Día de colas en la Expo del Agua. Día de calor y de diversión, de satisfacción y de grandes decepciones. La Expo 2008 de Zaragoza es un espectáculo, sin lugar a dudas, pero todo depende de las entradas que hayas comprado para el mismo. Este lunes, por fin, estuvimos en la Expo de Zaragoza. Me había tocado ir de forma recurrente por motivos de trabajo en fechas recientes, pero tenía ganas de vivirlo en directo.
Y qué mejor que el AVE para acercarnos a la nueva estación de Zaragoza Delicias que tan bien ha quedado y tan cerca pilla del recinto de Expo.
Ya desde el principio destacan las enormes colas para el acceso a la Exposición Internacional (que no Universal). Gente venida de muchos lugares de España y del extranjero hacen obediente fila en cualquiera de las muchas taquillas. Tras el paso de los controles de seguridad, comienza el juego de ver lo que puedas de la Expo en el tiempo que tengas asignado. No se puede ver todo, salvo que vayas con el billete de tres días.
Nosotros íbamos con el de un día, por lo que hubimos de seleccionar con cuidado qué ver y cómo. Pero de los planes a la realidad, hay un trecho: muchos de nuestros objetivos se demostraron incumplibles, empezando por la futilidad del Fast Pass o Entrada Rápida. Sólo pudimos hacer uso de ella una vez (al menos, uso de ella para algo útil). De nuevo, una ingente cantidad de personas esperaba delante de los kioscos donde conseguir tu pase rápido. Nos hicimos con el pase al Aquarium Fluvial sobre las 12:15, lo que impidió disfrutar de la cabalgata del despertar de la serpiente del Circle du Soleil. Bueno, tampoco hay que ponerse negativo.
El recinto es espectacular, no sólo bonito, sino funcional, sorprendente, llamativo. El ambiente es alegre. Es verdad que se echa de menos algo de animación por las calles pero lo resuelve la gran cantidad de gente y los pequeños espectáculos que de vez en cuando suceden a las puertas de cada pabellón.
Una buena idea es el reparto de pabellones en edificios temáticos de forma que se evite la megalomaníaca distribución de, por ejemplo, la Expo de Sevilla de 1992. Es cierto que muchos de los países traen una pequeña oficina de turismo con algún matiz reservado al agua, enfocando desde un punto de vista de venta propia la actividad o exposición que incluyen. Otros, ni eso.
La verdad es que decepciona entrar en pabellones como el de La India o el de Vietnam que son meras tiendas sacadas de un rastrillo. No decepcionan tanto, sin embargo, los pabellones de África Subsahariana o de América Latina, meras recopilaciones de reducidos espacios expositivos a mayor gloria de cada país que, sin recursos, se ve avocado al minimalismo de la anécdota y la tienda.
Pero la Expo reserva muchas sorpresas al visitante que merece la pena probar. Desde luego, de alguna manera se consigue que el visitante se quede con la idea del esfuerzo que se está haciendo en todo el mundo por tener al agua como aspecto fundamental del las políticas públicas.
Es cierto que es un discurso manido y muy utilizado por políticos y gestores a los que realmente les importa poco todo esto de la sostenibilidad ambiental. Pero la idea queda, aún con sus matizaciones. La Expo fluye, nunca mejor dicho, a través de conceptos como mejores técnicas en riego, depuración, suministro, tratamiento.. o bien en el respeto a lo que el agua y, por ende, al medio ambiente, representan.
Cómo sólo pudimos ver algunos pabellones (y muchos de ellos, no precisamente los mejores), nuestra visión es necesariamente parcial, pero válida. Entre los pabellones que hacen mención a esfuerzos en el ámbito tecnológico destacan Holanda, Dinamarca o Bélgica. Muchos otros se dedican a comentar cuál ha sido su relación con el agua desde el principio de su historia, como es el caso de Italia o Grecia. En otros casos, abordan el tema desde un punto de vista casi hagiográfico: todos los esfuerzos para mejorar las técnicas de depuración, suministro o distribución se deben a la actuación del líder de la comunidad, caso de Libia o Tailandia. Otros hacen mención, precisamente, a la carencia de agua, como es el caso de Qatar. Algunos pabellones, como el de Angola, presentan un original acercamiento al agua desde la cultura de sus pobladores.
En otros casos, se traen piezas de interés arqueológico o artístico como modo de atracción de visitantes. Egipto ha traído algunas preciosas piezas (sobre todo, algunas barcas funerarias delicadísimas) o la Santa Sede, que cuenta con algún Greco y hasta un Goya. Muchos de los pabellones se dedican a publicitar sus posibilidades de turismo, centrados en lo que el agua les proporciona: es el caso del Delta del Danubio en Rumanía o el propio archipiélago en el Pabellón de Filipinas.
Desde el principio asumimos que algunos pabellones iban a ser imposibles de ver. Los pabellones de España, Aragón, Alemania, Japón o Kuwait estaban vedados por colas infinitas y accesos imposibles. Uno de los que peor lo tenía era el Aquarium Fluvial, el más grande acuario basado en ríos de toda Europa. Ahí hubo suerte, previo Fast Pass.
