31 de agosto de 2010

Petra (I): La ciudad nabatea

P1210418

No puedo evitarlo. La historia del redescubrimiento de Petra por parte del suizo Johann Ludwig Burckhardt en 1812 es apasionante. Existen dudas respecto de si su conversión al islam fue cierta o sólo un artificio para poder acceder por primera vez en miles de años a lugares tan emblemáticos como Abu Simbel, la Meca o Petra pero el caso es que lo consiguió.

Sir Joseph Banks, el poderoso naturalista inglés, le procuró el viaje de sus sueños, el descubrimiento de las fuentes del Níger y Burckhardt se aplicó concienzudamente: aprendió árabe en la universidad y lo practicó in situ; se convirtió en un experto en el islam y actuó como un musulmán más; cambió de nombre, se doró al sol, recorrió Oriente Medio en un siglo movidito, el XIX.

Se hizo pasar por un piadoso musulmán que quería realizar un sacrificio en la tumba del profeta Aarón, hermano de Moisés y hasta allí le guiaron, pasando por entre monumentos que nadie había sabido entender desde hacía milenios. Era peligroso. Los beduinos que vivían entre las rosas piedras de la ciudad nabatea no se fiaban de los extranjeros y los otomanos, por otro lado, no facilitaban el acceso a Petra. Pero lo logró, la recorrió rápidamente y ante él se aparecieron las maravillas de la actual Wadi Mousa: el Tesoro, las Tumbas Reales, el Monasterio. Toda una ciudad inscrita en piedra. Un yacimiento habitado por beduinos en buenas condiciones.

P1210049Desde la visita de Burckhardt muchas cosas han cambiado. Los beduinos ya no impiden la entrada, ahora se pelean por venderte piedras o llevarte a caballo, burro o dromedario. Petra no es un lugar escondido, es el destino turístico más importante de Jordania. Y nosotros, como tantos otros, no sólo venimos a Petra influenciados por lo que Estrabón o Diodoro de Sicilia dejaron escrito de ella. Cierto conocido arqueólogo de ficción (y su padre) tiene tanto o más que ver con todo ello.

Wadi mousa es la afortunada población desde la que se accede a Petra. Afortunada por estar en el momento justo y en el lugar adecuado. P1210029Tanto, que hasta la antigua Wadi Mousa es ahora un hotel de lujo que ha transformado sus casas en una especie de lodge jordano. Nuestro hotel, más modesto, es el Petra Panorama (http://www.petrapanorama.com/) que está en la ciudad nueva y que repite un esquema muy habitual en los hoteles de esta zona: el ascensor te lleva hacia abajo al acceder a tu habitación¡ Desde la terraza de la misma el paisaje es fantástico y ya habrá tiempo en la próxima entrada de detallar aspectos del increíble medio natural que alberga esta zona.

El caso es que desde Wadi Mousa se accede directamente a la ciudad nabatea de Petra, al yacimiento arqueológico. En realidad, Petra ha representado ser en varias ocasiones el lugar donde nómadas de distintas épocas han optado libre u obligatoriamente por el sedentarismo. Ya sucedió hace cientos de años con los propios nabateos, nómadas caravaneros que adoptaron este lugar como capital de su floreciente estado.

P1210348 Y sucede de nuevo ahora, cuando los beduinos nómadas han tenido que establecerse dejando atrás su vida a lomos de dromedarios. Ahora se les permite vender todo tipo de cachivaches en el entorno de Petra. Un centro rodeado de puestos de recuerdos (con las inevitables menciones a Indy y a su papá) acoge a los turistas antes del acceso al complejo (como si de un parque temático se tratara).

P1210034 P1210037

A la entrada, los beduinos te ofrecen recorrer a caballo parte el camino hasta la entrada del Siq, el pasadizo que conduce a Petra. La verdad es que es divertido y creo que merece la pena, sin embargo pasas rápido por algunos de los edificios de la ciudad nabatea que merecen atención.

