La hembra es más parecida a los individuos juveniles (como suele pasar con numerosas aves y en particular en lo fringílidos), de color gris verdosa. Los jóvenes tienen el pecho listado también.
El caso es que nuestro piquituerto está posado en lo alto de un precioso pino silvestre (Pinus sylvestris) de pequeño tamaño como suele pasar en aquellos árboles que crecen a más altura. Aquí nos encontrábamos a 1656 metros. Y allí estaba el pajarillo, uno de los fringílidos más robustos y grandes. Y sobre todo, muy llamativo: tiene el pico cruzado de una forma muy característica. De esta forma, puede abrir con relativa facilidad las piñas para acceder a los piñones de los que se alimenta.
Es por ello que es un ave asociada a los bosques de coníferas, como es el caso. Dependiendo de la cantidad de piñas disponibles habrá más o menos piquituertos, que es un ave nidificante pero muy dependiente de la disponibilidad de comida. Como estamos a finales de enero, esta hembra de piquituerto que trina en lo alto del pino está a punto de entrar en época de cría, que suel darse de febrero a abril (aunque pueden críar a lo largo del año varias veces).
Los piquituertos son nidificantes, pero su número puede aumentar mucho con la llegada de ejemplares procedentes de Pirinéos y el norte de la Península.
En la sierra de Guadarrama está muy extendido, aunque no se tan fácil de observar como otros pajarillos que tuvimos la oportunidad de ver en nuestro recorrido, como carboneros comunes (Parus major) o Colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros).
Nuestro objetivo en esta ocasión es recorrer buena parte de la cadena superior de la sierra de Guadarrama hasta ascender a uno de sus pasos de montaña más característicos, el Alto del León (aunque durante mucho tiempo se le ha denominado Alto de los Leones).
Nuestro recorrido comienza a una altitud de unos 1000 metros. Nuestro ascenso comienza con urbanizaciones que ocupan la falda de la montaña, de "La Peñota", que así es como se llama la gran elevación que da cobijo a algunos pueblos de la sierra de Guadarrama.
Nada más comenzar el ascenso empiezan a aparecer aquí y allá numerosas matas de Cambroño (Adenocarpus hispanicus). Aunque seguramente volveré sobre él cualquier día de éstos, merece la pena detenerse un segundo en este arbusto tan característico de la zona.
Aunque ahora no esté cubierto por sus preciosas flores amarillas, el arbusto condiciona el paisaje, pues está presente desde una altura por debajo de los 1000 metros hasta llegar casi a los 1400. Es un arbusto siempreverde, una leguminosa cuya caracterísitica más renombrable es que es un endemismo de la Península ibérica.
Mientras subíamos pudimos observar otras especies vegetales de la zona. Como estamos en invierno, no es el momento ideal para hacerlo claro. Alguna Santolina rosmarinifolia, algún escaramujo (Rosa canina), en fin, no demasiados arbustos pero siendo la época en la que estamos, no era lo que estábamos buscando.
Desde luego, el árbol más presente en todo el recorrido es el Pino silvestre (Pinus sylvestris). Es un árbol espectacular. En nuestro recorrido encontramos las troncos reblanquecidos y abandonados de antiguos pinos muertos.
Otros, sin embargo, se encontraban en la plenitud, con alturas que alcanzaban los 20 metros. Su corteza, fragmentada y con un toque rosado que le hace único, contribuye a hacer más atractivo a uno de los pinos más bellos de la flora ibérica.
Algunos de los pinos del recorrido presentaban los habituales nidos de Procesionaria, una de las plagas más habituales de los pinares mediterráneos. Dentro de unas semanas, las orugas de Thaumetopoea pityocampa Schiff se moverán una procesión sin fin por los suelos del pinar hasta enterrarse en el suelo, convertirse en crisálidas y emerger de nuevo, ya como polillas, para volver a iniciar el ciclo.
