18 de octubre de 2011

11 cosas que hacer en Nueva York (II): Midtown y Theater District

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1. Times Square

A ser posible, de noche, por supuesto. Times Square es la plaza más concurrida de Nueva York, tirando de tópicos es el verdadero corazón de la ciudad y seguro que responde a las expectativas pues su combinación de carteles luminosos, pantallas gigantes, gente por metro cuadrado y espectáculos en vivo supera todo lo previsible. ¿Qué se puede esperar de una plaza en la que se cruzan Broadway, la Séptima Avenida y la Calle 42?

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Este panel publicitario viviente está así desde 1906, momento en el que se inauguró el edificio del periódico New York Times (que se trasladaba aquí; más tarde huyó para otro lado). Pero aquí ya se encontraban algunos de los teatros que iban a dar una personalidad única al llamado Distrito de los Teatros. Desde 1898 los teatros compaginaron sus representaciones con otras un poco más estáticas: el primer cartel luminoso que se erigió fue uno dedicado a Coney Island entre la 38th y Broadway.

En 1910, a alguien en el New York Times se le ocurrió retransmitir una pelea de boxeo (entre Jim Jeffries y Jack Johnson, celebrada en Nevada) en directo a través de una cinta de noticias en la que 15.000 bombillas que destellaban decenas de miles de veces por segundo. Sería el origen de la información en vivo y en directo. De ahí a la inauguración en 1917 del cartel publicitario más grande del mundo (24x61 metros, para los chicles Wrigley, con unos elfos animados tirando lanzas) y el uso del color en la cartelería (el masivo uso de bombillas blancas le dio el nombre de Great White Way) hicieron que poco a poco Times Square se convirtiera en esa maravillosa mezcla entre asombrosa arquitectura, mareantes edificios, luminosas pantallas y mensajes continuos que es hoy. P1280456 P1280458

Por el día también es el centro neurálgico de la ciudad, allá donde vas a comprar entradas más baratas para los teatros en los TKTS, pero pierde un poco de espectacularidad.

2. Bibliotecas famosas: New York Public Library y Pierpont Morgan Library

P1270194Cuando uno se documenta sobre Nueva York encuentra nombres que se repiten una y otra vez. Es el caso de J. Pierpont Morgan, el financiero pero también filántropo y coleccionista que representa una de las figuras más habituales de la ciudad: el multimillonario industrial o banquero que revierte parte de su suerte en la ciudad, muchas veces a partir de la financiación de parques, museos o colecciones. Cuántas obras de arte de las expuestas en el MET, en The Cloisters o en Colecciones privadas como la Frick proceden de JP Morgan.

P1270200Tal es el caso de la Pierpont Morgan Library (www.themorgan.org) o Morgan Library & Museum, como se prefiera. Este sitio, ubicado en el 225 de Madison Av., es el sueño de JP Morgan llevado al máximo. Morgan era un coleccionista ávido de obras de arte pero también de manuscritos, dibujos y libros antiguos. Y por eso la visita a la Morgan Library (donde no se pueden hacer fotos) es tan especial.

El ambiente es agradable (hay música en directo) y el interior del edificio (que parte de un palacio de estilo renacentista) es amplio y luminoso. Paseando de sala en sala encuentras cosas únicas e ilusionantes: manuscritos, cartas, ediciones especiales… Tres copias de la Biblia de Guttenberg (de las 11 que quedan), manuscritos de Cuento de Navidad de Charles Dickens, cartas de Jane Austen, Abraham Lincoln, Lord Byron, las Hermanas Brönte o Mark Twain, partituras originales de Beethoven (Sonata para violín nº 10 en G Mayor) o Mozart (concierto para trompa en mi bemol mayor) así como obras de arte; la más conocida el Retrato de un hombre con un clavel, de 1475 pintado por Hans Memling. También manuscritos medievales, sellos y tablillas mesopotámicas y, en fin, estanterías llenas de incunables y ediciones raras de libros clásicos. Una visita maravillosa.

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Por otro lado tenemos la New York Public Library (www.nypl.org), otro edificio imponente al que se accede a través de Bryant Park, el único parque de Midtown. La escalera hacia el frontón de la entrada, con los leones de mármol (que representan la paciencia y la fortaleza), ya te dan una idea de que la Biblioteca no es cualquier cosa.