P1210044 Petra significa “piedra” en griego (tuvo otros nombres anteriores, en arameo y en hebreo por ejemplo) pero sin duda el nombre griego es el que mejor le viene. Petra es una ciudad hecha sobre la propia piedra.

P1210052 Comienzas a darte cuentas desde el caballo, cuando ves la Tumba de los Obeliscos. Hay más de 100 tumbas en el entorno de Petra y cada una de ellas suele representar el área de enterramiento de una tribu o familia. Es posible que los nabateos sólo enterraran los huesos de sus muertos, una vez expuestos sus restos a los elementos. Ya entraremos en ello más adelante, baste decir que esta tumba fue tallada en el siglo I aC y que ya deja ver algunas de las características que nos van a acompañar a lo largo del recorrido: los nabateos eran un pueblo permeable, la influencia de griegos, egipcios o romanos se hizo sentir en los edificios que componen su capital.

P1210063 Esta tumba tiene un triclinium y dos salas laterales para realizar banquetes funerarios siendo la parte alta, la de los grandes obeliscos de piedra, la reservada para la Cámara mortuoria. Los banquetes serían en honor del gran dios de los nabateos, Dushara, quien en época griega sería asimilado con Zeus y que .

Unos minutos después, comienza el canal de acceso a Petra, el Siq. Y es en este momento donde aprendemos que los nabateos era una gente muy seria. Antes de entrar en el Siq, a la derecha, se ve la entrada a un enorme túnel excavado en la roca y de 88 metros de largo que servía de aliviadero de agua. ¿Aquí, en medio del desierto?

Sin entrar en las condiciones climatológicas de la antigüedad (no se si tendría sentido disponer paradas de caravanas en lugares aparentemente sin agua como Petra o Palmira), cuando algo parecido a la gota fría cae en Petra, el desfiladero, el Siq, se convierte en una trampa mortal en la que una gran riada acabó con la vida de varios turistas franceses hace unos años.

P1210109 Los nabateos lo sabían y por ello, además del gran canal inicial, dispusieron de una compleja red de abastecimiento y control del agua, para evitar las destructivas inundaciones que podían padecer así como para dar agua a las múltiples fuentes con las que contaba Petra según Estrabón. De hecho, el agua recogida en el gran canal previo al Siq iba a parar al Ninfeo con el que contaba la ciudad. A lo largo del Siq son evidentes las muestras del acueducto excavado en piedra que proporcionaba agua controlada a la ciudad nabatea.

P1210068 Una gran masa de gente penetra en el Siq. Decenas de turistas recorremos el estrecho canal. Nos esperan dos kilómetros de paisajes de una gran belleza, rodeados por las paredes de esta garganta de arenisca erosionada por el agua y el tiempo. Aquí y allá surgen pequeños templetes. El color de las piedras va variando tanto por su ubicación como por los diferentes grados con los que la luz incide en ellos. En 1895 colapsó un arco de triunfo situado al comienzo del mismo.

Este arco daba la bienvenida a caravanas, peregrinos, comerciantes. Una procesión constante de viajeros que recorrían el mismo camino que nosotros, quizá disfrutando de una entrada única en el mundo antiguo.

P1210100 P1210103 P1210112

Un espacio angosto y retorcido, pero espléndido. Aún persisten restos del pavimento original nabateo que pisaban los visitantes de la ciudad. P1210099Contrastan con los tonos rosados, azulados y rojizos que proporcionan las altas paredes del desfiladero que la rodea y que ahora es recorrido a pie pero también en burro, en caballo, en dromedario y en carro. Los beduinos se ocupan de su limpieza, les vemos barrer y recoger los restos dejados por las caballerías en el camino. El Siq es un lugar limpio y agradable.

Aquí y allá surge alguna higuera, algún ricino o un pistacho cuyo verde contrasta con los tonos de la arenisca. P1210117 El agua ha dado curiosas formas a las rocas del desfiladero, con múltiples agujeros, aperturas y sinuosidades. A veces, estas formas están hechas por los propios nabateos. Nichos y templetes dedicados a diferentes deidades aparecen en las paredes casi sin avisar. Por ejemplo, el Nicho de Sabino Alexandros.

