Cuando en el siglo XVIII hombres de la talla de Sir Joshua Reynolds quisieron definir la obra maestra de Rembrandt sólo pudieron referirse a ella como “La Ronda de Noche”.
El tiempo había provocado un oscurecimiento generalizado de la ya de por sí oscura escena en penumbra en la que se basa esta obra emblemática. Es, sin duda, el cuadro más conocido de Rembrandt y, a su vez, la obra de arte más famosa del Rijksmuseum de Ámsterdam. El Museo guarda otras obras de Rembrandt destacables, como el Síndico de los Pañeros, pero es la Ronda de Noche la atracción principal.
En realidad no es una Ronda de Noche. Es una llamada a la acción por parte del capitán de una compañía cívica, que pone en marcha a todos sus integrantes para realizar… una ronda (pero no necesariamente de noche). Era ésta una costumbre muy arraigada en Ámsterdam y en los Países Bajos en general; en primer lugar la existencia de compañías de ciudadanos más o menos especializadas que se ocupaban del orden en la ciudad; en segundo lugar estas compañías tenían una afición desmedida a ser retratados en grupo (una moda del barroco) y su retrato colectivo formar parte de los grandes salones de las palaciegas estancias que les servían de cuartel.
Y no eran gente cualquiera, no. Aquí, cerca del mismísimo río Amstel, en la Kloveniersdoelen, la sede de la guardia de kloveniers (había tres tipos de compañías en función del arma que llevaran: ballesta, arco de mano o un arma de fuego de la época llamada klover en holandés, arcabuceros de toda la vida en castellano) se colgaron un buen número de retratos en grupo de diferentes compañías entre mediados del siglo XV a finales del XVI. Pues bien, un buen número de capitanes y tenientes de esos retratos terminaron siendo burgomaestres (alcaldes) de la ciudad de Ámsterdam. De hecho, dirigir una compañía era requisito para poder acceder al puesto.
Los retratados pagaban bien, sobre todo los capitanes,tenientes y el abanderado, que era el que mejores galas solía llevar. En nuestro caso, La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willen van Ruytenburg, que es el verdadero nombre de La Ronda de Noche, cada uno de los 16 principales retratados acoquinó 100 florines. El capitán Banning Cocq (efectivamente, futuro alcalde) y su teniente posiblemente dieron más. El que toca el tambor a la derecha, sin embargo, fue retratado de gratis.
La obra se salía de los cánones habituales. Los encargados de hacer estos retratos fueron pintores que vivían en Ámsterdam y Rembrandt ya estaba allí. A Frans Hals, que vivía en Haarlem, también le encargaron un retrato, pero su lentitud les obligó a tirar de otro pintor, Pieter Codde.
El caso es que todos pintaban a los miembros de las compañías de una manera bastante formal. Rembrandt quiso algo más original y emplazó a la compañía en un escenario callejero y los dispuso a la acción. Banning Cocq le indica a su teniente Van Ruytenburg que comience la fiesta y el resto de la compañía se pone en marcha, prepara sus arcabuces, alguno lo dispara, tocan el tambor y el pendonista mueve la bandera.
En medio, Rembrandt dispersa una serie de detalles que dan juego, desde el perro que ladra hasta la niña que corre propagando la luz en este retrato en penumbra. La niña lleva colgada en la cintura un ave que muestra las garras: el símbolo de la compañía cívica. Su parecido con Saskia, la primera mujer de Rembrandt (al que no se le daban bien las mujeres en la pintura, me parece), es llamativo.
En 1715 trasladaron al Ayuntamiento la obra y, como solía pasar en el pasado, les importó un bledo cortar arriba y a la izquierda haciendo perder personajes e historia. Gracias a que se han conservado algunas copias previas al corte se puede tener una idea de cómo era el cuadro en su totalidad.
Los retratos en grupo en el siglo de Oro holandés fueron tan habituales que cualquier milicia quería hacerse con uno. De hecho, la exposición de Obras maestras del Rijksmuseum comienza precisamente con este fenomenal Banquete de milicianos que celebran la firma de la Paz de Münster en 1648. Bartholomeus Van der Heslt pinta la celebración del final de la guerra de los 80 años con España. Resultado final: Países Bajos 1 - España 0. Declaración formal de la República de los Países Bajos. Independencia. Capitán y teniente de la compañía cívica de ballesteros (Voetboogsteeg) se dan la mano mientras el primero toma la copa con forma de cuerna con San Jorge venciendo al Dragón (copa que sólo se saca en ocasiones especiales).
El poder de la República recién creada se basaba en la Armada. Barcos holandeses pasaron a recorrer medio mundo creando colonias (Nueva Ámsterdam, futura Nueva York), buques de guerra recorrían las aguas. La impresionante maqueta que se construyó por encargo del Almirantazgo, el William Rex, de más de 5 metros de largo, invita a pasear por el Rijksmuseum y admirar lo que aquella sociedad construyó.
No me he olvidado de Rembrandt Van Rijn. Los holandeses han recorrido el mundo y han creado una incipiente sociedad capitalista. El negocio y la vida van parejos. La crisis de los tulipanes, una de las primeras en ser descritas con detalle, también sucedió aquí. La Compañía de las Indias Orientales se convierte en la primera multinacional y se crean organismos y entidades para que todo esté controlado.
Por ejemplo, los síndicos del Gremio de los Pañeros de Ámsterdam, quienes en 1662 (año en el que pintó el cuadro Rembrandt) controlaban la calidad del paño, una tela de lana afieltrada. Utilizaban muestras de paños para comparar y decidían.
Alguien interrumpe el trabajo de los cinco síndicos (cuyo sirviente está en el centro). Ese alguien es el espectador, claro, que tiene la oportunidad de visitar a cinco poderosos ciudadanos de Ámsterdam, de distintas corrientes religiosas, que deciden qué paños son los que pasan el filtro. Como el retrato estaba destinado a ser colgado encima de una gran chimenea, Rembrandt tuvo en cuenta la perspectiva e hizo que miráramos la mesa desde abajo.
La otra gran obra de Rembrandt e n el Rijksmuseum es La novia judía, de 1665. La identificación más probable es que la pareja de enamorados sean los bíblicos Isaac y Rebeca y fueron coetáneos de Rembrandt quienes le pidieron ser retratados como este par.
Rostros y manos están perfectamente definidos en contraste con los toscos vestidos y prendas. Pero está hecho aposta: con los pegotes y capas gruesas de los vestidos el cuadro capta más luz (como en la manga de oro viejo del hombre y en la falda roja de la mujer). Amor y ternura en unas manos entrelazadas. Es bonito.
Pero es sin duda la impresionante puesta en escena de La Ronda de Noche la que queda impagablemente fija en la retina de aquel que recorre las salas de Rijsmuseum. Del RIjsmuseum dedicado al arte por que su sede en Leiden, lugar de nacimiento de Rembrandt, tiene una envidiable colección de Arqueología. Así que para verla, y también para recorrer el Naturalis, el mejor Museo de Historia Natural de Holanda, a Leiden nos dirigimos.