P1280493Pero si el exterior es llamativo, el interior también es grandioso. En su interior, millones de volúmenes esperan a ser utilizados mientras puedes observar tesoros como una copia manuscrita de la Declaración de Independencia estadounidense o una carta de Cristóbal Colón describiendo como hizo el viaje en 33 días entre las Canarias y las Indias.

Este tipo de gran arquitectura, limpia y abierta, luminosa y clásica se repite en otros edificios emblemáticos de la zona, como puede ser la

3. Estación Grand Central

Nueva York, y en particular Manhattan, nunca se han distinguido por conservar edificios históricamente interesantes. El valor del suelo es enorme y hay muy poco. Por ello, a lo largo de los años se han ido demoliendo numerosos edificios emblemáticos muchas veces para bien (de forma que sustituyeran por maravillas como el Empire State) pero otras, como con Pennsylvania Station para mal. Las críticas que recibió la demolición de esta emblemática estación en los 60 (que incluso centralizan un episodio de la primera temporada de Mad Men) y su definitiva desaparición hacen que se le conceda aún más valor a la maravillosa Grand Central Terminal.P1270176 P1270175

La Estación Grand Central (www.grandcentralterminal.com) además de servir como plató cinematográfico para películas como Los intocables de Elliot Ness es uno de los iconos de Nueva P1270183 P1270151 York. Al menos, eso es lo que sucede con su impresionante Vestíbulo principal, con su techo abovedado (que representa un zodiaco de más de 2500 estrellas, obra de Paul Helleu), sus tres grandes ventanales y sus grandes escalinatas inspiradas en la Ópera de París.

Mármol, estuco y acero se dan la mano en este edificio que utilizan medio millón de pasajeros diarios, siempre supervisados por Mercurio, Hércules y Minerva quienes aparecen en la escultura que les acoge en la entrada que tiene la estación en la Calle 42. Cuando se demolió la antigua estación del siglo XIX, construida a instancias del potentado Cornelius Vandervilt, en este caso fue para bien pues el edificio inaugurado en 1913 es una visita imprescindible.

4. ¿Empire State Building…

DSC01209 ¿A cual de los dos subir para tener una buena panorámica de Manhattan? Bah, la respuesta es muy sencilla: a los dos. SI tuviera que elegir, me quedaba sin duda con el Empire State Building(http://www.esbnyc.com/), no sólo por su valor emblemático sino por la experiencia global de su visita. Y porque la audio guía es muy, muy buena.

En la española, una inmigrante dominicana nos cuenta la historia de Nueva York a través de los ojos de la historia de su familia. Creo que lo más apropiado es visitar el Empire State a primera o a última hora, momentos en los que hay menos gente para visitar sus dos miradores, los de los pisos 86 y 102.

Ya desde la entrada es una experiencia total: el vestíbulo de entrada desde la Quinta Avenida, el relieve del rascacielos, el ascensor hasta el mirador, la sensación de felicidad en la mañana al observar la maravillosa capital del mundo. Norte, Sur, Este, Oeste, en todos lados aparecen cosas que ver, que reconocer, que delimitar, que enseñar. Como la siguiente entrada estará dedicada al Empire State no me detendré más en esto.

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5. …o Rockefeller Center / Top of the Rocks?

La otra gran opción para ver Nueva York desde un mirador muy elevado es el Top of the Rocks en el Rockefeller Center (también está la opción del helicóptero, demasiado cara y corta como para considerarla).

P1270602Toda la información está en  www.topoftherocknyc.com. En este caso optamos por subir de noche y tener acceso a la famosa visión nocturna de la ciudad. La verdad es que P1280703no puedo decir que no merezca la pena, tanto las vistas desde el piso 67 como las del 70. Hay que tener en cuenta que este mirador se encuentra en uno de los complejos privados más importantes de la ciudad.

El Rockefeller Center, con su famosa plaza (donde se sitúa el tradicional árbol de navidad) y los 19 edificios que la rodean, fue puesto en marcha por John D. Rockefeller Jr., hijo del magnate P1280702del petróleo. Convirtió lo que fue en su momento el Jardín Botánico de la Universidad de Columbia en uno de los primeros centros comerciales del mundo. P1270624 Y encima, con un toque art decó preciosista (como esa famosa Sabiduría de Lee Lawrie, en la fachada del edificio de la General Electric). Las vistas desde el Top of Rocks dan la oportunidad de ver al Empire State Builing (y, de noche, iluminado con el color elegido para ese día).