Las orugas construyen los llamativos bolsones o nidos de Procesionaria para poder pasar mejor el invierno, donde quedan protegidas. Se trata de uno de los síntomas más evidentes de la presencia de la plaga.
La pérdida de acículas y el debilitamiento general del árbol son las consecuencias más habituales de la Procesionaria del Pino. Las orugas se alimentan en invierno de las acículas, provocando que éstas se sequen y caigan.
El daño más importante lo hacen desde el final del invierno hasta mitad de primavera, cuando las orugas son más grandes y voraces. La defoliación rara vez produce la muerte de los pinos pero los debilita en gran medida, facilitando el ataque posterior de otras plagas. De acuerdo con la documentación, se han dado casos en los pinos pequeños sí se se han llegado a secar.
Para luchar contra la procesionaria se utilizan insecticidas inhibidores del crecimiento, insecticidas químicos o una de las soluciones medioambeientalmente más adecuadas: el riego de las acículas con Bacillus thuringiensis, un bacilo que provoca la muerte por envenenamiento de las orugas. Otra herramienta muy utlizada es la trampa con feromonas, que atraen a los machos y evitan que éstos se apareen con las hembras.
Las aves insectivoras, como los numerosos carboneros comunes que tuvimos la oportunidad de ver, representan una defensa importante para los pinos. Además de pájaros, y sorprendentemente en mitad del invierno, también pudimos ver algunos reptiles e insectos. Alguna lagartija aprovechó el sol de la mañana para salir de su escondite de hibernación. Y alguna mariposa aprovechó las mismas condiciones para darse una vuelta.
Tal es el caso de esta Mariposa Olmera (Nymphalis polychloros L.), muy similar a la mariposa Ortiguera, que es más peueña pero de colores muy similares. De hecho, la familia Nymphalidae -a la que pertenece la mariposa olmera-, engloba algunas de las mariposas más llamativas de Europa (polycholoros en griego viene a significar "muchos colores").
Es común en todo el sur de Europa y Norte de Africa. Su oruga se alimenta principalmente de olmos (Ulmus minor) de donde recibe el nombre, aunque también pueden alimentarse de sauces (Salix sp.), que abundan mucho más en esta zona del Guadarrama que los pobre olmos supervivientes de a grafiosis.
Nuestro recorrido continúa hasta acceder al tramo situado en lo alto de la Sierra de Guadarrama. Allí, además del piquituerto, se encuentran pinos más pequeños y forzados en su crecimiento. Muchos presentan el característico "efecto bandera", esa inusual forma de crecer en contra del viento preponderante en ls zonas de montaña.
Además de los pinos, algunos enebros de porte rastrero crece en la altura, a más de 1600 metros. Se trata de Juniperus comunis ssp nana y hemisfaerica creciendo a lo ancho, que no a lo alto (el viento no les deja). También crecen enre pinos y enebros algunos piornos, posiblemente Cytissus purgans. Algunos escaramujos (e incluso algún Salix cerca de un curso de agua) también aparecen entre neveros y restos de la guerra civil, que marcan el paso por entre la sierra de Guadarrama.
De hecho, son numerosos los fortines de la guerra que se conservan en la Sierra. Sus pequeñas dimensiones te hacen plantear la dura vida que debieron llevar aquellos pobres soldados, buscando la muerte en un entorno tan difícil como el invierno de la sierra. En muchos de ellos aparecen huecos para las ametralladoras que amenzaban el movimiento de los contrarios.
Y paseando entre peñas (como la del Arcipreste de Hita), entre pinares de repoblación (muchos de los pinos recientemente -e indignantemente- plantados no han llegado ni a su segundo año) y entre torres de conducción eléctricas, llegamos al Puerto de Guadarrama, al Alto del León.
Se llama así por la estatua de un león que hay en lo alto de un promontorio erigido en honor a Fernando VI. El león sujeta los dos mundos, homenaje al rey Borbón que gobernaba las Españas cuando el camino por el Puerto de Guadarrama se construyó allá por el siglo XVIII.