Querida Sophie:
Es algo así como perder a un amigo, en este caso, al menos a dos amigos muy queridos. He dedicado muchas y muy buenas horas a la lectura de la gran obra de Patrick O'Brian, de las veinte novelas en las que se desarrollan las aventuras de Aubrey y Maturin.
Y he llegado al final. 'Azul en la mesana' es el titulo de la vigésima y última novela (en la imagen). O'Brian murió en 2000, cuando llevaba escritos apenas 3 ó 4 capítulos de la que seria su novela numero 21 que, inacabada, ha sido publicada en Inglaterra en una lujosa edición que incluye tanto el manuscrito como algunas de las hojas mecanografiadas y corregidas por el propio autor. Su nombre: "The final unfinished voyage of Jack Aubrey". Su lectura es complicada por lo que, aun intentándolo, me conformare con la emoción de verlo en mi biblioteca.
O'Brian describe un mundo muy alejado del actual. Sí, es una serie de novelas históricas, pero no están escritas utilizando las formas del lenguaje de hoy. O'Brian logra recrear no solo el inicio del siglo XIX y el universo de la Armada Real Británica sino también el ambiente en el interior de un barco, una situación lejos de ser cómoda y en la que se desenvuelven personajes de diferente carácter.
El complejo vocabulario con el que O'Brian se luce puede hacer perder los nervios al lector, al menos en la primera novela "Capitán de mar y guerra". En este caso, los glosarios que se adjuntan al final de los libros son una ayuda útil. Como lo fue la visita al Museo Naval que hicimos hace tiempo para vivir in situ las maravillas que el autor irlandés incluyó en su serie.
Pero sin lugar a dudas, los de mayor calado son Jack Aubrey y Stephen Maturin. El capitán (Almirante, finalmente) y el cirujano naturalista y espía que recorren los mares una y otra vez y que comparten aventuras, penalidades, grandes éxitos y sonoras derrotas a lo largo de los años.
La música y la ciencia les unen. La jerarquía de clases y el modo de ser les separan. Pero los años y la amistad les convierten en una de las parejas inolvidables del mundo de la literatura.
La imagen de ambos tratando de tocar una pieza clásica (como la Musica notturna della strade di Madrid de Boccherini) sentados en la cabina del capitán, en la popa de la HMS Surprise es tan evocadora como las acuarelas que Geoff Hunt pintó para la serie.
Cada uno tenemos nuestros favoritos, claro. Sin duda, los míos son las entregas V,VI y VII: "Isla Desolación", "Episodios de una guerra" y "El ayudante del cirujano" (aunque nunca entendí esta ultima traducción. The surgeon's mate bien puede traducirse como "La compañera del cirujano", haciendo referencia a Diana, la mujer de Stephen hasta muy avanzada la serie).
Otros libros que me han dejado un buen recuerdo son los episodios II, III y XVI: "Capitán de navío", "La fragata Surprise" y "Clarissa Oakes". Pero en general todos están a un buen nivel (salvo quizás el IV "Operación Mauricio").
Hay muchos momentos inolvidables en la serie. Muchos de ellos fueron recogidos de forma excelente en ese peliculón que es Master and Commander de Peter Weir, con un Russell Crowe y un Paul Bettany que clavan a nuestros Aubrey y Maturin.
Así, a vuela pluma, se me ocurren muchos momentos emocionantes...
Jack negándose a abandonar el HMS Leopard frente anos hielos de la Antártida; Stephen nombrando a la nueva especie de tortuga gigante Testudo aubreii; todos los amigos de Jack reunidos para apoyarle en "El reverso de la medalla", el HMS Polychrest utilizado como "bomba" en un puerto francés; Diana corriendo a caballo; Stephen enseñando a leer a Bonden en la cofa del palo mayor; Jack apresando el Cacafuego; la Sophie (en la imagen, en Mahón, en el libro I) hundida en el Mediterráneo; Pullings buscando barco que capitanear; Reade perdiendo el brazo pero gobernando la Ringle; todos ellos comiendo líquenes en la Isla Desolación (imagen de más arriba).
Pero también escenas costumbristas que no por repetidas no pierden ni un ápice de encanto... Jack escribe una carta-río a su mujer que siempre comienza con el 'Querida Sophie'. Stephen recolectando especimenes en el chinchorro, unido a la entrañable Surprise. Ésta alcanzando los 11 nudos, Señor, con su permiso. Stephen cayendo al agua con torpeza. Jack bañándose desnudo en el océano y salvando compañeros de morir ahogados. Killick mascullando y quejándose. Los marineros gastándose el botín en el puerto o rebelándose por falta de grog. Stephen cogiendo escarabajos para Sir Joseph Blaine. Los enemigos, españoles, franceses, americanos o ingleses comportándose civilizadamente cuando son capturados.
Y luego esta el mar. El estrecho de Magallanes, el Mediterráneo, el Adriático, el Indico o ese mar oscuro como el oporto que representa el cambio del Cabo de Hornos (en la imagen de abajo)...
Pero sin duda estos libros son una emocionada celebración de la amistad, encorsetada por unas costumbres típicamente británicas pero reforzada por la experiencia y la admiración mutua.
En fin, trasladen a Aubrey y a Maturin mis mejores deseos e indíqueseles que es hora de que los gavieros larguen las velas mayores, juanetes incluidas; es hora de aprovechar el barlovento y dejar el azul detrás del palo de mesana, no el de la banderola azul de Almirante (felicidades, Capitán Aubrey), sino el azul profundo de unos ojos que miraron hacia el pasado y nos lo regalaron como nunca.