El Aquarium seguirá después de la Expo. Esa, junto con la afluencia de público, es la excusa que buscan para la nula información que te proporcionan en el mismo. Las colas de espera son inmensas. El acuario parte de una buena idea: casi todos los que existen están basados en las impresionantes y coloridas poblaciones de los arrecifes de coral, el Caribe o el Mar Rojo. En otros, como el de La Coruña o el de Barcelona, se centran en especies marinas del Atlántico o del Mediterráneo. En este caso, es un acuario dedicado a los grandes ríos del mundo, uno por continente: el Nilo, el Amazonas, el Mekong, el Murray-Darling y, esto, el Ebro. Se comprende por ser Zaragoza y tal, pero desde luego es sorprendente.
El aquarium, aún en fase de implantación real, está bien (carencia de información excluida). Hay especies sorprendentes como los saltarines del fango africanos, el esturión europeo, el Arapaima amazónico o los cangrejos de río azules de Australia. Lástima que no dejen hacer fotos.
Algunas empresas patrocinadoras han instalado pabellones sorprendentes en Expo Zaragoza. Destacan el de Acciona y el de Grundfos. En el primero, no sé cómo diablos lo han hecho, consiguen que en un área enorme según pises el suelo se abran mediante juegos de luz, caminos de agua, o de plantas, o de insectos.... para todo el que esté en ese momento en el pabellón. Es, desde luego, divertido.
En el de Grundfos, fabricante de bombas de agua, se proyecta un cortometraje en 3D, con sus gafitas y todo, sobre el ciclo de una gota de agua, desde la tormenta en la que cae hasta la ducha en la que se utiliza. Curioso, sobre todo ante la imposibilidad de ver el 4D del Pabellón de Kuwait.
Son quizá los pabellones propios de la Expo del Agua, los de las Plazas Temáticas como Sed, Oikos, Agua Extrema, etc, así como los más representativos de la Expo, como el Pabellón Puente o la Torre del Agua los que más llaman la atención, al menos estéticamente. Nosotros visitamos a conciencia la Torre del Agua , es decir, subimos sus 30 pisos.
Es un edificio que impresiona, potente, enorme, estéticamente impactante, sobre todo porque toma la forma de una gota de agua. Es el edificio más visible de la Expo de Zaragoza.
Su gran volumen, acristalado y transparente, destaca desde lejos y realza la sensación que tiene el visitante desde el interior.
Ha sido construido para mayor gloria de la escultura que guarda en su interior, Splash. Como pasa en la mayor parte de pabellones, las exposiciones de Agua para la vida y otras con las que cuenta el edificio, pasan desapercibidas. La intención de casi todos los visitantes es subir los 30 pisos por las rampas que ascienden por la parte más exterior de la Torre, dejando un luminoso espacio central en el que se encuentra la escultura.
Mientras los visitantes ascienden al edificio pueden ver una gota que se divide en infinitas gotas más pequeñas que salpican. Esta escultura, diseñada por Pere Gifre, tiene un tamaño monumental y todo el mundo se queda boquiabierto mirando los muchos matices que ofrece la obra.
Con todo, el Dossier de Prensa ofrece esta explicación: "Splash representa el momento dinámico en el que las fuerzas que actúan sobre una gota la dividen en una infinidad de gotas más
pequeñas que salpican.
En el diseño y la ejecución de Splash se combinan arte, medios de comunicación, ciencia, ingeniería y tecnología.
La forma de esta obra se elaboró utilizando programas informáticos de modelado avanzado que permite predecir y recrear la compleja geometría de la dinámica de fluidos. Splash representa el agua como fuerza, energía y posibilidad de vida, incluso a una escala tan pequeña como la de una insignificante gota."
Agotados tras el esfuerzo de la subida tomamos algo en el Nube-Bar, la cafetería que se ubica en el último piso de la Torre.
Nuestra visita a la Expo contiuó. Pudimos visitar muchos pabellones y ver espectáculos callejeros, si bien nos perdimos algunos tan famosos como el Hombre Vertiente por aforo completo o la Cabalgata del Circle du Soleil por coincidirnos con la vista al Aquarium.
La Expo tiene toda la pinta de ser un éxito. Para ser lunes, la afluencia de público era enorme. Los bocadillos ya estaban agotados en muchos kioskos a las 13:30 (tuvimos que comer en el suelo). Los pabellones estaban a rebosar. Por hacerte una simple foto graciosa enmarcada en un sello en el pabellón de Correos había que esperar casi una hora. Pero el ambiente del recinto nos ganó y convenció.
Con un pase de tres días hubiéramos podido ver todo. Pero nos bastó con este día 11 de agosto para recrearnos en el "mayor espectáculo del agua en la Tierra" y en sentirnos orgullosos de lo que podemos organizar en nuestro país.
El objetivo de sensibilizar y divulgar las necesidades que nuestra sociedad tiene para con el agua tiende a pasar desapercibido entre espectáculos callejeros, emisiones en 3D o filas interminables. Pero algo queda, retazos de textos, una idea que subrepticiamente quedará en los visitantes,el agua no es un tema baladí.
Aunque la mascota Fluvi (con quien por supuesto nos hicimos una foto, ésta de aquí al lado) parezca reducirlo a mero entretenimiento.