P1210106

Sabino, el maestro de ceremonias religiosas en honor al Dios Dushara (el dios nabateo de todas las cosas: agua, sol, viento…) de la ciudad siria de D’ara visitó Petra con otros colegas en el siglo II dC y quiso dejar su huella aquí. Tres pequeñas hornacinas dedicadas a dioses nabateos están esculpidas en la pared por el maestro (hay una dedicación en griego en la que se identifica), entre ellos el propio Dushara y el dios Atagartis sobre dos leones. Por debajo de las hornacinas, agujeros para disponer candiles de aceite encendidos. Y también agujeros arriba, para incienso y mirra. Al lado, una pequeña guarida abierta en la piedra: la del aduanero que se guarecía allí mientras esperaba a cobrar el paso de los viajeros.

P1210419 En 1998, y mientras se excavaba para sacar a la luz el suelo original del Siq se descubrió en una pared un grupo de figuras esculpidas de gran tamaño. Están muy erosionadas, pero se descubren fácilmente un dromedario y su conductor. Se trata de un relieve de caravaneros, posiblemente del siglo I aC. Están entrando en Petra siguiendo el Siq, como nosotros. El guía de la caravana lleva un palo para dirigir a los animales, que van cargados de bienes para la compra venta. Y es que Petra, fundada hacia el final del siglo VII a. C. por los edomitas, y ocupada en el siglo VI a. C. por los nabateos no prosperó hasta que éstos la convirtieron en paso ineludible de las caravanas comerciales de especias, incienso, seda, marfil y otros productos de lujo. Dicen que hasta los Reyes Magos tuvieron que pagar los tributos correspondientes al hacer escala en Petra.

P1210124 Petra gozaba de una situación inmejorable entre Egipto, el Mediterráneo y las ciudades de la Decápolis. De hecho, hacia el siglo VIII, el cambio de las rutas comerciales y los terremotos condujeron al abandono de la ciudad por sus habitantes. Pero no adelantemos acontecimientos. Petra está en su mejor momento: capital del reino nabateo o futura provincia romana, pero es rica y fértil. El agua llega y no se pierde, se administra adecuadamente. La población crece y se asienta de manera paralela al cobro aduanero de las caravanas que por aquí pasan.

Es esta fama la que renombró como el Tesoro, Al-Khazneh, a una de las tumbas reales nabateas. Se trata del edificio más famoso de Petra, el más fotografiado, uno de los más bellos y aquel en el que Indiana Jones buscaba el Santo Grial.

Es aquí donde la luz deja lo mejor de Petra, donde los sentidos se sienten abrumados al reconocer sus formas apenas a 50 metros antes de finalizar el Siq. El nombre del Tesoro lo pusieron los propios beduinos que pensaban que una gran cantidad de oro y joyas se escondía en la gran urna superior del templo y por eso la atiborraron de disparos de los otomanos, a ver si algo caía.

P1210158P1210159 El Tesoro. Una monumental fachada de 40x28 metros tallada a golpe de cincel y martillo en el siglo I dC. Tallada de arriba a abajo y a mayor gloria de su inhumado, el rey nabateo Aretas IV (8 aC-40 dC). A esta conclusión se ha llegado después de muchas discusiones en las que al Kashneh se le consideraba ora un templo ora una tumba nabatea ora una tumba romana.  P1210131Fueron los restos hallados en el interior del Tesoro (que cuenta con varias salas y nichos) quienes dieron la pista: pertenecían a un personaje muy principal y a sus familiares. El Templo funerario se realizaría a posteriori del enterramiento real y por ello la gran entrada es someramente posterior.

Quienes lo tallaron, nabateos o maestros llegados de Alejandría o Grecia, dejaron la cornisa superior de forma que ésta ha actuado como cubierta frente a la lluvia o el viento.

