficiales ascendían hacia la Basílica por unas calles en rampa de piedra oscura de las sierras cercanas, especialmente aptas para el tránsito de los caballos. Estas rampas estarían abovedadas para mayor impresión de los visitantes oficiales en las ceremonias de presentación al Califa.

Muy cerca del pórtico, pero sin acceso directo para los visitantes al yacimiento, se encuentra la mezquita aljama de Medina Azahara, uno de los primeros edificios construidos y bien orientado hacia la Meca.

P1090823Y muy cerca de ésta, en medio de unos jardines de precioso diseño, la pieza maestra del conjunto de la ciudad: el Salón de Abd-al-rahman III, de exhuberante decoración, servia para la celebración de recepciones por parte del Califa y, posiblemente, realizadas conforme a un rígido protocolo concebido para la exaltación de Abd-al-rahman.

Destacan varias cosas del Salón del Califa, también llamado Salón Rico, en las que nos fijamos con detalle:

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Al fondo, dominando sobre la arquería decorada en los mismos colores, un arco pintado en la pared preside el Salón de Abd-al-rahman III. La parte interior se denomina Tímpano, siendo la Clave la parte central del arco que la rodea. De hecho, la Clave es una de las dovelas que configuran la estructura del arco; arco que se repite varias veces en el amplio Salón de recepción de Abd-al-rhaman.

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Precisamente una de las columnas de uno de esos magníficos arcos que decoran el Salón tiene en su basa un mensaje que ha trascendido los siglos. Se trata de una declaración típica de fundación, la basa está fechada en el año de construcción del Salón del Califa Omeya, el 940 d.C.

P1090835Por encima de esta misma columna se sitúa el capitel que da origen al arco. Este capitel tiene la característica forma de avispero. En el Salón se han colocado siete capiteles originales, el resto son copias realizadas a partir de piezas incompletas conservadas en los almacenes.

Lo mismo sucede con la decoración parietal del Salón. Los distintos tableros que se encontraron a lo largo del Salón califal están decorados con el P1090825motivo del Árbol de la Vida. Estos árboles están formados por un tronco central con ramificaciones complejamente entrelazadas que se alzan hasta una gran corona redonda de hojas y flores.

De acuerdo con www.musulmanesandaluces.org , las coronas de hojas de estos árboles de la vida recuerdan lejanamente las coronas de palmeras sasánidas recogidas por el arte omeya oriental del siglo VIII y que algo más de dos siglos después encontrarán nuevas formas en Medina Azahara. Las formas de las hojas y flores de estos paneles murales parecen, por el contrario, remitir al arte abasí de Samarra (siglo IX), que experimentó aquí un renacimiento.

Al parecer, los artesanos que trabajaron en Medina Azahara conocían estos modelos procedentes de Oriente y los transformaron según el gusto local, con lo que finalmente nacieron las formas que nosotros hay día se consideran como características del arte califal de Córdoba y de Medina Azahara.

P1090846La visita tiene que terminar ya. Afuera espera el autobús, pero no podemos por menos que pasarnos de camino por el otro gran reclamo arquitectónico de la ciudad: la casa del visir Ya'far.

Curiosamente, se sitúa en la parte de las viviendas no oficiales, en el barrio residencial de Medina Azahara. Se suele identificar, como hipótesis, con la residencia del hayib desde 961 (primer ministro) de Al-hakam II y personaje clave en los años centrales del Califato: Ya'far ibn Abd-al-rahman.

De nuevo es un edificio basilical del que destaca la impresionante fachada monumental de triple arquería abierta a un patio. Tanto los arcos como el vano de la nave central se decoraron con la habitual ornamentación, confusa pero delicada, de motivos vegetales y geométricos superpuestos.

Cuando Abd al-rahmán III proclamó el califato, en el año 929, la dinastía de los omeyas de Al-Andalus había alcanzado el punto culminante de su poder. Como consecuencia natural del mismo, y no como capricho asociado a la leyenda, se construyó una de las ciudades más bellas de la antigüedad y más fugaces. Apenas 75 años se reúnen entre su fundación (940) y las primeras destrucciones (1010). Desde el momento que el célebre Almanzor trasladó su corte a Madinat-al-Zahira, comenzó el expolio de los materiales de Medina Azahara, casi, casi hasta llegar a nuestros días, en los que, para bien, se ha intentado recuperar la memoria de la espléndida ciudad califal de Abd-al-rahman III.