La historia del Rockefeller Center es bastante emocionante.El solar en el que se había convertido el Jardín Botánico fue arrendado por Rockefeller en 1928, qué casualidad que fuera el año anterior a la Gran Depresión. Su intención era construir una gran Ópera pero quedó en nada ante la crisis del 29.

Sin embargo, Rockefeller se había comprometido a construir su complejo comercial a largo plazo y por eso decidió seguir adelante con el proyecto en unos años especialmente duros. Entre 1931 y 1940 se construyeron 14 edificios dando trabajo a 225.000 trabajadores. Alguno de ellos, si les tocó trabajar en las alturas, pudieron disfrutar de estas maravillosas vistas.P1270606

6. Radio City Music Hall

P1270630 Y precisamente como parte del complejo del Rockefeller Center nos encontramos uno de esos lugares de los que todos hemos oído hablar. El Radio City Music Hall fue inaugurado en 1932 en presencia de Clarck Gable, Charles Chaplin y Arturo Toscanini y tiene disponibles 6.000 plazas para poder asistir a los espectáculos que en él todavía se representan. Hay visitas guiadas, cada media hora por la mañana.

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Tiempo después abrieron, justo enfrente, los estudios de la NBC, cuya puerta ahora comparten con la entrada del Top of the Rocks. Si se quiere asistir al Saturday night live, es por aquí.

7. Edificio Chrysler

P1270207Las gárgolas de acero inoxidable del Edificio Chrysler son otro de los iconos de Nueva York.P1270148 Es cierto que es uno de los edificios de los que mejor se oye hablar a todo aquel que ha visitado la gran manzana. Y es que es bien cierto que pudiera ser el rascacielos más bonito de la ciudad. También fue, durante poco tiempo, el más alto del mundo, allá por el momento de su inauguración en 1930, pero pronto fue superado por el Empire State.

El Edificio Chrysler es como los buenos vinos, tiene sabor a la época del jazz, a los divertidos años 20 pero también a los industriosos años 20 en los que la industria del automóvil, de la que Walter P. Chrysler era referente. Chrysler quería un edificio impresionante para su empresa y con la simbología de sus coches. De ahí que la característica aguja superior en art decó no sea más que la representación del radiador de un coche. Y las gárgolas de acero, un homenaje a las mismas gárgolas del modelo Chrysler Plymouth de 1929. Es bien conocida la leyenda de la aguja del Chrysler: la competición piso a piso, metro a metro, entre el arquitecto del Chrysler, William Van Allen y su más directo rival H. Craig Severance, que construía el edificio del Bank of Manhattan.

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La aguja fue un ardid de Van Allen, que la mantuvo oculta hasta el final ganándole la partida a Severance por 320 metros de altura totales. Van Allen, por cierto, termino mal: Chrysler le acusó de aceptar sobornos de constructores y su carrera fracasó a partir de ahí. Es difícil acceder al Edificio Chrysler, únicamente al vestíbulo del 405 de Lexington Avenue, y sin poder hacer fotos de su lujosa decoración. Por cierto, la Chrysler Corporation nunca lo utilizo como sede. Curiosidades de la vida.

8. International Center of Photography

Es aquí donde puedes quedarte parado ante maravillas como esta fotografía de Elliot Erwitt de 1955 “Girl views NYC”. Se trata del International Center of Photograpy (http://www.icp.org/), un museo fundado por Cornell Capa en 1974 para mostrar y conservar el trabajo de numerosos fotógrafos, entre los que se encuentra su propio hermano Robert.

P1280462Está instalado en dos plantas de un edificio de la Sexta Avenida, en el nº 1133, exhibiéndose más de 100.000 fotos (si bien es más habitual dirigirse a la exposición que en ese momento esté en vigor).

Henri Cartier Bresson, Man Ray o los fotógrafos de la Agencia Magnum (como Elliot Erwitt) tienen aquí un lugar donde poder acercarse al público. La tienda tiene cosas más que interesantes.

9. MOMA

El Museum of Modern Art de Nueva York (MOMA) -http://www.moma.org/- es uno de esos sitios que amas u odias. Además de La persistencia de la memoria de Dalí y de algunos Van Gogh, lo que más me gustó del MOMA es ver a la gente recorrer las salas con cierta cara de asombro.