La fachada se puede dividir en dos pisos. El de abajo cuenta con seis columnas de estilo corintio de 12 metros de altura, de las que las centrales son las únicas que no están empotradas a la piedra. De hecho, cuando David Roberts (el otro gran viajero del XIX) estuvo por aquí pintó la columna de la izquierda desmoronada al lado del Tesoro (fue restaurada en los años 60 del siglo pasado). En los intercolumnios exteriores se sitúan casi irreconocibles Cástor y Pólux, los pobres erosionados por la acción combinada del paso del tiempo y de los iconoclastas.

P1210140 Un friso de volutas, racimos y grifos sostiene un tímpano con una medusa en medio. A los lagos, dos probables leones sobre una fila de rosetas. El segundo piso tiene en el centro un enorme tholos, un templete circular de techo cónico coronado por la urna que escondía los tesoros del faraón, es decir, el brujo malvado que en los años oscuros post época clásica se inventaron los habitantes del lugar en contraposición a Moisés. Sí, es la que está tiroteada.

La figura femenina de su interior es una mezcla entre la Isis egipcia, la griega Tyché y la nabatea Al Uzza. En las intercolumnas, las mismísimas amazonas armadas con hachas.

P1210148 En 2003 se descubrió otro piso enterrado en el Tesoro. Un nuevo propileos con tumbas que no es más que las capas inferiores de Petra que hace cientos de años que no ven la luz.

El Siq continúa un poquito más.La mayor concentración de turistas, burros y dromedarios se da aquí, en el Tesoro, pero a partir de este punto la cosa mejora muchísimo. Al fin y al cabo nos encontramos extramuros de la ciudad, en el lugar que los antiguos solían disponer los cementerios: a la entrada de las ciudades.

P1210164 P1210165 Y por eso llevamos viendo tantas tumbas y más que nos vamos a encontrar. Por ejemplo, la Tumba 67 o “Tumba del ladrón” cuya parte inferior está cubierta por un canal para el agua de época bizantina y tras el cual se han descubierto numerosas pirámides talladas toscamente en la piedra (abajo, a la izquierda de la primera foto). En una de ellas está inscrito el nombre nabateo “Amliolu”.

P1210166O la Tumba 70 destacan las típicas estructuras en escalera asirias. En otros casos, la entrada a la tumba recuerda poderosamente a un templo griego. Es lo que tenían los nabateos: una prodigiosa capacidad para absorber otras culturas.

En el diseño de sus tumbas se mezclan, de forma independiente o bien muchas en una sola, los estilos asirio, griego y romano. Las vetas y ribetes de colores que caracterizan a algunas de estas entradas a las tumbas no hacen sino realzar la belleza del lugar.

P1210185

La pared oeste aparece literalmente agujereada por un número enorme de agujeros, de entradas a tumbas en diferentes niveles. Alineamientos de estructuras rupestres comunicadas las unas con las otras por escalinatas y pasillos, todo un compendio de estilos funerarios.

Y es que estamos en lo que los primeros viajeros occidentales denominaron Vía de las Fachadas, allá donde convergen tal número de tumbas (grandes, pequeñas, modestas, templos…), una necrópolis tan grande que el paisaje casi se monopoliza. Casi, porque la belleza del Wadi donde se asienta Petra es también soberbia.

P1210213 ¿Y qué es lo que los antiguos también solían disponer fuera de las ciudades además de los cementerios? Los grandes lugares de ocio, como los Teatros. Petra también tiene el suyo, un poquito más adelante. El teatro fue destruido posiblemente por un terremoto en 363 pero posiblemente se había dejado de utilizar mucho antes. Como todo en Petra está esculpido en roca viva en época de Aretas IV, modificado más tarde por Malichos II y en último lugar por los romanos de la época de Trajano.

P1210216 Más de 6000 nabateos podían disfrutar de música y declamaciones poéticas, pero también serviría como altar de sacrificios pues… ¡en algún lugar había que reunir a todos los peregrinos que llegaban a la ciudad!

