20 de mayo de 2009

Obras maestras del Louvre (II)

P1110042El Louvre es inabarcable. Me repito de forma consciente. El Museo del Louvre es sencillamente imposible, grandioso, monumental. Con Egipto, por mucho que haya, el visitante sólo acaba de empezar, al menos en lo que a piezas arqueológicas se refiere. Le esperan los grandes iconos del Museo en Grecia (la Venus de Milo; la Victoria de Samotracia), en Roma (el relieve de Domicio Ahenobarbo), en el antiguo Oriente (los restos del Palacio de Dario, los toros del Palacio de Sargón, la estatuilla de Ebih-il, intendente de Mari o el Códice de las Leyes de Hammurabi) o en la Edad Media (como la impresionante escultura germánica de la Magdalena).

Tanto por ver y tan poco tiempo para hacerlo.

ANTIGUO ORIENTE

P1110620El códice de leyes de Hammurabi, de la primera mitad del siglo XVIII antes de nuestra era, es el clásico entre los clásicos: el primer símbolo de civilización organizada con leyes, con Hammurabi como rey babilonio que impulsó este códice, de cuyas copias existentes hoy en día el Louvre guarda la única completa. Tallado en basalto negro, la obra tiene dos escenas, en lo alto el rey Hammurabi se encuentra en bajorrelieve con su Dios, el Dios solas Shamash, patrón de la Justicia, con llamas saliendo de sus hombros. Por debajo de su trono aparece un largo texto en escritura elegante. Fue hallado en Susa, donde lo debió llevar como botín algún rey de Elam en el siglo XII a.C.

Hammurabi, rey de Babilonia, destruyó por esa época el reino de Mari, a orillas del Eúfrates, antiguo territorio sumerio, escritura cuneiforme en más de veinte mil textos encontrados en las ruinas de sus templos, escritos hace más de cuatro mil años. Muchos fieles depositaban en el Templo de Ishtar, diosa del Amor y la Guerra, exvotos de su efigie, retratos idealizados de reyes y panaderos, de escribas y cantores, de sacerdotisas y de intendentes, como P1110629Ebih-il, cuya estatua nos mira con sus ojos de lapislázuli afganos, pálido alabastro del Templo de Ishtar.

En el dorso de la estatuilla se lee “Estatua de Ebih-il, el intendente que la dedicó a Ishtar Viril”. Muy al uso de la época, Ebih-il se rapa la cabeza, luce barba cuidada, viste konakés de lana de oveja, milagrosamente detallado. Testimonio de devoción y de arte, la estatua de Ebih-il no deja indiferente.

De mucho mayor tamaño, tampoco dejan indiferentes los toros inmensos del Palacio de Sargón II de Asiria. El British Museum compite con el Louvre en la espectacularidad de sus Lamassu. Gana el Louvre, sobre todo por el espacio que se permite para exponerlos junto con muchas otras gargantuescas esculturas de la época, 700 años antes de nuestra era.

P1110622 Ha pasado tiempo desde los años en que Babilonia era la dueña del Antiguo Oriente. El imperio Asirio marca ahora la tendencia y conquistará y destruirá la ciudad de ciudades. Sargón II construye a quince kilómetros al norte de Nínive su gran ciudad, monumental y espléndida. Una ciudad nueva para una nueva época.

El símbolo de este gigantismo constructor son los lamassu que guardan la entrada de las puertas, garantizando la paz espiritual en el interior de los palacios. Estas criaturas aladas con cuernos de toro ahuyentan las fuerzas hostiles y comunican serenidad, tranquilidad, armonía. De hecho, su plácido rostro humano obedece a proporciones matemáticas sabiamente calculadas.

P1110536El tiempo pasa. Los persas son dueños del mundo antiguo, los aqueménidas de Darío I toman las riendas del poder 500 años antes de nuestra era. Darío I también tiene ínfulas y delirios de grandeza y en su ciudad, Susa, comienza la construcción de un inmenso palacio. El llamado “friso de los arqueros” es el decorado más famoso y más espectacular de su palacio ideal. Se encontraba, además en la parte residencial del conjunto de edificios, constituidos por grandes patios rodeados de salas cuyos muros se cubrían con ladrillos de colores.

P1110535Los arqueros avanzan, con arco y lanza, severos, contritos, estáticos. Con túnica plisada persa y con guirnaldas en la cabeza. Con pulseras de oro (cuyos originales se exponen en una vitrina cercana). Son “los Inmortales” de Heródoto, el cuerpo de élite persa, al servicio de su rey para unificar Irán y extender el imperio persa de Egipto hasta el Indo.

La Sala de Audiencias del Palacio, el eje central del mismo, lugar de recepción y herramienta de comunicación no se decora al estilo Babilonio, como las áreas residenciales.

La “Apadana”, de estilo iraní, está decorada con 36 columnas dispuestas en filas de seis. Los capiteles utilizados están tallados en caliza gris de las montañas de los Zagros y están decoradas con protomos de toros o de grifos. Un perfil ya de sobra conocido, muy utilizado en el pasado por los asirios. Ahora está en el Louvre, para admiración de los visitantes.