Salvador Dalí. The Persistence of Memory. 1931

A ver, el MOMA se puede hacer duro o, simplemente, se puede hacer invisible: a base de ver imágenes que no te llegan, te llegas a la puerta de salida y te marchas. Pero antes de ser tan categórico merece la pena comentar algunos hallazgos verdaderamente sorprendentes. En primer lugar la ya mencionada Persistencia de la memoria de Dalí, de 1931, mucho más pequeña de lo que esperaba, enmarcada en un marrón anodino como supongo que sería el tiempo que Dalí retrató tan hábilmente.

Por otro lado tenemos las obras de Andy Warhol, sobre todo el retrato de una Marilyn dorada (Gold Marylin, de 1962, pintado el año en que ésta se suicidó basándose en la publicidad de Niágara), las de Picasso (bien conocidas sus Señoritas de Avignon, de 1907, retrato cubista de cinco prostitutas) así como unos cuantos Modigliani, Monet, Frida Kalho, Roy Lichtenstein o Matisse en medio de una locura de autores que lleva a incluir un helicóptero volando en una de sus luminosas salas.

Andy Warhol. Gold Marilyn Monroe. 1962Vincent van Gogh. The Starry Night. Saint Rémy, June 1889Vincent van Gogh. Portrait of Joseph Roulin. Arles, early 1889

Pero sin lugar a dudas, los más bellos son dos cuadros pintados por Vincent Van Goh en sus últimos años en Arles (en concreto, de 1889): La noche estrellada y El cartero Joseph Roulin, dos obras que le dan unas cuantas vueltas a muchas de las otras presentes en el MOMA. Y que son una verdadera preciosidad. Si bien es cierto que el asombro que provocan algunas de las obras del MOMA hace que la visita pueda merecer la pena.

P127012410. Saint Patryck’s Cathedral

¡Pero cómo no va a tener Nueva York una catedral como cualquier ciudad de nivel¡ Esto es lo que debió pensar el arzobispo John Hughes en 1850, cuando decidió cambiar el fin al que estaba dedicado un solar de la iglesia (iba para cementerio) por el mucho más esquizofrénico objetivo de construir una catedral.

Y aquí está la Catedral de San Patricio, un edificio neogótico del arquitecto James Renwick amplio y luminoso y perfectamente comparable con cualquier otra Seo del Viejo Continente. El problema son los alrededores. Allá por 1850 esto era un solar a las afueras.

Ahora es una catedral de altas agujas y bellas capillas encerrada en un mar de rascacielos. Y se queda muy pequeña, mucho. Lo cual es curioso: encontrar una huella de la historia que nos une en mitad de un símbolo del empuje que dejó atrás a estas construcciones.

P1270140La visita a la catedral es la esperable: un gran rosetón, un enorme órgano, capillas y estatuas y, para el anecdotario, la estatua de Saint Elizabeth Ann Seton Shrine, la primera Santa Estadounidense, fundadora de las Hermanas de la Caridad y con quien nos volveremos a encontrar en Wall Street. Su escultura es moderna pero atractiva.  

11. Macy’s

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Nuestra visita a Midtown no puede terminar sin tratar de hacer unas compras en los autoproclamados grandes almacenes más grandes del mundo. Macy’s (www.macys.com) tiene su origen en un antiguo ballenero, Roland Hussey Macy, quien lucía un tatuaje con forma de estrella roja, que no es sino el logotipo de esta cadena de tiendas.

La de la calle West 34th es la primera tienda que abrió y a día de hoy aún conserva tanto las cariátides que custodian la entrada, marquesina, reloj y rótulos de principios del XX. Lástima que cuando la visitamos estuviera parcialmente en obras. En esta tienda trabajaron, como responsables del departamento de Porcelanas y Cristalería Isidor y Nathan Straus, quienes continuaron con el Emporio.

Isidor se hizo famoso por una triste circunstancia: él y su mujer murieron P1280064en el Titanic y a ellos se refería la famosa escena de la película (posiblemente basada en un hecho real) en el que la pareja de ancianos prefiere morir unida en la cama.

El caso es que aunque haya perdido caché y sus instalaciones más que antiguas sean viejas, no está de más pasarse por Macy’s cuando uno va a Nueva York.

Próxima parada: el Empire State Building.