Ante tal problema los nabateos echaron abajo algunas de las tumbas excavadas en piedra de la zona y erigieron de una sola vez este precioso teatro del siglo I dC.Caminando hacía abajo, el visitante tiene que elegir entre dos caminos, el que lleva a las Tumbas Reales o el que se integra en la ciudad.

P1210233 Si nos dirigimos a las Tumbas Reales, por aquello de dejar finiquitado el mundo funerario, nos quedaremos gratamente sorprendidos. Si la erosión no hubiera dejado lo mejor de sí misma estaríamos hablando de las tumbas más espectaculares de Petra.

Se trata de cuatro grandes tumbas: la Tumba de la Urna, la Tumba de la Seda, la Tumba Corintia y la Tumba del Palacio (y un poco más adelante, la Tumba de Sextius Florentinus). Accedemos a ellas por un camino regular. Mereció la pena.

P1210388 Lo primero que hay que tener en cuenta es que pudieran no ser tumbas “reales”.

Están situadas en un lugar muy visible y sus diseños y construcción sólo pueden haber sido debidos al poder que ejercerían sus futuros habitantes, pero no es seguro que fueran reales.

P1210391La primera de ellas tiene un nombre un tanto extraño: la Tumba de la Urna debido a la reducidísima urnita funeraria que corona la fachada, cuando ésta es espectacular.  El impresionante colorido natural del techo de su sala inferior es aún más espectacular si cabe.

Es un edificio muy grande, con un gran patio y una sala principal sobre una doble fila de bóvedas. Y con columnas talladas en la roca, claro. Se cree que esta tumba sí perteneció a un rey nabateo, a Malichos II (40-70 dC) y a su familia. En su momento, la tumba fue transformada en templo grecolatino por un obispo llamado Jasón. Las vistas desde su patio, donde algunos beduinos tratan de vender supuestas piezas originales y otras que claramente no lo son, son impresionantes.

P1210396

P1210398 Inmediatamente a la izquierda de ésta se encuentra la tumba más pequeña del conjunto, la Tumba de la Seda, denominada así por la belleza de los matices pictóricos con los que cuenta la arenisca en la que se labró.

El ocre, el amarillo azafrán el azul, el rojo… forman parte de un jaspeado polícromo en el que la muy erosionada tumba de doble cornisa ofrece su mejor cara (debida, curiosamente, a esa misma erosión). Los arqueólogos encuentran interesante que la entrada a esta tumba sea lateral (aún no está excavada).

Justo a su lado se sitúa otra tumba monumental, mucho más dañada, la llamada Tumba Corintia. Obviamente su nombre se debe a los capiteles de estilo griego que coronan sus columnas.

El diseño de esta tumba obedece al del propio Tesoro, solo que está mucho más dañada que el Khazneh. Se cree que en su construcción los arquitectos nabateos se saltaron las simetrías preocupados por el efecto que causaba ver la tumba desde abajo y no desde el frente , a pesar de su privilegiada situación.

P1210399Una de las cosas más curiosas de esta tumba es que, a diferencia de romanos y bizantinos, los nabateos no ponían muros entre las necrópolis y la ciudad: ponían jardines.

Se han hallado restos de jardines y canalizaciones entre las tumbas reales y la ciudad de Petra que, en el caso de la Tumba Corintia incluían cascadas en su diseño. Y al lado de la Tumba Corintia se halla la más grande del conjunto, la Tumba del Palacio, denominada así por su parecido con los palacios romanos. Son cuatro las entradas a este enorme templo, en el que algunas de sus partes fueron construidas, no talladas.

P1210401Esto da pistas sobre su edad: es la más moderna de las cuatro. Eso sí, llaman la atención las numerosas columnas talladas en piedra de su segundo piso.