ANTIGUA GRECIA

P1110043 La limitación del tiempo me obliga a seleccionar únicamente las dos grandes obras del mundo helenístico, verdaderos iconos de la antigüedad. La Victoria de Samotracia impresiona a primera vista. Uno la tiene en mente, pero claramente supera las expectativas.

Esta espléndida Niké (victoria, en griego) del 190 a.C. pudo ser un ex-voto conmemorativo de un triunfo naval, una estatua invocada por los marineros para ayudarles a evitar naufragios... el caso es que forma un conjunto muy llamativo con un gran mascarón de proa también construido en mármol. Su ala derecha fue reconstruida con yeso y se postula que la orientación que se eligió no es la adecuada.

P1110052Acéfala, sin brazos, con el ala derecha reconstruida...es un símbolo. ¿Quizá por cómo la brisa marina pega a su cuerpo sus ropas? Fue hallada en 1863 por el Cónsul francés en Turquía en la isla de Samotracia, en el norte del Mar Egeo. En 1959 se halló la mano derecha de la figura, que se expone en una vitrina cercana.

P1110173 Pero para icono del arte y de la arqueología, la Venus de Milo. Hacia el 130 a.C un escultor que utilizaba la misma línea estilística del famoso Praxíteles o del gran Fidias construyó en mármol esta diosa de 2 metros (puede que Afrodita, puede que Anfititre) que reclama la atención del público desde una rotonda dedicada únicamente a ella P1110176(como la Vitoria de Samotracia lo está en lo alto de la escalera de Napoleón III).

La documentación del Museo incluye las posibles reconstrucciones de la figura, cuyos brazos y pie izquierdo nunca fueron hallados.

ANTIGUA ROMA

Aunque la parte dedicada a los etruscos es muy llamativa (sobre todo el enorme sarcófago de los esposos), preferimos adentrarnos en el área dedicada a la antigua Roma y allí nos vimos sorprendidos por el relieve del siglo I a.C denominado de Domicio Ahenobarbo. Este largo relieve (que comparten el Louvre y un Museo de Munich) procede de un monumento erigido en el Campo de Marte para un Cónsul llamado Domicio Ahenobarbo.

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Este relieve muestra una escena de censo de ganado y de preparación para el sacrificio describiendo a su vez una procesión de divinidades marinas.

No puedo evitar tirar de http://www.historiadelarte.us/roma/equilibrio-idealismo-naturalismo.html.

La obra más antigua que se conocen del género histórico, puramente romano, son los relieves que se han identificado como de un friso que adornaba el altar levantado por Domicio Ahenobarbo en conmemoración de su Victoria de Brindisi. Estos relieves, descubiertos ya desde muy antiguo, habían sido vendidos en Roma y dispersados; unos están en el Museo de Munich y otros en el del Louvre, olvidándose la procedencia común de un mismo sitio.

Los fragmentos de Munich representan un cortejo de nereidas y tritones que acompañan el carro de Venus y Neptuno, y están ejecutados en un estilo tan genuinamente griego, que en las historias del arte se acostumbraban citar, no como romanos, sino como modelos de la última orientación del arte helenístico alejandrino. En cambio, en la parte anterior del altar, que es la P1110180 del Museo del Louvre, el friso representa por primera vez una escena que será luego mil veces repetida por el arte romano: el sacrificio ritual de acción de gracias con que un jefe militar debía terminar siempre una campaña. El propio Domicio está representado vestido con la toga del sacriticador a un lado del ara, adonde le llevan las víctimas varios auxiliares, como él coronados de laurel.

Más allá, los veteranos se despiden de su general visiblemente emocionados; uno esconde el rostro mientras se apoya en el caballo. Toda esta parte del friso tiene, pues, un carácter perfectamente histórico; representa un hecho determinado; debe de ser casi de actualidad, y, sin embargo, se pone a continuación de los relieves de Munich, donde las nereidas y tritones no sirven más que para proporcionar, con el lenguaje siempre alegórico preferido del arte griego, una alusión mitológica de la campaña naval de Domicio Ahenobarbo.

P1110179 En la parte genuinamente romana del friso, o sea la del sacrificio, todos los detalles están evidentemente copiados de la realidad; la cabeza de Domicio debe de ser un retrato, como también acaso las de algunos de sus acompañantes. Las tres víctimas conducidas al sacrificio, el cerdo, el carnero y el toro, señaladas por el ritual romano, están en orden inverso en el ara de Domicio Ahenobarbo, porque la ceremonia era para celebrar el término de la acción guerrera. Pero, en cambio, para abrir una campaña su orden debía de ser litúrgicamente contrario.

Así puede verse en los relieves que decoraban también con estas tres víctimas una bellísima tribuna del Foro romano y en otras representaciones de este asunto en la columna Trajana, en frisos de arcos triunfales y en simples aras, donde se reproducían las víctimas y además los sacrificadores en grupos pintorescos. El arte romano sintió una extraordinaria predilección por esta escena, donde aparecen mezclados el sentimiento religioso del culto oficial del Estado y la glorificación de los triunfos de sus legiones.

La pintura nos esperaba...