Por cierto que se cree que más que una tumba, este gigantesco templo pudiera servir de lugar de representación real en el que el rey aparecería en la gran balconada que le sirve de acceso en momentos de grandes acontecimientos, como dictaría el fastuoso protocolo de influencia oriental. En este momento, en lugar de volver hacia la ciudad, decidimos ir un poco más al norte, hacia abajo en el wadi (vale, al principio nos equivocamos y ascendimos inútilmente por un escenario rocoso y desértico). Lo que buscábamos era otra tumba llamativa de Petra: la Tumba de Sextius Florentinus.

P1210405 Florentinus era el gobernador romano de la provincia de Arabia en 127 dC, en época de Adriano. Su hijo, a su muerte, le dedicó este templo en Petra a su mayor gloria. Aunque esté consumida por el tiempo, la arenisca erosionada y polícroma mejora su visión. Un águila imperial romana corona la tumba y se sitúa sobre la cabeza de una diosa de la fertilidad casi irreconocible.

P1210383Volvemos, ahora sí, sobre nuestros pasos para encontrarnos con la entrada a la ciudad de Petra. Y allí nos espera un enorme y espectacular árbol de Pistacho de 450 años de vida. Éste aprovecha la posible corriente de agua que exista en el interior del pozo que está a su lado. Este pozo era bien aprovechado en la antigüedad: aquí se situaba el Ninfeo, la fuente pública, suntuosa y monumental característica de cualquier ciudad romana.

P1210250 Petra se convirtió en dominio romano al comenzar el siglo II dC, en el año 106. A partir de aquí, Petra se transformó poco a poco, adquiriendo aspectos típicamente romanos, como el Ninfeo o el Decumano que comienza a su paso. Al Decumano se le llama aquí la Vía Columnada, fácil es saber porqué. En los años 60 del siglo pasado se restituyeron las columnas que la debían convertir en una calle única en la que se mezclaría el jolgorio, las voces, los carros, los dromedarios y los templos.

P1210253 La vía estaba totalmente pavimentada y a ella estaban adosados, bajo sus pórticos, todos los edificios principales de la ciudad nabatea, además de oficinas, talleres, tabernas…

No se sabe si las columnas son obra romana o del último de los grandes reyes nabateos, Aretas IV el del Tesoro. El caso es que no se puede acceder a muchas partes de la ciudad, sólo se puede seguir la vía columnada. Pasamos por delante de dos grandes templos. El primero no puede tener otro nombre: el Gran Templo.

P1210375 Se puede acceder a él mínimamente, lo justo para ver sus columnas y su enorme escalinata. El edificio, el mayor construido  independiente en Petra, se vería de forma espectacular desde la Vía Columnada.

La verdad es que se desconoce su función real, pues en su interior se encuentra desde una pequeña grada tipo teatro hasta una gran explanada de pavimento romboidal, un templete en lo alto de la misma y enormes columnas enmarcándolo todo.  Incluso se ha hallado recientemente una piscina y restos de jardines.

P1210370Además, los capiteles de estas columnas sí que son llamativos: son cabezas de elefantes, de las que se puede ver una en el Museo Nabateo de Petra, un poquito más adelante.

P1210357El Museo, ya que estamos, es bastante pequeño pero tiene algunas cosas muy curiosas, algunas halladas en las necrópolis y otras,  las más espectaculares, en la ciudad. Una gran Serapis (derecha), una esfinge de la vía columnada o un Hermes de la Puerta de Témenos son las piezas más visibles. P1210369Pero también hay cerámica nabatea, restos de las tuberías de reparto de aguas e incluso objetos hallados en las excavaciones del Tesoro.

Volviendo al Gran Templo, abajo, éste probablemente tenga más que ver con el concepto del Bouleterion griego que con otra cosa, es decir, sede del gobierno local y teatro a un mismo tiempo. Pasamos, un poquito más adelante, de largo por el Templo de los Leones Alados, dado que su acceso no está permitido hasta dar con la Puerta del Témenos.

P1210377La Puerta del Témenos también se vino abajo en el terremoto del 363 dC y P1210360representaba la entrada al mayor de los Templos de la ciudad, el de Qsar al Bint. Aunque originalmente fue una puerta nabatea, los romanos la debieron sustituir por un Arco típicamente suyo, bellamente labrado y con numerosas estatuas y bustos de divinidades como decoración  (una Tyché, un busto de Ares, un busto de Dushara y uno de Hermes se pueden ver en el Museo; en la foto el de Hermes).

P1210261 Tres arcos, grandes puertas de madera (todavía se ven los agujeros en la piedra de las bisagras), dos torres.. la verdad es que no queda nada o casi nada de la Puerta de Témenos, lo que hay procede de la anastilosis que se le ha aplicado.

Y sí, servía de puerta al gran templo de la ciudad, el Templo de Qsar al Bint o Templo de la hija del Faraón. ¿qué faraón? Pues el mismo que escondió el tesoro en la urna del Khazneh, y que encerró aquí a su hija hasta que un ingeniero llevase agua al palacio. Una gran cantidad de canales llevan agua al Templo, claro.

P1210264 Más allá de la leyenda, fue el rey Obodas III quien el el siglo I dC construyó este gran templo típicamente helenístico dedicado posiblemente a Dushara y que servía de destino de peregrinación en su época. No se puede acceder a él.

P1210286 A partir de aquí la cosa se complica. Es el momento de ascender hasta El Deir, el Monasterio, y no es fácil. Es un recorrido de aproximadamente una hora, largo, fatigoso, cansado. Pero las vistas que proporciona, la gracia de ver y bajar burros a gran velocidad, el medio natural que te rodea, la posibilidad de ascender incluso más alto hasta el “fin del mundo”, todo ello (que será recogido en la siguiente entrada del blog) hace que la subida al Monasterio sea imprescindible. Eso, y tomarse algo en la jaima que hay enfrente¡

P1210274 En el camino un cartel señala la presencia del Triclinium de los Leones. Es un triclinio intacto, un comedor sagrado con figuras milagrosamente salvadas de la ira de los iconoclastas, pequeño y escondido en una callejuela del recorrido. Es de época de Aretas IV y sus leones representan a la diosa Al Uzza, de la que eran animales sagrados.

Y después de mucho esfuerzo, llegamos al final del camino: el Monasterio, El Deir.Por supuesto, no es un monasterio, es un enorme Templo horadado en la roca de más de cincuenta metros de altura. Es absolutamente espectacular. Probablemente sirvió como Templo funerario (algunos creen que tumba) en el que honrar al rey Obodas I y a su familia. Los más de 850 escalones que suben hasta aquí merecen sencillamente la pena. La explanada exterior serviría para hacer sitio a los peregrinos que aquí se acercasen.

P1210318 El Deir se ha conservado perfectamente, la erosión no ha hecho mella en él. Ni en su gigantesca urna superior, mucho más grande que la del Tesoro. P1210332 Tampoco hicieron mella en él los eremitas bizantinos que vinieron a vivir aquí mucho más tarde, dedicados al rezo y a la contemplación.

Bueno sí, dejaron algunas cruces talladas en su interior, que está vacio, yermo. De hecho, el Monasterio es mucho mayor que el Tesoro y se talló en el siglo II dC. Es, sencillamente, majestuoso.

Ya desde el momento en que ves aparecer su gran urna desde el camino (llegas por la espalda del Monasterio) te sobrecoge pensar quien pudo realizar esta obra a tal altura¡ Y con qué medios¡

P1210315 El caso es que en la zona hay otras pequeñas tumbas, como el llamado Monumento 468, un vistoso espacio cúbico abierto en la roca en cuyo interior aparece el frontón mejor conservado de toda Petra, con su nicho realizado para albergar una deidad y su escalinata ceremonial de acceso. Digno colofón a una visita imprescindible y para la que, ésta sí, es aceptable la mención a “hay que verlo al menos una vez en la vida”.

P1210295